Los estudios regionales y la historiografía colonial de la última década. Entre los americanismos y los multiculturalismos[1]

 

 

Nidia R. Areces(*)

 

 

Me referiré a los estudios regionales en la historiografía colonial americana reciente desde las perspectivas de análisis provenientes del americanismo y del multiculturalismo. En particular me interesa reflexionar sobre dos cuestiones y las contribuciones que sobre ellas se dieron en los últimos años:

1. la construcción del americanismo, pensando quizás como señala Roger Chartier que "tras las grandes construcciones teóricas del siglo -y su desgaste-, los historiadores han vuelto a los datos de los archivos". (Chartier, 1998, p. 10) [Aclaremos que el volver a los datos de los archivos implica tener consigo herramientas teórico-metodológicas];

2. la influencia de la cuestión del 'otro' y el multiculturalismo.

 

La construcción del americanismo nos obliga a tener en cuenta:

a. la disciplina, o sea la Historia como práctica, su resultado [el discurso] y su relación bajo la forma de una producción. En ella, los 'colonialistas' cumplen su rol partiendo de entenderlos como una corporación bastante singular dentro del amplio cuerpo de los historiadores;

b. la ampliación y dispersión temática de la historia social que ha posibilitado la existencia y, a su vez, el desprendimiento de su seno de muy variados campos de estudio;

c. el contexto en el cual se trabaja por más apartado que sea el lugar en el mundo que se habite, influido por la denominada globalización;

d. las percepciones provenientes desde el dentro y desde el afuera y sus elaboraciones.

Si pretendemos hablar de construcción del americanismo, entendemos que ni los balances historiográficos ni las reseñas son suficientes para explicar por qué se escribe una determinada historia, en este caso, de América, o por qué una de ellas se impone sobre las otras. El problema reside en la invención occidental de América que proviene desde el momento mismo de su descubrimiento para los europeos. Durante el franquismo, la imagen reinventada de América provenía del empuje civilizador del cristianismo portado por España cuya acción organizadora había moldeado a la sociedad en tres grandes grupos: blancos, indios y negros y sus mezclas perfectamente identificadas, encorsetadas dentro del aparato administrativo cuyas instituciones tenían a las metropolitanas como modelo. Una imagen que se hizo cuerpo en los historiadores que en América se dedicaban a los estudios coloniales, antes de la gran influencia de la Escuela de Annales y, sobre todo, de los grandes cambios políticos y culturales que se dieron después de terminada la Segunda Guerra Mundial.

Aún hoy conviven varias visiones que en muchas ocasiones se desconocen entre sí: las Américas negras, las Américas mestizas, las Américas criollas, las Américas indias, etc. siendo que se impone pensar en una América única y, al mismo tiempo, diferenciada. A pesar de lo cual, estas imágenes persisten en el esquema que impone la globalización-mundialización.

Si reflexionamos sobre esta cuestión desde la historiografía, tenemos que preguntarnos si hoy sigue interesando una historia general de América. Desde nuestro punto de vista, se advierte la necesidad de contar con ella. Aquí también la pluralidad en cuanto a perspectivas de abordaje es muy necesaria. Algunas cubrirán aspectos más políticos, otras lo harán desde una mirada más sociologizante, otras se detendrán más en el análisis regional, cualquiera de ellas encontrará a un público siempre ávido de informarse y, también, ¿por qué no? de formarse. Dejemos a los especialistas con sus tratados y sus publicaciones especializadas. Lo que puede potenciarse -al menos en teoría- con estas historias generales es el pensar comparativamente los problemas históricos, bien cotejando diversas regiones o bien estudiando procesos históricos con algunas similitudes, todo lo cual tiene sus riesgos a pesar de que los alcances de la comparación no excedan de aquellos inicialmente determinados. No es una obviedad que señalemos que el modo como recibimos la información determina radicalmente nuestras maneras de experimentar e interpretar la realidad.

Nos preguntamos también acerca de la influencia de la cuestión del 'otro' y el multiculturalismo. La relación entre el colonialismo imperialista tradicional y la autocolonización capitalista global es exactamente la misma que la relación entre el imperialismo cultural occidental y el multiculturalismo. De la misma forma que en el capitalismo global existe la paradoja de la colonización sin la metrópolis colonizante de tipo Estado-Nación, en el multiculturalismo existe una distancia eurocentrista condescendiente y/o respetuosa para con las culturas locales, sin echar raíces en ninguna cultura en particular. En otras palabras, siguiendo el pensamiento de Giovanni Sartori, el multiculturalismo es una forma de racismo negada, invertida, autorreferencial, un "racismo con distancia": "respeta" la identificación del Otro, concibiendo a éste como una comunidad "auténtica" cerrada, hacia la cual él, el multiculturalista, mantiene una distancia que se hace posible gracias a su posición universal privilegiada. El multiculturalismo es un racismo que vacía su posición de todo contenido positivo (el multiculturalismo no es directamente racista, no opone al Otro los valores particulares de su propia cultura), pero igualmente mantiene esta posición como un privilegiado punto vacío de universalidad, desde el cual uno puede apreciar ( y despreciar) adecuadamente las otras culturas particulares: el respeto multiculturalista por la especificidad del Otro es precisamente la forma de reafirmar la propia superioridad, la del colonizador ante el pueblo colonizado.

Es precisamente Giorgio Agamben (1999) el que define con exactitud los términos de esta cuestión al afirmar que:

 

Entre el querer comprender demasiado, y demasiado deprisa, de los que tienen explicaciones para todo y la negativa a comprender de los sacralizadores a cualquier precio, nos ha parecido que el único camino practicable es el de detenerse sobre esa divergencia. A esta dificultad se añade otra, que afecta en particular a quien está habituado a ocuparse de textos literarios o filosóficos. Muchos testimonios, tanto de los verdugos como de las víctimas, proceden de hombres comunes, y gente "oscura" era obviamente la gran mayoría de los que se encontraban en los campos. (p. 9) [el subrayado es mío]

 

La cuestión entonces que se nos plantea es por qué discutir estudios coloniales. En este sentido, los Estudios Subalternos constituyen una reciente contribución a la ruptura con los paradigmas de la modernidad por cierto muy fructífera para las ciencias sociales. Aunque definidos en forma estricta como crítica poscolonial se acercan a algunos elementos del posmodernismo. Los Estudios Subalternos surgieron en la India en los años `70 como una alternativa interdisciplinaria de comprensión de los fenómenos sociales en el mundo colonial y poscolonial que marcaba distancias tanto del pensamiento nacionalista como del mismo marxismo. La categoría "subalterna" es de raigambre gramsciana y los primeros énfasis en la subalternidad hacen eco de la historia social 'desde abajo'. Si en un primer momento se enfatizaba el rescate de los sujetos subalternos, ahora esa tarea cede terreno a la crítica de los discursos dominantes coloniales y poscoloniales. Aparece entonces como una opción teórica y política que acerca a los Estudios Subalternos al 'giro lingüístico' propiciado por Derrida y Foucault. Por esa vía se va dejando atrás una mirada ingenua sobre los grupos subalternos como si fueran homogéneos y con identidades puras y, al mismo tiempo, se ganan herramientas técnicas para criticar los discursos dominantes contenidos en las diversas fuentes históricas. Pero se corre el riesgo, como lo señala Florencia Mallon (1994), de abandonar a los sujetos subalternos como categoría de análisis para reducirse a la crítica discursiva, riesgo que es común a muchas de las vertientes teóricas cercanas al posmodernismo.

¿Es quizás la perspectiva del género la que destraba el camino, la que nos permite aproximarnos a los hombres y mujeres comunes que habitan en lugares y en tiempos concretos? Esta sería la propuesta de Steve Stern (1999) con la historia secreta de mujeres, hombres y poder en México desde postrimerías del período colonial hasta la Independencia, la que se configura a su vez en un ejemplar estudio comparativo de tres regiones: Morelos, Oaxaca y la ciudad de México. En esos espacios analiza las conexiones entre el género, el poder y la política en la vida de los campesinos, los indios y otros marginados. Por medio de atisbos de la vida cotidiana, incluyendo los conflictos y la violencia resultantes de choques culturales sobre los derechos de los géneros, refuta ciertas suposiciones ya arraigadas acerca de las relaciones entre éstos y la cultura política en una sociedad patriarcal. También reflexiona sobre la continuidad y el cambio entre los postreros tiempos coloniales y la actualidad y sugiere un paradigma para que podamos comprender mejor las luchas similares, por los derechos de los géneros, en las sociedades de los antiguos regímenes de Europa y de América.

Sería interesante debatir sobre los argumentos principales de la mencionada obra de Steve Stern, que pueden resumirse de la siguiente manera:

1. La creación de modelos adversos de la autoridad legítima de cada género por parte de mujeres y hombres no pertenecientes a la élite para comprobar si las diferencias entre estos modelos desencadenaron enconadas luchas por los derechos y las obligaciones.

2. Las conexiones en el lenguaje y en la dinámica social, entre las disputas por la autoridad legítima en cuestiones domésticas y familiares y en los ámbitos del poder de la comunidad y del Estado.

Lo interesante es, como hace Steve Stern, no dejar de examinar las variantes regionales y etnoculturales, variantes que como también demuestra no sólo son aplicables a subgrupos particulares y étnicos de México sino que se detectan en otros casos y situaciones regionales.

Por distintas vías nos llegan todos los días una multitud de títulos sobre temas de la especialidad los que se incrementan si aspiramos a una puesta al día de los debates actuales que recorren la disciplina. La cantidad abruma, sin embargo, cuando comenzamos su lectura comprobamos que mucho es 'hojarasca', que poco hay de creativo e innovador. Sus autores, presionados por categorizaciones e incentivos, entraron en la vorágine del mercado y marketing. Se generan ámbitos exclusivos para estas demostraciones donde las actitudes más corrientes y convencionales de la profesión aparecen deformadas respondiendo a esa lógica, si es que la tiene. Queda desplazado el debate por la competición descarnada, los círculos elitizados se cierran en sí mismos, más que competir, presentar avances y resultados con el objetivo de ponerlos a prueba que darlos por definitivos y encontrar nuevas ideas, reflexionar sobre ellas y también, ¿por qué no?, sobre las viejas.

 

Bibliografía

 

Adorno, R. (2000). La pertinencia de los estudios coloniales para el nuevo milenio. Andes 11, 15-25. UNSalta. Recuperado de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12701102

Agamben, G. (1999). Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III. Valencia: Pre-Textos.

Bernabéu Albert, S. (2000). El universo americanista. Un balance obligado para acabar el siglo. Revista de Indias, LX(219), 271-305. DOI: https://doi.org/10.3989/revindias.2000.i219.507 Recuperado de: https://revistadeindias.revistas.csic.es/index.php/revistadeindias/article/view/507/574

Chartier, R. (1998). Au bord de la falaise. L´histoire entre certitudes et inquiètude. Paris: Albin Michel.

Halperín Donghi, T. (1999). Historiografía colonial y multiculturalismo. En: M. Menegus (coordinadora). Dos décadas de investigación en historia económica comparada. Homenaje a Carlos Sempat Assadourian (pp. 17-45). México: El Colegio de México - Centro de Estudios Históricos.

Jamenson, F. y Zizek, S. (1998). Estudios Culturales. reflexiones sobre el multiculturalismo. Buenos Aires: Paidós. Introducción de Eduardo Grüner.

Mallon, F. (1994). The Promise and Dilemma of Subaltern Studies: Perspectives from Latin American History. The American Historical Review, 99(5). DOI: https://doi.org/10.2307/2168386 Recuperado de: https://www.jstor.org/stable/2168386

Prakash, G. (1994). Subaltern Studies as Postcolonial Criticism. The American Historical Review, 99(5). Recuperado de: https://web.csulb.edu/~ssayeghc/theory/prakash.pdf

Sartori, G. (2001). La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros. Madrid: Taurus.

Stern, S. (1999). La historia secreta del género. Mujeres, Hombres y Poder en México en las postrimerías del período colonial. México: Fondo de Cultura Económica.

Williams, R. (2000). Palabras clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión.

 

 

 



[1] Comunicación presentada en el VI ENCUENTRO DE ANPHLAC – BRASIL. Asociación Nacional de Investigadores de Historia latinoamericana y Caribeña. Centro de Ciencias Humanas, Letras y Artes -CCH-Universidad Estatal de Maringá -UEM-. 20 al 23 de julio de 2004.

(*) Consejo de Investigaciones (Universidad Nacional de Rosario). Argentina. E-mail: nidia.areces@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8782-5018