Trayectoria de Luis Ramicone (Buenos Aires, 1901-1977). Defensa de las libertades, identidad obrera y militancia socialista

 

 

José Benclowicz(*)

 

 

Resumen

 

En 1934, el joven diputado socialista Luis Ramicone presentó una iniciativa parlamentaria para poner coto a la represión estatal. La propuesta fue derrotada por escaso margen pero logró abroquelar a la oposición y parte del oficialismo en contra de la política del gobierno. ¿Quién fue este personaje tan poco conocido, obrero gráfico y dirigente gremial, anarquista, socialista de izquierda y finalmente antiperonista tras retornar al Partido Socialista? ¿Qué identidades políticas y tendencias sociales y culturales se expresaron en sus posicionamientos y acciones? Este trabajo aborda estos interrogantes prestando especial atención a su intervención en defensa de las libertades, que incluyó acciones con incidencia en su época, independientes de la línea partidaria dominante y prácticamente desconocidas por la literatura académica. Recurro para eso a entrevistas, publicaciones de Ramicone y documentos oficiales, partidarios y gremiales, desarrollando un enfoque biográfico que indaga más allá de las figuras consagradas y las cúpulas dirigenciales, para aproximarse a los modos en que eran pensadas distintas coyunturas por los militantes socialistas.

 

Palabras clave: Luis Ramicone; Biografía; Partido Socialista; Argentina.

 

 

 

Trajectory of Luis Ramicone (Buenos Aires, 1901-1977). Defense of freedoms, labour identity and socialist activism

 

Abstract 

 

In 1934, the young socialist deputy Luis Ramicone presented a parliamentary initiative to stop state repression. The proposal was narrowly defeated but managed to get the support of the opposition and part of the ruling alliance against the government's policy. Who was this little-known character, graphic worker and union leader, anarchist, left-wing socialist, and finally anti-Peronist after returning to the Socialist Party? What political, cultural and social trends were expressed in his positions and actions? This work addresses these questions, paying special attention to his intervention in defense of freedoms, which included actions with incidence in his time, independent of the dominant party line and practically unknown by the academic literature. For this I resort to interviews, publications by Ramicone, official, party and union documents, developing a biographical approach that investigates beyond the established figures and the leadership, to approach the ways in which different situations were thought by the socialist activists.

 

Key Words: Luis Ramicone; Biography; Socialist Party; Argentina.


 

Trayectoria de Luis Ramicone (Buenos Aires, 1901-1977). Defensa de las libertades, identidad obrera y militancia socialista

 

Introducción

 

El 5 de septiembre de 1934, en un contexto caracterizado por la exacerbación de los enfrentamientos políticos e ideológicos en Argentina, fue presentada una iniciativa parlamentaria que buscaba poner coto a la represión desatada por el gobierno de Agustín P. Justo sobre los sectores obreros radicalizados. Como consecuencia de un conjunto de denuncias sobre torturas y otros procedimientos ilegales protagonizados por la denominada Sección Especial para la Represión del Comunismo, dependiente de la Policía de la Capital, la Cámara de Diputados de la Nación discutió la creación de una Comisión Investigadora sobre el accionar policial. La propuesta fue derrotada por escaso margen aunque produjo el infrecuente efecto de abroquelar a la oposición y parte del oficialismo, que se sumó con condenas a la Sección Especial tan enfáticas como sus defensas de las libertades y del estado de derecho. El joven diputado socialista Luis Ramicone[1], autor de la iniciativa, fue presa tal vez de sentimientos encontrados: logró una amplia repercusión, arrastrando incluso a legisladores que apoyaban al gobierno, mientras que los principales dirigentes de su partido acompañaron el proyecto en silencio, sin intervenir en una cuestión que él consideraba central. ¿Quién fue este personaje tan poco conocido, obrero gráfico y dirigente gremial, anarquista, socialista, socialista de izquierda y luego furibundo antiperonista, alineado con la derecha partidaria aunque con una importa clasista? ¿Qué identidades políticas y tendencias sociales y culturales se expresaron en sus posicionamientos y acciones? En esta semblanza abordo estos interrogantes prestando particular atención a su intervención en defensa de las libertades, que incluyó acciones con incidencia en su época, independientes de la línea partidaria dominante y prácticamente desconocidas por la literatura académica.

El papel de los referentes de las izquierdas argentinas no ha merecido mayor atención en las obras biográficas tradicionales, abocadas a recoger sobre todo a las figuras asociadas a la elite política y económica. Aunque no dejaron de ser considerados en ellas figuras ineludibles como los socialistas Juan B. Justo o Alfredo Palacios, la magra presencia de este tipo de dirigentes resulta notorio en esos trabajos.[2] Justo y Palacios en particular fueron objeto de numerosas biografías individuales provenientes primero de la pluma de compañeros de militancia y después también del campo académico, pero existen muy pocos trabajos biográficos más allá de los referentes centrales de cada corriente.[3] Una parte de este vacío vino a ser llenado por la publicación del Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los anarquistas a la “nueva izquierda” (1870-1976) (Tarcus, 2007), que iluminó la trayectoria de dirigentes que influyeron en sus organizaciones, y a través de ellas, en la sociedad en su conjunto.[4] El presente texto puede ubicarse en cierto sentido dentro de esa línea de trabajo, de hecho, nuestro dirigente gráfico tiene una breve entrada en el diccionario dirigido por Tarcus, el cual comprensiblemente se extiende mucho más cuando se trata de figuras conocidas. Esa entrada considera entre otros los datos que figuran en la Semblanza de militantes socialistas de Rodríguez Tarditi (1988), publicado por la editorial La Vanguardia, que incluye a Ramicone junto a otros 84 dirigentes políticos, gremiales y cooperativistas. Este último texto está escrito –como es habitual en este tipo de publicación– con el propósito de exaltar al personaje desde la perspectiva partidaria, pero ofrece, al igual que las líneas del Diccionario, un punto de partida para rescatarlo del olvido. Asimismo, durante las últimas décadas se ha registrado un creciente interés académico por las vicisitudes del socialismo argentino. Desde la publicación del ya clásico texto de Aricó (1999), La hipótesis de Justo, se viene profundizando en torno a la cuestión de las tradiciones e identidades políticas partidarias, donde se funden con variada intensidad una perspectiva clasista con elementos propios del liberalismo. El avance de las investigaciones sobre éste y otros temas, entre los que figuran en un lugar destacado la relación con el movimiento obrero, el impacto del peronismo y la evolución del socialismo en el siguiente período pudo verse en la compilación editada por Camarero y Herrera (2005) El Partido Socialista en Argentina; desde ese momento se ha registrado una producción sostenida en los estudios sobre el PS.[5] Este trabajo pretende aportar también en este campo.

Al profundizar sobre un personaje considerado menor aunque ampliamente reconocido por sus compañeros, se abre la posibilidad de explorar, más allá de las figuras consagradas y las cúpulas dirigenciales, las ideas de los militantes de base. En otras palabras, atender al caso de un cuadro intermedio y obrero como Ramicone nos permite acceder a una visión del mundo análoga a la del Menocchio de Carlo Ginzburg: nos aproxima al modo en que los militantes combinan distintos elementos doctrinarios y esquemas políticos con su propia experiencia y formación, dando lugar a pensamientos y acciones con rasgos propios que no se pueden asociar sin más a un alineamiento determinado. En este sentido, se trata de un ejercicio biográfico individual con perspectiva colectiva. Realizo este ejercicio sin ninguna pretensión de exhaustividad; las posibilidades de éxito de semejante empresa serían dudosas dado el carácter escaso y fragmentario de las fuentes. Por eso mismo, el resultado final no es ni busca ser equilibrado en cuanto a los períodos abordados. En función de la actuación de Ramicone como legislador a mediados de los años 30, anticipada arriba, me remonto brevemente hacia atrás y avanzo hacia adelante, dejando conscientemente huecos sin cubrir, pero aportando –espero– información relevante sobre las facetas de la militancia e identidad socialistas.

Para construir esta semblanza fue menester, más allá de considerar la información presente en el mencionado texto de Rodríguez Tarditi y del Diccionario, reunir datos dispersos en la escasa bibliografía en la que nuestro personaje aparece fugazmente mencionado y relevar distintas fuentes primarias, en especial, el periódico del gremio gráfico y una valiosísima entrevista que se le realizó en el marco del Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella en 1971. Tengo en cuenta a su vez las publicaciones de Ramicone, Cartas pa’ m’hija, Fábulas de la resistencia, La organización gremial obrera en la actualidad y Canto a los ideales de Mayo y Caseros; memorias de dirigentes; documentos oficiales, partidarios y gremiales y conversaciones con familiares y amigos, entre otras fuentes. El trabajo está organizado de la siguiente manera: en el primer apartado describo brevemente los primeros pasos gremiales y políticos de Ramicone hasta los años 30, en el segundo atiendo a las dos décadas que siguen deteniéndome en su actuación como diputado nacional a propósito de su temprana intervención contra el terrorismo de estado y su vinculación con la izquierda socialista, y en el tercero examino aspectos destacados de sus posicionamientos tras la experiencia peronista. En la última sección presento las reflexiones finales.

 

Primeros pasos en la militancia gremial y política

 

Luis Ramicone nació en el seno de una familia obrera numerosa en la ciudad de Buenos Aires, el 17 de enero de 1901. Hijo de un peón de albañil, Luis tuvo 13 hermanos, y aunque se sintió atraído desde chico por la lectura y el estudio, debió empezar a trabajar a los nueve años. Logró completar el cursado de la escuela primaria mientras hacía sus primeras armas como aprendiz de tipógrafo en una imprenta y empezó por ese entonces a militar en el movimiento anarquista, referenciándose en figuras como la de Rodolfo González Pacheco. Tras pasar por distintos talleres tipográficos, empezó a militar en la Federación Gráfica Bonaerense (FGB), donde confluían anarquistas, sindicalistas y socialistas; fue elegido como delegado por sus compañeros desde los 17 años.[6] A poco de iniciar su militancia gremial le tocó participar en la oleada huelguística que estalló hacia 1919 en el gremio gráfico en particular, y de la radicalización política que se registraba por entonces al calor de la Revolución Rusa. En ese contexto, la FGB llegó a afiliarse por un breve período a la Internacional Sindical Roja impulsada desde Moscú (Ceruso, 2017). Algo después se sumó a las filas de la Agrupación Gráfica Socialista, mayoritaria en el gremio hacia los años 20 y empezó a militar en el socialismo de la mano del dirigente gráfico Juan Erneta. Más adelante, pasó a trabajar en el taller de La Vanguardia.[7] Por ese entonces, el Partido Socialista (PS) se organizaba no sólo en base a centros territoriales, sino que también contaba con agrupaciones de oficios en el movimiento obrero; la Gráfica figuraba entre las más radicalizadas. Sus actividades laborales y militantes le aportaron un marco propicio para desarrollar su formación como autodidacta, a partir de ellas pudo nutrirse en lo doctrinario y literario; incluso, la presencia en los talleres de muchos compañeros judíos que hablaban el ídish lo alentaron a aprender algunos rudimentos de ese idioma.[8] Con respecto a su vida familiar, a los 25 años tuvo con su mujer Rosario Marotta a su primera hija, Amanda, y poco después a su segunda, Nelly, quien desarrolló una reconocida carrera en el campo de la danza folclórica. A sus hijas dedicará en los 50s sus primeros libros de versos, con ellas también compartirá vacaciones familiares en la ciudad balnearia de Mar del Plata y reuniones en su casa del barrio porteño de Almagro.[9]

Desde finales de los años 20 y hasta mediados de los 30, Ramicone fue miembro de la Comisión Administrativa de la FGB, luego secretario general y director de El Obrero Gráfico, el órgano de prensa del sindicato.[10] Impulsor de la unidad obrera, participó activamente desde un primer momento de las actividades organizadas por la Confederación General del Trabajo (CGT) que se fundó en 1930 a partir de la fusión de la Confederación Obrera Argentina (COA) socialista y la Unión Sindical Argentina (USA) sindicalista, las principales centrales obreras del momento. Fue uno de los oradores del primer acto público de la CGT celebrado en 1931 bajo la dictadura de Uriburu, en el que hablaron además de él Luis Cerutti, secretario general de la organización, y José Negri, ex secretario general de la COA y miembro de la mesa directiva.[11] A diferencia de otros dirigentes socialistas, consideró excluyente la necesidad deliberación asamblearia para la conformación de la central, al punto que en una visión retrospectiva ubicó la creación de la CGT en torno a su Congreso Constituyente de 1936 y no hacia 1930 cuando se celebró el acuerdo entre los dirigentes de la COA y la USA.[12] Bajo la dictadura de Félix Uriburu y los primeros años del gobierno de Justo, la FGB, encabezada entre 1932 y 1933 por Ramicone, figuró entre los gremios que reclamaron con mayor energía el cese de la represión y el desmantelamiento de las bandas fascistas.[13] Hacia 1933 integró la Comisión de Información Gremial (Matsushita, 1987, p. 107; Ceruso, 2017, p. 127) que, en frecuente tensión con la dirección partidaria, impulsaba y coordinaba la acción socialista en los gremios.

La relevancia que alcanzaba para los primeros años de la década de 1930 como dirigente obrero llevó a que fuera incluido en las listas de candidatos a diputados nacionales por el PS. La proscripción del principal candidato de la Unión Cívica Radical en 1931 y los rasgos claramente fraudulentos de los comicios en buena parte de los distritos cimentaron la política abstencionista del radicalismo; así, el PS obtuvo un caudal extraordinario de votos en la Capital Federal en las elecciones para integrar las Cámaras legislativas. En ese contexto, en 1934 Ramicone figuró entre los 12 candidatos socialistas que resultaron electos como mayoría en la Capital, y que aportaron a la conformación de un influyente bloque de 43 diputados. Aunque sin experiencia parlamentaria, el dirigente gráfico no se limitó a acompañar las iniciativas de las figuras partidarias más prominentes, sino que introdujo en la agenda legislativa, como se verá en seguida, el candente tema de la represión gubernamental.

 

Un diputado socialista contra la represión

 

Surgido del fraude y de la proscripción del principal candidato del radicalismo, el gobierno que encabezó Justo desde 1932 supo presentarse como una alianza que se proponía restaurar las instituciones y libertades violentadas por la dictadura que lo precedió, aunque recurrió prácticamente desde el momento de su asunción a un terrorismo de estado que terminó superando en intensidad y en extensión las prácticas que se habían registrado hasta ese momento. Aun así, en un contexto de exacerbación de los enfrentamientos ideológicos, en el que un minoritario nacionalismo autoritario profería amenazas golpistas, la dirección socialista tendió a considerar al régimen de Justo un mal menor y optó en general por sostenerlo. Para 1934 la represión ilegal desatada por el gobierno alcanzaba niveles inusitados en las actuaciones de la recientemente creada Sección Especial para la Represión del Comunismo de la Policía de la Capital. Luis Ramicone acogió entonces las denuncias de Socorro Rojo Internacional (SRI), organización de ayuda humanitaria y jurídica asociada al comunismo, y logró interesar a distintos sectores de la oposición al gobierno e incluso de la alianza oficialista. Junto a representantes de esos sectores visitó distintas dependencias donde eran retenidos ilegalmente y torturados militantes obreros y, a mediados de ese año, impulsó en la Cámara de Diputados, a la que acababa de incorporarse, un pedido de informes al ministro del Interior. El asunto derivó en una iniciativa parlamentaria por parte de Ramicone para crear una Comisión Investigadora sobre los procedimientos de las secciones Especial y de Orden Social de la Policía, protagonistas del accionar ilegal. La propuesta generó un amplio debate en la Cámara de Diputados, en el intervinieron distintos legisladores de la oposición y del oficialismo, y en el que se denunció la violación de las garantías constitucionales, la pasividad de la justicia y quiebre institucional que se producía a propósito de las actuaciones policiales avaladas por el gobierno (Benclowicz, 2019). Finalmente, en una reñida votación que dividió al oficialismo, la mayoría conservadora logró desechar el proyecto de este joven diputado socialista que actuó prácticamente en soledad dentro de su bloque, que opto mayormente por no intervenir en el debate.[14]

El hecho de que las figuras de mayor fuste dentro de los legisladores socialistas en ese momento guardaran silencio y no tomaran esta cuestión como central resulta sugerente con respecto a la diversidad de identidades y perspectivas que convivían por entonces en el Partido. Dos años antes, Alfredo Palacios se había puesto a la cabeza como senador de las imputaciones por las torturas y vejaciones cometidas por el régimen de Uriburu, aunque sus denuncias se referían a los militares de alto rango que habían figurado entre las víctimas de la dictadura y no a militantes obreros. Éste fue justamente el objeto de la intervención parlamentaria de Luis Ramicone. En su defensa irrestricta de las libertades civiles, no son ajenas las trazas de liberalismo presentes en el pensamiento de Juan B. Justo y en el accionar del PS, pero se combinan evidentemente con su experiencia como obrero y activista gremial junto a otras corrientes, y con una perspectiva izquierdista que, al igual que los demás elementos señalados, empaparon a muchos de sus compañeros de militancia. Justamente, esa intervención se diferenciaba de la dirección socialista que parecía apuntalar a un régimen al que debía su nutrida representación parlamentaria y que tendía a ser visto como la mejor opción ante la perspectiva de un mayor avance de las derechas y también de la izquierda revolucionaria, que ganaba posiciones dentro del propio PS. Así, mientras que el comité ejecutivo del Partido pensaba al régimen de Justo como un gobierno constitucional, la izquierda partidaria lo consideraba una continuación de la dictadura (Herrera, 2006).

Tampoco dudó Ramicone en la reivindicación plena de las libertades aunque ello implicara en particular accionar en defensa del comunismo, que era pensado por la cúpula partidaria como un enemigo. Estos hechos, junto a su trayectoria de militante combativo, fortalecieron tal vez su alineamiento con el ala izquierda del Partido, que se perfilaba con creciente vigor hacia mediados de los años 30 exigiendo a la dirección un cambio de táctica en pos de la adopción de posiciones revolucionarias, clasistas y antiimperialistas (Herrera, 2006; Martínez, 2016). Cuando en octubre de 1934 salió el primer número de la revista Izquierdas, impulsada por este sector, la iniciativa de Luis Ramicone en la Cámara de Diputados fue incluida entre sus notas.[15] Hacia esa época Luis alcanzaba posiblemente el punto más alto de su carrera gremial y política: además de diputado nacional, fue elegido nuevamente en 1935 secretario general de la FGB,[16] –cargo en el que se desempeñó hasta 1936– y fue secretario del Congreso Constituyente de la CGT que se celebró ese mismo año.[17] En consonancia con los planteos del ala izquierda del PS, promovió desde las páginas de El Obrero Gráfico junto al resto de la comisión directiva de la FGB la campaña por la conformación de un Frente Popular junto con el Partido Comunista (PC) y todas las fuerzas democráticas contra el fascismo y la reacción,[18] y rechazó enérgicamente el proyecto de ley para la represión del comunismo de Matías Sánchez Sorondo, planteando la huelga general como medio para combatirlo.[19] En la misma línea, acogió desde una perspectiva clasista las denuncias contra los abusos y la represión policial del movimiento obrero,[20] y los reclamos del Comité Pro Amnistía a los Presos Políticos y Exiliados de América,[21] antecedente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, impulsados ambos por el PC. A su vez, las frecuentes notas manifestando la simpatía ante distintos aspectos de la realidad soviética dan cuenta de sus posicionamientos.[22] Con respecto a la cuestión gremial, como secretario general de la FGB encabezó una extensa y exitosa lucha por la reconquista de las condiciones logradas por el sindicato que habían sido abolidas por la dictadura de Uriburu, llegando a declarar la huelga general.[23] Asimismo, durante su ejercicio en ese cargo se impulsó una importante campaña en defensa de los derechos laborales de las mujeres gráficas.[24]

Cuando las tensiones internas en el PS se tornaron insostenibles y fue creado el Partido Socialista Obrero (PSO) en 1937, nuestro dirigente gráfico figuró entre los miembros fundadores junto a figuras como Benito Marianetti y Joaquín Coca (Herrera, 2006; Iñigo Carrera, 2006; Martínez, 2016). Eso no le impidió la colaboración con el PS donde existían convergencias: hacia 1937 Repetto intervino en la Cámara de diputados impulsando un pedido de informes ante los atropellos policiales contra militantes socialistas y la confiscación de libros de la editorial La Vanguardia, Ramicone respaldó la iniciativa ampliando la información sobre la persecución de los opositores en general (Repetto, 1957, p. 120). Como parte de las actividades relacionadas con la defensa de las libertades y los derechos civiles, colaboró en esa época con la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (Di Tella, 2003, p. 160), donde confluyeron distintos sectores liberales y de izquierda. Poco antes de eso, había dejado de actuar orgánicamente en el gremio gráfico.[25] El PSO tuvo corta vida, pronto se vio envuelto en una fuerte crisis por el enfrentamiento entre sectores pro-comunistas y pro-trotskistas, entre otros; la voluntad de preservar la identidad socialista y las diversas disputas internas alentaron su reingreso al PS hacia 1939 junto a la mayor parte de los militantes de la Capital que se habían separado del PS.

No se encontraron mayores datos sobre la actuación de Ramicone en los años que siguieron a su reincorporación al PS. Laboralmente, dejó el taller de imprenta para asumir responsabilidades como subadministrador de un diario de la tarde.[26] En este sentido, puede pensarse que su trayectoria se aproxima a la de distintos obreros gráficos que, oscilaron entre una condición obrera y de clase media, hecho asociado al carácter altamente calificado de su labor.[27] Lo cierto es que tras el ascenso del peronismo las actividades gremiales y políticas del socialismo se redujeron significativamente por el acoso del régimen a los opositores y por la pérdida de predicamento entre la clase obrera que experimentaba el Partido.[28] Ramicone rechazó públicamente el cercenamiento de las libertades, la censura y la persecución de los opositores, lo que le valió ser encarcelado durante tres meses por el gobierno en la Penitenciaría Nacional hacia 1951.[29] En disidencia con la línea de la dirección partidaria, que establecía una completa ruptura de relaciones con el Ejecutivo, formó parte de los socialistas que defendían la necesidad de interpelar directamente al gobierno. En ese contexto acompañó en 1952 las presentaciones ante el Ministerio del Interior para solicitar la libertad de los presos políticos, llegado aparentemente a formar parte de la delegación que se reunió con el propio Perón, por lo que fue sancionado junto a otros antiguos referentes del PSO (Herrera, 2011 y 2013). Sin embargo, tampoco siguió la línea de las diversas figuras que decidieron acortar distancias con el peronismo;[30] sus posicionamientos pueden contrastarse en particular con los de Joaquín Coca, con el que compartió, hasta 1945, su trayectoria de dirigente gráfico y disidente izquierdista en el PSO reincorporado al PS en 1939. La persecución de los dirigentes socialistas, la clausura en 1948 de los talleres de La Vanguardia donde él había trabajado largamente como gráfico y su destrucción hacia 1953 en el incendio de la Casa del Pueblo perpetrado por seguidores del presidente, fueron hechos que sin duda incidieron fuertemente en los posicionamientos que Ramicone habría de adoptar aunque, como se puede ver, eso no siempre implicó el acatamiento a rajatabla de las orientaciones de la dirección socialista.

En esos momentos de reducción forzada de sus actividades políticas comenzó a ensayar la escritura de fábulas y sonetos y en 1954 publicó “Cartas pa´m´hija”, un libro de poemas gauchescos con elementos autobiográficos, en el que recorre las temáticas de la explotación y las injusticias en el ámbito rural. Más allá del contenido, el propio hecho de lanzarse a escribir y poder publicar nos habla de una retribución de la militancia y de la particular labor que desempeñó como obrero gráfico, que contribuyeron a enriquecer su formación. Como otros dirigentes de origen obrero y disposición autodidacta, Ramicone, que apenas había completado la escuela primaria, encontró en el Partido un espacio para formarse, desarrollarse intelectualmente e incursionar en las letras.[31] Los versos en cuestión tienden a ubicarse en unos imprecisos años 30 dominados por el caudillismo y el fraude, lo que le permite fustigar indirectamente al peronismo condenando el personalismo y la demagogia; el tiempo escogido es el de período de fuerte influencia del socialismo en la política nacional, donde el propio Ramicone jugaba un papel destacado en el movimiento obrero. Por otra parte, conviven en los relatos sugerencias radicalizadas, como la de la liberación de los campesinos en base a la unidad y la cooperación libre, con llamados a respetar por igual al capital y al trabajo, propias de la línea liberal impulsada con creciente vigor por la dirección del PS, que Luis comenzaba a hacer suya aunque de manera particular. Contaba para eso con el ancla de su propia actuación previa, en la que había desarrollado la defensa de las libertades y la lucha contra la represión incluso con más énfasis que esa conducción y con una impronta de clase que no lo abandonaría.

 

Tras la experiencia peronista

 

En 1958 Luis Ramicone publicó Fábulas de la resistencia, que reunía, además de distintas fábulas en clave satírica escritas y puestas en circulación clandestinamente durante el gobierno peronista, la citada “carta abierta” de 1951 donde condenaba duramente al régimen, y otros versos de contenido político. En las fábulas de animales, donde aparecen burros parlamentarios, cerdos y loros demagogos, gusanos obsecuentes, una zorra caritativa y un zorro presidente, se denuncia sistemáticamente la corrupción, la falta de libertad y demás reclamos formulados por el conjunto de la oposición, que no dejó de alabar al libro y a su autor: los principales medios gráficos de la época, incluyendo a La Nación, La Razón, Noticias Gráficas y Clarín publicaron comentarios elogiosos (Ramicone, 1958, pp. 101-109). El hecho de que este segundo libro de Luis haya sido prologado por Américo Ghioldi, que la dedicatoria de uno de los poemas haya sido dirigida a Nicolás Repetto y otra al médico liberal-conservador Alejandro Dussaut, anuncian el alineamiento de Ramicone con el ala derecha del socialismo que conformó el Partido Socialista Democrático (PSD) ante la escisión de 1958.[32] Encabezado por Ghioldi, Repetto y Solari, el PSD mantuvo, como es sabido, posiciones profundamente antiperonistas y anticomunistas, a diferencia del menos duradero Partido Socialista Argentino (PSA), liderado por Alfredo Palacios y Alicia Moreau, con posiciones más izquierdistas, antiimperialistas y un antiperonismo menos drástico (Herrera, 2016; Tortti, 2009).

En el contexto de la guerra fría, el PSD tendió a abandonar la retórica obrera y socialista en pos de un discurso liberal antitotalitario; Ramicone acompañó ese desplazamiento sin dejar de hacer referencia a la cuestión gremial. Así, en 1963 la editorial Bases, asociada al PSD, publicó La organización gremial obrera en la actualidad, una serie de escritos en los que abundaba en los tópicos habituales del PSD: la impugnación completa de la “tiranía”, caracterizada como fascista, la crítica a la “Revolución Libertadora” por no llevar a fondo la desperonización de los sindicatos y al presidente Arturo Frondizi por no proscribir a los dirigentes peronistas y por impulsar la ley de Asociaciones Profesionales. Sin embargo, el enfoque de Ramicone pasa por un eje diferente al formulado por la dirección socialista y luego retomado por Gino Germani, anclado en la dicotomía entre la vieja clase obrera esclarecida y la masa inconsciente y disponible que explicaría el fenómeno peronista. En el texto del dirigente gráfico la clave del avance de Perón es la transformación de la CGT en su partido político en base a la cooptación de dirigentes, que sucumben por ingenuos o ambiciosos. En realidad, Jacinto Oddone ya había planteado en su Gremialismo proletario argentino de 1949 las cosas en términos muy similares a los escogidos por Ramicone. Parcialmente en línea con lo que luego plantearían Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, los dos apuntaron –acaso por su común paso por el gremialismo obrero– al accionar de militantes gremiales de la vieja guardia que conocieron de primera mano para intentar explicar un fenómeno que supusieron anormal y pasajero,[33] y no tanto a unas masas que Ghioldi en particular había presentado como primitivas y carentes de inteligencia (Herrera, 2016; Tortti, 2009).

Por otra parte, en uno de los escritos de ese libro Luis contrastaba el estado de cosas (de)generado por el peronismo con un pasado idílico en el que primaba la unidad más allá de las diferencias políticas entre las corrientes “naturales” del movimiento obrero –anarquistas, socialistas, sindicalistas y comunistas–. En tensión con lo anterior, condenaba en un texto contiguo a todas las tendencias por divisionistas exceptuando a la socialista, fustigando especialmente a los comunistas, que terminaban siendo igualados al fascismo y al peronismo. Como es de rigor, construía este planteo sobre la base de la oposición del “mundo libre” a los regímenes totalitarios, dentro de los que era incluido también el cubano, que declaraba recientemente su carácter socialista. En la vereda de enfrente, el PSA impulsaba justamente por entonces, como uno de los ejes de la campaña electoral que llevó nuevamente a Alfredo Palacios al Senado Nacional en 1961, la defensa de la Revolución cubana y la condena del imperialismo norteamericano (Tortti, 2009). En ese contexto, Ghioldi, que competía con Palacios por el mismo puesto, ya emparentaba al igual que los candidatos radicales y conservadores al régimen de Fidel Castro con el totalitarismo. Ramicone hizo suyas estas posiciones y las cruzó de manera singular con unas experiencias sindicales y políticas registradas durante una intensa trayectoria militante. En este sentido, es posible pensar que la adopción de una línea política privada de influencia en el movimiento obrero, como lo era la del PSD, no le dejó espacio más que para plantear la vuelta a un pasado en el que el socialismo y él mismo supieron brillar. Así, además de insistir en el carácter irremediablemente corrupto del peronismo, en La organización gremial postulaba que en todo el pasado fue mejor, negando cualquier avance social bajo ese gobierno, que habría provocado incluso el empeoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores. Seguía también en esto a la dirección del PSD, que contra toda evidencia, insistía en el carácter ficticio y demagógico de las mejoras.

Ramicone integró la Junta Ejecutiva de la Federación de la Capital del PSD, hasta que tras el golpe de estado de 1966 se impuso la disolución de los partidos.[34] Aprovechó entonces la inactividad política forzada para escribir y publicar un tercer libro donde reivindica el ideario liberal contra el revisionismo, Canto a los ideales de Mayo y Caseros, de 1970. El alineamiento con la derecha partidaria lo acreditó para ser incluido en la ya citada “Semblanza de militantes socialistas”, junto a figuras como la de Nicolás Repetto o la del mismísimo Juan B. Justo (Rodríguez Tarditi, 1988). En este libro editado casi dos décadas más tarde por el PSD se omiten dirigentes de la talla de Alfredo Palacios, entre otros que mantuvieron una postura crítica hacia las derivas liberales, pronorteamericanas y luego abiertamente autoritarias del ghioldismo. Sin embargo, puede aventurarse que ese no era el recorte por el que se hubiera inclinado el dirigente gráfico. En 1971, cuando fue entrevistado para el Proyecto de Historia Oral de la Universidad Di Tella, Palacios se encuentra entre las principales figuras del socialismo que evocaba; también destacaba al anarquista Rodolfo González Pacheco. Por otra parte, reivindicaba el principio de la lucha de clases, al PS como partido del proletariado y a la acción gremial antes que la intervención en el parlamento “burgués”, planteos propios de la izquierda partidaria y lejanos a los del PSD. Acaso estas tensiones se expliquen, además de la radicalización del contexto político a principios de los años 70, por el hecho de que a pesar de haberse enrolado en la fracción liberal, Ramicone conservaba un pensamiento clasista cristalizado en 1945 a partir del cual que seguía esperando, 25 años más tarde, la desaparición del peronismo entre la clase trabajadora y la “vuelta del movimiento auténtico, fundado en el principio de la lucha de clases”,[35] como manifiesta en la citada entrevista. En este sentido, la idea de que la identidad obrera fue abandonada definitivamente por el PSD (Martínez Mazzola, 2011) debería matizarse. Es cierto que de la mano del ghioldismo el socialismo buscaría –y en cierta medida, lograría– confundirse cada vez más con la tradición liberal argentina, y el último libro publicado por el propio Ramicone da cuenta de eso. Sin embargo, su testimonio oral indica la persistencia sin duda débil y contradictoria de una identidad obrera entre algunos sectores.[36]

Puede pensarse que eso mismo contribuyó a que nuestro dirigente gráfico tomara finalmente distancia de la línea oficial del PSD poco después: cuando se reactivaron las actividades partidarias hacia finales de la “Revolución Argentina”, formó parte junto a dirigentes jóvenes como Emilio Corbiére de una tendencia que cuestionaba nuevamente por izquierda a la dirección del Partido. Ésta tenía como uno de sus principales núcleos a la 8va de Boedo, centro al que Luis Ramicone pertenecía desde hacía tiempo. Allí llegaron a organizarse actos de apoyo a Salvador Allende, entre otras actividades que desafiaban la perspectiva del Ejecutivo partidario.[37] Los posicionamientos postreros de Luis habilitan a suponer su disidencia ante el decidido apoyo brindado por parte de la dirección del PSD a la última dictadura militar. Por entonces, la antinomia peronismo-antiperonismo era desplazada por la figura del “subversivo” y el terrorismo de estado, que combatió tempranamente como diputado, alcanzaba niveles cuya magnitud apenas pudo vislumbrar. Luis Ramicone falleció a los 76 años el 27 de agosto de 1977.

 

Reflexiones finales

 

Al detenerse en las ideas del personaje más que en su actuación gremial, el recorte que se esboza en estas líneas, arbitrario como cualquiera, procura entrever un mundo que habitualmente permanece en la penumbra, el del modo en que son recepcionados, asimilados y vividos por los militantes de base los ideales y planteos políticos formulados desde las direcciones y los teóricos partidarios. En cierto sentido, podría pensarse que a este cuadro obrero socialista –y a parte de sus compañeros– lo acompañaron de manera sostenida en el tiempo dos ideas-fuerza, una visión clasista de la sociedad y una defensa de las libertades basal. Sin embargo, tales pensamientos se sostienen en contextos históricos, relaciones de fuerza y situaciones concretas que los adaptan y reformulan, dando lugar a distintas combinaciones. Así, su militancia inicial en las filas del anarquismo y el roce permanente con ésta y otras corrientes de la izquierda durante sus años formativos como dirigente obrero evidentemente influyeron en una radicalización y en unos planteos clasistas que no pueden derivarse automáticamente de su posición social y que se apartaban de la línea que fue asumiendo el partido en el que militaba. Asimismo, es razonable pensar que ese mismo roce y la experiencia del activismo gremial, más expuesto a la represión que otras formas de intervención socialista, incidieron en la defensa de las libertades y la denuncia temprana del terrorismo de estado más allá de las especulaciones políticas que atravesaban por entonces al PS. Contribuir al sostenimiento del régimen de Justo ante el peligro supuesto o real del advenimiento de uno peor, o el posible fortalecimiento de ese competidor que por entonces era el comunismo no parecen haber entrado en consideración a la hora de impulsar una intervención parlamentaria tan decidida como a contrapelo de las expectativas de la dirección partidaria.

Pero si lo anterior explica satisfactoriamente su adhesión al sector de la izquierda socialista hacia los años 30, su alineamiento con el ala derecha hacia finales de la década del ´50 invita a detenerse en el impacto que el fenómeno peronista en general y su faz represiva en particular tuvo sobre los militantes obreros socialistas que no abandonaron esta identificación política. En este sentido, resulta central considerar el cercenamiento de las libertades civiles que Ramicone no dejó de denunciar, por lo que sufrió una cárcel que no había conocido en el pasado, ni siquiera en tiempos de la dictadura de Uriburu. La persecución y el hostigamiento sistemático contra los siempre legalistas socialistas –entre otros– no sólo era novedoso, sino que fue a la par de la fuerte pérdida de adhesiones a manos del nuevo régimen, todo lo cual terminó sometiendo al PS prácticamente a la impotencia. Si bien no es posible medir el impacto de esta experiencia, no resulta ilógico bajo ese influjo el acercamiento de un Ramicone ya apartado de los ámbitos obreros al ala derecha del Partido, la más fuertemente antiperonista. Eso no impidió que recurriera, en contra de las directivas partidarias, al Ministerio del Interior para solicitar el cese de la represión y la libertad de los presos políticos, ya antes había intervenido en ese sentido bajo un régimen de institucionalidad por lo menos dudosa.

El realineamiento de Ramicone trajo asociada la adopción de un posicionamiento en clave liberal contra el totalitarismo que incorporaba un marcado anticomunismo y avalaba la privación de libertades de los seguidores del régimen derrocado. Sin embargo, sus planteos tienen la particularidad de sostener una visión clasista oportunamente desechada por ese sector del socialismo. En esta línea, las palabras de Ramicone se ajustan sólo parcialmente a la retórica y a los análisis de la dirección del PSD. En la interpretación de Ramicone sobre el peronismo encontramos la ambición o la inocencia de los dirigentes obreros en lugar del aluvión zoológico; en línea con lo que habían plantado otros dirigentes socialistas de origen obrero como Oddone y anticipando en parte a Murmis y Portantiero, se trata sobre todo de lo que hizo la “vieja” clase obrera más que la “nueva”. Fuera de eso, el apoyo de figuras como Ramicone contribuía a revalidar los objetados títulos de dirigentes como Nicolás Repetto o Américo Gioldhi entre las filas socialistas. Por su parte, a la sombra del aparato editorial del viejo PS nuestro dirigente gráfico se encontró con una retribución indirecta de la militancia; pudo publicar los fuertemente antiperonistas ensayos políticos y literarios en los que se inició bajo el ostracismo político que le impuso ese régimen. El reconocimiento que obtuvo de los dirigentes socialistas y de la prensa no puede sino haber sido gratificante para alguien que hacía sus primeras armas en la literatura.

Con todo, lo anterior no implicó la desaparición de sus ideas de juventud. El radicalizado contexto de los años 70 contribuyó a su distanciamiento de una dirección del PSD que confluía cada vez más con los elementos conservadores y reaccionarios y a su apoyo a los sectores que planteaban para el socialismo una intervención con contenido clasista y de rechazo a la represión estatal. De distintas maneras, estas ideas-fuerza no dejaron de acompañar a ese perfil de militante socialista del que Luis Ramicone es representativo, en ese poco más de medio siglo en el que se registró el auge y el derrumbe del Partido Socialista en Argentina.

 

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Fuentes

 

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Conversaciones con Amanda, hija mayor de Luis Ramicone (2021).

Conversaciones con Oscar Benclowicz, militante del PSD en el centro de la 8va a principios de los 70s, conocido de Luis Ramicone y amigo de su yerno Manolo Firszt, referente de ese Centro del PSD, (2021).

Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971).

 

 

Recibido: 26/11/2021

Evaluado: 02/02/2022

Versión Final: 06/03/2022

 

 



(*) Doctor en Historia (Universidad de Buenos Aires). Profesor Universitario (Universidad Nacional de Río Negro). Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Universidad Nacional de Río Negro (CONICET/UNRN). E- mail: jd.benclowicz@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7779-7773

[1] En distintas fuentes primarias incluyendo El Obrero Gráfico y las Actas de Sesiones de la Cámara de Diputados así como en algunos trabajos Ramicone aparece como Ramiconi, con un error en la última letra de su apellido; cabe aclarar que se trata de la misma persona.

[2] Véase por ejemplo el Nuevo diccionario biográfico argentino de Cutolo (1985).

[3] Un recuento de las biografías sobre militantes socialistas y de los centrados en Justo y Palacios puede verse en Camarero y Herrera (2005).

[4] A esta gran contribución siguieron otros diccionarios biográficos más modestos temporalmente que tomaron el caso de otros países y actualmente se encuentra en construcción un Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas. Véase Zubillaga (2008) sobre Uruguay, Batalha (2009) sobre Brasil, Taracena Arriola y Monteflores (2014) sobre Guatemala. El Diccionario Biográfico de las Izquierdas Latinoamericanas, es organizado por el CeDinCI de Argentina, disponible parcialmente en http://diccionario.cedinci.org/.

[5] Un recorrido por esa producción puede verse en el capítulo introductorio de la ya citada compilación de Camarero y Herrera (2005) y en ese mismo libro, después de eso, estos temas se siguieron desarrollando en distintos trabajos que considero aquí como los de Iñigo Carrera (2006), Tortti (2009); Martínez Mazzola (2011); Herrera (2006, 2011, 2013 y 2016), Martínez (2016), Ceruso (2017), entre otros.

[6] Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971).

[7] Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971).

[8] Conversaciones con Oscar Benclowicz, militante del PSD en el centro de la 8va a principios de los 70s, conocido de Luis Ramicone y amigo de su yerno Manolo Firszt, referente de ese Centro del PSD (2021).

[9] Conversaciones con Amanda, hija mayor de Luis Ramicone (2021).

[10] La información sobre sus cargos gremiales puede verse en los números de El Obrero Gráfico, órgano de la Federación Gráfica Bonaerense (1929-1936); también en el apartado sobre los gráficos de Di Tella (2003, pp. 153-163) se encuentran datos sobre la actuación Ramicone.

[11] Boletín de la CGT, “Divulgación del Programa de la CGT y cumplimiento de la legislación obrera”, n° 1, 15 de enero de 1932.

[12] Ramicone (1963, pp. 13-14 y 90-91). Varios años después de la publicación de este libro sobre la organización obrera, al ser entrevistado por Romero en el marco del programa de Historia Oral del Di Tella (1971), Ramicone insistió en fijar la fundación de la CGT en 1936, rechazando las afirmaciones del entrevistador que pretendía corregirlo. Se trata de una elección consciente y no de un olvido, Ramicone tiene en cuenta en el texto citado el inicio del proceso hacia 1930. La insistencia con la fecha sugiere que el dirigente gráfico no concebía la creación de una central obrera sin un Congreso que la constituya. Semejante visión puede contrastarse por ejemplo con la de Jacinto Oddone, dirigente de origen obrero también, quien prologa el citado libro de Ramicone. En su clásico Gremialismo proletario argentino, que presumiblemente Ramicone leyó, Oddone (1975, p. 457-458) no sólo considera definitivamente constituida a la CGT para 1930, sino que llega a plantear que los congresos y los debates públicos fueron un obstáculo para la unidad obrera.

[13] A modo de ejemplos, El Obrero Gráfico, “Embajada indeseable”, n° 282-283, septiembre de 1933; “Ante la reacción”, n° 234, octubre de 1933; La Vanguardia, “La Federación Gráfica ha elevado un memorial al Ministerio del Interior”, 9 de octubre de 1931. Una comparación con otros gremios más moderados puede verse en Matsuchita (1987, pp. 110-112). En sus reclamos para que la CGT adoptara un accionar enérgico, la conducción de la FGB acusó a la dirección de la central de connivencia con las tendencias fascistas, lo que entre otras causas derivó en la expulsión del sindicato gráfico de la CGT controlada por los sindicalistas hacia 1934. 

[14] Con la excepción de Juan Antonio Solari, ex tercerista casado con la escrita libertaria Herminda Brumana (Tarcus: 2007, p. 626) que secundó los planteos de Ramicone. Más adelante, Ambos confluirán en el Partido Socialista Democrático. Actas de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 22-23 de agosto de 1934, pp. 602 a 605; 5 de septiembre de 1934, p. 110-133.

[15] Izquierdas, “Prisiones y torturas. Palabras del compañero Ramiconi”, n°1, p. 27, 1934.

[16] El Obrero Gráfico, “Comisión General Administrativa” n° 249-250, julio y agosto de 1935, p. 2.

[17] Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971); El Obrero Gráfico, “Realizose el Congreso Constituyente de la CGT”, n° 257, mayo de 1936; “Fueron designados nuestros candidatos a miembros del C. Confederal de la CGT”, n° 259, junio y julio de 1936.

[18] Entre otras notas, puede verse El Obrero Gráfico, “El Frente Popular y nosotros”, n° 253, noviembre de 1935;  “‘Frente Popular’ por el Dr. B. Marianetti”, n° 259, junio y julio de 1936.

[19] El Obrero Gráfico, “El movimiento obrero debe desarrollarse en un régimen de libertad y democracia”, n° 262, noviembre y diciembre de 1936.

[20] El Obrero Gráfico, “La Policía y el movimiento obrero”, n° 256, marzo de 1936; “Contra las restricciones policiales”, “Hay tres hombres que esperan…”, n° 257, mayo de 1936.

[21] El Obrero Gráfico, “‘Amnistía’ órgano del ‘Comité pro amnistía de pesos y exiliados políticos de América’”, n° 257, mayo de 1936.

[22] Véase por ejemplo El Obrero Gráfico, “La nueva Rusia” n° 282-283, septiembre de 1933; “La radio en la Unión Soviética”, n° 247, mayo de 1935; “Nuevo aniversario de la revolución rusa”, n° 253, noviembre de 1935.

[23] Detalles de la evolución de este proceso de lucha pueden verse en El Obrero Gráfico, “A la acción”, n° 253, noviembre de 1935; “Nuestra campaña de mejoras”, n° 254, diciembre de 1935 y enero de 1936; “El pliego de condiciones”, n° 255, febrero de 1936; “Con éxito creciente continúa nuestra agitación en el gremio”, “La presentación del pliego de condiciones, “A la expectativa”, n° 257, mayo de 1936; “Producimos para la cultura ¡Exigimos una vida digna!”, n° 258, mayo de 1936; “¡Llegó la hora!”, n° 260, Agosto y septiembre de 1936”, “Se presentó el pliego de condiciones”, “Por la razón y por la fuerza”, “¡Triunfaremos!”, “Más de 5.000 obreros gráficos proclamaron el pliego de condiciones”, n° 261, octubre de 1936;  “Después de la batalla”, “Como se desarrolló nuestro movimiento”, “En una histórica asamblea el gremio declaró la huelga general”, n° 262, noviembre y diciembre de 1936.

[24] El Obrero Gráfico, “Situación de la mujer obrera en la industria gráfica”, n° 255, febrero de 1936; “La mujer que trabaja en la imprenta, no es ajena al gremio gráfico”, n° 258, mayo de 1936; “La mujer gráfica y la organización”, n° 261, octubre de 1936; “Despierta la conciencia de la obrera gráfica”, n° 262, noviembre y diciembre de 1936.

[25] Aunque siguió vinculado con los dirigentes socialistas que siguieron liderando el gremio como René Stordeur y Riego Ribas, de la izquierda socialista, hasta su desplazamiento hacia 1948.  Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella, 1971; Di Tella (2003, p. 160-163).

[26] Ramicone (1958, p. 51).

[27] Referencias sobre esta característica pueden verse en Di Tella (2003, pp. 153,154 y 160); el propio Ramicone comenta que para los años 30 no eran pocos los obreros gráficos que terminaban instalando una pequeña imprenta propia. Véase Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella, 1971.

[28] Tortti (2009, p. 35) menciona a Ramicone entre los dirigentes socialistas que fueron desalojados de los sindicatos por el peronismo, sin embargo, según el propio Ramicone, tras finalizar su mandato como diputado dejó de intervenir en el gremio (Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella, 1971).

[29] Véase la “Carta abierta” del 9 de agosto de 1951, en Ramicone (1958, p. 51-53).

[30] Un panorama de estos acercamientos puede verse en Herrera (2011), entre otros.

[31] Es el caso también del “patriarca” socialista Jacinto Oddone, quien no llegó a completar la primaria. Miembro de la generación inmediatamente anterior a la de Ramicone, al igual que éste empezó a militar en las filas del gremialismo obrero de adolescente para luego incorporarse al por entonces recién fundado PS. (Ghioldi, 1975: 16-17).

[32] En este punto su trayectoria se volvía a cruzar con la de otro dirigente obrero como Perez Leirós, con quien había integrado la Comisión Socialista de Información Gremial, y que por entonces capitaneaba la intervención del sindicato de municipales bajo el auspicio de la “Revolución Libertadora”, apoyada inicialmente por el PS en su conjunto.

[33] Ramicone insistiría con la idea del carácter supuestamente pasajero del peronismo al ser entrevistado en la citada entrevista de 1971.

[34] Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971).

[35] Entrevista de Luis Alberto Romero a Luis Ramicone, Proyecto de Historia Oral del Instituto Di Tella (1971).

[36] Janello (2013) sostiene la misma tesis que Martínez Mazzola teniendo en cuenta la política editorial del socialismo en el período de postguerra. Sin embargo, la propia publicación del libro de Ramicone La organización gremial obrera en la actualidad editado por la editorial Bases en 1963 y los de Pérez Leirós, Grandezas y miserias de la lucha obrera y de Oddone, Gremialismo proletario argentino, editado el primero en 1974 y reeditado el segundo en 1975 por Líbera en 1975, entre otros, permite suponer la persistencia, aunque sea menor, de una identidad obrera entre ciertos sectores de ese tronco del socialismo: se trata de libros escritos por (ex) obreros sobre el movimiento obrero publicados por editoriales vinculadas al PSD.

[37] Conversaciones con Oscar Benclowicz, militante del PSD en el centro de la 8va a principios de los 70s, conocido de Luis Ramicone y amigo de su yerno Manolo Firszt, referente de ese Centro del PSD (2021).