Conformando un nuevo sindicalismo: el comunismo y las comisiones internas en la construcción, los metalúrgicos y los textiles entre 1936 y 1943

Diego Ceruso(*)

(UBA; diegoceruso@hotmail.com)

La influencia de los comunistas en el mundo del trabajo en la Argentina ha sido objeto de debate en reiteradas ocasiones en la historiografía argentina. En particular, la experiencia sindical comunista ha recibido atención en los últimos años. El período que abordamos, que transcurre entre los años 1936 y 1943, estuvo signado fuertemente por la discusión sobre los orígenes del peronismo. Esta situación dificultó en numerosas ocasiones aprehender la especificad de algunas experiencias.

El trabajo constituye un aporte al debate sobre la organización sindical de base del movimiento obrero industrial entre los años 1936 y 1943 en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Los comunistas fomentaron la conformación de comisiones obreras en los lugares de trabajo como parte de una estrategia general de introducir un nuevo tipo de sindicalismo moderno e industrial. Nos proponemos establecer que, en los sindicatos de la construcción, los textiles y los metalúrgicos, los comunistas impulsaron la implementación de una estrategia organizativa sindical de base específica a partir de 1936: las comisiones internas en los lugares de trabajo.

El trabajo aporta al estudio de la relación del movimiento obrero y el comunismo. El principal objetivo es mostrar y analizar la creación de las estructuras organizacionales de base como estrategia central de los comunistas en la construcción de un nuevo sindicalismo. En este sentido, abordaremos el accionar sindical del Partido Comunista (PC) y las políticas partidarias que impactaron en ese aspecto.

El armado y el funcionamiento de las comisiones internas en las fábricas han sido valorados por la historiografía como elementos centrales a la hora de analizar el desempeño del movimiento obrero industrial durante la segunda mitad del siglo XX argentino. Los estudios acerca de la organización de los trabajadores en el espacio laboral en la Argentina han centralizado el análisis, principalmente, en la creación de las comisiones internas durante el peronismo. La relevancia de este trabajo radica en proponer una mirada sobre el aporte que el comunismo realizó al estructurar estas instancias sindicales de base en las cuales los obreros de estos sectores construyeron una experiencia de organización en la fábrica.

 

I

 

De modo general, sólo señalaremos los trabajos académicos que resultan de mayor relevancia para abordar el análisis de la organización sindical de base en el mundo del trabajo entre 1936 y 1943 y su relación con el comunismo. Las influencias empíricas y conceptuales exceden las menciones historiográficas que realizamos pero la extensión de estas páginas nos impide hacer referencia a la totalidad de las mismas. En consecuencia, mencionaremos los estudios más relevantes para encarar el análisis de la experiencia comunista en el mundo sindical y en la organización del trabajo de base durante estos años.

Los análisis académicos en relación a la influencia comunista en el mundo del trabajo, durante este período, reconocen un punto de partida ineludible en los trabajos del sociólogo Gino Germani.[1] Este autor, a través de una diferenciación entre una vieja y una nueva clase obrera, concluía que las fuerzas políticas de izquierda habían sido incapaces de influir y organizar las nuevas corrientes de trabajadores en el ambiente de trabajo desde el inicio del proceso de sustitución de importaciones. La vieja clase obrera estaba compuesta por descendientes de la inmigración europea y, en opinión de Germani, poseía una experiencia política y laboral que la posicionaba con mayor propensión a enrolarse en partidos de izquierda. En contraposición, la nueva clase obrera, compuesta principalmente por migrantes internos de las diferentes provincias, era presentada como carente de cualquier tipo de experiencia política y sindical. La falta de experiencia de estos migrantes internos les impidió adscribir a las ideas de los partidos que sostenían preceptos de clase. Según Germani, la incapacidad de los partidos obreros de izquierda de organizar a esta nueva clase trabajadora trajo como consecuencia una masa disponible susceptible de discursos autoritarios, paternalistas y populistas, es decir, el peronismo. En consecuencia, en lo que aquí nos interesa, el comunismo se habría visto impedido de organizar e influir, política y sindicalmente, al movimiento obrero industrial durante el período previo a la aparición del peronismo.

El estudio de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero contribuyó en desarticular conceptualmente la concepción de viejos y nuevos obreros, mostrando la interrelación entre ambas categorías y buscando los puntos de continuidad entre las mismas.[2] Asimismo, estos autores colaboraron en construir una mirada sobre la década del treinta que hizo hincapié en la explotación laboral producida como consecuencia del inicio del proceso de industrialización por sustitución de importaciones. Dicho ciclo económico abrió un proceso de acumulación capitalista en donde la ausencia de una política estatal redistributiva generó un contexto de demandas obreras insatisfechas. El trabajo de Murmis y Portantiero resultó emblemático por lo novedoso del planteo y por sus aportes conceptuales y metodológicos. La influencia de su análisis puede rastrearse hasta los estudios más recientes y, lógicamente, al nuestro. Estos autores iniciaron el recorrido que posibilitó reflexionar sobre la influencia e inserción del comunismo en el mundo del trabajo con anterioridad a la aparición del peronismo. El estudio de Murmis y Portantiero permitió pensar la existencia de una experiencia relevante en la cual el comunismo había jugado un rol importante a la hora de influir en los trabajadores durante la segunda mitad de la década del treinta e inicios de los cuarenta.

José Aricó planteó específicamente la influencia de la izquierda dentro del movimiento obrero en los años que antecedieron al surgimiento del peronismo. En uno de sus trabajos, este autor enunció la relevancia de ciertas corrientes de la izquierda en el armado organizacional de los sectores obreros durante la década de 1930. En referencia a la organización sindical de la clase trabajadora durante la década del treinta, Aricó destacaba “… el peso creciente que tuvieron en este proceso las organizaciones de izquierda, y en primer lugar los comunistas. Fueron estos últimos, precisamente, quienes mostraron una capacidad antes inexistente para construir estructuras sindicales `modernas`”.[3] El aporte de Aricó radica en, al menos, dos planos del análisis. En primer lugar, la influencia del comunismo en el mundo del trabajo, a través de la práctica gremial, se presentaba como un proceso de envergadura. En segundo lugar, las estructuras sindicales conformadas por los cuadros comunistas durante la década del treinta presentaban diferencias cualitativas en comparación a las predominantes hasta el momento. Esta introducción de nuevas prácticas, más “modernas”, en el ámbito gremial se destacaba en el discurso de Aricó.

Los estudios de Juan Carlos Torre y Hugo Del Campo ayudaron a revalorizar el rol de la izquierda en el armado sindical y laboral del movimiento obrero en los años previos al advenimiento del peronismo.[4] Hugo Del Campo señala al comunismo como una de las corrientes de mayor influencia política y sindical en la clase obrera durante la década de 1930. Juan Carlos Torre menciona, en sus múltiples trabajos, la influencia obtenida por los comunistas en los sindicatos industriales previos a la aparición del peronismo. Asimismo, Torre colaboró en matizar las diferencias entre la nueva y la vieja clase obrera, mostrando las continuidades existentes entre ellas.

Algunos autores merecen ser destacados por la especificidad con la cual abordaron la problemática en cuestión. El primero de ellos es Torcuato Di Tella, quien en sus trabajos dio cuenta del desenvolvimiento y la intensidad con la cual las corrientes de izquierda se insertaron en el ámbito sindical.[5] La mirada general que construyó Di Tella sobre la influencia comunista en los sindicatos, durante el período previo al peronismo, resulta central, en lo conceptual y documental, para nuestro estudio. El estudio de este autor sobre el sindicato textil descubre la presencia comunista en el gremio y presenta el desarrollo histórico del sindicato mostrándonos detalladamente las características de la industria, el gremio y el movimiento obrero textil.[6]

La investigación de Celia Durruty merece ser destacada por su especificidad y su originalidad.[7] Si bien su estudio posee como eje de análisis a la fundación de la Federación Obrera Nacional de la Construcción, sus derivaciones e implicancias trascienden el ramo de la construcción. El rol y el funcionamiento de los comunistas, aportando nuevas estrategias para la implementación de un nuevo modelo de organización sindical, son el eje del trabajo de Durruty y, al mismo tiempo, herencias para los estudios posteriores. Esta autora demostró la importancia cuantitativa de la estructura montada por los comunistas y la pericia de éstos en la organización y consolidación de la organización sindical en la rama de la construcción.

Los trabajos de Hernán Camarero han demostrado la profunda inserción política y sindical que obtuvo el comunismo, al interior del movimiento obrero industrial, durante los años previos a la irrupción del peronismo.[8] Camarero enfatiza la intención del comunismo de conformar un sindicalismo industrial moderno y de nuevo tipo, detallando minuciosamente sus características y desarrollo. El autor resume este nuevo tipo de sindicalismo: “se apostó a un sindicalismo de masas, más `moderno`, abierto y complejo, en el que se combinaran diversas funciones (incluso, las del mutualismo, la salud, la educación y la recreación). Además, eran sindicatos cada vez más dispuestos a pugnar y a acordar con la patronal y con un Estado que mostraba una nueva vocación intervencionista. Desde ese entonces, los gremios del PC se volvieron más pragmáticos y permeables al proceso de institucionalización que iba signando la relación con el Estado; incluso no dudaron en desarrollar audazmente una estrategia de presión-negociación sobre los poderes Ejecutivo y Legislativo en vistas a la obtención de conquistas, a pesar de las trabas que el DNT [Departamento Nacional del Trabajo] puso a las tratativas con los sindicatos controlados por el partido”.[9] Camarero señala que dentro de las estrategias y prácticas impulsadas por los comunistas se encontraba el trabajo de base en la fábrica. Sobre el trabajo de los comunistas en el armado de instancias sindicales en los lugares de trabajo, el autor sostiene: “lo cierto es que la experiencia comunista en el movimiento obrero dejó huellas, que incluso serían retomadas por el peronismo: fomentó las actividades de base a nivel de las empresas, preparando el camino para la generalización de las comisiones de delegados que se extenderían notablemente en la segunda mitad de los años cuarenta…”.[10] Es indudable la relevancia que posee para nuestro estudio el proceso mencionado por Camarero. La intención de nuestro trabajo es advertir que la instalación de las comisiones internas en los lugares de trabajo ocupó un rol central en el proyecto comunista de construir un modelo sindical de nuevo tipo en la industria. Nos proponemos observar el trabajo de base en la fábrica impulsado por los comunistas a través de la conformación de las comisiones internas y, de este modo, otorgarle mayor relevancia a este aspecto dentro de las prácticas impulsadas en la construcción de este nuevo tipo de sindicalismo.

Abordaremos la problemática de las comisiones internas desde la definición que plantea la autora canadiense Louise Doyon. Esta autora sostiene que las principales tareas desempeñadas por las comisiones internas pueden resumirse en tres áreas: el control de la legislación laboral, la comunicación entre el sindicato y los obreros de fábrica, y la defensa y el cuidado de los derechos laborales de los trabajadores.[11] Según Doyon, las comisiones internas y sus funciones fueron introducidas en el mundo laboral por el modelo sindical peronista.[12] Nuestro estudio intentará demostrar que el concepto de comisión interna fue anticipado y prefigurado como modelo organizacional por parte de los sindicatos influenciados por los comunistas. Doyon sostiene, sobre las instancias sindicales de base previas al peronismo, que “…la mayoría de los comités preperonistas no eran parte integrante de la estructura sindical y, de hecho, muchos fueron creados por la patronal para alentar `una conciencia de comunidad de intereses` entre el patrón y sus obreros”. Y continuaba: “por último, la resistencia de los patrones en reconocer oficialmente las comisiones internas en contraposición con la rápida aceptación de los nuevos sindicatos, puesta en evidencia por la inmediata negociación de contratos colectivos con dichas organizaciones, refuerzan el argumento que sostiene que las comisiones no alcanzaron ningún grado de institucionalización antes de 1945”.[13] En contraposición, nuestro análisis intentará evidenciar que las instancias sindicales de base impulsadas por los comunistas, en los gremios que observamos, no fueron creadas por la patronal, estaban integradas a la estructura del sindicato y defendían los intereses de los obreros en cuestión. Doyon señalaba que las comisiones internas creadas por el modelo sindical peronista desenvolvían su rol controlando la legislación laboral, estableciendo como nexos la comunicación entre el sindicato y los obreros de fábrica, y procurando la defensa y el cuidado de los derechos laborales de los trabajadores. Pretendemos comprobar que estos elementos cualitativos señalados como característicos y propios de las comisiones internas fueron desarrollados por las instancias sindicales de base creadas por los comunistas en los sindicatos de la construcción, los textiles y los metalúrgicos en el período comprendido entre los años 1936 y 1943.

 

II

 

Las condiciones económicas imperantes en el país y en el mundo durante la década de 1930 posibilitaron un desarrollo de la industria y el consecuente crecimiento de una clase obrera industrial. La inserción lograda por el comunismo en algunos gremios durante la década de 1920 y la primera mitad de los treinta posibilitó a esta estructura partidaria posicionarse favorablemente ante esta coyuntura económica.[14] La recuperación económica se fue consolidando hacia mediados de la década de 1930. El crecimiento de la clase obrera y el descenso de la desocupación se manifestaron como correlatos lógicos del proceso. En paralelo, las condiciones en las cuales esa clase obrera desempañaba sus labores distaban de mejorar. El estancamiento de los salarios reales, la exigua legislación laboral, las extensas jornadas de trabajo y las malas condiciones laborales estructuraban un contexto de insatisfacción para la clase obrera. La coyuntura de crecimiento económico y demandas obreras insatisfechas construyó una situación en la cual los conflictos obreros, y el aumento de la influencia sindical en los mismos, proliferaron. El comienzo de la Segunda Guerra Mundial aceleró el proceso de sustitución de importaciones debido a la dificultad de continuar adquiriendo los productos en el exterior. Los niveles de crecimiento posicionaron al sector industrial, hacia fines de la década de 1930 e inicios de 1940, en un lugar primordial dentro de la economía argentina.

La instalación de grandes plantas industriales adquirió relevancia hacia mediados de la década aunque sin menospreciar la existencia de medianas y pequeñas industrias y empresas ya instaladas.[15] La concentración de la clase obrera en los grandes establecimientos constituyó un terreno propicio en el cual los comunistas pudieron desarrollar su propuesta de un sindicalismo por rama industrial, moderno y de nuevo tipo. El crecimiento de un moderno proletariado industrial, concentrado, generalmente de baja calificación y con escasa organización conformó un escenario objetivo favorable en el cual el PC pudo desempeñar su labor sindical. Entre las ramas de mayor crecimiento industrial de la época debemos destacar el crecimiento operado por las ramas de los textiles y los metalúrgicos.[16] Ambos sectores lograron posicionarse desde los inicios del ciclo económico entre las industrias de mayor crecimiento y dinamismo posibilitando un gran aumento en la cantidad de obreros ocupados. En el caso de la construcción, el crecimiento del sector se encontró íntimamente ligado al proceso de recuperación económica, aumento poblacional de la Capital Federal y sus alrededores y urbanización creciente. A partir de los años 1933 y 1934, la industria de la construcción fue recuperando los niveles de ocupación previos al estallido de la crisis económica. Entre los años 1935 y 1942 la cantidad de obreros ocupados en la construcción se duplicó.[17] El crecimiento de la industria de la construcción sólo fue superado por el de los textiles. En consecuencia, nuestra tesis aborda el estudio de tres de las ramas industriales de mayor crecimiento durante la década del treinta y en las cuales el crecimiento del número de obreros ocupados resulta notorio. Ambos elementos combinados constituyen uno de los argumentos principales en nuestra selección de los sectores a analizar. En el caso de los textiles, la construcción y los metalúrgicos, el panorama se complementa con una escasa sindicalización obrera y una limitada influencia gremial, con anterioridad al accionar comunista.

La huelga de la construcción a fines de 1935 y la huelga general de enero de 1936 provocaron al interior del sindicalismo una redefinición de objetivos y estrategias debido al impacto que las mismas produjeron en numerosos gremios. La coyuntura creada por las huelgas proveyó al comunismo del impulso necesario para producir un salto cualitativo, dentro de los sindicatos aquí analizados, estructurando nuevas estrategias que modificaron sustancialmente la dinámica organizacional. Nicolás Iñigo Carrera ha abordado el período situando su análisis en la huelga general de enero de 1936, presentando documentos e interpretaciones centrales al momento de reflexionar acerca de la influencia del comunismo en la clase trabajadora de la época.[18] Tanto como para conocer la dinámica del sector de la construcción como para valorar la coyuntura abierta por la huelga, el estudio de Iñigo Carrera resulta central para nuestro trabajo. En nuestro análisis, haremos referencia a la coyuntura abierta por ambas huelgas ya que entendemos que el movimiento huelguístico de los obreros de la construcción tuvo en el proceso una relevancia central.

 

III

 

El caso del gremio de la construcción resulta emblemático por diversos factores. Fue el primero en estructurar la primera federación nacional de industria en Argentina, la Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC), en noviembre de 1936. En segundo lugar, a partir de 1936, el gremio de la construcción se convirtió en el segundo gremio en importancia a nivel nacional en cantidad de adherentes (sólo superado en ese ámbito por la Unión Ferroviaria). Por último, el impacto producido por la huelga de fines de 1935 y la huelga general de enero de 1936 al interior del gremio de la construcción fue de mayor envergadura que en otros ámbitos sindicales.

A partir de 1936, con la conformación de la FONC, el PC logró paulatinamente estructurar una entidad gremial que reflejó los principios sindicales que constituían el nuevo modelo sindical industrial. Los sindicatos de la construcción introdujeron una serie de estrategias de organización sindical entre las que se encontraban la creación masiva de estructuras organizacionales de base que se materializaron fundamentalmente en dos instancias centrales: el comité de empresa y los comités de obra.

La Federación Obrera de los Sindicatos de la Construcción (FOSC), con injerencia en la Capital Federal, fue la entidad encargada de convocar a la huelga de fines de 1935. La fracción anarquista de la Alianza Obrera Spartacus, minoritaria en la FOSC y con grandes puntos de acuerdo con los comunistas, ante la presentación de los pliegos de condiciones durante la huelga de la construcción sostenía que “estos pliegos van a significar el control sindical en la obra, el comité obrero en la empresa, el delegado de la organización en todo lugar de trabajo, el cese del abuso, mayor salario y otras condiciones de vida”.[19] En el mismo sentido, Rubens Iscaro, cuadro comunista y futuro secretario del Sindicato Único de la Construcción (SUC) una vez disuelta la FOSC en 1938, valoraba los comités de obra y empresa como un logro obtenido producto de la lucha durante las huelgas y mencionaba su relevancia en el fortalecimiento del sindicato.[20] Pedro Chiarante, dirigente comunista y futuro secretario general de la FONC, advertía el cambio de rumbo impuesto por la huelga y la necesidad de establecer nuevas estrategias de organización: “la experiencia de la misma lucha ha demostrado a cada camarada, que no podemos triunfar si no hacemos de nuestra organización un baluarte en cada lugar de trabajo y estos baluartes son los Comités de Empresa y Obras que son los órganos de ataque, resistencia y defensa a toda la prepotencia patronal; vale decir que es el organismo esencial para la lucha, y por otra traslada y notifica todas las decisiones generales del sindicato al personal que representa y rompe toda la indiferencia que puede haber en algunos compañeros, porque lleva esas decisiones adonde todos los obreros se atreven a opinar con mayor fuerza: el lugar de trabajo”.[21] Este nuevo escenario implicaba nuevas estrategias organizacionales que modificarían la dinámica del mundo del trabajo de los obreros de la construcción. La constitución de los comités de empresas y obras no aparecía como la reivindicación obrera central en torno al conflicto huelguístico. En el mismo sentido, estas instancias sindicales de base no parecerían haber cumplido un rol organizativo activo durante las huelgas en cuestión. Pero la percepción de los actores involucrados giró en torno a valorar la estructuración y creación de los comités obreros como uno de las conquistas y consecuencias más importantes del conflicto huelguístico.

Desde la finalización misma del conflicto de fines de 1935 y comienzos de 1936, las instancias organizativas de base en las obras y en las empresas adquirieron trascendencia como herramientas para expandir la influencia del gremio y consolidar las estructuras sindicales en la industria. Durante los meses siguientes, los esfuerzos de los diferentes sindicatos del gremio de la construcción por crear, expandir y consolidar los comités de obras, talleres, fábricas y empresas fueron notorios. Los llamados de los distintos sindicatos de la construcción a sus afiliados a organizarse y conformar los comités fueron constantes. Las asambleas de personal de numerosas obras y empresas eran anunciadas por los sindicatos con la intención de convocar a constituir los comités. El comité de obra se conformaba paulatinamente como una herramienta organizativa central que asumía la representatividad obrera en la obra, se constituía como interlocutor frente a la patronal, enunciaba las reivindicaciones planteadas y vigilaba el cumplimiento de lo acordado previamente.

En diferentes conflictos que se sucedieron durante 1936 y comienzos de 1937, se percibe el accionar de los comités de obras y empresas constituidos. Las tareas que se les asignaban a estos comités eran variadas: el control del pago de mensualidades, el reparto del periódico sindical, la vigilancia de las condiciones laborales, el control de seguridad en las obras, el reparto de carnets sindicales, la coordinación de medidas de fuerza en conflictos, entre otras. Al respecto una nota del Sindicato de Albañiles señalaba: “el sindicato hace un llamado a los comités de obra y empresa para que redoblen su vigilancia y su actividad, no permitiendo, de ese modo, que la legislación del trabajo vigente y cuyo cumplimiento nos beneficia, pueda ser violada como lo era con todo descaro cuando los trabajadores del andamio no poseían la organización que poseen actualmente. (…) Los comités de obra y empresa deben vigilar para que las empresas cumplan estrictamente con lo que la legislación obrera establece y al mismo tiempo dar nota de las violaciones al sindicato a los efectos de hacerles aplicar las multas que las leyes establecen”.[22] Las funciones de los comités obreros se fueron incrementando conforme avanzaba la consolidación del sindicato.

Durante los últimos meses de 1937, el Sindicato de Albañiles encabezó un nuevo conflicto en la rama de la construcción. En el transcurso de este conflicto los comités de obras y empresas cumplieron un rol central en la organización de la huelga. Ante la declaración de la huelga para el día 20 de septiembre, medida que sería pospuesta, el sindicato de albañiles manifestó a sus afiliados que “los comités de obras y de empresa deben tomar todas las iniciativas necesarias para conservar la más estrecha ligazón entre todos los trabajadores de las obras respectivas desde el primer día de huelga. (…) Los comités de obra y de empresa serán los comités de huelgas de sus respectivos personales. En este sentido cabe sobre los mismos el máximo de responsabilidad”.[23] La conversión de los comités de empresas y obras en comités de huelga durante el conflicto nos muestra la importancia que los mismos tenían a fines de 1937 y la multiplicidad de funciones que desempeñaban, al margen del control de la legislación laboral.

Durante el año 1938, la FONC encaró la tarea de constituir el SUC con influencia en la Capital Federal y pueblos cercanos hasta 60 kilómetros. El logro comunista de imponer una dirección centralizada, focalizada en la FONC y ahora en el SUC, no mermó el interés de los dirigentes y militantes comunistas del gremio de la construcción en considerar a los comités obreros como elementos centrales a la hora de fortalecer las estructuras sindicales. La FOSC en un comunicado advertía: “dentro de la labor general por la constitución del Sindicato Único, la formación de los Comités Mixtos ocupa un lugar de primera importancia. Los Comités Mixtos serán la espina dorsal de la futura organización, y dentro de la actual, son ya el germen del Sindicato Único”.[24] Los comunistas de la construcción concebían que el modo de lograr mayor inserción en los lugares de trabajo y de robustecer la organización sindical en su conjunto era crear y consolidar los comités obreros en el lugar de trabajo. En un sentido similar se manifestaba Antonio Cabrera, secretario del Sindicato de Obreros Pintores y miembro de la anarquista Alianza Obrera Spartacus, cuando señalaba, frente al proyecto del sindicato único, la necesidad de evitar el centralismo burocrático a través de apuntalar y fortalecer los comités de empresas y obras.[25]

Una vez constituido el Sindicato Único, se inició la campaña para la obtención de un Convenio Colectivo que nucleara al sector. La dirigencia comunista de la construcción advertía la importancia de los comités obreros de base en la aprobación y cumplimiento de los convenios colectivos. En el proyecto elevado por el sindicato de la construcción para la discusión de un convenio colectivo de trabajo se destacaba la intención de reglamentar la existencia y el funcionamiento de los comités obreros en los lugares de trabajo para “asegurar la libertad de asociación de los trabajadores y el reconocimiento de sus organismos gremiales, de los Comités de Obra, de Empresa, de Taller y de Fábrica, que han demostrado ya su importancia como factor de progreso social”.[26] El artículo 23 del proyecto elevado por el sindicato de la construcción para la discusión y sanción de un convenio colectivo de trabajo establecía las funciones, áreas de pertinencia, elección y responsabilidades de los comités obreros y de los delegados sindicales.[27] La sanción del convenio colectivo buscaba reglamentar e institucionalizar las prácticas que desempeñaban, de hecho, los comités de obras y empresas. Durante todo el período analizado, la conducción gremial buscó que tanto la patronal como el Estado reconocieran formalmente la presencia de los comités de obras y empresas en los lugares de trabajo. De este modo, entendían, los comités se encontrarían amparados legalmente y los obreros al resguardo de las represalias empresariales y estatales.

 

IV

 

El Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica (SOIM) fue creado en 1922. Los sectores sindicalistas, socialistas y anarquistas tuvieron presencia al interior del sindicato metalúrgico, pero la influencia y preponderancia comunista en el SOIM se remontaba a los orígenes mismos de su formación.

La coyuntura abierta por las huelgas de fines de 1935 e inicios de 1936 implicó un intento por evaluar las condiciones particulares del sector y del sindicato para estructurar nuevas estrategias que habilitaran una mayor presencia comunista entre los metalúrgicos. La búsqueda de mayor sindicalización, la organización de las grandes empresas metalúrgicas, la obtención de beneficios laborales, el mejoramiento de las condiciones de trabajo, la respuesta al avance de la tecnologización de la producción, el trabajo de las mujeres y los menores, entre otros, fueron los principales temas alrededor de los cuales se desenvolvió la problemática sindical de los obreros metalúrgicos durante el período.

A pesar del crecimiento de la industria metalúrgica, y si nos concentramos en los aspectos cuantitativos de afiliación, el SOIM obtuvo pocos avances en lo referente a su organización. En los aspectos cualitativos, la presencia sindical en las grandes empresas metalúrgicas representaba un punto débil de la organización y los comunistas eran concientes de la dificultad que implicaba esta situación para el gremio en general. Uno de los principales cuadros comunistas al interior del gremio era Muzio Girardi, quien desde 1941 desempeñó el cargo de secretario general. Bajo la conducción de Girardi, el SOIM produjo los avances cuantitativos y cualitativos más relevantes.

Girardi reconocía la escasa presencia gremial en los grandes establecimientos fabriles y emprendió la tarea de organizar a la base metalúrgica en la fábrica misma. Girardi advertía la relevancia de organizar los obreros de las grandes fábricas y planteaba el cambio de rumbo propuesto para el SOIM. La necesidad de organizar los grandes talleres metalúrgicos y sindicalizar a los obreros, para conformar estructuras de representación de base, aparecía como uno de los grandes elementos planteados por Girardi y, en definitiva, por los comunistas en el sector.[28]

La metalúrgica Klockner se encontraba entre las empresas más representativas de la industria por su caudal de producción, por la cantidad de obreros ocupados en la misma y por su influencia, y la de sus políticas, al interior del sector. Esta representatividad se daba tanto desde el sector patronal como desde la relevancia que los obreros le otorgaban a dicha empresa. En Klockner, encontramos los pedidos del sindicato al personal de dicho establecimiento para que nombrara una comisión interna con el objeto de solicitar las vacaciones pagas. Los obreros de la fábrica denunciaban la resistencia patronal a la existencia de organizaciones sindicales y, particularmente, a la organización en el lugar de trabajo a través de instancias de representación sindical colectiva. En diciembre de 1941, los obreros de la empresa Klockner realizaron una asamblea del personal en la cual continuaban reclamando por la obtención de las vacaciones anuales pagas y, ante el rechazo empresarial, los trabajadores señalaban: “el personal como prueba de sensatez y de prudencia resolvió no dar por cerradas las puertas de las negociaciones y llevar a cabo una nueva gestión por intermedio de una numerosa delegación de obreros del propio establecimiento, que entrevistará al director del mismo. (…) También la asamblea del personal nombró 35 delegados más, para reforzar la comisión interna de los trabajadores de Klockner”.[29] En esta cita, no sólo se menciona la existencia de la comisión interna del personal sino que se advierte la centralidad que la misma revestía para los obreros durante un conflicto. Los obreros, a través de su asamblea, consideraron importante reforzar con más delegados su comisión interna para enviar señales de organización y solidez. En la cita anterior, podemos observar el modo en que los obreros de la fábrica Klockner identificaban que la solidez de la organización sindical en el lugar de trabajo, en particular la consolidación de la comisión interna del personal, resultaba clave para el reclamo obrero.

Durante 1942, los trabajadores de la industria metalúrgica vivieron inmersos en un conflicto con la patronal que tuvo marcadas repercusiones al interior del sindicato. Durante el mes de mayo, la Asamblea de Delegados y Miembros de Comisiones Internas de Empresas había decretado un paro e instruido a las diferentes comisiones internas de fábricas y empresas en los pasos a seguir durante la huelga. El SOIM señalaba la necesidad de que todas las comisiones internas de las fábricas retiraran, en la secretaría de la sede sindical, el material de propaganda y demás instrucciones tendientes a organizar la inminente huelga. El petitorio elevado por los obreros se circunscribía puntualmente a un aumento salarial, mejoras en las condiciones de trabajo y la aplicación efectiva de la ley 11729 de vacaciones anuales pagas en todos los establecimientos. Durante los meses de junio y julio se desarrolló la huelga metalúrgica.[30] La finalización de la huelga llegó luego de la intervención del Estado, quien realizó un arbitraje y expidió un laudo ministerial. Con posterioridad a la huelga, el secretario general del gremio señalaba: “el laudo significa, también, un paso adelante en el robustecimiento y consolidación de nuestro gremio, y ahora más que nunca es necesario formar comisiones internas para que no sea violado”.[31] La afirmación de Girardi nos evidencia la importancia que el gremio le otorgaba a la organización sindical en las fábricas. Al mismo tiempo, la cita deja entrever el trabajo de consolidación de estructuras que debía emprender el sindicato. El gremio y los dirigentes comunistas percibían con claridad que, de no mediar las comisiones internas en los establecimientos, el cumplimiento del laudo ministerial sería dificultoso. Unos meses después, la comisión interna de Klockner controlaba el pago a los obreros e intentaba afianzarse como órgano representativo del personal.[32]

La potencialidad y la repercusión de las políticas impuestas por el SOIM no pueden compararse al proceso de la FONC. La construcción se convirtió por estos años en el reducto principal de la labor comunista. Pero esta cuestión no debe impedirnos valorar cualitativamente el proceso impulsado por el SOIM. Las comisiones internas fabriles eran percibidas, por esa dirigencia y por los obreros, como las herramientas que posibilitarían la obtención de mejoras en las condiciones laborales y la conservación de los logros. El control sobre las condiciones de trabajo, la representación del personal frente a la patronal y el control sobre el cumplimiento de las condiciones firmadas, se encontraban entre las principales tareas de las comisiones internas metalúrgicas.

 

V

 

A comienzos de 1936, los comunistas disolvieron la Federación Obrera de la Industria Textil y se incorporaron a la Unión Obrera Textil (UOT), de orientación socialista. Esta decisión guardaba estrecha relación con la estrategia de los comunistas de conformar sindicatos únicos por rama industrial. Al mismo tiempo, se encontraba guiada por el inicio de la política de la conformación de frentes populares planteada por la IIIº Conferencia Nacional partidaria, en octubre de 1935, en consonancia con las resoluciones del VIIº Congreso de la Comintern.

Durante los años 1937 y 1938, los comunistas ganaron posiciones al interior del gremio aunque dentro de un predominio socialista en la estructuración interna del sindicato. La supremacía socialista se interrumpió en 1939 con la llegada del militante comunista Jorge Michellón a la secretaría general de la UOT, hecho que significaría un cambio de rumbo en la organización del gremio dentro de la industria. La voluntad de los comunistas, y de la UOT en su conjunto, era expandir el gremio y obtener una mayor presencia dentro del movimiento obrero de la industria textil. La necesidad de fortalecer el sindicato también se hacía indispensable frente al fenómeno representado por la FONC, en el cual los comunistas del gremio textil reconocían un modelo de organización a seguir. En el año 1937 se llevó a cabo la Conferencia Comunista Textil en donde se elaboró un programa de lucha que serviría de orientación para el trabajo de los comunistas dentro del sindicato y con los obreros de la industria. El citado programa establecía, en su punto cinco, que la estrategia comunista debía buscar el “desarrollo de la organización en todos los establecimientos sobre la base de las comisiones internas”.[33] Si bien la tarea de conformar las comisiones internas se intensificó a partir de la llegada de los comunistas a la conducción del gremio, en 1939, desde un principio se observó el esfuerzo por expandir la influencia del sindicato en los lugares de trabajo y convertir a las comisiones internas en el órgano central del funcionamiento del sindicato en las empresas.

Dentro de la industria textil, la rama de la seda ocupaba un lugar central en la organización del gremio. El secretario de dicha rama al interior de la UOT era el dirigente comunista Meyer Kot. Desde 1936, existía la voluntad de organizar los personales de las diferentes fábricas y avanzar en la conformación de las comisiones internas: “en la última reunión de delegados y activistas de fábricas, se han tomado una serie de medidas para hacer frente a la ofensiva de los industriales de la seda, en ese sentido se resolvió mejorar la organización de los distintos personales, convocándolos a una asamblea y nombrando su respectiva comisión interna y regularizando las cotizaciones de los asociados”.[34] La rama de la seda mantuvo un extenso conflicto durante los meses de agosto y septiembre de 1939. En la Provincia de Buenos Aires la huelga fue levantada luego de la firma de un convenio entre el sindicato y los empresarios y la asamblea general del gremio resolvió “…que todos los personales vuelvan organizados al trabajo el día lunes, previas reuniones de los respectivos personales y comisiones internas…”.[35] Al año siguiente, personales de algunas fábricas elevaron a las empresas un pedido de pago de vacaciones anuales. Las empresas rechazaron el petitorio alegando que eran malos tiempos para la industria. Contestando los argumentos empresariales, Kot señalaba: “la falsedad de estas afirmaciones (...) se pone en evidencia por el hecho de que al otro de formular estas declaraciones en el Departamento del Trabajo, en conversaciones tenidas con las comisiones internas obreras de las fábricas les decían: si ustedes retiran su demanda de vacaciones nosotros les aseguramos trabajo por todo el año y el cumplimiento estricto de los salarios establecidos en el Convenio”.[36] Las afirmaciones de Kot revelan la representatividad que le otorgaban los comunistas a las comisiones internas fabriles.

Ducilo, que pertenecía a la rama de la seda, era uno de los establecimientos textiles más representativos de la industria textil, en general, y del accionar sindical comunista, en particular. En abril de 1940, el personal de la empresa Ducilo, a través de su comisión interna y de algunos dirigentes textiles, elevó a la patronal un pedido de mejoras en las condiciones de trabajo. La comisión interna de la fábrica denunció que la empresa pretendía reconocer al sindicato si el mismo se separaba de la UOT. Durante los meses subsiguientes, el conflicto se agravó y uno de los principales puntos solicitados por los obreros era el reconocimiento por parte de la empresa de una comisión permanente representativa del personal. Durante la huelga, la comisión interna de la fábrica Ducilo publicó un boletín informativo para el personal. Ante la negativa de la patronal en negociar con los obreros, Michellón y la comisión interna fabril iniciaron gestiones frente al Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires para que colaborara en la resolución del conflicto.[37] La comisión interna desempeñó la representación del personal frente a la patronal y frente al Estado. El rol desempeñado por los comunistas durante el conflicto con la empresa Ducilo tuvo una incidencia central. La demanda de la obtención del reconocimiento empresarial de la comisión de obreros de modo permanente resultaba prioritaria para los obreros de la fábrica.

Otro ejemplo simbólico es el de la fábrica Manufactura Algodonera Argentina. La comisión interna de esta empresa fue nombrada a mediados de 1936 y en diversos conflictos acontecidos durante ese año y el siguiente se manifestaron descontentos por parte de los obreros frente a la conducción socialista del sindicato.[38] El conflicto más importante registrado en esta empresa se produjo a partir del mes de enero de 1940. Los motivos principales de la huelga fueron el pedido de aumento de salarios y el mantenimiento de las 6 horas de trabajo por tratarse de un trabajo insalubre. Durante la huelga, algunos actores como Blondina Lorenza, obrera integrante de la comisión interna, se destacaron por el rol dirigente frente al conflicto.[39] Una vez finalizada la huelga, la empresa se comprometió a no tomar represalias pero, al tiempo de retornar al trabajo, fueron despedidos algunos obreros, entre los que se encontraba Blondina Lorenza. Los obreros retomaron el conflicto e incluyeron dentro de sus demandas la reincorporación de los despedidos, el reconocimiento de la comisión interna por parte de la empresa y el cumplimiento de las vacaciones pagas.[40] Un manifiesto publicado por la comisión interna señalaba: “las reclamaciones directas o por intermedio de la comisión interna no han sido satisfechas tampoco, en cambio aumentaban las medidas disciplinarias sin fundamento alguno, suspensiones, cambios de secciones, revisión de cajones, etc., que creaban un ambiente insoportable, y no se quiso atender a la delegación que pedía la reincorporación de los compañeros despedidos. La comisión interna hace por lo tanto responsable de la situación creada a la dirección del establecimiento y considera que ésta debe desistir de que siga provocando al personal, restableciendo las relaciones con la comisión interna; reincorporando a las compañeras y compañeros despedidos, castigando a los que provocan la enemistad y la violencia con los obreros y dando satisfacción a las reclamaciones económicas de las diferentes secciones”.[41] La representatividad asumida por la comisión interna de la empresa era evidente. Esa representatividad conllevó en numerosas situaciones la represalia por parte de la patronal. Las denuncias, suspensiones y despidos para aquellos obreros que formaban parte de la comisión interna de las fábricas eran herramientas usuales que caracterizaban el proceder patronal.

En enero de 1941 la asamblea del personal decidió declarar la huelga frente al despido de 17 obreros entre los cuales se encontraban integrantes de la comisión interna y delegados de secciones. Una delegación obrera asistió al Departamento Nacional del Trabajo para intentar solucionar el conflicto y su titular, Emilio Pellet Lastra, acusó a los delegados de agitadores y comunistas.[42] Entre los despedidos se encontraba Francisco Cuenca, secretario de la comisión interna.[43] El día 4 de abril, y dada la magnitud que había adquirido el conflicto, una delegación de obreros de la empresa, en la cual se encontraba Francisco Cuenca, se entrevistó con el vicepresidente en ejercicio del Poder Ejecutivo Dr. Ramón Castillo para entregarle un memorial.[44]

Durante el conflicto la policía detuvo a numerosos obreros. El saldo del conflicto arrojó una organización sindical lo suficientemente sólida como para sostener una huelga duradera y establecer los lazos de solidaridad para el sostenimiento de los huelguistas y sus familias. La comisión interna del personal ocupó un rol central a la hora de estructurar y coordinar el conflicto. La visibilidad de algunos actores, como la del secretario de la comisión interna Francisco Cuenca, es sintomática al momento de evaluar el rol de la institución sindical de base. La presencia de Francisco Cuenca en los diferentes periódicos ligados al comunismo, como La Hora y Orientación, es central al momento de destacar su militancia en el ámbito textil. La presencia comunista en el conflicto, en el sindicato y en la delegación del personal fue denunciada por el Estado.

 

VI

 

Nos propusimos abordar una problemática escasamente analizada por la historiografía: el trabajo de los comunistas en la organización del sindicalismo de base en el mundo del trabajo. El artículo pretendió dar cuenta del trabajo de los comunistas en los gremios de la construcción, los metalúrgicos y los textiles organizando a los obreros en el lugar de trabajo. Al momento de la irrupción del peronismo, los obreros de estas ramas poseían una experiencia en la organización gremial que provino de la práctica sindical al interior de la fábrica. Durante el período en cuestión, esta experiencia estuvo organizada e impulsada por el comunismo. Esta experiencia de organización sindical construyó una base firme sobre la cual el peronismo recreó una dinámica cuantitativamente superior y cualitativamente diferente.

El surgimiento de una clase obrera industrial moderna y concentrada, junto con la escasa organización y sindicalización de los obreros en estas áreas, permitió a los comunistas estructurar y consolidar las comisiones internas como parte de la conformación de un nuevo modelo sindical. Algunas de las características que poseía este nuevo modelo gremial eran: sindicato único por rama industrial, la búsqueda de convenios colectivos, abarcar nuevas áreas (mutualidad, educación, coberturas, seguros médicos) y la organización del trabajo de base, entre otros. Dentro de este nuevo repertorio organizacional habilitado por los comunistas, este trabajo intentó reflejar una estrategia en particular: las comisiones internas en los lugares de trabajo.

El aporte y la trascendencia de la experiencia comunista no radican en lo cuantitativo sino en lo cualitativo. Nuestro trabajo permitió percibir, en tres casos puntuales, el modo en que los comunistas resultaron exitosos organizando el trabajo de base y, de este modo, revalorizar la experiencia en el armado de instancias sindicales y organización de los obreros. Observamos que, en los tres gremios analizados, el contexto generado por la huelga de la construcción de fines de 1935 y la huelga general de inicios de 1936 impulsó a los comunistas a desarrollar nuevas estrategias de organización sindical. En diferentes aspectos, el ejemplo de la FONC tuvo una extensión y una solidez incomparable con cualquier otro gremio de influencia comunista. La UOT poseía menor dimensión que el caso observado en la construcción pero mayor que el de los metalúrgicos. Hecha esta salvedad, en los tres gremios observados los comunistas propiciaron la experiencia de las comisiones internas fabriles con la intención de consolidar su presencia en el mundo del trabajo.

Los comités de obras y empresas, en la construcción, y las comisiones internas textiles y metalúrgicas poseían diversas funciones. Las comisiones internas ejercieron la representación de los obreros frente a las empresas y patrones. Ante un conflicto o demanda de los trabajadores, las comisiones internas ejercían su función de representación ya sea frente a la patronal como frente al sindicato. También observamos el modo en que estas comisiones internas eran nombradas por la asamblea del personal y, en muchas ocasiones, ejecutaban el mandato de dicha asamblea. El control y la vigilancia de las condiciones laborales y de los convenios colectivos firmados con la patronal era otra de las funciones de las comisiones internas. En el mismo sentido, pudimos contemplar el modo en que estos comités obreros elevaron demandas por incumplimiento de condiciones firmadas o bien nuevos reclamos tendientes a mejorar las situaciones en las cuales los trabajadores desempañaban sus labores. Otro elemento común fue la búsqueda de reconocimiento de las comisiones internas. Estas instancias sindicales de base recurrieron sistemáticamente al pedido de reconocimiento legal por parte de la patronal y, en algunas ocasiones, vimos la intención de regular sus tareas en los convenios colectivos. Los pedidos obreros también fueron recurrentes en solicitar al Estado el reconocimiento legal para las comisiones internas.

Las conclusiones de nuestro trabajo nos conducen a disentir con el planteo generalizador de Doyon. Esta autora planteaba que las comisiones internas en los lugares de trabajo fueron consecuencia de la instauración de un nuevo modelo sindical impulsado por el peronismo. En la misma dirección, Doyon caracterizaba a los comités obreros existentes con anterioridad al peronismo como instancias escasamente representativas, que cumplían la función de crear intereses comunes entre patrones y trabajadores y, para ello, fueron creados e impulsados por los sectores empresarios. Las conclusiones de nuestro trabajo nos obligan a reflexionar en un sentido diferente. Entendemos que las comisiones internas fueron instancias sindicales de base impulsadas por los obreros con la intención de estructurar mecanismos de representación en los lugares de trabajo. En los momentos de conflicto, estas comisiones internas ejercieron la representación obrera y dentro de sus acciones no se encontraba la de generar intereses comunes con la patronal. Las continuas represalias observadas contra los obreros dan cuenta de la resistencia patronal y estatal a la existencia de estas instancias sindicales de base. La representación de los intereses obreros ejercida por las comisiones internas ha sido mostrada durante estas páginas. En los gremios analizados, entendemos que las comisiones internas impulsadas por los comunistas ejercieron funciones adjudicadas exclusivamente a las instancias organizativas de base que se desenvolvieron en el marco del modelo sindical peronista: representación obrera frente a la patronal, vigilancia en los lugares de trabajo, control de las condiciones laborales, comunicación con el sindicato, organización y fomento de la afiliación sindical, entre otras características observadas. Asimismo, comprobamos que las comisiones internas no fueron fomentadas por los sectores patronales como mecanismo de manipulación, tal cual planteaba Doyon. Nuestra investigación nos conduce a matizar el planteo de Doyon dado que en los gremios y empresas analizadas dimos cuenta de una realidad diferente. Esto no implica que en otros gremios, o en otras empresas de las ramas industriales analizadas por nosotros hayan existido condiciones que corroboren o verifiquen el planteo de la historiadora canadiense acerca de la creación de instancias de organización de base impulsadas por la patronal con la intención de manipular los intereses obreros. Asimismo, la posibilidad de que la estrategia de conformar comisiones internas en los lugares de trabajo haya sido impulsada por otras corrientes políticas con inserción sindical, o se haya producido en otras ramas que las analizadas aquí, debería ser analizada específicamente en futuros trabajos. A pesar de no ser abordada, nuestro estudio no excluye esa perspectiva.

Nuestro trabajo sólo es representativo de la dinámica de los sindicatos de la construcción, los textiles y los metalúrgicos en Capital Federal y el Gran Buenos Aires. La experiencia de estos obreros representa un aspecto, entre muchos otros, en la constitución de una identidad obrera durante estos años. La irrupción del peronismo en el mundo sindical no sucedió sobre terreno arrasado y sobre un movimiento obrero industrial carente de experiencia organizacional. En los gremios analizados, los comunistas anticiparon la experiencia de las comisiones internas y proveyeron una herencia cualitativa y organizacional clave ante el surgimiento del peronismo. Los aportes en este sentido pueden provenir de futuros trabajos que aborden la problemática del impacto del peronismo en las fábricas y el modo en que la herencia brindada por los comunistas influyó en ese sentido.

 

 

RESUMEN

 

Conformando un nuevo sindicalismo: el comunismo y las comisiones internas en la construcción, los metalúrgicos y los textiles entre 1936 y 1943

 

El presente artículo posee como objetivo central aportar al debate en torno a la organización sindical del movimiento obrero industrial entre los años 1936 y 1943 en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. En particular, nuestro interés radica en evidenciar la organización gremial del trabajo de base como una estrategia central del comunismo. Los estudios acerca de la organización de los trabajadores en el espacio laboral en la Argentina han girado en torno, principalmente, a la creación de las comisiones internas durante el peronismo. Nuestra intención es la de aportar una mirada más amplia de este fenómeno intentando mostrar que los rasgos organizacionales adjudicados a las comisiones internas fueron anticipados y prefigurados por los sindicatos textiles, metalúrgicos y de la construcción. Estos sindicatos dominados por los comunistas introdujeron prácticas centrales al nivel de la organización obrera de base instalando comisiones internas en los lugares de trabajo.

 

Palabras clave: sindicalismo - comisiones internas - comunismo

 

 

ABSTRACT

 

Shaping a new unionism: the communism and the comisiones internas in the construction, the metallurgists and the textiles between 1936 and 1943

 

This article intends to contribuye to the debate on the organization of the industrial working class between 1936 and 1943 in the city of Buenos Aires and its surroundings. In particular, it aims at analyzing the union organization at the shop-floor as a central strategy of the Communist groups. The studies on labor organization at the shop-floor have argued that the creation of the comisiones internas took place during Peronism. Our intention is to provide a more complex view of this phenomenon that shows that the main organizational characteristics of the comisiones internas were anticipated in the textile, metallurgical and construction unions (in the period before 1943). These unions, which were headed by the Communists, introduced important practices of shop-floor organization for the working class that involved the creation of comisiones internas.

 

Key words: union organization - comisiones internas - Communism

 

 

Recibido: 01/05/10

Aceptado: (01/09/10)

Versión final: 18/10/10

 

 

Notas



(*) Universidad de Buenos Aires. Profesor y Licenciado en Historia recibido en la Universidad de Buenos Aires. E-mail: diegoceruso@hotmail.com.

[1] GERMANI Gino, Política y sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos Aires, 1967 (1962); GERMANI G.,El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y de los migrantes internos”, EN: MORA y ARAUJO Manuel e LLORENTE Ignacio (comps.), El voto peronista. Ensayos de sociología electoral argentina, Sudamericana, Buenos Aires, 1980.

[2] MURMIS Miguel y PORTANTIERO Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo. [Edición definitiva], Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2004 (1971).

[3] ARICÓ José, “Los comunistas y el movimiento obrero”, EN: La Ciudad Futura. Revista de cultura socialista, marzo 1987, Nº 4, p. 16. (Originalmente publicado como: “Los comunistas en los años treinta”, EN: Controversia, México, diciembre de 1979, Nº 2-3 [suplemento Nº 1], pp. v-vii).

[4] TORRE Juan Carlos, "Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo", EN: Desarrollo Económico, febrero-marzo 1989, V. 28, Nº 112, pp. 525-548; TORRE J. C., La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo, Sudamericana, Buenos Aires, 1990; DEL CAMPO Hugo, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculo perdurable, CLACSO, Buenos Aires, 1983.

[5] DI TELLA Torcuato, Perón y los sindicatos. El inicio de una relación conflictiva, Ariel, Buenos Aires, 2003.

[6] DI TELLA T., “La Unión Obrera textil, 1930-1945”, EN: DI TELLA T. S. (comp.), Sindicatos como los de antes…, Biblos, Buenos Aires, 1993, pp. 169-214.

[7] DURRUTY Celia, Clase obrera y peronismo, Pasado y Presente, Buenos Aires, 1969.

[8] CAMARERO Hernán, Comunismo y movimiento obrero en la Argentina, 1914-1943, tesis de doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, junio de 2008; CAMARERO H., A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo Veintiuno Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2007.

[9] CAMARERO H., Comunismo y movimiento obrero en la Argentina, 1914-1943, op. cit., p. 440.

[10] Ibídem, p. 448.

[11] DOYON Louise, Perón y los trabajadores. Los orígenes del sindicalismo peronista, 1943-1955, Siglo Veintiuno Editora Iberoamericana, Buenos Aires, 2006, pp. 289-290. (Este libro está basado en su tesis de doctorado defendida en la Universidad de Toronto, Canadá en 1978).

[12] Ibídem, “La organización del movimiento sindical peronista, 1946-1955”, Desarrollo Económico. Revista de Ciencias Sociales, V. 24, Nº 94, julio-septiembre de 1984.

[13] Las dos últimas citas: ídem, p. 211.

[14] CAMARERO H., A la conquista de la clase obrera..., op. cit. El autor nos muestra el trabajo de las células partidarias de base y su labor en las fábricas. El trabajo de estas células fabriles resulta central a la hora de explicar el éxito de los comunistas en organizar a los trabajadores de base.

[15] SCHVARZER Jorge, La industria que supimos conseguir. Una historia político-social de la industria argentina, Planeta, Buenos Aires, 1996, pp. 171 y ss.

[16] DÍAZ ALEJANDRO Carlos F., Ensayos sobre la historia económica argentina, Amorrortu, Buenos Aires, 1975, p. 220.

[17] IÑIGO CARRERA Nicolás, La estrategia de la clase obrera, 1936, Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2004 (2000), p. 49.

[18] Ibídem.

[19] “La gran huelga. En las asambleas del Luna Park está el rostro de la huelga”, Spartacus, Año II, Nº 6, 20/11/35, p. 3.

[20] ISCARO Rubens, Breve historia de la lucha, organización y unidad de los trabajadores de la construcción, s/e, Buenos Aires, 1940, p.34.

[21] CHIARANTE Pedro, “El C. de Empresa y Obra es el arma principal de nuestra organización”, El Andamio, (“Editado por el Sindicato de Obreros Albañiles, Cemento Armado y Anexos, adherido a la FOSC”), Año II, Nº 3, marzo de 1936, p. 7.

[22] “Los Comités de Obras Deben Vigilar el Cumplimiento de la Legislación del Trabajo”, La Vanguardia, Año  XLIII, Nº 10786, 28/3/37, p. 5.

[23] “Los albañiles se aprestan para hacer efectiva la huelga general del gremio”, La Vanguardia, Año XLIII, Nº 10955, 15/9/37, p. 5.

[24] “Activan las tareas tendientes a crear el Sindicato Único de los obreros de la construcción”, La Vanguardia, Año XLIII, Nº 11050, 19/12/37, p. 5.

[25] CABRERA Antonio, “El S. Único de la construcción debe responder a las necesidades de liberación de nuestra clase”, Avance, Semanario de los trabajadores, Año I, Nº 33, 26/2/38, p. 2.

[26] ISCARO Rubens, “Los Contratos Colectivos y el bienestar de la clase obrera”, Orientación, Año IV, Nº 198, 10/4/41, p. 4.

[27] ISCARO R., Por un convenio colectivo de trabajo en la industria de la construcción, Ediciones del Sindicato Único Obrero de la Construcción, Buenos Aires, s/a, pp. 40-41.

[28] GIRARDI MUZIO M., “La organización obrera en las grandes empresas metalúrgicas”, Orientación, Año IV, Nº 193, 6/3/41, p. 4.

[29]La Empresa Klockner Provoca a sus Obreros al No Dar las Vacaciones Acordadas por la Ley”, La Hora, Año II, Nº 697, 11/12/41, p. 6.

[30] Para un relato específico de este conflicto: ELISALDE Roberto, “Sindicatos en la etapa preperonista. De la huelga metalúrgica de 1942 a la creación de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM)”, EN: Realidad Económica, 135, octubre-noviembre 1995, pp. 76-102; GURBANOV Andrés y RODRÍGUEZ Sebastián, “La huelga metalúrgica de 1942 y la crisis de la dirigencia comunista en los orígenes del peronismo”, EN¨: Nuevo Topo. Revista de historia y pensamiento crítico, Nº 4, septiembre-octubre 2007, pp. 61-82.

[31] GIRARDI MUZIO M., “El Laudo: Triunfo del Gremio, afirma Girardi”, La Hora, Año III, Nº 921, 22/8/42, p. 3.

[32] “Fortalecer Nuestra Unidad para Impedir las Maniobras Nazifascistas en Klockner”, La Hora, Año III, Nº 933, 3/9/42, p. 3.

[33] “Resoluciones de la Conferencia Textil”, Cuadernos (“Editados por el Comité de la Capital del Partido Comunista”), Año I, Nº 5, Agosto de 1937, p. 10.

[34] “Unión Obrera Textil”, La Vanguardia, Año XLII, Nº 10675, 4/12/36, p. 5.

[35] “Después del Triunfo Vuelven al Trabajo el Día Lunes los Trabajadores de la Seda”, La Vanguardia, Año XLV, Nº 11687, 23/9/39, p. 5.

[36] “Violan el Convenio Firmado por Ellos, los Industriales de la Seda”, La Hora, Año I, Nº 266, 4/10/40, p. 4.

[37] “Procura la U. O. Textil Solucionar el Conflicto Obrero de la Ducilo”, La Hora, Año I, Nº 324, 1/12/40, p. 4.

[38] “En `La Algodonera Argentina` 3.000 obreros han ido de nuevo a la huelga, exigiendo el aumento de sus miserables jornales”, Spartacus, Año IV, Nº 10, Septiembre de 1937, p. 2 (la nota está firmada por `una obrera de la sección conos, corresponsal de Spartacus`).

[39] “`Nadie Nos Quitará el Triunfo`, dice una Linda Obrera”, La Hora, Año I, Nº 5, 16/1/40, p. 5.

[40] “Los Huelguistas de Cintas y Elásticos Consideran la Propuesta de la Patronal”, La Vanguardia, Año XLVI, Nº 11903, 24/4/40, p. 5; “Hoy se realiza la asamblea de los obreros de la Manufactura Algodonera Argentina”, La Hora, Año I, Nº 104, 24/4/40, p. 5.

[41] “Prosiguen Los conflictos de cintas y elásticos y el de la Manufactura Algodonera Argentina”, La Vanguardia, Año XLVI, Nº 11899, 20/4/40, p. 5.

[42] HOROWITZ Joel, Los sindicatos, el Estado y el surgimiento de Perón, 1930-1946, Eduntref, Buenos Aires, 2004 (traducción de su tesis doctoral producida en los años setenta y ochenta, y publicada en inglés en 1990), p. 214.

[43] “Realizaron una gran demostración frente a la fábrica”, Avanzada, (“Periódico de los jóvenes, para los jóvenes”), Año I, Nº 12, 8/3/41, p. 5; CUENCA Francisco, “Porqué no se Soluciona la Huelga en la Manufactura Algodonera Argentina”, La Hora, Año II, Nº 397, 13/2/41, p. 5.

[44] “El Vicepresidente Prometió a los Obreros de la Algodonera Ocuparse de la Solución de la Huelga”, La Hora, Año II, Nº 448, 5/4/41, p. 4.