Autonomía y estatización. Rupturas en el sindicalismo tucumano frente al fenómeno peronista
Esteban Piliponsky(*)
(UNT-CONICET; epili40@hotmail.com)
Introducción
Tras 50 años de historiografía sobre los orígenes del peronismo, el debate sigue teniendo como eje los cambios y continuidades provocados por este fenómeno. Las visiones rupturistas fueron rebatidas por aquellas que ponen el acento en los elementos existentes o en gestación en la etapa precedente. Pero el debate no parece concluido. Este trabajo busca contribuir al mismo desde el estudio del movimiento sindical tucumano.
Según la interpretación de Juan Carlos Torre, quien retoma las ideas de Joel Horowitz, con el ascenso de Juan Domingo Perón dentro del gobierno militar instaurado en 1943 “lo que ha cambiado no es la actitud del movimiento obrero sino la del Estado”. Consideramos aquí que esta hipótesis debe ser, al menos, matizada. Sin duda, y más allá de ciertas prácticas embrionarias en política laboral, el Estado cambió o al menos amplió su proceder. Lo discutible es si la ideología y el accionar del movimiento gremial no sufrieron transformaciones. La hipótesis de esta investigación es que la penetración del gobierno de facto surgido en 1943 en el seno de las organizaciones obreras, modificó las ideas y prácticas del sindicalismo tucumano alterando la relación de fuerzas de las diferentes posturas dentro de este sujeto social, imponiéndole además con una combinación de coerción y consenso, una forma de funcionamiento diferente. Sumado a esto, lo que se pretende poner en consideración es lo temprano de dicho proceso, en contraste con las periodizaciones imperantes en el campo historiográfico.
En este trabajo se expondrá una comparación esquemática que pretende ser una aproximación para demostrar lo planteado. Este esquema buscará contrastar el movimiento sindical tucumano previo a 1943 con el surgido tras el golpe de Estado, poniendo como límite cronológico de la investigación las elecciones presidenciales de 1946. El análisis se basará en tres ejes. En primer lugar el contraste en las formas político ideológicas, donde se buscará mostrar cómo el nuevo régimen se sustenta en la vieja tradición gremial de la corriente sindicalista intentando destruir a las restantes, pero además modifica aspectos básicos de esta concepción más allá de las transformaciones que se venían operando en dicha línea en los años anteriores. El siguiente eje será el grado de independencia de los gremios de trabajadores al interior de sus organizaciones, teniendo en cuenta su relación con el Estado y la patronal, es decir, las formas de reconocimiento de éstos hacia aquéllas y la injerencia que tuvieron sobre sus entidades. Finalmente, se compararán las diferencias en la utilización de la huelga como arma de lucha de los trabajadores.
Las corrientes ideológicas en los gremios obreros
En marzo de 1943 la
central sindical más importante del país, la Confederación General del Trabajo
(CGT), se había dividido en dos: CGT Nº 1 y CGT Nº 2. Si se analizan las causas
de la fractura de la confederación obrera en marzo de 1943, una de ellas fue la
concepción sobre la función que debía tener la actividad gremial: mientras los dirigentes
de la primera buscaban mantener los principios de la tradicional prescindencia
política, limitando sus actividades al campo gremial; la segunda planteaba una
mayor participación en los sucesos políticos, articulando su accionar con los
partidos identificados con la clase obrera. Además, como remarca Hugo Del
Campo, “…el pleito [entre ambas Centrales] también estaba relacionado
con el mayor o menor peso que tendría la UF”. Este
gremio no sólo era el más grande del país, sino que su organización tenía un
alto grado de sindicalización, una estructura organizativa vertical y se
caracterizaba por la defensa de la prescindencia política. Sin embargo, los
ferroviarios no tenían un peso en el sindicalismo tucumano como el que podían
ejercer en las relaciones inter sindicales a nivel nacional. Salvo en el caso
de Tafí Viejo, donde los talleres ferroviarios eran la principal actividad de
la ciudad,
Desde los años treinta, el
movimiento sindical buscó tener llegada con el gobierno en todos los niveles,
demandando la atención de éste en sus peticiones y conflictos con el capital.
Sin embargo, ello no implicaba que haya habido una sola forma de entender la
relación con el Estado. Más allá de que las corrientes, sindicalistas,
comunistas, socialistas y hasta anarquistas negociaron con los diferentes
gobiernos, esto no implicaba que dicho acercamiento tuviese el mismo tenor. La
división de
El gobierno surgido del
golpe de Estado aquél año, también observó esa diferencia y actuó en
consecuencia. Frente a los hechos del 4 de junio, tanto la CGT Nº 2 como la
Unión Ferroviaria (UF), gremio más importante de
Desde muy temprano, el
nuevo Poder Ejecutivo Nacional (PEN) surgido del golpe incitó a
La clausura de la CGT Nº 2
respondía a la política anticomunista del nuevo gobierno y a su proyecto de
centralizar a las organizaciones gremiales, sumado a que la postura de la CGT
Nº 1 se acercaba mucho más a la concepción de organización gremial que tenía el
régimen, sobre todo por la forma en que estaba organizada la UF. Estas acciones
fueron acompañadas por meses de cercenamiento en el accionar del movimiento obrero.
Desde junio de 1943, las actividades de las organizaciones obreras en Tucumán,
que ya habían disminuido en cuanto a su conflictividad durante la intervención
de Alberto Arancibia Rodríguez (febrero de 1943), cayeron prácticamente en la
pasividad, al menos en la escena pública. Desde mediados de julio hasta fines
de septiembre de ese año, no aparecen en la prensa ni siquiera las rutinarias
asambleas y reuniones de Comisión Directiva (CD) de los diferentes gremios.
Durante ese período, en el que la policía clausuraba locales sindicales y
perseguía militantes obreros opositores, el diario El Orden publicaba
apologías de la UF como la siguiente: “El movimiento obrero genuino, creado
y constituido por los trabajadores para elaborar normas más decentes de existencia
y de trabajo, no debe contar solamente con la colaboración de la clase obrera,
sino también con la comprensión del capitalismo y de los poderes del Estado
(…). En ese aspecto de realizaciones sociales que traigan algún beneficio para
los trabajadores, que llevan a cabo las organizaciones obreras, cada cual según
su capacidad de acción,
En síntesis, ¿cuál fue la
relación del gobierno con ambos sectores? El grupo nucleado en la CGT Nº2, que
planteaba un mayor posicionamiento político e ideológico y una mayor relación
con los partidos políticos que se considerasen como democráticos y con una
impronta obrera, posición mayoritaria en Tucumán antes del golpe, fue
perseguido, reprimido y finalmente llevado al ostracismo político e ideológico
dentro del movimiento obrero. Matsushita considera en su estudio centrado en la
zona metropolitana que, “…con el fuerte control sobre los dirigentes obreros
comunistas iniciado en 1943 y la intervención de
La primera de las posturas
en cambio, defendida por
Tiempo después, al asumir
Perón en la vicepresidencia, numerosas filiales del sindicato de ferroviarios
decidieron tributarle un homenaje realizando un paro de media hora y una gran
manifestación en Plaza de Mayo. En septiembre de ese mismo año, los obreros del Dique El
Cadillal de Tucumán informaron al futuro general que realizarían un paro de 5
minutos, sin prejuicio de la producción, en honor a él y a la Secretaría de
Trabajo y Previsión (STP). Un mes más tarde llegaba a la provincia Pedro Pistarini,
delegado de
A partir del conocido
“Manifiesto del Comercio y
Los posicionamientos políticos de los dirigentes para con el gobierno ya venían manifestándose antes de julio del ’45. A partir de esta fecha las posturas se polarizaron aun más. Por ende, parece ser más factible que la tesis de Torre la siguiente afirmación de Matsushita: “…después del acto del 12 de julio, aumentaba el número de sindicatos que exteriorizaban su adhesión a Perón, como lo señala [Luís] Gay. Pero también es verdad que la evidente adhesión a Perón, tal como se manifestaba el 12 de julio, suscitó una fuerte oposición en algunos sectores obreros (…). La oposición a Perón en el movimiento obrero fue desatada después del levantamiento del estado se sitio el 6 de agosto”. Sólo cabe aclarar que dicha división entre partidarios y opositores se dio, no sólo entre sindicatos, sino en el seno mismo de varias organizaciones.
El accionar sindical
La mayor parte de la historiografía sobre el movimiento obrero ubica al año 1935 como el comienzo de un salto cualitativo para la clase obrera en el aspecto económico y en su capacidad de organización, respecto a los años anteriores tras la crisis económica y el golpe de Estado de 1930. Esta apertura fue más notoria en Tucumán desde el ascenso del radical Miguel Campero como gobernador (1935-1939). Aquel paulatino mejoramiento produjo la formación de nuevos sindicatos y la reorganización de los existentes, dando lugar a una intensa vida gremial, con una presencia constante de las entidades obreras en los medios de prensa y en la opinión pública local. Diferentes autores ponen el acento en la escasa afiliación obrera lograda por los sindicatos y en la debilidad del movimiento obrero en este período. Sin embargo, estas afirmaciones deben relativizarse: la sindicalización de los trabajadores provocaba en muchos casos la persecución patronal y no se traducía en ventajas aparentes, puesto que las conquistas de las organizaciones recaían sobre el conjunto de los obreros, sindicalizados o no. Los afiliados respondían a un sector más activo de los trabajadores. Sin embargo, si evitamos una comparación sólo cuantitativa entre esta etapa y la que le sucedió, en la que tuvo lugar una sindicalización compulsiva promovida desde el Estado, los gremios mantenían un importante grado de legitimidad entre los trabajadores. Para las numerosas asambleas de las organizaciones gremiales se convocaba a los “no afiliados” o “simpatizantes” de la entidad, los cuales solían tener una participación importante en el desarrollo de los conflictos. En numerosas huelgas se alcanzaba la paralización total, lo que no podría explicarse sin el apoyo de los obreros no sindicalizados. Oscar Pavetti marca en sus estudios sobre el sector azucarero tucumano que, hasta 1944 la organización de estos trabajadores no era permanente, pero durante los conflictos las bases cobraban un rol trascendente el cual “…se traducía en un clima de movilización permanente y una democracia deliberativa que respaldaba a los dirigentes”.
La legitimidad de los
sindicatos como actores sociales representativos de los trabajadores no se
limitaba sólo a éstos, puesto que el gobierno y diversos sectores de la
sociedad civil también los reconocían como tales. Desde 1935 los dirigentes
obreros mantenían un trato cotidiano con el gobernador y con el ministro del
interior de turno para resolver conflictos laborales. Existen numerosos
ejemplos de esto. Otra muestra del grado de legitimidad
de los sindicatos se dio tras la crisis en el colegio electoral tucumano a
finales de 1942. Este organismo constituido para elegir al sucesor del primer
mandatario Miguel Critto, gobernador desde 1939
a febrero de 1943, fue intervenido por el gobierno nacional con el objetivo de
imponer el “fraude patriótico” en la provincia. Esto despertó la reacción de
varios sectores sociales y políticos. En medio de aquella disputa partidaria,
en donde se debatía entre la autonomía provincial y la capacidad
intervencionista del Estado, “el gobernador Critto decidió invitar a
Respecto a la relación
entre los sindicatos, a pesar de que siempre el movimiento obrero nacional y
provincial fue heterogéneo no sólo en sus ideas sino también en las entidades
en las que se agrupaba, en los años 30 se realizaron grandes esfuerzos en la
búsqueda de una entidad que nuclease al conjunto de los gremios. Al ser Tucumán
un espacio más pequeño que el de
Hasta el golpe de Estado de 1943 el principal límite del accionar gremial estaba marcado por la lucha con los demás actores sociales, patronal y gobierno, y por sus propias incapacidades organizativas. Con el gobierno de facto comenzará una política de intromisión de las autoridades públicas en el seno de los sindicatos. Esto se inició en Tucumán antes de la asunción de Perón como director del DNT. El Dr. Carlos Aguilar, integrista católico adepto a la Doctrina Social de la Iglesia, fue designado director del Departamento Provincial del Trabajo (DPT) el 9 de septiembre de 1943, es decir, más de un mes antes de la asunción de Perón en el DNT, momento marcado por la historiografía para señalar el viraje del gobierno “de Junio” en la cuestión social. La ratificación de Aguilar en su cargo tras el ascenso del entonces coronel al manejo de la política laboral a nivel nacional muestra una continuidad en ese aspecto, al menos en el ámbito provincial, entre el “antes y después” de la designación de Perón. Luego, cuando se creó la STP, el funcionario tucumano fue avalado como delegado regional, confirmando nuevamente la continuidad del proyecto. Aguilar aplicó una política respecto a los trabajadores que claramente iba en la misma línea que la profundizada poco tiempo después por Perón, aunque el gran cambio de este último fue centralizar la cuestión laboral y social bajo la jurisdicción nacional. Con las nuevas autoridades, el DPT (luego STP) amplió rápidamente sus funciones. Su director y los inspectores de la repartición comenzaron a frecuentar y a participar en las asambleas y reuniones obreras. Si bien desde la década del 30 existía un creciente proceso de acercamiento de los sindicatos al Estado, sin duda hubo un fuerte aumento de este vínculo tras el golpe de Estado. Era impensado hasta entonces, por ejemplo, que funcionarios públicos tomasen parte activa en el máximo órgano de decisión de los trabajadores, como era la asamblea.
Con la creación de la STP,
se fue acrecentando cada vez más las prerrogativas gubernamentales sobre el
movimiento obrero. En enero del ’44 la entidad hizo circular por todo el país
la siguiente declaración: “…es propósito firme de la secretaría de Trabajo y
Previsión procurar la unión de todas las fuerzas trabajadoras, como así también
lograr la depuración de las organizaciones profesionales para que puedan
vigorizarse y servir con más eficacia a los fines esencialmente sindicalistas
que las conciernen”. El “diálogo” abierto desde el gobierno, excluía a quienes
no tuviesen su misma lectura sobre la función del sindicalismo. Era también
facultad de
Paralelamente al crecimiento de la potestad de los funcionarios estatales en los sindicatos, el gobierno promovió un proceso de sindicalización. En Tucumán la mayor empresa en ese sentido fue la de organizar y sobre todo reestructurar en donde ya existían, los gremios azucareros. Entre enero y mayo de 1944 se fundaron más de 20 organizaciones de obreros de fábrica y surco, nucleados en cada caso alrededor de un ingenio o de una localidad. El ritual de fundación se repetía la mayoría de las veces: el entonces delegado regional Aguilar, quien fue una pieza fundamental en la estructuración de este gremio, asistía al lugar en donde se realizaba la asamblea, pronunciaba unas palabras a favor de la unidad y de la organización obrera y, finalmente, se elegía una comisión directiva y una comisión para redactar los estatutos. Es difícil imaginar sindicatos y dirigencias autónomas, cuando en la misma creación y elección de éstos resultaba decisiva la presencia de un empleado gubernamental que representaba, además, a un gobierno con evidentes signos de autoritarismo y con un claro proyecto sobre la función del sindicalismo en la sociedad.
A fines de mayo del ’44 se
fundaba en las mismas oficinas de
Por otro lado, los sindicatos comenzaron a transformarse en contralores de la reglamentación pactada entre obreros y patrones, pero no sólo fiscalizando el accionar de estos últimos sino de sus propios compañeros. La filial gremial del Ingenio Amalia comentaba en una carta a la comunidad en noviembre del ’44, su resolución de manifestarle a la administración de la fábrica que los obreros que no estuviesen agremiados no podían continuar trabajando. La empresa accedió a ese pedido. Las administraciones de cada fábrica acordaban, en general, la cesión de espacios de poder a cambio de una buena relación con la dirección de las organizaciones obreras, logrando un “socio” a la hora de mantener el orden dentro del ingenio. Durante una gira por las colonias azucareras cercanas al ingenio Bella Vista, las autoridades del sindicato de dicho establecimiento pedían preferencia para los trabajadores agremiados. A cambio, “anunciaron el propósito de propender a la disciplina de los obreros, cuyas faltas deberán ser comunicadas al sindicato para que éste proceda, previa comprobación de ellas, en cada caso, a imponer sanciones”. Informaban, además, que realizarían la misma gestión ante las autoridades de la fábrica: “En breve se pasará una nota a la administración del ingenio Bella Vista, solicitando las mismas facilidades para los trabajadores afiliados bajo las mismas garantías de cumplimiento por los obreros de sus respectivos compromisos y deberes”. Esta prerrogativa de los sindicatos otorgaba a la dirigencia una fuerza inédita en el lugar de trabajo, pero implicaba el poder de eliminar a la oposición expulsándola del sindicato y, en algunos casos, logrando su cesantía, como sucedió en numerosos casos.
Hasta el año 1945, el gobierno de junio intervino los principales sindicatos y logró una injerencia directa sobre la central obrera más importante, la CGT. Había eliminado del mundo sindical, ya a mediados de 1944, una gran parte del factor más “ideologizante” según su concepción pretendidamente “no partidaria” (principalmente comunistas y algunos socialistas y anarquistas). En la provincia eso significó, por ejemplo, la persecución de activistas sindicales como: Alberto Juan Galeano, secretario general de la construcción; Miguel Cesar Gavotto y Osvaldo Aurelio Olea, ferroviarios; Benigno Electo Gómez, obrero de los Talleres ferroviarios de Tafí Viejo y Braulio Barbosa, sastre y, además, tesorero del Partido Comunista (PC); entre otros. Finalmente, el gobierno “de Junio” había logrado entablar un diálogo con un sector de la dirigencia sindical proclive a su proyecto, a partir de otorgar una serie de concesiones económicas y sociales.
Desde comienzos del ’45,
el objetivo será la eliminación de las diferencias internas dentro de los
gremios y la búsqueda de reforzar la identificación de las organizaciones
obreras afines al régimen, con el mismo. Pero, mientras en un principio las
persecuciones las llevó a cabo el Estado con la complicidad de los dirigentes
gremiales que ocupaban los espacios vacantes, la nueva batalla fue emprendida
por estos últimos con el apoyo del gobierno. En febrero de aquél año el
entonces coronel Perón, de creciente popularidad, visitaba Tucumán. El
ejecutivo local decretó asueto provincial y se facilitaron trenes y camiones
para asegurar la presencia de un gran número de obreros en el acto que se
realizó en la plaza Independencia. En el discurso que pronunció Perón, sugirió
que los obreros “…deben organizarse gremialmente en sindicatos sólidamente
constituidos y seriamente dirigidos a cuyo efecto tales sindicatos deben ser
disciplinados y fuertes y arrojar de su seno toda cuestión política o
ideológica que no esté de acuerdo con la defensa de sus derechos obreros (…).
Quiero hacerle una recomendación a los trabajadores de Tucumán diciéndoles que
cuiden sus organizaciones, que las depuren y que se unan en torno a
En ese contexto, se
suscitó una razzia que expulsó a gran cantidad de obreros organizados.
Poco tiempo después del mencionado acto en plaza Independencia, el sindicato de
obreros del ingenio Santa Lucía publicaba el siguiente comunicado: “En
reunión del 9 del corriente y con previo conocimiento del delegado interventor
de la delegación regional de
En otros casos, los
principales dirigentes de la organización renunciaban o eran removidos de sus
cargos. El presidente del sindicato de obreros del surco de
Los casos son numerosos y se suceden en el corto período de un año y medio. Hasta el cierre de este trabajo hemos detectado 28 conflictos de este tipo, con más de 100 obreros expulsados de sus sindicatos.
Las Huelgas
Entre 1936 y 1943 los obreros tucumanos llevaron conflictos laborales a la huelga en 52 ocasiones, según la prensa local. Sólo en dos de ellas no obtuvieron concesiones, al menos parciales, a sus demandas. Pero la dificultad se hallaba en hacer cumplir lo pactado.
En sus luchas, los gremios
no agotaban las demandas y reivindicaciones en las necesidades sectoriales,
puesto que había un importante grado de conciencia en torno a mejorar la
calidad de vida de todos los trabajadores. En este sentido, las disputas por
aumentos salariales, que crecieron tras el estallido bélico europeo debido a la
inflación que se generó en el país, iban muchas veces acompañadas por informes
de los sindicatos que demostraban que no era necesario el aumento del precio de
lo que producían sus trabajadores. Tales informes se sustentaban en estudios
minuciosos realizados por los gremios, explicando la capacidad de los patrones
de bajar sus ganancias sin necesidad de trasladar el aumento salarial a los
consumidores y sin que corra riesgo la empresa o el comercio. Algunos ejemplos
de esto fueron el conflicto llevado a cabo por
La huelga era, además, un
método muy común para obtener el reconocimiento patronal. Los sindicatos
fundados desde la segunda mitad de los años 30 solían aparecer con un petitorio
que exigía mejoras salariales y el reconocimiento del sindicato. El nivel de
organización con el que surgía a la vida pública cada gremio, denotaba que
existía una organización previa aunque clandestina para evitar la represión que
quebrara su estructura, antes de que ésta cobrara cierta fuerza. Su aparición
iba acompañada la mayoría de las veces con una huelga, pues las empresas no
aceptaban voluntariamente la unión de sus trabajadores. Los conflictos por el
reconocimiento del sindicato en esta etapa fueron todos exitosos, aunque luego
los obreros afiliados denunciaban las persecuciones de sus patrones. La
situación no era sencilla para quienes decidían agremiarse, pero el hecho de
que los sindicatos de aquellas actividades que no afectaban el sistema
nervioso de la economía fueran reconocidos por los empleadores y por el
Estado como legítimos interlocutores de los trabajadores, era una
reivindicación importante. Agustín Ávila, quien durante el peronismo habría de
desempeñarse como secretario general de los cerveceros, cuenta así como nació
su sindicato: “…luego se formó la cervecería Norte, con toda su grandiosidad
para la época. Ahí ocupan personal que venían de afuera: polacos, rusos,
ucranianos, que venían, junto con su habitualidad al frío, con las ideas que ya
traían de sus países. Entonces fueron los primeros que se prestaron para formar
y organizar los sindicatos. El 1º de mayo 1938 aparecen a la luz, porque ya no
los podían parar. Venían haciéndose desde antes. Piden el reconocimiento de la
patronal y les dicen que no, entonces entran en una huelga. El 26 de octubre se
produce el reconocimiento por la patronal y por el DPT”.
Si bien el Estado comienza a ofrecer un espacio de negociación en donde se
ubica como árbitro, los obreros fueron los protagonistas en la generación de
dichas reivindicaciones. Otros sindicatos que nacieron de forma similar al de
los cerveceros fueron el Sindicato de Obreros, Obreras y Empleados de Vinos y
el Sindicato de Obreros de Talleres de Automóvil (más adelante Sindicato de
Obreros de
La dictadura del ’43
impuso una fuerte represión en el accionar de los gremios obreros que frenó las
medidas de fuerza que un año antes del golpe tuvieron un importante incremento
en la provincia. Con la apertura al “diálogo” de la
mano de Perón, la premisa para el gobierno fue evitar toda medida de fuerza.
Aunque algunos sindicatos, incluso oficialistas, pararon sus actividades en
este período, se produjo un cambio fundamental con relación a la etapa
anterior. En los años previos al golpe de Estado habían sido inéditos los casos
en que los sindicalistas levantaran una medida de fuerza antes de llegar a un
acuerdo. Desde el ascenso del coronel Perón a la dirección de la política
laboral del régimen, toda huelga en la provincia debió ser suspendida para que
Desde su aparición y hasta
fines del ’45, ya en plena campaña política para las elecciones presidenciales,
Pero la federación
azucarera y otros sindicatos provocarían una excepción a esta situación de pax
sin huelgas: octubre del ’45. Tucumán fue una de las primeras provincias
movilizadas tras la renuncia del Perón a todos sus cargos en el gobierno el 9
de octubre del ’45. Días después de la renuncia Rómulo Chirino, importante
dirigente de FOTIA, hizo público un comunicado diciendo que el Sindicato de
Las huelgas de octubre de
1945, cuyas consecuencias no se analizaran en el presente trabajo, y las que se
decretaron desde allí hasta las elecciones de febrero de 1946 tuvieron
características peculiares. No puede decirse que los mencionados movimientos
fueran orquestados desde el gobierno, aunque en algunos casos este fue
permisivo mientras prohibía acciones opositoras. Sin duda hay una iniciativa de
un gran sector obrero en dichas medidas de fuerza. Sin embargo, lo paradójico
de estas luchas fue que, en un contexto de relaciones de fuerza muy favorables
para un sector de la clase obrera, fue prioritaria la campaña proselitista en
detrimento de ampliar y exigir el cumplimiento de los legítimos petitorios que
provocaron los paros. Luego de octubre hubo dos grandes luchas obreras en
Tucumán entre noviembre de 1945 y enero de 1946. En la primera de ellas se
adhirieron la gran mayoría de los sindicatos de la capital provinciana, tanto
adeptos como opositores al régimen, y fue enunciada como general. La FOTIA, que
en un principio había apoyado la demanda se mantuvo al margen, debido a que se
disputaba con lo demás gremios adscriptos al Partido Laborista, de reciente
formación, el dominio del mismo. La razón que desató el conflicto fue el
despido de un trabajador menor de edad de una bodega local.
Luego de 15 días de conflicto y 5 de huelga de varios gremios, no se agregó
ninguna nueva demanda más allá de la reincorporación del trabajador despedido.
Algo muy similar sucederá en la
segunda gran huelga del período, organizada esta vez por los azucareros,
quienes pararon varios ingenios porque las autoridades del establecimiento
fabril
Las dos huelgas recién mencionadas fueron sucedidas por un tercer gran movimiento producido a nivel nacional que reclamaba el cumplimiento del decreto de aguinaldo, el cual también mezclaba una importante carga de demanda histórica de los obreros, con el clima electoral. Pero en este caso, a diferencia de los dos antes mencionados, la demanda fue conquistada. Los obreros azucareros de fábrica, por ejemplo, cobraron su sueldo anual complementario dos días antes de los comicios de febrero de 1946, gracias al pago por parte del gobierno nacional a los industriales de compensaciones adeudadas a la producción de caña de bajo rendimiento. Lo notorio de este proceso fue la exitosa presión de las autoridades hacia los gremios obreros para evitar que este reclamo se transformase en huelgas, las cuales podían llegar a ser generales, nacionales y quizás incontrolables para la fuerza pública. Tucumán venía de dos grandes luchas que implicaron la paralización casi total, pero ante el pedido de la STP de tranquilidad a cambio del aguinaldo los sindicatos, no sin dificultades, evitaron los paros en la mayoría de las actividades obreras.
Consideraciones finales
Antes de 1943 la represión, persecución y expulsión del seno de las organizaciones gremiales para con sectores de militantes no era inédita ni desde el Estado, quien acosaba y encarcelaba, ni desde los sindicatos, que realizaban purgas internas cuando las diferencias entre grupos se agudizaban. Pero lo que sí era original es que estos actores lo hicieran en conjunto. Esto comenzó a ser cada vez más común desde fines de 1944, siendo uno de los factores de coerción que se mantuvo en forma permanente y continua durante el Régimen de Junio y el gobierno peronista. Las razzias producidas a partir de la persecución a los trabajadores opositores fueron características del período comenzado en 1943, no sólo para con los trabajadores opositores sino también para con los dirigentes obreros que se adhirieron a la alianza pero buscaron darle un cariz diferente al que finalmente tuvo.
Sumado a la particular alianza entre un sector del movimiento sindical existente antes del golpe de Estado con una facción de los militares golpistas, el peronismo también fue novedoso en la velocidad con la que logró la hegemonía dentro del movimiento obrero, y el aislamiento en el que cayeron los demás grupos no-hegemónicos. Este proceso, más allá de su multicausalidad, no puede explicarse sin ubicar como elemento central el poder estatal abocado a interferir en el mismo. En sus estudios sobre el PC Argentino, Hernán Camarero sostiene que esta corriente era la fuerza política de mayor expansión en el movimiento obrero en los años 30, por el avance de sus militantes en numerosos sindicatos y federaciones obreras. Para explicar su declive frente al peronismo el autor considera que, “…la clave residió en la fuerza con la que surgió el populismo en la Argentina, es decir, en el desacople entre el crecimiento rápido y exponencial de la alianza entre un sector del sindicalismo (no comunista o con escasos vínculos con esta corriente) y la elite militar-estatal encabezada por Perón, y el desarrollo más lento y gradual que venía experimentando el avance comunista en el mundo del trabajo”. Siguiendo esta línea podríamos suponer que, si el “Régimen de Junio” logró dar un golpe letal al grupo más dinámico dentro del mundo del trabajo, aliándose con otro sector sindical, sin dudas alteró al conjunto de las corrientes operantes dentro del movimiento obrero invirtiendo su relación de fuerzas. Dichas corrientes eran heterogéneas, siendo numerosas y diversas las respuestas que tuvieron frente al fenómeno populista. Es cierto, como marca Nicolás Iñigo Carrera, que la estrategia mayoritaria entre los trabajadores hacia 1943 no era revolucionaria, más allá de lo discursivo, sino principalmente reformista. Sin embargo, los modos de organización interna, la relación con los partidos, gobiernos, patrones y los diversos niveles del Estado, o las formas y función atribuidas a las luchas obreras, se expresaban en una amplia gama de posiciones entre los asalariados, dentro de dicha estrategia.
Teniendo en cuenta ello, hemos buscado demostrar que el mundo sindical tucumano sufrió transformaciones tras el golpe de Estado de 1943 en su ideología, en su forma de organización y en sus medidas de lucha. Estos cambios no fueron solamente provocados por el accionar estatal sino también producidos en el seno de las organizaciones obreras. Según nuestras hipótesis, este proceso implicó una pérdida de la autonomía del movimiento obrero en su conjunto, entendiendo este concepto en términos relativos, respecto a los años anteriores a 1943.
Anexo Nº 1: Expulsiones y renuncias en los sindicatos tucumanos en 1945*
Sindicato |
Fecha |
Hechos |
S. de Obreros del ingenio San José |
11de febrero |
Se decidió separar al obrero Víctor Pablo Cisneros, ex vice presidente. |
S. de Obreros de |
9 de marzo |
Renunció el secretario general del sindicato. |
S. de Obreros del ingenio Santa Lucia |
13 de marzo |
Se expulsó a los afiliados Eulogio Cabrera, Bernardo Billido, Florentino Medina, Ángel Almeida, Carlos González, por “…no haber sabido interpretar los sanos propósitos de esta agremiación surgida del 4 de junio de 1944.” |
4 de abril |
Se echaron a los siguientes afiliados por deslealtad gremial: Aníbal Juárez, Marcial Carrasco, Sabino Lobo, José Suárez Padilla, Lisandro Rodríguez y Eugenio A. |
|
S. de Obreros del Surco de Esquina, departamento de Leales |
14 de marzo |
Renunció el presidente del sindicato porque decidió no prestar su nombre para fines que no veía claros, ni intereses que no fuesen los auténticos problemas obreros. |
S. de Obreros de Vialidad de la Provincia |
22 de marzo |
Renunció el pro secretario, Camilo Orellana. |
S. de Obreros del ingenio Aguilares
|
25 de marzo |
Se separó de la agrupación al secretario administrativo del mismo, Juan de Dios Medina por haber cometido irregularidades contra el sindicato. |
25 de abril |
Renunciaron el presidente y delegado del sindicato, Roberto Córdoba, porque no podían permitir que algún sector de afiliados quedara sin representación. |
|
8 de noviembre |
Se resolvió separar del sindicato al obrero Roberto Córdoba, ex presidente del mismo, por considerarlo contrario a la agrupación. Este sostiene que se lo expulsa por cuestiones políticas. |
|
S. de Obreros Bodegueros |
5 de abril |
Renunció el presidente de sindicato, Paoletti. |
S. de Obreros del ingenio Santa Bárbara |
6 de abril |
Se separó del sindicato a los obreros Primitivo Mateos, Diego Matellán, Juan B., por desarrollar actividades contrarias a los intereses del gremio. |
S. Unión Obrero del Surco Los Bulacios |
7 de abril |
Se retiró del cargo al presidente y al delegado del sindicato, Miguel Moreno y Ramón Cruz zamorano. |
S. de Obreros de Fábricas de Soda y Bebidas sin Alcohol |
15 de abril |
Se expulsó al secretario general por incumplimiento de su deber e indisciplina. |
S. de Obreros de |
21 de abril |
Renunciaron varios miembros de la CD. |
Sociedad de Obreros Panaderos |
25 de abril |
Renunció el secretario general del sindicato, José Suriani. |
S. Municipal de Aguilares |
30 de abril |
Se expulsó a los afiliados: Isidoro Santillán, Domingo Córdoba, Enrique Fuenzalida, Julio Granera, Segundo Cabrera, Alberto Bulacio, Pedro Campos, Lucindo Galván, Isidoro Flores, Gabriel Benito, Juan Aguirre, Agustín Brisuela. Los mismos acusaron de injusto su alejamiento. |
Unión Obreros Municipales |
4 de mayo |
Se expulsó a los afiliados: Juan Herrera, Raúl Héctor Carrizo, Alfredo Tejo, Pedro Sandoval, Rosalino Soria, Jorge Delgado, Edelmiro Gutiérrez por acusar al secretario general Marcos Navarro, de autoritario. |
17 de septiembre |
Se separó de la agrupación al secretario de actas Bernardo Arias por acusar al secretario general Isaac Rojas de tener procedimientos totalitarios dentro del sindicato. |
|
S. de Obreros del ingenio Esperanza |
28 de mayo |
Renunciaron varios miembros
de
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S. de Obreros Panaderos del Sur |
30 de mayo |
Renunció el secretario general del sindicato.
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S. de Obreros Carboneros |
1 de junio |
Echaron del sindicato a los afiliados José Miranda, Donativo Villeco y José Naranjo, por inconducta gremial |
S. de Obreros de |
15 de junio |
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11 de agosto |
Renunciaron el presidente y el pro secretario por problemas con la CD. |
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Unión de Obreros de Fábricas y Surco de
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15 de junio |
Se expulsó a los afiliados, Esteban Fernández Benjamín Fernández, Antonio Macia, Esteban Zelaya, Alberto Zelarayán, Cayetano Hoyos, por considerarlos destructores de la obra del gobierno, anti argentinos y por atentar contra la seguridad personal de los miembros del sindicato. |
S. de Obreros de
|
julio-noviembre |
Fueron expulsados los
afiliados, Wenceslao López Lobo, Ezequiel Jiménez, Gregorio Alonso, Miguel Figueroa,
Víctor Villarreal y Andrés Medina. de la organización, quienes acusaron al
presidente del sindicato, Rómulo Chirino, de persecuciones, lesiones físicas
y violaciones a los domicilios privados. Luego fueron despedidos de sus
empleos por pedido de esta entidad y de |
S. de Obreros de |
5 de julio |
Renunció el secretario general del sindicato, Claudio Páez. |
5 de septiembre |
Renunció el secretario general, Andino Ibarra y el delegado ante FOTIA, Gerardo Bustamante. |
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Sociedad de Empleados y Obreros de Comercio |
27 de agosto |
Se expulsó a los afiliados: Julio Caram, Julio C Rivadaneira y Eduardo Abril por sostener una campaña en contra de las autoridades de la Nación. |
S. de Obreros de Fábrica y Surco del ingenio San Antonio |
2 de septiembre |
Renunció toda
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S. de O. de |
12 de septiembre |
Renunció el presidente del sindicato, Antonio Herrera. |
Asociación de Empleados del Ingenio El Manantial |
21 de septiembre |
Renunció toda
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S. de Obreros de |
27 de octubre |
El presidente del
sindicato, Pedro Navarro, pidió que se separe de su trabajo al obrero Juan de
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S. Unión de Obreros Tranviarios |
5 de diciembre |
Renunció el secretario general
de
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S. de Obreros de |
21 de diciembre |
Fueron cesanteados de sus trabajos Segundo Córdoba, ex dirigente del sindicato, y otros 16 obreros. |
* Elaboración propia. (S=sindicato; IA= Industria Azucarera)
RESUMEN
Autonomía y estatización. Rupturas en el sindicalismo tucumano frente al fenómeno peronista
El presente trabajo tiene como objetivo ser un aporte tanto a la historia del movimiento obrero tucumano cuyo campo está aún muy poco explorado, como así también, a los debates sobre los orígenes del peronismo en la Argentina. El análisis de un espacio regional específico permite acrecentar y complejizar los conocimientos y estudios sobre el período, los cuales tienen una excesiva mirada sobre la zona metropolitana. Este artículo se plantea hacer una comparación entre las experiencias del sindicalismo en la provincia en los años previos al golpe de Estado de junio de 1943, y las transformaciones producidas tras el mismo. La hipótesis a demostrar es que los gremios de trabajadores sufrieron transformaciones internas entre un momento y otro, y no fueron los cambios producidos desde el Estado la única ruptura dentro del mundo del trabajo.
Palabras clave: Sindicalismo – Tucumán - Orígenes del peronismo
ABSTRACT
Autonomy and nationalization. Fractures in Tucuman's trade unionism address the Peronist phenomenon
The purpose of this article is to contribute to the history of the labor movement in Tucumán, whose field is still unexplored, and also to the debates on the origins of the Peronism in Argentina. The analyses of one specific regional space allow to increas and refin our knowledge on this period, which, until now, have an excessive focus on the metropolitan zone. This article considers to make a comparison between the experiences of trade unionism in the province in the previous years to the coup d’état of June of 1943, and their subsequent transformations. The hypothesis to be demonstrated is that the workers unions underwent internal transformations, and the changes produced from the State were not the unique rupture within the world of the labor movement.
Key words: Trade unions – Tucumán - Peronism’s origins
Recibido: 05/01/2011
Aprobado: 25/06/2011
Versión final: 18/07/2011
Notas
(*) Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Becario CONICET. Investigador del Instituto de Historia Ramón Leoni Pinto de la UNT.
TORRE, Juan Carlos; La vieja guardia sindical y Perón. Sobre los orígenes del peronismo; Sudamericana; Bs. As.; 1990; P. 86.
Del Campo, Hugo; Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de un vínculos perdurable; Siglo XXI; Bs. As.; 2005. P. 157.
Hasta el cierre de este trabajo se han podido rastrear la existencia de 47 sindicatos en la provincia, muchos de ellos creados entre 1935 y 1943.
No está estudiado aún el porcentaje de obreros sindicalizados en la provincia, aunque diversas aproximaciones muestran números similares al del resto del país. Para datos sobre la sindicalización a nivel nacional ver MATSUSHITA, H. op. cit.
PAVETTI, Oscar. “Sindicalismo azucarero y peronismo (1949)”; en BONANO, Luís (coord.) Estudios de historia social de Tucumán”; Facultad de Filosofía y Letras; Tucumán; 1999; p. 125.
Un detalle más minucioso de estos casos en PILIPONSKY Esteban; “El sindicalismo tucumano en los años previos a 1943 ¿una historia de derrotas?” en XI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia; Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche; Universidad Nacional del Comahue; Bariloche; 2009.
Citado en FERNANDEZ ULIVARRI, María; Entre la negociación y la huelga. Sectores obreros y Estado en Tucumán, 1936-1943; Tesis de Licenciatura (inédita); Tucumán; 2003; p. 79.
Diario El Orden, 9 de septiembre de 1943. Perón llega al DNT el
27 de octubre de 1943. Su compañero Domingo Mercante se hizo cargo de
Diario
Diario
La cantidad de huelgas está cotejada con el trabajo de ULIVARRI, Ma. op. cit. De las dos huelgas perdidas, una se debe relativizar pues lo obreros pedían que no se despida a 30 trabajadores del matadero provincial y, aunque fue contra la voluntad de los huelguistas, se reincorporó a los trabajadores en otros sectores de la municipalidad. Sin embargo, poco tiempo después terminó desintegrándose la entidad que había convocado a la medida, la FTP.
En 1942 se produjeron 11 huelgas, siendo el año de más medidas de fuerza de este tipo entre 1936 y 1943. Esto es similar a lo que sucedió a nivel nacional.
Diario
Diario
Las citas e informaciones sobre la huelga de los bodegueros provienen
del Diario
Las citas e informaciones sobre la huelga de los obreros del Ingenio