“Con el hambre aparecieron los fogoneros” La importancia del corte de la ruta 88 en 1997 en el movimiento de trabajadores desocupados en Mar del Plata

 

Fernando Vissani(*)

(UNMdP; fernandovissani@yahoo.com.ar)

 

Introducción

 

Frente a las consecuencias de la profundización en las medidas neoliberales que venían acentuándose desde comienzos de la década del noventa, los habitantes de diferentes ciudades del país comenzaron a organizarse y movilizarse en repudio a los resultados de dichas políticas. La pueblada y los cortes de rutas organizados por los habitantes de Plaza Huincul y Cutral-Co (llevados a cabo el 22 de junio de 1996) funcionaron como un disparador de múltiples experiencias en diferentes localidades del país, que en primera instancia parecían no tener conexión entre ellas. Sin embargo, compartían una serie de elementos tanto en cuanto al repertorio de protesta (corte de ruta o “piquete”) como al eje central de las demandas (exigir la apertura de nuevas fuentes de trabajo frente al avance de la desocupación y de la pauperización de las condiciones de vida) que rápidamente llamó la atención de los medios de comunicación y de los cientistas sociales.

A partir de entonces se inició un ciclo de movilizaciones que tuvo una primera etapa caracterizada por los levantamientos en el interior (como son los ejemplos de Cutral-Co, Jujuy, Gral. Moscóni, Tartagal, Corrientes, entre otros) y una segunda etapa, donde junto a las movilizaciones en estas localidades, se produjo el desplazamiento del conflicto hacia la provincia de Buenos Aires (a partir de los cortes en Mar del Plata y en el conurbano bonaerense). La consecuencia inmediata de este ciclo de protesta fue la emergencia de nuevos actores sociales en la escena del conflicto social: las organizaciones piqueteras.

En el caso de Mar del Plata, la aparición de los trabajadores desocupados o “piqueteros” en la escena de la protesta social local se da en el año 1997 a partir del corte de la ruta 88. Durante 6 días vecinos de diferentes barrios periféricos de la ciudad mantuvieron el corte de dicha ruta en pos de reclamos de trabajo digno y mejores condiciones de vida. Aun no existían en la ciudad organizaciones piqueteras, por lo tanto se presentaron como parte de esa gran mayoría de la sociedad que se encontraba sin posibilidades si quiera de vender su fuerza de trabajo. Lo interesante es que a posterior, con las diferentes organizaciones piqueteras locales conformadas, dichos colectivos reconocen en el corte de la ruta 88 un momento inicial para el movimiento piquetero marplatense.

En este sentido, el presente trabajo intenta analizar las características que tuvieron dichas jornadas y su importancia en el proceso de emergencia de las organizaciones piqueteras en Mar del Plata. Se busca ver qué condiciones son las que propiciaron la aparición de este nuevo actor, cuáles son sus demandas, qué modalidades de lucha utilizan para exigirlas, bajo qué formas se organizan y qué particularidades tiene el caso de Mar del Plata en relación a la emergencia del movimiento piquetero en otras localidades.

Nuestra hipótesis de trabajo es que la emergencia de los trabajadores desocupados como un actor político y social en Mar del Plata es producto de los cambios en el régimen de acumulación que establecieron un contexto propicio (altísimos niveles de desocupación y subocupación) para la movilización de los sectores subalternos, y de la consolidación previa de nuevas redes sociales en los barrios como mecanismos de defensa frente a los resultados de las políticas neoliberales. En este sentido, el corte de la ruta 88 fue un evento fundamental en dicho proceso, no solo desde una perspectiva identitaria o simbólica, sentando la primera acción colectiva por parte de los trabajadores desocupados (dentro del ciclo de protestas mencionado anteriormente) sino además material, en tanto y cuanto los planes obtenidos permitirían consolidar a las primeras organizaciones piqueteras de la ciudad.

         

La implementación del modelo neoliberal y sus consecuencias

estructurales

 

Si bien a comienzos de la década del noventa se produjeron cuestionamientos y transformaciones en torno al modelo económico que debía llevar a cabo el país, las modificaciones en relación al régimen de acumulación y la instauración del modelo neoliberal fueron un proceso que tiene su origen décadas antes. La muerte de Perón, la inestabilidad política y económica, sumado a la escalada de violencia armada, fueron el escenario propicio para el cuestionamiento al modelo mercado internista de industrialización por sustitución de importaciones, vigentes desde los años 30. Primero durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón (1974-1976) donde se anunciaron las primeras medidas de ajuste tendientes a su modificación, las cuales fracasaron ante la movilización del movimiento obrero, y luego con el golpe de estado del 24 de marzo de 1976 cuando se reforzaron las intenciones de cambiar el modelo económico.

Con el retorno a la democracia, el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989) intento reactivar la economía a través de un plan económico de corte nacional-desarrollista, “Plan Grinspun” (1984), el cual fracasó y llevó al gobierno a virar en la estrategia económica, adoptando políticas de ajuste heterodoxas. A partir de 1988 el país entró en un período hiperinflacionario que tiene su momento más crítico durante 1989. Ese año marcó el final de la experiencia alfonsinista, luego de perder las elecciones frente al candidato del Partido Justicialista, Carlos Menem, debió adelantarse la entrega del mandato debido a la inestabilidad social y política. Además, la crisis tuvo un efecto disciplinador sobre amplios sectores de la sociedad que permitió sentar la bases para la difusión de la predica neoliberal como la única solución posible. En diciembre de 1989 se aprobaron en el congreso dos leyes fundamentales como la Ley de Emergencia Económica y la Ley de Reforma del Estado, las cuales tenían como finalidad desregular la economía, privatizar las empresas estatales, reformar la administración pública y transferir los servicios sociales de la órbita nacional a la provincial. Además de estas dos leyes, en 1991 Domingo Cavallo, tras asumir como ministro de Economía, pone en marcha el Plan de Convertibilidad, que entre sus principales puntos, tenía la finalidad de garantizar el régimen de convertibilidad entre el peso y el dólar. También durante este año se sancionó la “Nueva Ley de Empleo”, la cual a través de la implementación de estrategias de flexibilización y precarización laboral, modificó totalmente la relación trabajo-capital a favor de este último claramente. Estas reformas modificaron el rol del Estado en relación tanto con la economía como con la sociedad y eliminaron los últimos vestigios de intervencionismo estatal que apuntaban a garantizar el pleno empleo y políticas de bienestar hacia la totalidad de la población.

Como correlato de estas reformas se consolidó una nueva matriz social marcada por una alta polarización entre los sectores dominantes y los sectores subalternos y por la multiplicación de las desigualdades, proceso que ha devenido en la conformación de un tipo de sociedad particular: “la sociedad excluyente”. Entre las principales transformaciones sociales que se produjeron producto de este proceso, se destaca el aumento cada vez mayor del nivel de desempleo. La desocupación se convirtió en un problema estructural de la sociedad argentina que en el lapso de una década paso de un 6% a más de un 14% para el año 2000, según los datos del INDEC. Además, los altos índices de desocupación modificaron la estructura social como así también las características de la protesta social, en tanto que el tópico central alrededor del cual comenzaron a girar la mayoría de los reclamos fue la falta de trabajo. El desocupado adquirió visibilidad como un nuevo actor de la conflictividad social que, a diferencia de los reclamos clásicos del movimiento obrero sindicalizado -mayor nivel de salarios, mejores condiciones laborales- enfatizó el reclamo en la recuperación del trabajo como condición básica de subsistencia.

 

Orígenes del movimiento piquetero en la Argentina

 

A partir de 1996 comenzó un ciclo de movilizaciones en el interior del país, en aquellas zonas donde las medidas de ajuste y la recesión económica habían desestructurado no sólo los marcos sociales sino también las economías regionales. Se produjeron los primeros cortes de rutas acompañados de la movilización de casi la totalidad de la población de las ciudades, en lugares como Cutral-Co y Plaza Huincul (1996-97), en Neuquén, y Mosconi y Tartagal (1997), en Salta. En estas localidades, en donde la economía regional se encontraba sostenida en base a la explotación petrolera, la privatización de la empresa más importante del país (YPF) dejó a miles de personas sin trabajo. Así, las puebladas y cortes de ruta o piquetes realizados en estas localidades lograron poner en la agenda pública la visibilidad de un actor colectivo, “las multisectoriales” (compuestas por desocupados, sindicatos, organizaciones políticas, etc.), y la legitimación de nuevas formas de protesta, el corte de ruta o “piquete”.

Las movilizaciones ocurridas a continuación en el conurbano bonaerense, Rosario o, el caso que intentamos analizar en este trabajo, Mar del Plata (todos ellos con aspectos específicos) responden a otras características. En estos casos, más que las privatizaciones de empresas estatales o la descentralización administrativa, la aparición de estos nuevos actores colectivos respondió a experiencias de organización territorial o barrial previas. En gran medida, esto se debe a las diferencias existentes en la estructura productiva de cada una de las localidades. Localidades como Cutral-Co, Plaza Huincul, Mosconi o Tartagal se conformaron como poblados o ciudades industriales identificadas directamente con la empresa, que les dio origen, en estos casos YPF. En este tipo de localidades, denominados “company towns”, los aspectos residenciales que dieron comienzo al establecimiento poblacional y que modelaron su estructura estaban ligados a la necesidad de localizar y controlar a la fuerza de trabajo dentro de un espacio socialmente controlable por la empresa, quien además ejerció una política de corte paternalista sobre la población conformando de esta manera una identidad social ligada directamente con el mundo del trabajo. Con lo cual, la privatización de YPF, principal fuente de trabajo y eje de la identidad social, desencadenó la movilización de amplios sectores de la sociedad. En cambio, en Mar del Plata, Rosario, Conurbano Bonaerense y demás lugares donde comenzaron a producirse nuevos cortes de ruta, las poblaciones se encontraban insertas en estructuras productivas diferentes con un mercado de trabajo más heterogéneo y las movilizaciones se dieron a raíz de los cambios en la estructura económica de dichas ciudades y del nivel de pauperización en las condiciones de vida de las clases subalternas de las mismas.

Esto no quiere decir que las reformas estructurales no influyeron en estos procesos, sino que entender la emergencia del movimiento piquetero exclusivamente ligado a este fenómeno no permite tener en cuenta otras características del proceso y de los actores involucrados en él. El movimiento piquetero en la Argentina no constituye un movimiento homogéneo, como un todo, sino que existen múltiples diferencias en su interior y dichas diferencias no pueden ser explicadas solamente desde una matriz económica. Estas diferencias, más que a partir del proceso de reformas estructurales, deben ser leídas como producto de las diferentes tradiciones organizativas y de las experiencias de organización territorial previas a la conformación del movimiento.

Por lo tanto, tener en cuenta los cambios estructurales junto a la tradición organizativa previa de los sujetos que componen a las organizaciones piqueteras nos permite dar cuenta de las diferencias existente entre dichas organizaciones y de cómo se conformó el movimiento piquetero como un actor heterogéneo, como un movimiento de movimientos.

 

La cuestión piquetera en Mar del Plata

 

En el caso de Mar del Plata, las consecuencias de las reformas estructurales se hicieron visibles desde comienzos de la década del 90. Dicha ciudad es la cabecera del Partido General Pueyrredón, situado sobre la costa atlántica a 400 km. de la Capital Federal al sudeste de la provincia de Buenos Aires, y desde finales del siglo XIX fue conformando su estructura productiva en torno al turismo y la pesca. Para mediados de la década del 90 el sector terciario, basado fundamentalmente en servicios (comercio, actividades inmobiliarias, de alquiler y transporte), aportaba el 70% del Producto Bruto del Partido. El sector secundario, conformado principalmente por la industria  manufacturera, alimentaria y la textil, junto a la construcción aportaban un 25%. Y finalmente, el 5% restante, era producto de la participación del sector primario, compuesto en primer lugar por la pesca extractiva y en menor medida por la agricultura, ganadería y minería.

Consecuencia de las políticas neoliberales y de las crisis macroeconómicas de los 90, los aportes de cada uno de estos sectores al Producto Bruto Local disminuyeron notablemente. Entre 1993 y 1999, el sector terciario disminuyó un 7%, la industria un 21% y la pesca en un 25% en su etapa extractiva. La consecuencia directa de este proceso fue el aumento notable en los índices de desocupación, principalmente entre 1991, cuando ascendían del 6,70 %, y 1995, cuando trepa a un 22,10%, porcentaje que solo fue superado entre octubre de 2001 (22,80%) y mayo del 2002 (24,60%) (Ver Cuadro I). Junto a los índices de desocupación crecieron los niveles de subocupación con lo cual para mitad de la década observamos que un 35% de la PEA se encontraba afectado por dicha problemática. Si bien, el ascenso en los niveles de desocupación y subocupación puede observarse en todo el país, la particularidad de Mar del Plata esta dada en que durante gran parte del período analizado, los porcentajes locales son mayores que en relación al promedio nacional.

 

 

Cuadro I: Evolución de las condiciones de trabajo para el Partido de Gral. Pueyrredón

Fecha

Desocupación

(%)

Empleo

(%)

Actividad

(%)

Inactividad

(%)

Subocupación

(%)

Sub. Demandante

(%)

Sub. No demandante

(%)

Cen.1991

Oct. 95

May.96

Oct.96

May.97

Oct.97

May.98

Oct.98

May.99

Oct.99

May.00

Oct.00

May.01

Oct.01

May.02

Oct.02

6.70

22.10

19.80

19.30

19.30

17.00

15.40

12.20

18.10

14.70

14.60

20.80

19.00

22.80

24.60

17.90

41.10

33.40

32.10

34.00

37.20

37.50

37.30

36.50

35.10

36.50

37.60

37.40

35.30

35.70

34.40

37.20

 

44.00

42.90

40.10

42.10

46.10

45.20

44.10

41.60

42.90

42.80

44.10

47.20

43.60

46.20

45.70

45.40

56.00

57.10

59.90

57.90

54.00

54.80

55.90

58.40

57.10

57.20

55.90

52.80

56.40

53.80

54.30

54.60

 

11.20

9.90

11.70

14.70

14.30

14.00

12.60

14.40

14.80

15.60

14.80

18.80

16.20

17.20

21.50

 

 

 

7.80

9.30

9.40

8.70

6.90

11.10

10.40

11.10

11.00

10.70

9.30

11.60

11.70

 

 

 

 

3.90

5.40

4.90

5.30

5.70

3.30

4.40

4.50

3.80

8.10

6.90

5.60

9.70

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del INDEC

 

Además, junto a la desocupación y subocupación, durante la segunda mitad de los 90, aumentaron notablemente los niveles de pobreza e indigencia en el ámbito local. Para 1996, el 23% de la población (casi una cuarta parte de la ciudad) se encuentra por debajo de la “línea de pobreza”, es decir que perciben ingresos menores a lo necesario para cubrir una canasta indispensable de bienes y servicios.

En este contexto, se produjo en junio de 1997 el corte de la ruta 88. Este acontecimiento significó el primer corte de ruta organizado por desocupados en la provincia de Buenos Aires y la emergencia de un nuevo actor en la protesta social local: los piqueteros. El viernes 27 de ese mes, alrededor de 50 vecinos de los barrios Las Heras, Newbery, Libertad, San Jorge, Parque Palermo y Villa Evita cortaron la ruta provincial 88 a la altura de la calle 49 en reclamo de “trabajo, subsidio y bolsones de comida”. Aquellos que participaron de dicha jornada provenían de barrios periféricos de la ciudad, en su mayoría  ubicados al noroeste de la misma y con la particularidad de haber sido los más afectados por las reformas estructurales de las últimas décadas. Se presentaron ante la sociedad como un grupo de vecinos que tenían en común el hecho de haber sufrido en carne propia los efectos de las reformas neoliberales y la falta de trabajo. De hecho manifestaron que: “…nosotros formábamos parte de la clase trabajadora, pero esta política de exclusión nos ha dejado a la mayoría como desocupados y a un grupo como subocupados. Lo que todos compartimos, es el hambre, por eso estamos aquí, y de aquí no nos vamos hasta que venga el intendente y alguna autoridad provincial…”

Mediante esta modalidad de protesta, el corte de ruta, los desocupados buscaron interpelar al municipio, en ese momento bajo la gestión del radical Elio Aprile, y a la provincia, encabezada por el gobernador peronista Eduardo Duhalde. La primera respuesta que tuvieron, fue la presencia del secretario de Calidad de Vida de la municipalidad, Marcelo Gabilán, quien prometió gestionar ante la provincia la posibilidad de incorporar a los desocupados en el Proyecto de Empleo impulsado por ésta. Frente a eso, los manifestantes argumentaron su negativa en que dicha propuesta no podía ser garantizada por el secretario de calidad de vida y en que reclamaban trabajo genuino y no asistencialismo. Esta discriminación entre trabajo genuino y asistencialismo radicaba en la precariedad de las condiciones laborales del segundo de ellos y además en que los planes asistenciales, en su gran mayoría, se encontraban controlados por punteros políticos. Una vez retirado el funcionario, los manifestantes discutieron en asamblea los pasos a seguir y decidieron prolongar el corte. Este acontecimiento es importante porque da la pauta de algunas de las características propias que adoptó en ese momento el movimiento piquetero en Mar del Plata: la autonomía frente al Estado y los partidos políticos y la toma de decisiones a través de asambleas como expresión de horizontalidad.

En los días siguientes fue incrementándose el número de personas que se acercaban al lugar y se decidió realizar el corte en tres lugares diferentes buscando lograr mayor visibilidad frente a los medios y elevar las medidas de seguridad ante un posible desalojo. Se instalaron piquetes a tres kilómetros de la rotonda “El Gaucho”, en el kilómetro 14.5 y frente a la entrada al camino alternativo a Estación Chapadmalal. En forma paralela, en otra parte de la ciudad, se produjo un nuevo corte de ruta, llevado a cabo por los integrantes de la Cooperativa de Recuperadores de Materia Prima e Industrial en desuso de Mar del Plata- REMAPRINDE Ltda.- en reclamo por la vuelta al trabajo en el Predio de Disposición Final de Residuos. Una veintena de cooperativistas junto a sus familias, mantuvieron el corte durante el domingo 29 y lunes 30 hasta que la Municipalidad les garantizó la vuelta al predio. Aunque son dos grupos diferentes, tanto en composición como en lo que reclaman, vemos cómo en esos días, al calor de lo que estaba ocurriendo en el interior del país y en la ciudad, el corte de ruta comenzó a tomar peso como el principal recurso de lucha de las clases subalternas.

Los piqueteros que mantuvieron el corte en la ruta 88 recibieron el apoyo de vecinos y dirigentes de sociedades de fomento de la zona. En algunos casos la gente se acercó espontáneamente a brindar su apoyo y colaborar en la acción colectiva, en otros casos, se acercaron a partir del pedido solidaridad del grupo promotor que mantenía el corte. En una entrevista al Diario Página 12, Emilio Ali, quien participó en el corte y luego fue referente de una de las primeras organizaciones piqueteras de la ciudad (Unión de Organizaciones, UVO), comento al respecto: “Pedíamos planes Trabajar, alimentos y la eximición del pago de impuestos y electricidad. Todo lo hicimos caminando, nos juntamos en un descampado donde había un tanque de agua y ahí definimos qué íbamos a cortar. Me acuerdo de que durante el piquete hubo días que nevaba, nevaba de verdad, y la gente del campo nos empezó a traer leña, chocolates, pan y facturas. Aguantamos seis días”

Por su parte, los fomentistas tuvieron un rol de suma importancia a lo largo de toda la acción colectiva participando en la mayoría de las negociaciones con las autoridades municipales o provinciales. Esto se debe a que entre los desocupados y fomentistas existía un vínculo previo producto del trabajo en conjunto realizado en los diferentes barrios, ejemplo de esto eran las diferentes comisiones de desocupados que fueron conformadas alrededor de las sociedades de fomento de cada barrio. En muchos casos no existía una diferenciación entre piquetero/fomentista ya que se trataban de personas que si bien habían perdido su trabajo mantenían una participación activa en las sociedades de fomento. En este sentido, podríamos destacar tres casos particulares como son el de Emilio Ali, Héctor Maciel y Ricardo “Chacho” Berrozpe quienes participaban de las sociedades de fomento de sus barrios y posteriormente se convirtieron en referentes de las primeras organizaciones de trabajadores desocupados de la ciudad.

Tras tres días de movilización, el lunes 30 se produjo un nuevo encuentro con las autoridades municipales. Esa mañana, primero se reunieron el monseñor José María Arancedo, el secretario general de la comuna Víctor Fernández, y una veintena de manifestantes acompañados de dirigentes vecinales, como Luis Zurita y Javier Woolands entre otros. En dicha reunión, realizada en la sede del Obispado local, los manifestantes expusieron frente a Arancedo y los representantes del municipio su situación y se buscó el apoyo del obispo para actuar como mediador en el conflicto. El obispo Arancedo agradeció la predisposición al diálogo por parte de los piqueteros y les comentó sobre la inminente puesta en marcha del Plan Barrios y de la posibilidad de gestionarlo a través de la municipalidad, Iglesia o entidades de bien público como las sociedades de fomento. Frente a esto los piqueteros esbozaron que no aceptarían la implementación de estos planes si no eran administrados por ellos mismos, a partir de las comisiones de desocupados creadas en cada uno de los barrios que participaban de la acción colectiva (y de las cuales participaban las respectivas sociedades de fomento), y si además de contemplar a los jefes de familia no se incluían en ellos a madres solteras y jóvenes.

Luego de este encuentro con las autoridades del municipio, los manifestantes se reunieron con el vicegobernador, Rafael Roma, y le expusieron sus exigencias. El petitorio presentado por los piqueteros constaba de 9 puntos: 1) reactivación de las industrias locales (pesca, carne, construcción y otras), 2) aceleración en el juicio para el cobro de salarios frente a empresas quebradas, 3) creación de un registro de desocupados por barrio, implementado por servicios sociales municipales, 4) Inmediata puesta en marcha del Plan Barrios bajo control de las comisiones de desocupados, 5) subsidios de desempleos para quienes quedaron por fuera de este plan, 6) eximición de pago de impuesto para los desocupados, 7) inversión en desagües, cordón-cuneta, agua corriente y cloacas para los barrios, 8) suspensión a los juicios por desalojo y 9) bolsas de alimentos y gas envasado para los necesitados. Como puede observarse, la mayoría de los puntos esbozados en el petitorio respondían a exigencias de los sectores populares en relación con el proceso de pauperización de sus condiciones de vida desde mediados de los 70. Es importante destacar este punto, porque es la principal diferencia con las experiencias piqueteras previas ocurridas en otras ciudades del interior, donde las acciones colectivas se produjeron como consecuencia de la pérdida de fuente de trabajo. En el caso de Mar del Plata, a diferencia de esas experiencias, vemos que los altísimos índices de desocupación no originaron por si solos dicha movilización sino que ofrecieron el contexto favorable para que se expresaran reclamos populares que venían dándose desde años atrás. En el petitorio podemos observar que junto a la exigencia por trabajo digno encontramos demandas por inversión en infraestructura en los barrios o frente a la problemática de una vivienda digna. Vemos como estas demandas se encuentran en relación directa con el proceso de pauperización de las condiciones de vida de los sectores subalternos propio de la conformación de una sociedad excluyente. Pero lo más importante, es que en estos reclamos podemos ver la configuración de redes sociales que exceden a la cuestión del trabajo y que tienen un anclaje territorial. El punto en común entre los fomentistas, los desocupados y el resto de lo manifestantes que actúan en estos primeros cortes de ruta, es el barrio. Las clases subalternas, cada vez más alejadas del contexto fabril producto del proceso de desindustrialización y precarización laboral, comenzaron a organizarse en torno al barrio como una nueva estrategia frente al vacío dejado por las instituciones y la falta de trabajo.

En suma, el barrio se convirtió en un espacio donde los sectores subalternos encontraron posibilidades para comenzar a recomponer el tejido social y reorganizarse con la finalidad de efectuar demandas e interpelar con éxito al Estado. Por lo tanto si bien el principal reclamo de las organizaciones piqueteras en Mar del Plata se originó en la demanda por fuentes de trabajo dignas, podemos sugerir que la consolidación de esas organizaciones como tales tuvo una base previa, situada en la experiencia de construcción de redes solidarias en los barrios.

Siguiendo con el corte de la ruta 88, los gobiernos municipal y provincial mantuvieron una doble estrategia frente al conflicto. Por un lado, buscaron deslegitimar la protesta social denunciando la presencia de “infiltrados” en el corte. En este sentido el gobernador Eduardo Duhalde criticó la acción de los piqueteros denunciando en los medios que en el corte de la ruta 88: “se mezclan las necesidades de algunas personas y por otro lado activistas de partidos que no tienen ninguna significación electoral y creen que de esta forma pueden atraer voluntades”

En este punto es importante aclarar que si bien es difícil conocer con exactitud si todos los manifestantes que comenzaron la acción colectiva tenía o no vínculo con algún partido político, es indudable que muchos de ellos poseían experiencias de militancia previas. Sugerimos esto teniendo en cuenta con que facilidad luego de este corte comienzan a emerger las primeras organizaciones piqueteras, cada una de ellas con sus particularidades. De hecho al mes siguiente se produjeron nuevos piquetes, esta vez sobre la ruta nacional 226, realizado por el Movimiento de Trabajadores Desocupados Teresa Rodríguez (MTR) y en otras partes de la ciudad, realizados en conjunto por la Corriente Clasista Combativa (CCC) y la Unión de Vecinos Organizados (UVO).

Por otro lado, ambos gobiernos (municipal y provincial) buscaron contener el conflicto a través de la efectivización y puesta en marcha del proyecto Plan Barrios Bonaerense. La municipalidad ofreció incorporar a quienes participaban en el corte a dicho plan, propuesta que fue rechazada por los manifestantes, luego de debatirlo en asamblea, por varios motivos. En primer punto, por su condición temporaria, cabe recordar los beneficiarios accedían al plan entre 6 mese y tres años. En segundo punto, se consideró que el monto ofrecido por el plan, entre $200/300 de acuerdo a la labor desempeñada, era escaso y lejano a los $500 de seguro de desempleo que estaban exigiendo los piqueteros. En último punto, se rechazó la propuesta por su forma de implementar. Cabe recordar que el listado de beneficiarios era confeccionado a partir de los informes elevados por asistentes sociales, manzaneras del Plan Vida, asociaciones vecinales y sindicatos, lo cual tendía a favorecer la estructura de punteros políticos del partido justicialista en los barrios.

Después de 5 días de cortes, las medidas de lucha fueron suspendidas luego de llegar a un acuerdo con las autoridades municipales. Los 200 manifestantes que componían el piquete debatieron en asamblea las posibilidades de aceptar la propuesta del municipio o sostener el corte y enfrentarse a las fuerzas policiales que se habían acercado al lugar por orden del juez José Antonio Martinelli con la intención de desalojar de la ruta a los piqueteros. La primera opción fue la que prevaleció en la asamblea y se decidió firmar una acta acuerdo entre los piqueteros y el municipio a través de la cual el gobierno municipal se comprometió, desde las Secretarías de Servicios Sociales y en conjunto con la Red comunitaria,  la Comisión de desocupados por barrio y las instituciones convocadas para tal fin, a recibir listados de personas desocupadas para acceder a los planes Barrios y Trabajar, reforzar las bolsas de alimentos, entregar gas envasado, exceptuar el pago de impuestos a la propiedad a aquellos en condiciones precarias, exceptuar el pago de la tasa de alumbrado, barrido y limpieza a quienes que accedieron a los planes Trabajar y gestionar a través del Departamento ejecutivo la detención de las causas judiciales de desalojo. Por su parte los piqueteros se comprometieron a levantar el corte en la medida que fueran cumplidas las reivindicaciones establecidas en el acta acuerdo.

En los días posteriores a la firma del acta acuerdo comenzó una campaña de criminalización del corte. Se abrió una causa penal contra los manifestantes por entorpecimiento de la circulación, robo y resistencia a la autoridad, y el juez José Antonio Martinelli exigió la identificación de las personas que llevaron a cabo la acción directa. Además se produjeron los primeros conflictos en cuanto a la efectivización de lo pactado en el acta acuerdo. Frente al inminente retiro de varios medidores de luz, la Comisión de Desocupados del Barrio Las Heras se presentó ante el secretario de Calidad de Vida de la Municipalidad, Marcelo Gabilán, exigiendo la anulación de los retiros. El problema se originó a raíz de que en el acta acuerdo no se hacía referencia en cuanto a la eximición de los servicios y sí a algunos impuestos, igualmente los manifestantes lograron que el municipio intercediera por ellos y evitó el corte de los servicios.

A una semana de levantarse el corte de la ruta 88, tras la firma del acta acuerdo, el miércoles 9 de julio se produjo un nuevo corte en la Av. Edison entre las intersecciones de las calles 12 de Octubre y Magallanes, en el barrio del Puerto. Los trabajadores, en su mayoría en condiciones informales de trabajo, y los desocupados de la industria del pescado conformaron una asamblea, desde la cual decidieron el corte de la Av. Edison reclamando por la reactivación del sector y la eliminación de las cooperativas “truchas”. Dentro de la asamblea existían dos posturas diferentes en torno a si recibir o no un subsidio de $500 hasta que se normalizara la situación laboral, diferencias que no lograron salvarse aunque si pudieron unirse en cuanto a la denuncia frente a lo que los buques factorías extranjeros significaban para la industria: “los obreros queremos que en Mar del Plata el pescado entre a puerto y no que se lo lleven los factorías extranjeros. Estos barcos son los que están depredando nuestro mar (…) Nosotros sabemos que por cada factoría perdemos mil puestos de trabajo (…) hay 250 de estos buques en el mar”

En este trabajo, no pretendemos seguir avanzando en cuanto a otras acciones colectivas ocurridas en esos días en la ciudad, las cuales fueron varias, pero sí destacar que a partir del corte de la ruta 88 vemos que el piquete como repertorio de protesta se desplaza a otras partes de la ciudad dotando de mayor visibilidad la conflictividad social de esos días. Además, el piquete comienza a ser utilizado por otros sujetos de la ciudad y en reiteradas ocasiones por la misma razón que comenzó a utilizarse en Mar del Plata luego de las experiencias en el resto del interior del país, esto es por su efectividad. No solo por su condición de desocupados, es que los manifestantes realizan los cortes de ruta (frente a la imposibilidad de realizar una huelga como repertorio clásico de protesta) sino por que en ese contexto, el piquete demostró ser el repertorio más efectivo para la obtención de demandas.

En suma, el corte de la ruta 88 dotó de visibilidad a los desocupados como un nuevo sujeto dentro de la conflictividad social en Mar del Plata. Además, los planes y las reivindicaciones obtenidas, permitieron la transformación de las comisiones de desocupados de los diferentes barrios que participaron de la acción colectiva en las primeras organizaciones piqueteras de la ciudad. Como señala Héctor Maciel, quien fuera uno de los principales referentes dentro la sociedad de fomento del Barrio Libertad y luego de la CCC: “…a partir de ese corte que duro 5 días, se organizaron varios movimientos de desocupados, entre ellos el nuestro. Y a partir de ese momento construimos los primeros planes sociales, “plan barrios bonaerenses” y ahí empezó una linda historia que duro varios años de lucha, de constancia…”

Creemos importante reconocer que dichas organizaciones también poseen un origen previo vinculado a la construcción territorial desarrollada en los barrios durante las últimas décadas. Sugerimos esto a partir del análisis de los puntos esgrimidos en el petitorio y de la fuerza que cobraron durante todo el conflicto de la ruta 88 los fomentistas o principales referentes barriales. Además frente al éxito del piquete, como acción colectiva, comenzó a desplazarse a otros sectores de la ciudad y a reproducirse con mayor frecuencia, como indican el caso de la asamblea de trabajadores desocupados en el puerto o los nuevos cortes de ruta (en la 226 y la 88 nuevamente) ocurridos días después.

 

A modo de conclusión

 

En la mañana del 27 de junio de 1997, Mar del Plata se encontró con la “sorpresa” de que la ruta provincial 88, que comunica a la ciudad con Batán, se hallaba cortada y el diario local El Atlántico señalaba que “con el hambre aparecieron los fogoneros marplatenses” asociando dicha acción a los cortes de ruta que venían produciéndose en el interior del país. A la altura de la calle 49, sobre dicha ruta, alrededor de 50 vecinos de diferentes barrios periféricos de la ciudad decidieron realizar un piquete en reclamo de “trabajo, subsidio y bolsones de comida”. Los vecinos organizados en torno a las diferentes sociedades de fomento habían conformado comisiones de desocupados por barrio desde donde comenzaron a discutir cómo realizar la medida de lucha. Durante los días que duró el corte, la acción colectiva se convirtió en un atractor social, los manifestantes recibieron el apoyo del gremio de Luz y Fuerza local, de diferentes fomentistas y fue ampliándose a 200 personas el número de vecinos que participaban en la misma. En esos días mantuvieron negociaciones con los diferentes organismos municipales y provinciales y confeccionaron un petitorio como base de las reivindicaciones exigidas. Luego de 6 días de cortes, las medidas de lucha fueron suspendidas tras llegar a un compromiso con las autoridades municipales mediante la firma de un acta acuerdo que contemplaba: el acceso a los planes Barrios y Trabajar; la entrega de bolsas de alimentos y gas envasado; la excepción en el pago de impuestos a la propiedad, tasa de alumbrado, barrido y limpieza; y la gestión por la detención de las causas judiciales de desalojo.

En un contexto de altísimos índices de desocupación, subocupación y de pauperización de las condiciones laborales y de vida de las clases subalternas, producto de las reformas estructurales de las últimas décadas, los trabajadores desocupados emergieron como un nuevo sujeto de las luchas sociales junto a los partidos políticos, sindicatos y demás movimientos sociales. Cabe destacar que, en Mar del Plata, si bien los trabajadores desocupados cobraron visibilidad pública como un nuevo actor social y político a partir el corte de la ruta 88, parte de sus elementos constitutivos eran previos. La interacción con los fomentistas y referentes barriales era anterior y respondía al proceso de repliegue hacia el barrio de las clases subalternas. De hecho en varios casos, los mismos trabajadores desocupados que participaron del corte poseían una experiencia de militancia barrial y política previa, como son el ejemplo de Emilio Ali, quien participaba en la sociedad de fomento del barrio Villa Santa Rita y militaba en el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST); Héctor Maciel quien militaba en el PCR y se desempeñaba como presidente de la sociedad de fomento del barrio Libertad; y Ricardo Chacho Berrozpe quien había tenido una experiencia de militancia política ligada a la Juventud Guevarista y mantenía un fuerte vinculo con la sociedad de fomento del barrio Newbery. Estos tres casos son significativos en la medida que luego de haber participado en el corte de la ruta 88, se convirtieron en referentes de las primeras organizaciones piqueteras de la ciudad: CCC (Maciel), MTR (Berrozpe) y UVO (Ali).

Además de dotar de visibilidad a los trabajadores desocupados y de una experiencia de lucha con la cual construir su historia e identidad a posterior, la acción colectiva brindo de recursos materiales con los cuales poder comenzar a conformar las organizaciones de trabajadores desocupados. Con la firma del acta acuerdo se prometieron 6000 planes Barrios y Trabajar de los cuales fueron efectivizados solo 2000, sin embargo la gestión y distribución de los mismos a través de las comisiones de desocupados permitió que los trabajadores desocupados contaran con recursos para crear sus propias organizaciones.

En suma, creemos que el corte de la ruta 88 comenzado en junio de 1997 es de gran importancia para el análisis del conflicto social en Mar del Plata, ya que señaló la aparición de un nuevo actor político y social en la ciudad, los trabajadores desocupados o “piqueteros”, y para el análisis del desarrollo del movimiento piquetero en la Argentina, ya que representó el primer corte de ruta en la provincia de Buenos Aires y el comienzo del desplazamiento de este tipo protesta social del interior del país hacia esta provincia.

 

 

RESUMEN

 

“Con el hambre aparecieron los fogoneros” La importancia del corte de la ruta 88 en 1997 en el movimiento de trabajadores desocupados en Mar del Plata

 

La pauperización de las condiciones de vida de amplios sectores de la sociedad junto a los elevados índices de desocupación y subocupación, producto de las modificaciones en el régimen de acumulación llevadas a cabo desde la década del setenta e intensificadas durante los noventa, fueron el contexto propicio para la consolidación de nuevas redes sociales en los barrios y la emergencia de un nuevo actor en la protesta social: los trabajadores desocupados.

En Mar del Plata, los piqueteros cobran visibilidad pública a partir del corte de la ruta 88 en junio de 1997. Este trabajo intenta avanzar en las características que tuvieron dicho evento y su importancia para las futuras organizaciones piqueteras.

 

Palabras clave: corte de ruta - trabajadores desocupados - protesta social

 

 

ABSTRACT

 

"With hunger came the firemen" The importance of Highway 88 cut in 1997 in the unemployed workers movement in Mar del Plata

 

The impoverishment of the living conditions of broad sectors of society with high rates of unemployment and underemployment, resulting from changes in the accumulation regime carried out since the seventies and intensified during the nineties were the enabling environment for the consolidation of new social networks in neighborhoods and the emergence of a new player in social protest: the unemployed workers.
In Mar del Plata, the protesters charged public visibility from Highway 88 cut in June 1997. This paper attempts to advance the features that had the event and its importance for future picketing organizations.


Key words: roadblock - unemployed workers - social protest

 

 

Recibido: 01/06/2010

Aprobado: 22/08/2010

Versión final: 16/07/2011

 

 

Notas

Una versión preliminar de este trabajo, “Piqueteros cortaron la ruta 88”. Orígenes del movimiento de trabajadores desocupados en Mar del Plata, fue presentado en el II Encuentro Internacional -Teoría y práctica política en América Latina. Nuevas derechas e izquierdas en el escenario regional‏, Mar del Plata, 2010.

(*) Estudiante en Profesorado/Licenciatura en Historia en la UNMdP.

El concepto de ciclo de movilizaciones o protesta ha sido trabajado por las Teorías de los Movimientos Sociales y la Acción Colectiva. Sydney Tarrow, uno de los mayores referentes de la escuela anglosajona, define al concepto como “…una fase de intensificación de los conflictos en el sistema social: con una rápida difusión de la acción colectiva de los sectores más movilizados los menos movilizados; un rápido ritmo de innovación en las formas de confrontación; marcos nuevos o transformados para la acción colectiva; una combinación de participación organizada y no organizada; y unas secuencias de información e interacción intensificadas entre disidentes y autoridades…”. TARROW, Sydney: El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Alianza, Madrid,  1997, p. 142.

Existen diferentes interpretaciones sobre si las organizaciones piqueteras, entendidas como parte de un movimiento social más amplio, representan una novedad o no en el ámbito de la protesta social contemporánea de la Argentina. En este trabajo entendemos que no es un debate cerrado y compartimos la propuesta de Fernando Stratta y Marcelo Barrera de intentar articular entre las perspectivas de las teorías de los Movimientos Sociales y los análisis de raigambre marxista basados en teoría de clases, ésto quiere decir, no desvincular el análisis de los movimientos sociales (en este caso del movimiento piquetero) de la lucha de clases, entendiendo que los actores  no pueden ser considerados por fuera de las relaciones de producción del capitalismo, y por otro lado, reconociendo que en la actualidad la protesta social excede al movimiento obrero como sujeto hegemónico de la protesta y presenta otras particularidades que la hacen aún más compleja. STRATTA, Fernando y Marcelo BARRERA, “¿Movimientos sin clases o clases sin movimientos? Notas sobre la recepción de la teoría de los Movimientos Sociales en la Argentina, en: Conflicto Social, Año 2, nº 1, junio 2009.

El concepto de subalternalidad fue trabajado desde diversas perspectivas teóricas. En este trabajo tomamos como referencia los aportes de Antonio Gramsci, quien presenta a los grupos subalternos como el sector marginado de la historia o de la sociedad, en oposición al grupo dirigencial formado por las élites que detentan el poder político, económico, ideológico y cultural. ARICÓ, J., La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Siglo XXI, Bs. As., 2005.

Conocidas como el “rodrigazo” se intentan implementar una serie de medidas de ajuste basadas en una devaluación del 100% en el tipo de cambio y un aumento en los precios de los servicios públicos que llegó hasta un 200% dependiendo del servicio. RESTIVO y DELLATORRE, El Rodrigazo, 30 años después., Capital intelectual, Bs. As., 2005, p. 21.

Entre el 2 de junio y el 8 de julio de 1975, se produjeron diversas movilizaciones en los principales centros industriales del país, que desembocaron en 2 huelgas generales, la primera, durante el 27 de junio, y una segunda huelga general, durante las jornadas del 7 y 8 de julio, que imposibilitaron sostener las medidas del plan y provocaron la renuncia de los ministros Rodrigo y López Rega. COTARELO, María y FERNÁNDEZ, Fabián: “Lucha del movimiento obrero y crisis de la alianza peronista. Argentina, junio y julio de 1975 y marzo de 1976”, en: PIMSA 1997, 1997, p. 37-107. En línea: http://www.pimsa.secyt.gov.ar/publicaciones/DT13.pdf

En lo inmediato, las medidas adoptadas por la junta militar buscaron imponer un plan de disciplinamiento social y de reforma económica. Junto a la persecución y represión sobre los sectores populares, en especial sobre el movimiento obrero y sus diversas organizaciones, que ya venía dándose desde los últimos años, se sistematizó un aparato represivo con la finalidad de eliminar las posibilidades de cualquier tipo de conflictividad social y el funcionamiento de la economía se modificó notablemente a partir de dos políticas concretas: la Apertura Económica y la Reforma Financiera de 1977. Dichas políticas favorecieron la consolidación de un mercado financiero a corto plazo y de alta liquidez que operó como un factor de inestabilidad constante, destruyeron las barreras existentes en torno al movimiento de capitales, con lo cual se debilitó considerablemente al sector industrial, y ampliaron el caudal de capitales destinados a la especulación, a través de la redistribución de los márgenes de ganancia del sector asalariado hacia los capitales más concentrados y mediante la toma de préstamos en los organismos crediticios internacionales. SCHVARZER, Jorge, La política económica de Martínez de Hoz, Hyspamerica, Bs. As., 1986, p. 35.

El “Plan Austral” en 1985 y el “Plan Primavera” en 1987, buscaron reactivar la inversión interna y externa, controlar la fuga de capitales, controlar los gastos del estado y el avance de la inflación, lo cual no fue posible en gran medida a la falta de apoyo de los sectores económicos más concentrados.

En este contexto, el discurso de los organismos internacionales de crédito y los economistas neoliberales locales aparecían como la única vía para superar la crisis. Tomando como programa el recetario de fórmulas de ajuste del “consenso de Washington” comienza la última transformación de lo que aún quedaba del antiguo “Estado de Bienestar” en el país.  CASTELLANI, Ana, “Implementación del modelo neoliberal y restricciones al desarrollo en la Argentina contemporánea”, en: SCHORR, M. et al, Mas allá del pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América Latina., CLACSO, Bs. As., 2002, p. 103.

Maristella Svampa utiliza este concepto para dar cuenta de un proceso en el cual “...la doble dinámica de polarización y fragmentación fue moldeando los contornos más duraderos de un nuevo país, de una sociedad excluyente, estructurada sobre la base de la cristalización de las desigualdades tanto económicas como sociales y culturales...”. En: SVAMPA, Maristella, La Sociedad excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Taurus, Bs. As., 2005, p.12.

El efecto de las privatizaciones de las empresas del Estado producido durante el gobierno de Carlos Menem fue determinante en esto. En 1985, 243.354 empleados conformaban el grueso de los trabajadores de las principales empresas estatales (transporte aéreo, gas, energía, agua, transporte ferroviario, teléfonos y correo), en comparación, para 1998 este número se había reducido a 75.770, con el agravante de que más de 100.000 de estos desempleos se habían dado entre 1991 y 1992 a raíz de las privatizaciones. SVAMPA, M., op. cit., p. 40.

AIZICZON, Fernando, Zanón. Una experiencia de lucha obrera, Herramienta, Bs. As., 2009.

SVAMPA, M., op. cit.

CABRAL MARQUES, Daniel A., Las empresas estatales extractiva y la configuración de identidades sociales ligadas al mundo del trabajo en la Patagonia Austral (1907-1955), Maestría en Historia, UNPA, inédito.

SVAMPA, Maristella y Sebastián PEREYRA, Entre la ruta y el barrio: la experiencia de las organizaciones piqueteras, Biblos, Bs. As., 2003, p.15.

Teniendo en cuenta los diferentes modelos de intervención y militancia y a la relación que se establece entre las dimensiones sindicales, políticas y territoriales, Svampa y Pereyra proponen tres líneas dentro del movimiento de desocupados durante su etapa de gestación: la sindical, la política-partidaria y la territorial. En la lógica sindical podríamos agrupar a la Federación Tierra y Vivienda (FTV) y la Corriente Clasista Combativa (CCC). En la lógica político-partidaria, encontramos a las organizaciones que nacen del aporte de la estructura de los partidos políticos de izquierda. De esta manera, vemos el Polo Obrero (PO) vinculado al Partido Obrero, Barrios de Pie al Partido Patria Libre, Movimiento Territorial de Liberación (MTL) al Partido Comunista Argentino y el Movimiento Teresa Vive (MTS) al Movimiento Socialista de los Trabajadores. En la tercera lógica, la territorial, encontramos aquellas organizaciones que se centraron en el trabajo barrial, los Movimientos de trabajadores Desocupados (MTD) del gran Bs. As. e interior del país y el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR). SVAMPA, Maristella y Sebastián PEREYRA, op. cit.. Otro trabajo que también parte de los marcos ideológicos y políticos de las organizaciones pero define las tipologías de manera más laxa es el de PEREYRA, Sebastián, PEREZ, Germán y SCHUSTER Federico (editores), La huella piquetera, Avatares de las organizaciones de desocupados después del 2001, Ediciones Al Margen, Bs. As., 2008. A partir de los reposicionamientos de las organizaciones durante el cambio de coyuntura política de finales del 2001, los autores dividieron a las organizaciones de desocupados también en tres líneas o lógicas: la movimientista (Barrios de Pie, Movimiento Evita, FTV), la autonomista (MTD, FPDS) y la clasista (CCC, PO, MTR).

LANARI, María Estela, Informe Sociolaboral del Partido de General Pueyrredón. Junio 2008, UNMdP, Mar del Plata, 2008.

En relación a la pesca extractiva, debe aclararse que hasta el año 1997 los índices de producción fueron aumentando notablemente. A partir de este año, producto de la sobreexplotación de los recursos comienza la crisis de dicha industria.

LANARI, María Estela, op. cit., p. 6.

El cuadro fue relaizado a partir de los datos ofrecidos por el INDEC en base a la Encuesta Permanente de Hogares Tasa de actividad: Calculada como porcentaje entre la población económicamente activa y la población total. Tasa de empleo: Calculada como porcentaje entre la población ocupada y la población total.
Tasa de desocupación: Calculada como porcentaje entre la población desocupada y la población económicamente activa. Tasa de subocupación horaria: Calculada como porcentaje entre la población subocupada y la población económicamente activa. Tasa de subocupados demandantes: Calculada como porcentaje entre la población subocupada demandantes y la población económicamente activa. Tasa de subocupados no demandantes: Calculada como porcentaje entre la población subocupada no demandantes y la población económicamente activa.

HALPERIN WEIRUBD, Leopoldo (dir.), Concentración del ingreso, precariedad laboral y segmentación social: el caso de Mar del Plata, UNMdP, Mar del Plata, 1996.

La Capital, 28 de junio de 1997, p. 13.

La Capital, 28 de junio de 1997, p. 13 y 14.

En ese momento la municipalidad ofreció gestionar frente a la inminente efectivización del Plan Barrios Bonaerense. Este plan ofrecía a los beneficiarios una estabilidad laboral transitoria (entre 6 meses y tres años) a cambio de $200/300 (de acuerdo a la labor) y en contraprestación a 4 o 5 horas de trabajo diarias. Ibid. Además existía, desde 1996, el Plan Trabajar, el cual consistía en una ocupación transitoria de trabajadores desocupados, por un mínimo de tres meses y un máximo de seis. Durante ese lapso el beneficiario debía realizar tareas de interés comunitario (pavimentación de calles, refacción en escuelas, etc.) a cambio de una ayuda económica no remunerativa de hasta 200 pesos. OVIEDO, Luis, Una historia del movimiento piquetero. De las primeras coordinadoras al argentinazo, Rumbos, Bs. As., 2004, p. 53.

La Capital, 2 de julio de 1997, p. 12.

El grado y la forma como se presentan dichas características varía según la corriente política ideológica adoptada por la organización.

La Capital, 3 de julio de 1997, p. 8.

El corte se produjo sobre el camino viejo a Miramar. La Capital, 1 de julio de 1997, p. 4.

Durante la segunda gestión de Mario Russak al frente de la intendencia de Mar del Plata (1991-1995), luego de varios reclamos, se les garantizó a quienes realizaban cartoneo (y a través de la conformación de cooperativas) la utilización del Predio de Disposición Final de Residuos, más allá de si este fuera administrado por el municipio o un tercero. Desde 1995 con la administración del predio por parte de la empresa IMEPHO se negó el acceso a las cooperativas.

El Atlántico, 28 de junio de 1997, p. 4.

Un grupo promotor, es un grupo de activistas o militantes que a partir de conjugar perseverancia junto con la capacidad de mensurar políticamente los logros y dificultades de la praxis cotidiana, mantiene una presencia activa durante la acción colectiva. CIEZA, Guillermo, Borradores sobre la lucha social y la autonomía, Manuel Suárez Editor, Avellaneda, 2004.

Entrevista realizada en el suplemento NO del Página 12 del 21 de marzo del 2002. Versión electrónica en: www.pagina12.com.ar/diario/.../no/12-137-2002-03-23.html

Emilio Ali fue presidente de la sociedad de fomento del barrio Villa Santa Rita y posteriormente uno de los referentes de la Unión de Vecinos Organizados (UVO). Además adquirió notoriedad pública en el año 2000 cuando fue procesado y detenido por la ocupación de un supermercado (Casa Tía) al exigir alimentos. Por su parte, Héctor Maciel se desempeño como presidente de la sociedad de fomento del barrio Libertad y es referente de la Corriente Clasista Combativa (CCC) y activo militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR) desde hace años. Finalmente, podemos destacar a Ricardo Chacho Berrozpe quien mantenía un fuerte vinculo con la sociedad de fomento del barrio Newbery y ha sido el principal referente a nivel local del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) desde su creación en 1997 hasta la actualidad.

La Capital, 1 de julio de 1997, p. 14.

El Atlántico, 1 de julio 1997, p. 4.

MERKLEN, Denis, “Le quartier et le barricade. Le local comme lieu de repli et base du rapport au politique dans la revolte populaire en Argentine”, en: L´Homme et la Societe nº 143-144, Paris, 2002. (Hay traducción en castellano, Sobre la base territorial de la movilización popular y sobre sus huellas en la acción, en: Lavboratorio on line, ano IV, nº 16, diciembre 2004).

STRATTA, Fernando y Marcelo BARRERA, El tizón encendido. Protesta social, conflicto y territorio en la Argentina de la posdictadura, El colectivo, Bs. As., 2009.

La Capital, 2 de julio de 1997, p. 12.

SPADARI, Oscar, ¿Nuevos o viejos movimientos sociales? La experiencia socio-política de los participantes en los cortes de ruta en Mar del Plata 1997-2001, Tesina de Licenciatura en Historia, UNMdP, inédito.

Para un análisis de la relación entre clientelismo político, sectores populares y Partido Justicialista puede recurrirse a los trabajos de AUYERO, Javier, La política de los pobres. Las prácticas clientelisticas del peronismo, Manantial, Bs. As., 2001. Y LEVITSKI, Steven, La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999, Siglo XXI, Bs. As., 2005.

La presencia del Juez Martinelli fue expresada en los medios como consecuencia de los reclamos de los vecinos de la zona. Pasados los primeros días del corte comenzaron los intentos de criminalización de la protesta por parte de los medios periodísticos. Tanto en el diario El Atlántico como en La Capital encontramos notas donde se pone en manifiesto el peligro que supone para los “vecinos” de Batán y la zona la continuidad del corte en relación a los “frecuentes” robos que padecen y la problemática de traslado que el corte supone para los mismos. Recordemos que estos argumentos se complementaban con las declaraciones del gobernador Duhalde y de delegados municipales sobre la presencia de infiltrados en los piquetes. La Capital, 3 de julio 1997, p. 10.

La Capital,  3 de julio 1997, p. 8.

La Capital, 8 de julio 1997.

La Capital, 12 de julio 1997.

La Capital, 10 de julio 1997, p. 11.

La Capital, 10 de julio 1997, p. 11.

Entrevista a Héctor Maciel, realizada el 16 de abril del 2010.

El Atlántico, 28 de junio 1997, p. 2.

ANTUNES, Ricardo, “Diez tesis sobre el trabajo y una hipótesis sobre el futuro del trabajo”. En: Realidad Económica, diciembre 2007.