¿Qué piensan quienes producen? Representaciones en torno a la relación sociedad-naturaleza de familias productoras del sur santafesino

 

 

Evangelina Ana Tifni(*)

 

 

Resumen

 

En este artículo presentamos una serie de reflexiones surgidas a partir del análisis de las entrevistas semi-estructuradas con aportes de los relatos de vida. Nos proponemos abordar las representaciones en torno a la relación sociedad y naturaleza de las familias productoras del sur santafesino. Todas cuentan con cierto grado de capitalización y, las que se dedican a la agricultura extensiva, comparten un pasado chacarero. El proceso de modernización, la revolución verde y la instauración plena del agronegocios en la región, profundizaron las relaciones capitalistas en el agro pampeano tendiente a un doble proceso: adaptación/exclusión o bien, concentración/exclusión. Un grupo de familias que abordamos en este artículo se desenvuelven dentro de este modelo. El otro grupo que abordaremos son aquellas que se autodefinen como agroecológicas. Se trata de un universo heterogéneo respecto a la relación con la tierra, el grado de capitalización y las producciones realizadas. Nos proponemos en este trabajo, poner en tensión las representaciones en torno a la sociedad y la naturaleza, la producción de alimentos y la vida rural de ambos tipos de familias.

 

Palabras clave: Familia productora; Agronegocios; Agroecología; Sur de Santa Fe.

 

 

What do those who produce think? Representations around the relationship between society and nature in agricultural producer families in Southern Santa Fe

 

In this article, we will present a series of considerations that arise from the analysis of semi-structured interviews with contributions from life stories. We intend to address representations around the relationship between society and nature in agricultural producer families in Southern Santa Fe. All of them have at least some degree of capitalization, and those who dedicate themselves to extensive agriculture share a common past as small farmers. The process of modernization, the green revolution and the full establishment of agribusiness in the region have deepened capitalist relations in Pampa agriculture, with a tendency towards a double process: either adapting/being excluded or concentrating/being excluded. One group of families we talk about in this article work within this model. The other group we will discuss consists of families that define themselves as agro-ecological. This is a heterogeneous universe as regards relation with the earth, the degree of capitalization and the kinds of production themselves. In this work, we intend to contrast representations regarding society and nature, the production of food and the rural life of both kinds of families.

 

Keywords: Agricultural producer family; Agribusiness; Agroecology, Southern Santa Fe.


 

 

¿Qué piensan quienes producen? Representaciones en torno a la relación sociedad-naturaleza de familias productoras del sur santafesino

 

Introducción

 

En este artículo presentamos una serie de reflexiones surgidas a la luz de diversos trabajos de investigación[1] realizados en el marco del Grupo de Estudios Agrarios (GEA). Nos proponemos abordar las representaciones en torno a la relación sociedad y naturaleza de las familias productoras del sur santafesino. Todas cuentan con cierto grado de capitalización y, las que se dedican a la agricultura extensiva, comparten un pasado chacarero. Es decir, podemos considerarlas dentro del universo de las familias productoras (Archetti y Stölen 1975; Friedmann 1981; Cloquell et al. 2007; Balsa 2012): un actor social clave para el desarrollo del sector agropecuario en este territorio. Se trata de

 

una forma de producción particular que, con capacidad esporádica de reproducción ampliada, permite en ciclos favorables la incorporación de nuevas tierras o de nueva tecnología con la intención de conservar el patrimonio familiar tanto material como simbólico, con su traspaso también pasan los valores familiares, especialmente cuando el lugar es la sede del hogar rural. (Tifni, 2020: 126).

 

Otorgando al territorio características, formas de vincularse, de ser y estar particulares.

Estas familias fueron cambiando al ritmo de las transformaciones acaecidas en el modelo productivo agropecuario. Así pasaron de la chacra mixta, de producir y habitar en el mismo espacio físico a especializarse en la producción de commodities, a habitar los centros urbanos y de gestionar más que cultivar. El proceso de modernización (1960/1980), la revolución verde (1970) y la instauración plena del agronegocios (1990) en la región, profundizaron las relaciones capitalistas en el agro pampeano tendiente a un doble proceso: adaptación/exclusión o bien, concentración/exclusión. Un grupo de familias que abordamos en este artículo se desenvuelven dentro de este modelo y poseen un habitus[2] común.

El otro grupo que abordaremos son aquellas que se autodefinen como agroecológicas.[3] Se trata de un universo heterogéneo respecto a la relación con la tierra, el grado de capitalización y las producciones realizadas.[4] También poseen un habitus común.

Por todo esto, es que nos proponemos en este trabajo, poner en tensión las representaciones en torno a la sociedad y la naturaleza, la producción de alimentos y la vida rural de ambos tipos de familias. A partir del análisis de las entrevistas semi-estructuradas con aportes de los relatos de vida (Bertoux, 2005). Las mismas fueron realizadas en el marco de los proyectos de investigación ya mencionados a diversos actores vinculados con la producción de alimentos (productores y productoras, integrantes de las familias, técnicxs de INTA, docentes de localidades agrarias).

En el primer apartado, indagaremos en las particularidades que históricamente adoptaron las familias productoras del sur santafesino, más particularmente, la forma que tomó la división sexual del trabajo en su interior. En un segundo momento, pasaremos revista sobre las representaciones de las familias vinculadas al agronegocios (AN). Para luego, reflexionar en torno a los presupuestos de las familias agroecológicas (AE). Es necesario aclarar que nos encontramos en una etapa exploratoria y por eso en este trabajo realizaremos una primera aproximación a la información obtenida.

Con este trabajo, esperamos aportar algunos elementos que se conviertan en un insumo para aquelles docentes en los diversos niveles del sistema educativo provincial que abordan la historia regional reciente, las transformaciones en el sector agropecuario (especialmente las vinculadas a los actores de la producción primaria) como así también la problemática ambiental vinculada al modelo de producción agropecuaria. Consideramos que será fundamental para la recién formada Red de docentes por el ambiente de Santa Fe, orientada a la producción de materiales para trabajar estas temáticas.

 

De cada quien según sus capacidades o sobre la división sexual del trabajo en las familias chacareras

 

Incorporar la perspectiva de género a los estudios de las familias chacareras implica preguntarse por las formas de organización y gestión del trabajo tanto en la unidad productiva como en la actividad doméstica. Implica cuestionarse -tal como sostiene Lagarde-

 

¿en qué medida la organización patriarcal del mundo y sus correlativas condiciones femenina y masculina facilitan e impiden a las mujeres y a los hombres la satisfacción de necesidades vitales y la realización de sus aspiraciones y del sentido de la vida? (1996:3).

 

Agregamos también, hasta qué punto facilitan o impiden el acceso de las personas a los medios de producción, especialmente la tierra y las tecnologías. Implica también reconocer que las formas de producir, la circulación y apropiación de los bienes en la región pampeana estuvo signada por la división sexual del trabajo que posibilitó la articulación entre modelo productivo y familia, definiendo roles y jerarquías de género al interior de la unidad de producción y en la esfera doméstica. Es decir, se cristalizó en el chacarero o en las familias chacareras, principal protagonista del desarrollo agrario capitalista en el sur de la provincia de Santa Fe.

 

Familia productora. Tractor y arado. Zona rural Los Molinos. Año 1930.

Archivo personal de la autora

 

La familia productora -chacarera- se organizaba como una economía de subsistencia que con el avance del agronegocios y la radicación de la familia en el entorno urbano se pierde

 

porque creían que comprar la verdura en el pueblo era un progreso. Porque eso más allá del negocio de la verdura es una cultura, es crearte tus cosas. Eso se llama economía de subsistencia, es una economía primaria muy, muy interesante. Vos te proveías de todo o sea que los gastos eran mínimos (Juan, productor agrícola-ganadero AE).

 

En este esquema de organización, las mujeres eran las encargadas de todo lo relacionado a lo que sucedía ‘tranquera adentro’; las producciones para autoconsumo, las tareas reproductivas y de cuidados. Las mujeres rurales son productoras domésticas que carecen de una remuneración económica por los trabajos que realizan en el predio y que aseguran la alimentación de la familia y ‘resuelven’ cuestiones vinculadas a la pobreza (Federici, 2014; Biaggi y Knopoff, 2021). En palabras de un entrevistado

 

nos habían dado 2 has para que tengamos unas vaquitas para ordeñar y tener la leche fresca todas las mañanas. E: ¿Y su mamá que hacía? Y… era ama de casa, lavaba, plancha, nos hacía la ropa a todos porque en aquel tiempo se hacía todo en las casas” (José, productor familia).

 

Mujeres y niñes cocinando en chacra de la zona rural de Chañar Ladeado,

departamento Caseros. Año 1915. Archivo personal de la autora.

 

Mujeres y niñes también aportaban fuerza de trabajo en las actividades productivas en los momentos de mayores requerimientos que eran -y aún lo son- considerados ‘colaboraciones’, ‘ayudas’. Adelma[5] nos relataba,

 

yo paraba las bolsas arriba la chata y los otros las hombreaban. Pero mi mamá y mi hermana Ofelia juntaban maíz con la maleta y mi papá y yo que era la más chica de todos sacábamos las bolsas con un aparato. Había que bajarse, enganchar las bolsas y papá de arriba tiraba. Y después con un carrito, yo con un caballo tiraba el carrito hasta la troja y tiraba el maíz... habré tenido 9, 10 años. Era un trabajo mucho más liviano porque yo era mucho más chica que mis hermanos.

 

Mirá, yo tengo un hermano mayor y otra menor, estudiamos primaria porque nos pechaban… y uno en primaria ya era grande para trabajar en el campo, los chicos ya cuidaban animales. Ahora es todo fácil, aunque la hacemos difícil nosotros (Osvaldo, productor agrícola AN)

 

Los varones se encargaban de lo que sucedía ‘tranqueras afuera’. Esto es la producción y comercialización para el mercado y la representación en los espacios públicos. Eran quienes tomaban las decisiones de producción y asumían los riesgos propios de la actividad. Era el padre de la familia quien concentraba la autoridad y decidía también sobre las decisiones del resto de les integrantes de la familia. Era también quien representaba a la familia/unidad productiva en los espacios de comercialización (cooperativas agrícolas) y quien formalmente era considerado productor.

 

Cuadrilla de trabajadores rurales. Trilladora de trigo. Zona de Estancia ‘El Gaucho’.

Año 1920 aprox. Archivo personal de la autora.

 

Es necesario recordar, tal como señala Stölen (2004), que para estas familias el factor crítico no era la tierra, sino el trabajo. Por tanto las características de la composición de la familia eran fundamentales para su subsistencia. Así, el género, la edad, la cantidad de personas que vivían juntas se volvían en variables claves a tener en cuenta a la hora de desarrollar la estrategia productiva. El hijo varón era quien heredaba las tierras y las mujeres cuando se casaban abandonaban la explotación (renunciando a la herencia) y se anexaban a la familia de su marido (Stölen, 2004: 68). Esto se refleja en el recuerdo de Arturo,

 

ahí vivió un tiempo mi papá, después vino al pueblo con mi mamá. Quedó un tío soltero ahí, los otros se fueron casando y se fueron. Porque 80 has no daban. La tía ya se había casado y se fue, el tío Pedro vivió un tiempo casado ahí y después ya se vinieron para el pueblo… y eso fue más o menos… cuando la (hija) del medio empezó la primaria (Omar, productor AE).

 

La radicación de la familia chacarera en el entorno urbano coincide con el proceso denominado modernización agraria y comprende el período de 1960 hasta la década de 1980. Se caracteriza por la profundización del capitalismo en el agro y la consecuente subordinación de la naturaleza al capital. Se refleja en la industrialización de los procesos agropecuarios, la mecanización de las labores y la generalización del uso de insumos de origen industrial. Aumenta la producción y la productividad a partir de la incorporación de tecnologías; se especializa la producción en cinco cultivos: trigo, maíz y sorgo (cereales); soja y girasol (oleaginosas) y se incorporan innovaciones tecnológicas: híbridos en maíz, sorgo y girasol. Si seguimos el análisis propuesto por Stölen (2004), es evidente que las tecnologías incorporadas tienen un fuerte sesgo productivista y sexista. Todas estaban orientadas al aumento de la productividad tanto de la tierra como del capital y ninguna implicó mejoras para las actividades destinadas al autoconsumo, en su mayoría realizadas por mujeres y niñes.

Estos procesos reorganizaron los sistemas productivos y las familias, modificaron las tareas asignadas a cada género pero no necesariamente la organización de la producción -y de la familia- en torno a la división sexual del trabajo.

 

Yo justamente al margen de estar en la municipalidad trabajo de administrativa en una empresa de servicio de cosecha y siembra… así que también estoy como empapada (…) es de mi papá, por eso creo que me ha dado un lugar (Melina, funcionaria municipal).

 

Las actividades de reproducción y cuidado de les integrantes de la familia continúan predominantemente bajo responsabilidad de las mujeres; generalmente es la madre la responsable y cuenta con otras mujeres (familiares, amigas, empleadas, etc.) para el sostenimiento de estas tareas. Lo que da cuenta de la presencia diferenciada entre varones y mujeres en las tareas vinculadas a la producción y reproducción social de la vida.

 

Llego al mediodía, cocino, le doy de comer a los chicos, mi esposa es maestra en esos horarios no esta nunca. Llevo a los pibes a la escuela, al más chico con la abuela, me voy al campo y a la noche la misma vuelta. Yo no estoy quieto nunca. (Ariel, productor AE).

 

Vivo con mi señora y los chicos. Ella es profesora de educación física pero no da clases, tiene un estudio de pilates, trabaja a la mañana y a la tarde se lo alquiló a una chica que da pilates. Mi prima viene y me cuida los chicos y me ayuda con los papeles hasta que los chicos se levantan, tipo 10. A la tarde los cuida mi señora, vamos al campo. (Pedro, productor AE).

 

Estas situaciones dan cuenta de una sobrecarga de trabajo y una superposición de tareas de cuidado y de producción de autoconsumo.[6] No sólo se invisibiliza el trabajo productivo de las mujeres y al aporte realizado al PBI en tanto trabajadoras agrarias sino que dificulta e impide el acceso, disposición y control de los medios de producción y, especialmente, de la tierra y la tecnología (Federici, 2014; Biaggi y Knopoff, 2021). Luego, nos cuestionamos hasta qué punto las familias que optan por el AN organizan sus labores productivas y domésticas manteniendo los estereotipos patriarcales y hasta qué punto las que optan por la AE revierten estas estructuras patriarcales.

 

 

De cuando no hay otra opción o de familias productoras en el agronegocios

 

El modelo del agronegocios se fundamenta en la noción moderna occidental de naturaleza. La entiende como externa a las personas; es decir, hay una división intrínseca entre “Naturaleza y Sociedad (o Cultura), donde la primera quedaría mediada y representada por la autoridad científica” (Arach, 2015: 256). Esto se traduce en la subordinación de la Naturaleza a la Sociedad; en el predominio de la ciencia y la técnica por sobre los saberes tradicionales; en la subordinación y el despojo de las comunidades locales; en la búsqueda constante del aumento de la productividad y la ganancia económica basado en la intensificación del capital sobre la naturaleza.

 

Mirá lo que yo hacía, ese campo que era para animal y me daba verde… y me daba verde en el invierno, o sea era para tener animales y yo lo estaba matando al pasto con dos o tres, con una inversión en dólares increíble, y es... y se moría solo… en diciembre ya no tenía más ese pasto… osea que... la misma naturaleza me cubría el suelo. (Dana, productora AE).

 

Mi papá decía: a nosotros venían los ingenieros y nos decían que el suelo tenía que estar limpio, porque si no te consume la humedad y esto y lo otro, que se yo y qué empezaron hacer? fumigaban y hacían barbecho y bueno… pero de a poco fuimos intentando, a veces no funciono otras sí. (Nadia, productora AE).

 

En este contexto, se produce lo que O’Connor (1994) denomina capitalización de la naturaleza. Esta noción moderna occidental implica considerarla un stock, un producto útil para el capital, un recurso inagotable del que las sociedades pueden disponer. La naturaleza capitalista es la naturaleza que progresivamente se volvió mercancía y objeto de gobernabilidad lo que tiene implicancias en los territorios y en los bienes naturales locales. En tanto bien de capital, la naturaleza se vuelve valiosa y posible de ser gestionada por las empresas (Escobar, 1999; O’Connor, 1994). “Cada materia prima, cada insumo de producción procedente de una fuente terrestre, es reconocida formalmente como un elemento del capital o un servicio derivado de un capital” (O’Connor, 1994: 22). Distanciándonos del análisis de los tres factores de producción (tierra, capital y trabajo) utilizado tradicionalmente en los estudios agrarios, donde la tierra se diferenciaba por su condición de “natural”, no reproducible, agotable y generadora de renta y no de ganancia.

 

No es que uno quiera agrandarse o achicarse, pero uno cría una vaca y tenés para comprar verduras lo que quieras (José, productor y contratista de servicios AN).

 

Yo me acuerdo que mi papá siempre decía que hay que hacer trigo, que hay que guardar semillas y no perder el trigo porque es como nuestro aguinaldo. Es lo que te entra en diciembre. (Natalia, hija de productor AN).[7]

 

Entoramos un mes más tarde y las vacas terminan de parir ahora cuando todos tenemos tiempo de atender las vaquillonas (...) Pero es una razón de comodidad y de plata. A mi este… funciona me funciona perfecto. (Osvaldo, productor agrícola AN).

 

En el sur de la provincia de Santa Fe -como en tantas otras regiones del planeta- en los últimos años, asistimos a una reprimarización de la economía con la profundización del modelo del agronegocios. El proceso de modernización agraria implicó no sólo la reconfiguración de los territorios sino también de los sistemas productivos. Los territorios son vistos como “algo inerte, mensurable, cuantificable, intercambiable, y desprendido de prácticas y sentidos particulares” (Arach, 2015: 258). Aparecen las áreas de sacrificio, espacios socialmente vaciables, comunidades invisibilizadas (Arach, 2015; Ferrero, 2005; Svampa, 2013).

 

...la gente que dejó las vacas no solo (dejó) las vacas, no mantuvo el molino, lo tuvo cerradito, 5 años se rompió, el tanque se secó, los alambrados pasan con las máquinas chocan uno, chocan otro y cuando se quieren acordar no sirven más. El que dejó las vacas no las pone más. (Natalia, hija de productor AN).[8]

 

Se perdió todo por la venida al pueblo, acá hay muchos choreos, después por las fumigaciones se empezaron a morir todos los frutales. Entonces la gente empezó a sacar, no queda nadie viviendo en el campo. (Ariel, productor AE).

 

La reconfiguración de los sistemas productivos implicó, entre otras cosas, la desarticulación entre la unidad doméstica y la productiva principalmente por el traslado de las familias a los cascos urbanos. El campo ya no es espacio de vida, de encuentro, de socialización, sino que se convirtió en un espacio de producción y productividad. A la vez que muchas de las tradiciones y saberes locales se pierden y desvanecen. Prácticas productivas que eran parte de la cultura y las tradiciones de estas localidades agrarias se convierten en recuerdos. Por ejemplo, la yerra es una práctica tradicional en la cual se castran a los terneros machos (para evitar agresiones y actividad sexual) que luego van a ser comercializados. Esta práctica, en la que se ponen en juego diversas destrezas y saberes (como la utilización de bisturí, enlazar, ‘voltear’ al animal, etc.), va desapareciendo tanto por la disminución de la ganadería como actividad productiva como por la implementación de prácticas de manejo que tienen en cuenta el bienestar animal ya que se trata de una situación de sufrimiento y miedo para el animal lo que le genera mucho estrés.[9]

Entre las familias productoras, la yerra era vivida como una fiesta

 

que duraba todo el día, empezaba a la mañana bien temprano, apartar los animales el día anterior, después a la mañana mi papá, mi hermano, los varones, venían vecinos todos, castraban. Mientras, nosotras hacíamos pastelitos, tortas, después el asado y a la tarde seguíamos con guitarras y empanadas y así hasta la noche. (Viviana, productora extensiva AN).

 

En este relato queda claramente expresada la división sexual del trabajo propia de esta tradición chacarera, los varones realizaban las tareas propias del manejo de los animales y las mujeres se encargaban de la comida y el cuidado de niñes.

La separación del lugar de vida y lugar de producción, el alejamiento de la familia productora ‘del campo’, el perfil cada vez más empresarial del productor y la exclusión productiva (que se traduce en la transformación de algunos productores familiares en pequeños rentistas) propia del modelo del agronegocios transforma la relación simbólica con la tierra. Según una entrevistada,

 

los productores pasan de ser un hombre de campo a ser un hombre que tiene campo. Ser un hombre de campo tiene que ver con querer mucho lo que uno tiene pero no como un bien material sino como una modalidad de vida y como lo que uno… aprendió a hacer, eh… En cambio, un hombre que tiene campo puede ser un señor que se dedica a los negocios y no le tiene el aprecio que nosotros le tenemos a la tierra como el de cuidarla, cuidarla del monocultivo, cuidarla de un montón de cosas que hacen la diferencia entre… la persona de campo y la persona que puede tener campo… pero nada más que para negocio” (Mariana,[10] hija de productor AN).

 

La diferencia grande, grande en el campo fue en convencional y directa, eso dio vuelta la historia. Nosotros tuvimos siempre 4 tractores y hacíamos 1.500 o 1.600 horas por tractor, porque se hacían 5 o 6 pasadas, se disqueaba, se trabajaba, se escardillaba dos veces después del sembrado. Ahora, un tractor, el grande con la sembradora grande no se si llega a las 300 horas en el año. A causa de eso se ganó muchas horas hombre, tractor y el otro tractor va con el monotolba, y quedan 3 tractores más. (Raúl, productor AN).

 

Este avance del capital sobre la naturaleza y la -consecuente- transformación del territorio y los actores presentes, se hizo a partir del despliegue de diversos dispositivos expropiatorios que implican la utilización de diferentes grados de violencia física y simbólica y redundan en la concentración de tierra y capital y en la exclusión productiva y social. El sur de la provincia de Santa Fe es uno de los territorios de nuestro país donde se ancló el capital extranjero para poder expandirse. En él se concentraron las diversas actividades relacionadas con la producción primaria como ser el acopio, comercialización y transporte de insumos y de la producción con destino al mercado internacional. En esta dirección, tanto el Estado nacional como los provinciales se dieron la tarea de generar las condiciones para satisfacer los requerimientos del capital. En un primer momento, la colonización de los territorios fue extensiva y externamente, es decir se desplegaron las campañas de colonización de tierras a los pueblos originarios para poder lograr la Argentina granero del mundo.


 

Galpón de cría. Criadero de 500 madres. Zona Chañar Ladeado. Año 2018. Archivo personal

 

En esta dirección, y como señalan Bonaudo y Sonzogni (2000), las dos primeras tareas que llevaron adelante los gobiernos fueron poblar los territorios y disciplinar la mano de obra. La privatización de las tierras fiscales y la generación de un mercado para el desarrollo de la actividad agrícola fueron condiciones iniciales para moldear un espacio al servicio del capital. Los pilares sobre los que se erigió este modelo fueron la propiedad y el trabajo. El Estado a través de sus políticas de colonización pública primero y su articulación con la Compañía de tierras del ferrocarril, luego, generó condiciones para el poblamiento y origen de los pueblos del sur santafesino. El entramado ferroviario organizó el territorio en base a sus necesidades: se dio la tarea colonizadora para asegurarse la producción que luego transportaría. De esta manera, el tendido ferroviario contribuyó a la expansión y consolidación del modelo agroexportador habilitando los espacios que el capital requería (Cloquell, et. al 2007).

Esta adecuación a los requerimientos del capital transnacional, se manifiesta hoy en nuestra región con el modelo del agronegocios con un doble proceso de concentración (de la tierra y del capital) / exclusión (de productores, trabajadores, de actividades). Si consideramos los datos arrojados por el Censo Nacional Agropecuario (CNA) 2018, se expresa en la tendencia a

 

la concentración de la superficie total operada por arrendamiento y la desaparición de EAP, con mayor incidencia de aquellas que trabajan hasta 200 has (…) La comparación intercensal estaría demostrando el incremento en la superficie en explotación en los estratos superiores a 200 ha, pero fundamentalmente en los estratos de 1.000,1 hasta 20.000 y más ha. (Albanesi et Al, 2021).

 

Es decir, continúa el proceso de exclusión productiva de las familias productoras y la profundización de los rasgos capitalistas de la producción primaria expresándose -de acuerdo a la comparación intercensal 200-18- en un aumento de la concentración de la tierra por encima de la media nacional (Urcola y Tifni, 2021).

En este contexto se da una victoria semiótica del modelo del agronegocios que se plantea a sí mismo como única y mejor opción posible. Esta construcción semiótica implica la aceptación por una parte de la sociedad de que todo es mercancía, implica la construcción del sentido, la representación dominante de la naturaleza como un stock del capital, como un recurso natural (O’Connor, 1994).

 

Mi papá decía no puede ser bueno tantos químicos, y yo le decía: no, pero sino no lo hacemos así… pero yo ya venía formada de cinco años en la Facultad de Agronomía de que si no le echaba eso, no sabría como producirla… no había otra opción de producción… (Dana, productora AE).

 

En reiteradas oportunidades, les productores familiares entrevistades sostuvieron que la única opción que tienen para continuar en la producción es o aumentar la escala o en producciones de cerdo confinar categorías lo que implica una mayor inversión en capital. De sostener la escala, la mejor opción es arrendar sus tierras lo que equivale a la exclusión productiva y la conversión en pequeño rentista. Se valora el ingreso económico generado, la liberación de les hijes de la vida de esfuerzo y sacrificio que implica el campo, las mejoras en el acceso a educación y salud y la liberación de tiempo destinado ahora al ocio y la recreación; entre otras cosas.

En palabras de Arach (2015), aparece “el paradigma de la adecuación” en estos territorios expuestos a los impactos negativos del agronegocios. Una parte de sus habitantes no cuestionan el modelo productivo o no vinculan sus consecuencias a sus lógicas. En diversas entrevistas realizadas a pobladores de localidades agrarias del sur de la provincia de Santa Fe aparecen preocupaciones por problemáticas sociales y biofísicas (por ejemplo la falta de empleos genuinos, las malas condiciones de vida en las zonas rurales, la desaparición de las escuelas rurales, los robos de animales y otros hechos vinculados a la seguridad de la propiedad privada, la erosión del suelo y la resistencia de las plantas adventicias a los agrotóxicos, entre otros) pero no son vinculadas a la expansión del agronegocios en la región.

Como señalamos más arriba, el modelo del agronegocios implicó la reconfiguración de los territorios en diversos sentidos. En términos sociales ‘la agriculturización’ se tradujo en un proceso de vaciamiento del territorio, de despoblamiento rural y en la exclusión de productores y trabajadores; en términos productivos implicó el paso de la chacra mixta (combinación de agricultura y ganadería) al predominio de la agricultura -especializada en cultivos flexibles[11]; en términos del uso de suelo, implicó el avance hacia espacios antes producidos bajo otro manejo y la disputa -en algunos casos- con intereses inmobiliarios; en términos de prácticas productivas, se sustenta en el uso intensivo de tecnologías de capital[12] y de agrotóxicos con consecuencias negativas cada vez más evidentes en la salud humana y el ambiente. Al mismo tiempo, se expande la percepción de parte de la población local respecto a los riesgos que implican las formas dominantes de producción tanto para la salud humana como para el ambiente.[13]

 

Del conflicto como oportunidad o de la agroecología como alternativa productiva viable

 

Desde mediados de la década de 2000, se comienzan a profundizar las disputas por los territorios producidos bajo esta lógica del capital. Parte de la sociedad local cuestiona el acceso, uso, control, significado de los bienes naturales y se generan conflictos entre los diferentes actores presentes que expresan la articulación local / global. El capitalismo actual se caracteriza por conflictos no sólo “entre grandes empresas, sino también por las luchas entre los intereses capitalistas y los grupos sociales que resisten el desposeimiento de sus propias tierras, selvas y recursos; así como por conflictos dentro y entre estos grupos sociales no capitalistas” (O’Connor, 1994: 26).

En el sur de la provincia de Santa Fe se manifestó en el crecimiento de la conflictividad socio-ambiental entre el avance de los espacios urbanos hacia las áreas dedicadas a la producción agropecuaria y el avance de la agricultura industrial y el incremento del uso de agroquímicos riesgosos para la salud. A fines de la década de 2000[14] y comienzos de 2010, emergen regulaciones provinciales, municipales y comunales y otras formas de intervención política en estos territorios[15] que intentan delimitar el uso de agrotóxicos en los espacios lindantes a los cascos urbanos y a las escuelas rurales, se crean los periurbanos (intersección física entre lo rural y lo urbano) que se convierten en el campo de disputa y tensión entre los actores que comparten y coexisten en las localidades agrarias (Espoturno, 2018b; Espoturno y Propersi, 2015).

 

Nosotros empezamos a armar un grupo para sacar las fumigaciones del periurbano, queríamos protegernos de eso. Empezamos a molestar a la comuna para que cambie la ley, que cambie la ordenanza. Acá es a partir de 100 metros, de 100 a 1000 tenes una fumigación al año. Esto es lo que presionamos para que se cumpla porque no se cumple. No se controla. (Sandra, docente y ambientalista).

 

Siempre se respetó esa ordenanza que a tantos kilómetros no se puede fumigar, obviamente que se fumiga con el viento, sin viento (...) E: y en esas tierras ¿qué se hace? hacen agricultura convencional… extendieron un par de metros a los productos que solamente tengan franja verde (Carla, Funcionaria municipal Área de producción).

 

Estos fragmentos reflejan como las normativas y delimitaciones de los periurbanos se sustentan en una significación de los territorios y la naturaleza como algo inerte, cuantificable, medible. Es decir, se determinan a cuántos metros de las zonas residenciales y de las escuelas rurales no se puede utilizar determinados insumos químicos que son perjudiciales para la salud humana y el ambiente, considerando el resto del espacio rural como pasible de ser envenenado; como área de sacrificio en pos de la ganancia y la reproducción del capital.

Los movimientos de resistencia al avance del capital sobre la naturaleza ponen en cuestión la colonialidad existente; plantean formas de habitar los territorios que cuestionan el fundamento mismo de la dominación.

 

Los movimientos societales contra la expansión mega-extractivista constituyen un conjunto de prácticas políticas que se despliegan en el tiempo en diferentes niveles de actuación pero que tiene en el territorio amenazado su locus de sentido y su referencia principal (...) La finalidad principal es resistir los dispositivos expropiatorios, pero también reafirmar la propia existencia” (Arach, 2015: 258 y 259).

 

Yo quiero comer sano yo, tengo trabajo externo y vivo de eso. Pero todo lo de mi campo es para mi, mi familia, para amigos (...) Yo lo quiero hacer para mi jubilación, mi trabajo es complicado, mi idea es cuando me jubile dedicarme a esto, va a ser mi jubilación. (Ariel, productor AE).

 

Queremos tener una vida más sana. Para que vuelva a cumplirse la cadena alimentaria (...) En el grupo éramos gente común que quiere un ambiente saludable. En 2018, éramos más de 18 integrantes. Con la pandemia se complicó mucho… (Mauro, productor AE).

 

La composición social de estos movimientos es heterogénea, lo que demuestra el amplio espectro de personas que adhieren a una misma causa. Por ejemplo, quienes participan en “La 18 contra los agrotóxicos” se definen como un grupo de vecinos y vecinas de los pueblos que se encuentran sobre la ruta provincial 18[16] que les “PREOCUPA y OCUPA la SALUD” (la18santafe.wordpress.com).

El discurso ambientalista incluye una amplia gama de acciones y de matices a partir de los que constituye la realidad, plantea responsables, propone alternativas, formas de remediar la situación; usa imágenes para construir una realidad autoevidente.

 

Nosotros intentamos hacer trigo agroecológico en el predio del ferrocarril en Los Nogales pero la sequía y las cotorras hicieron un desastre, manchones redondos perfectos! Ahí nos fue mal… (Sandra, docente y ambientalista).

 

Acá en un momento se armó un Basta de fumigarnos y de ahí salió una feria donde tratábamos que sea una feria de producciones agroecológicas y esa onda que con la pandemia se planchó un poco… (Diego, productor AE).

 

El ambiente es construido, representado, reclamado y disputado social y culturalmente (Escobar, 1999). Siguiendo con lo propuesto por ‘La 18’, construyen su nosotres en torno a la Ruta 18, la mejora de la calidad de vida y el cuidado del ambiente y la lucha contra el modelo del agronegocios. Éste es responsable de los problemas de salud de la población local. A partir del encuentro con otros espacios de resistencia, se proponen acciones concretas y el fomento de la agroecología es uno de sus objetivos (https://la18santafe.wordpress.com/).

Tanto en la Ruta 18, como en el resto del territorio del sur santafesino, la agroecología se torna una alternativa viable de producción agropecuaria en los espacios periurbanos ya que implica- entre otras cosas que abordaremos más abajo- un menor uso de productos químicos. Esto habilita el surgimiento de “nuevos” productores familiares relacionados con la producción agroecológica, su comercialización y distribución. Esto contribuye a la visibilidad de las mujeres como protagonistas de la opción por la agroecología. A diferencia de lo que sucedía en las familias chacareras,

 

fueron las mujeres quienes eran las voceras de la historia e incluso protagonistas en las decisiones de participación en grupos, definiciones de la forma de llevar a cabo la producción y pioneras en la decisión de optar como actividad económica de la familia una vinculada a lo agrario. (Albanesi et. al, 2018).

 


Estas productoras sostienen vínculos con el territorio a partir de valorizar la construcción de redes sociales para una producción y distribución de alimentos respetuosa de la naturaleza.

 

Productora hortícola. Zona Chañar Ladeado. Año 2022. Archivo personal

 

La agroecología es una corriente crítica a la Revolución Verde, lo que implica una concepción diferente de la naturaleza y de la relación sociedad/naturaleza. Supone reconocer que la naturaleza es una construcción discursiva y de significado. Lo que consideramos natural es también una construcción social y cultural. Entonces, tanto las identidades como la naturaleza pueden ser pensadas como híbridas y múltiples. Una perspectiva híbrida para pensar la relación sociedad-naturaleza y que incluye tanto lo natural como lo artificial, tecnológico.

 

Yo trabajo 16 campos por eso me metí en agroecología, porque veo cómo hacen, yo veo todo lo que se pone, por eso no quiero consumir esa carne. Yo hago pastoreo intensivo rotativo (50 días) todos los días cambian de parcela (...) le pongo vacunas biológicas porque eso lo dice la ley pero no estoy de acuerdo. Yo hago encierro de noche porque como estoy cerca del pueblo me hacen un desastre. (Ariel, productor AE).

 

Bueno, cuando yo me vine, también era el hecho de plantearle a él (su papá) de buscar otra manera de producir y bueno en todo esto, como que a veces él ve cosas que antes hacían y que se dejaron de hacer ponele… eh…o siempre hablamos de hacer el cultivo de cobertura en invierno para que el suelo quede cubierto, no hay erosión, se fijan nutrientes, bueno un montón de cosas. (Nadia, Productora AE).

 

Cuando me recibí, me desembarqué ahí (campo de 600 has en zona núcleo sojera)… tengo que matar a este yuyo de mier… me entendés. Entonces entraba en el 2014 que la producción estábamos en negativo, o sea, no nos daba ni para vivir, era un contexto súper desfavorable… yo entraba con doble golpe, entraba al principio con glifosato, le ponía tres cosas… yo ya ni me sé los nombre porque no los uso (...) después de tres o cuatro veces más con glifosato, graminicida porque no podíamos atajar nada... siempre era una plaga, avión, hasta me atacaban los insectos, viste cuando vos decís todo tan desequilibrado… y bueno trabajé dos años ahí y quedé embarazada y dije no… no voy a estar haciendo esta vida con un bebé, y no lo quiero sostener de otra manera digamos. (Dana, productora AE).

 

Las personas, en los lugares que habitan, no están separadas de la naturaleza, somos una población más que coexiste en el ecosistema (Escobar, 1999; Ulloa, 2011).

 

La naturaleza y la cultura se plantean como construcciones sociales que implican que los humanos no son determinados por el medio ambiente y a su vez que la naturaleza no es determinada por los intereses individuales. Esto permite un nuevo entendimiento de la relación naturaleza/cultura como interdependiente e interactiva, en la cual ambas se ven afectadas recíprocamente. (Ulloa, 2011:28, 29).

 

En esta línea, las coordenadas temporales y espaciales -el contexto histórico, las particularidades locales, regionales- son claves para poder analizar las problemáticas ambientales y cómo lo global se juega en cada territorio.

En este marco, la agroecología conlleva a la (re)construcción de la biodiversidad ya no entendida sólo como el incremento de la diversidad biológica sino, como una construcción discursiva política y cultural. La actual crisis socio-ambiental, nos enseña que no podemos pensar a la biodiversidad como ajena y separada de los seres vivientes en un mismo espacio; no podemos pensar a la naturaleza como externa y separada de la sociedad. Es necesario pensarla desde una perspectiva amplia, reconociendo la complejidad que le es propia. La biodiversidad en tanto discurso cultural y político plantea la defensa de los territorios reconociendo la capacidad de actuar de las comunidades locales, revalorizando el conocimiento local sostenido en las prácticas cotidianas (Escobar, 1999). En línea con este planteo y como mencionamos anteriormente, científicxs del mundo, sostienen que la salida a la actual crisis socioambiental está en entender y abordarlo desde el paradigma ‘One Health’, una salud que no diferencia humanes de no humanes y así se recuperará la biodiversidad.

La agroecología se construye a partir de la recuperación de los saberes ancestrales y vinculados a las cosmovisiones de los pueblos originarios. Propone (re)construir la biodiversidad, y producir alimentos, a partir de una relación respetuosa con los bienes naturales, respetando sus ciclos. Esto se sostiene en modelos locales que suponen otras concepciones de la relación sociedad/naturaleza. El conocimiento local es, entonces, construido históricamente a partir de la conjunción de prácticas cotidianas, es “una actividad localizada compuesta por una historia cambiante de prácticas” (Escobar, 1999: 247).

 

Algunos interrogantes que nos invitan a sentipensar colectivamente

 

Aquello que caracteriza la producción agroecológica de alimentos genera algunos interrogantes a la hora de ponerse en juego en el sur santafesino ya que en su constitución no hay una memoria aborigen ni una vinculación a saberes ancestrales. La historia de la pampa gringa comienza con la aniquilación del indio y la construcción sobre la población inmigrante, las familias chacareras, que llevaron adelante la producción agropecuaria. “Muchas prácticas de manejo que se usan en la agroecología son las mismas que hacían los abuelos de los productores de hoy” (Virginia, Técnica INTA). Teniendo en cuenta todo esto y conociendo algunas experiencias de producción agroecológica, nos preguntamos entonces ¿cuáles son los componentes de los modelos locales en el sur santafesino?, ¿cuáles son las prácticas, saberes, tradiciones que son necesarias recuperar y que aporten a la agroecología?, ¿cuál es la memoria agroecológica?

Esperamos que estos interrogantes sean abordados en las aulas. Invitamos a abordar una realidad compleja, que nos atraviesa como habitantes de este territorio santafesino. Se trata de una problemática que interpela nuestros consumos diarios de alimentos, cargadas de tensiones y contradicciones, no sólo para quienes producimos sino también para quienes consumimos. Esperamos que la comunidad docente, se apropie de este texto y lo comparta con estudiantes de diversos niveles, especialmente con quienes se encuentran en la formación de futures docentes.

 

Bibliografía

 

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Entrevistas

 

Para respetar el acuerdo de confidencialidad y anonimato establecido con las personas entrevistadas, todos los nombres fueron modificados.

 

Nombre

Edad

Actividad

Lugar

Fecha

Carla

39

Funcionaria municipal Área de Producción

Las Parejas

Noviembre 2021

Melina

35

Funcionaria municipal área Bromatología

Armstrong

Noviembre 2021

Dana

 

32

Productora de huevos pastoriles y propietaria de un almacén natural

Firmat

Marzo 2022

Nadia

 

32

Productora de huevos pastoriles e hija de productor agrícola- ganadera en transición agroecológica

Cañada del Ucle

Marzo 2022

Diego

 

45

Médico y productor agrícola

Cañada de Gómez

Noviembre 2021

Virginia

 

46

Técnica de INTA

Oliveros

Noviembre 2021

Omar

58

Productor ganadero

Arequito

Mayo 2022

Ariel

42

Productor y médico veterinario.

San José de la Esquina

Junio 2022

Pedro

37

Productor agrícola

San José de la Esquina

Junio 2022

Mauro

 

33

Productor agrícola

Chabás

Junio 2022

Sandra

52

Directora escuela primaria

San José de la Esquina, Los Nogales

Mayo 2022

José

65

Productor agrícola-ganadero

Chañar Ladeado

Agosto 2011

Adelma

 

78

Esposa de productor agrícola

Chañar Ladeado

Agosto 2011

José

80

Productor agrícola y contratista de servicios

Los Molinos

Julio 2011

Vivina

43

Productora agrícola

Casilda

Mayo 2012

Osvaldo

67

Productor agrícola-ganadero

Tortugas

Octubre 2016

Natalia

36

Hija de Osvaldo, ‘lleva los papeles’.

Tortugas

Octubre 2016

Mariana

32

Hija de Ricardo, abogada.

Tortugas

Octubre 2016

Juan

 

43

Productor agrícola-ganadero. Hijo de productor, continúa trabajando en la explotación

San Jerónimo Sud

Mayo 2022

 

 

Recibido: 01/10/2022

Evaluado: 01/11/2022

Versión Final: 28/11/2022

 

 

 



(*) Licenciada en Ciencia Política (Universidad Nacional de Rosario. UNR). Profesora Universitaria en Ciencia Política (Universidad del Centro Educativo Latinoamericano). Doctora en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires). Jefe de Trabajos Prácticos y Ayudante de Primera (Facultad de Ciencias Agrarias. UNR). Integrante del Grupo de Estudios Agrarios. GEA (UNR). Argentina. E-mail: ifnievangelina@gmail.com / tifni@iicar-conicet.gob.ar ORCID: https://orcid.org/0000-0002-2153-2378

[1] Proyecto de Investigación Orientada “Productoras de alimentos en el sur santafesino en el siglo XXI. Interpelaciones desde el Género a la Agroecología” Dirigido por la Dra. Laura Pasquali y co-dirigido por la Dra. Evangelina Tifni. Financiado por la Agencia Santafesina de Ciencia Tecnología e Innovación. Convocatoria 2019. El equipo está conformado por docentes, investigadoras y estudiantes de la UNR y de las siguientes disciplinas: Historia, Ciencia Política, Antropología, Ingeniería Agronómica y Licenciatura en Recursos Naturales. PIUNR “Organización sociotécnica de sistemas de producción agropecuarios agroecológicos en el sur de Santa Fe”. Dirección de Investigaciones Interdisciplinarias, del Área Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, UNR. Dirigido por la Dra. Patricia Propersi y co-directora Dra. Evangelina Tifni. Resolución CS Nº 479/2021. Trabajo de campo correspondiente a la Tesis “Memorias chacareras en torno a la expansión del cooperativismo agrario pampeano en el sur de la provincia de Santa Fe. 1946/1955”. Directora: Dra. Patricia Propersi; Co-directora: Roxana Albanesi. Programa de Doctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales UBA. Fecha de defensa: febrero 2016. PID AGR272 “Transformaciones en la producción familiar desde los años 70 del siglo pasado. Memorias y perspectivas de los protagonistas”. Facultad de Ciencias Agrarias. UNR. Directora: Dra. Roxana Albanesi. Período: 2016/2019. Resolución C.S. 1397/2016.

[2] El habitus es el esquema de percepción, apreciación y acción por medio del cual los agentes perciben al mundo social. Es un esquema de producción de prácticas y un sistema de percepción y apreciación de las prácticas en los cuales se refleja la posición desde la que se construye (Bourdieu, 1984).

[3] A los fines de este artículo no diferenciamos si las familias se encuentran en transición agroecológica o son agroecológicas.

[4] A partir de los trabajos de campo realizados identificamos familias productoras hortícolas, de huevos, hongos, cosmética natural, agricultura extensiva, ganadería.

[5] Ella no aceptó ser entrevistada. En una entrevista realizada al productor, ‘ella’ cebaba mate y realizaba intervenciones ampliando, clarificando, certificando el relato del productor (AN).

[6] Señala Federici (2014) que las mujeres desde hace siglos somos agricultoras de subsistencia, productoras de alimentos por fuera del mercado lo que nos otorga cierta autonomía no sólo como palabra sino como una base material de vida.

[7] Natalia: realizó estudios terciarios vinculados con el sector salud. Nunca llegó a ejercer su profesión. Cuando quedó embarazada de su primer hije, su padre le ‘ofreció hacerme cargo de los papeles y es lo que hago hasta hoy’. En la explotación trabaja su marido -como encargado de la ganadería vacuna- y su hermano -dedicado a la agricultura-, ‘pero cuando se necesita, cualquiera hace cualquier cosa’. Tiene también una hermana que se casó con un varón y se fueron a vivir a otra localidad. No está vinculada con la actividad. Su madre, Inés, es ama de casa.

[8] Natalia: realizó estudios terciarios vinculados con el sector salud. Nunca llegó a ejercer su profesión. Cuando quedó embarazada de su primer hije, su padre le ‘ofreció hacerme cargo de los papeles y es lo que hago hasta hoy’. En la explotación trabaja su marido -como encargado de la ganadería vacuna- y su hermano -dedicado a la agricultura-, ‘pero cuando se necesita, cualquiera hace cualquier cosa’. Tiene también una hermana que se casó con un varón y se fueron a vivir a otra localidad. No está vinculada con la actividad. Su madre, Inés, es ama de casa.

[9] Esto también repercute en la calidad de la carne comercializada ya que genera características indeseables.

[10] Mariana es la segunda de tres mujeres universitarias que ninguna está vinculada directamente con la producción agropecuaria. La pareja de una de ellas trabaja en la parte de ganadería y trabaja la tierra su padre.

[11] Se denomina cultivo flexible a aquellos cultivos que tienen diversos usos que pueden ser alimenticios (humane/animal) o no. Ejemplos son el maíz y la soja.

[12] En la producción de cerdos (típica de esta zona) implicó la conversión de sistemas al aire libre a sistemas mixtos o confinados. Según un entrevistado que aún mantiene la cría de porcinos totalmente al aire libre “A lo mejor más adelante vamos a ir cerrando porque no hay más genética para el aire libre, es todo para dentro, porque vos adentro manejás todo mejor, viste, tenés una temperatura justa: si hace calor, si hace frío tenés que prender la estufa, viste… no es lo mismo, es otra inversión. En vez ahí, ellos se arreglan solos, tienen su cama de pasto y se arreglan solos” (Miguel, productor de porcinos -capones-).

[13] Marie-Monnique Robin sintetiza el aporte de ciéntificxs críticxs del mundo que hablan de One Health o “una sola salud, es decir que hay que interconectar la salud de los seres humanos con la de los animales y los ecosistemas”

(https://www.rfi.fr/es/francia/20210801-la-f%C3%A1brica-de-pandemias-corremos-el-riesgo-de-entrar-en-un-confinamiento-cr%C3%B3nico?fbclid=IwAR1lZOxSn1u4ikhIZzMyCOSD9dA5qz65m7DWdz-P-dOZlrpgTejnSM3Y_JM)

[14] Si bien la ley provincial Nº 11.273 que regula el uso de agrotóxicos se sancionó en 1995, no fue hasta entrado el S XXI que se visibilizaron las demandas a los gobiernos y cuestionamientos al modelo productivo.

[15] Ejemplo, en el año 2009, y como respuesta a la ordenanza que limita el uso de agroquímicos, se firmó el “Pacto Territorial San Genaro para el Desarrollo Territorial” en el que diversas instituciones de la Nación, la Provincia y la localidad se comprometen a desarrollar acciones que promuevan los empleos verdes y formas de producir sostenibles y respetuosas del ambiente. Las acciones involucraban a productores, vecines, docentes, investigadores, técnicxs en pos del desarrollo local.

[16] Esta ruta conecta las localidades santafesinas de Alvear, Álvarez, Coronel Domínguez, Piñero y Villa Amelia.