REVISTA DE LIBROS
CASA DE LA MEMORIA
Y LA CULTURA POPULAR; Hacerse cargo. La
identidad de los detenidos-desaparecidos y asesinados en Mendoza (1974-1983);
Editorial Aguirre; Mendoza; 2010.
Este libro es el resultado de un trabajo de
años realizado por el Grupo Identidad de la Casa de la Memoria y la Cultura
Popular de la provincia de Mendoza. Un colectivo que se compone, mayormente,
por militantes de la década del ’70 que luego de la dictadura sumaron sus
esfuerzos en la lucha por la memoria y el juicio y castigo a los genocidas.
¿Debería llamarnos la atención que un texto
que aborda problemas de la historia reciente tenga como autores y autoras a un
grupo de militantes y no a historiadores/as o investigadores/as de las ciencias
sociales? Creo que no. Hace ya muchos años que la historiografía provincial no
se ocupa de este tipo de problemáticas. La inquietud ha tenido su origen tanto
en los actores de aquella historia que necesitan que no caiga en el olvido como
en los/as militantes del presente que indagan en el pasado reciente en búsqueda
de huellas a retomar. Recién en los últimos años jóvenes investigadores e
investigadoras han comenzado a abordar estos temas problematizándolos y
“salvándolos” del ridículo al que habían sido arrojados por la historiografía
hegemónica mendocina: “Aquí no pasó nada.”
Abrazando ese desafío, Hacerse cargo se propone “revertir el objetivo del
genocidio: la supresión de la identidad” (p. 28), tomando entre sus
manos una tarea ardua pero evidentemente necesaria. Acaso en Mendoza se llega
al límite de desconocer el desarrollo de las organizaciones revolucionarias en
suelo provincial.
Los primeros capítulos intentan construir un
marco histórico mundial, latinoamericano, nacional y provincial. Tal vez, este
sea el espacio de mayor debilidad teórica. Un relato al estilo “manual”, sin
contrastación de fuentes que cae a menudo en lugares comunes y en algún que
otro error en relación a datos históricos.
Sin embargo, rápidamente se da paso al
cuerpo central de la obra que está compuesto casi de forma exclusiva por
testimonios. Es indudable que las entrevistas han sido la fuente principal de
la que ha echado mano el Grupo Identidad. Éstas apuntaron a dos tipos de
entrevistados: por un lado, a las y los militantes setentistas en busca de reconstruir
la historia política de sus compañeros/as y, por otro lado, a los familiares de
desaparecidos y desaparecidas, testimonios que abren paso a otra dimensión de
aquellos/as militantes: su vida cotidiana.
La fortaleza del libro es que a poco de
empezar da voz a los y las protagonistas de esta historia, permitiendo a los
lectores y lectoras una relación dinámica con las percepciones y recuerdos de
los/as militantes y sus familiares. Si bien en los últimos años han ido en
aumento las publicaciones testimoniales sobre la década del ’70 y principalmente
sobre la dictadura, en Mendoza esa tendencia no ha sido tan generalizada. Esto
le imprime a Hacerse cargo un lugar
de privilegio al constituirse en el primer libro que recopila testimonios de
militantes de diversas organizaciones políticas de izquierda en la provincia. A
la vez que nos aproxima a las historias de los/as 300 desaparecidos/as
mendocinos/as.
La gran mayoría de las entrevistas fueron
direccionadas a integrantes de Montoneros, Juventud Peronista (JP) y Unión de
Estudiantes Secundarios (UES). Luego, siguen en número las entrevistas a militantes
del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del
Pueblo (PRT-ERP) y en menor medida a miembros de las Fuerzas Armadas Peronistas
(FAP) y de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR). Por último, cuenta sólo con una entrevista a un
militante de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO) y a una integrante
del Partido Comunista (PC). Es necesario aclarar que dicha distribución no responde
a un muestreo elaborado previamente y no refleja la distribución militante
entre las distintas organizaciones (existiendo además otros partidos de
izquierda con desarrollo provincial). Sin embargo, es un gran aporte a la hora
de aproximarnos a las experiencias políticas setentistas en Mendoza.
El capítulo X, titulado La
cacería, busca describir cronológicamente las tendencias generales de los
objetivos políticos del genocidio en Mendoza. Para ello, este apartado presenta
cuatro subdivisiones cuyos nombres remiten a los meses en los que la represión
se centró prioritariamente en cada organización: Marzo de 1976-La Estrella Roja (por el PRT-ERP); Junio de 1976-La Estrella Federal (por
Montoneros); Diciembre de 1977-Disparen
al Maoísmo; Mayo de 1978-Poder Obrero
(por OCPO).
En cada uno de estos apartados, el/la lector/a tiene acceso a la
historia de vida de varios/as militantes de aquellas organizaciones, pudiendo
conocer distintos aspectos: procedencia social, escuelas por las que pasó, trabajos,
relaciones afectivas, ámbitos de politización, etc.
Por último, el libro cuenta con dos capítulos destinados a denunciar
los distintos edificios donde funcionaron centros clandestinos de detención y lugares
de enterramiento. Se pueden observar las fotos de las comisarías,
penitenciaría, liceo y otras dependencias policiales y militares en las que se
mantuvo secuestrados/as a los/as militantes desaparecidos/as. Además, se
ofrecen los nombres de los responsables de cada centro clandestino y los
testimonios de algunas de las personas que por allí pasaron antes de comenzar
el circuito por las cárceles del país.
Sin duda, Hacerse cargo abre
varias puertas. No sólo a la sociedad mendocina que tiene el derecho y el deber
de conocer su historia, sino también a los investigadores e investigadoras que
podremos apoyarnos en esta obra como disparadora de nuevos interrogantes que
permitan ensayar respuestas diferentes a las conocidas hasta el momento.
Por Violeta Ayles Tortolini
(INCIHUSA-CONICET. UNCuyo;
atvioleta@hotmail.com)
HERNÁNDEZ, Juan Luis, ARMIDA, Marisa Gabriela y BARTOLINI, Augusto
Alberto (Coordinadores); Bolivia:
Conflicto y Cambio social. (1985-2009), Ed. Newen
Mapu, Buenos Aires, 2010, 224 pp.
El libro que presentan Hernández, Armida y Bartolini
es una compilación de diez artículos escritos por diferentes investigadores,
con miradas diversas acerca de las más variadas problemáticas que nos presenta
la historia de ese querido país desde el año 1985. Los coordinadores, docentes
e investigadores de universidades nacionales, cuentan con la experiencia de
promover simposios y mesas acerca de la temática en las Jornadas Interescuelas de Historia y de las Jornadas Internacionales
de Problemas Latinoamericanos –destacados espacios de presentación y debate de
las investigaciones en curso. La obra está articulada en torno a tres ejes
problemáticos; las grandes movilizaciones desde el 2000 al 2005; el análisis de
la conflictividad que acompaña el ascenso del Movimiento al Socialismo (MAS) y
finalmente, se analizan algunas políticas particulares del gobierno de Evo
Morales. Todos los artículos aportan a discutir la política, los sujetos
sociales y la conflictividad y el proceso de cambio en
El primer artículo “Sujeto, poder y transformación social en la historia
reciente de Bolivia” de Juan Luis Hernández (UBA), estudia a través del
análisis de las grandes movilizaciones populares, la constitución de sujetos
autónomos y el cambio en la iniciativa política. En torno a los debates
existentes acerca de cómo interpretar el protagonismo de los distintos sujetos
sociales, propone una mirada que escape a cualquier simplificación del complejo
entramado político que combina saberes y experiencias. La identidad clasista es
uno de los ingredientes privilegiados de la memoria, pero no es la única.
Siguiendo con el análisis de las cuestiones identitarias,
Marisa Gabriela Armida (UNR) propone observarlas no como entidades fijas e
inalterables sino como productos culturales e históricos. De este modo, lo
étnico, lo campesino, lo obrero y lo popular se mezclan y se redefinen al calor
de la coyuntura. En perspectiva la autora sostiene que las políticas
neoliberales tuvieron un resultado paradójico en el país: se propusieron
avanzar en el fortalecimiento del sistema capitalista, y sentaron las bases de
la rebelión y de la articulación de nuevos actores sociales.
Laura María Gutiérrez Escobar (Chapel
Hill-USA) centra su análisis en la ciudad de El Alto durante la crisis conocida
como
Anabella Barbieri (UBA) en un trabajo sólido y muy bien documentado, estudia
desde una perspectiva afín con la mirada que sostiene la persistencia de lo
minero como experiencia sindical estructurante de las expresiones populares,
incorpora la necesaria perspectiva de género en la constitución de los
sindicatos cocaleros del Chapare. Esta visión contradice a quienes postulan el
eclipse de la experiencia sindical como fundante de la articulación social que
diera lugar a la resistencia antineoliberal y luego
al gobierno del MAS. El análisis de las marchas cocaleras del 94 y del 95,
muestra cómo fue posible estructurar un momento de resistencia a las políticas
neoliberales, para luego emprender una nueva instancia de lucha en la cual las
mujeres, en tanto campesinas cocaleras, madres y compañeras se hacen cargo del
protagonismo y posibilitan la puesta en marcha de un momento de ascenso de las
luchas populares.
Augusto Alberto Bartolini (UNL) y Hugo Ramos
(UNL) ponen en consideración una problemática poco estudiada: el caso de las
clases medias y su relación conflictiva con el MAS a partir del año 2002. En un
trabajo que hace hincapié en la problematización de la estructura social
boliviana escapando a cualquier mirada simplificadora de la misma, estudia esta
relación compleja, que encierra problemas tan importantes como el de los
cuadros políticos, la regionalización de las tendencias políticas, y la
diversidad del electorado, eludiendo la tentación de subsumir los resultados
electorales en ecuaciones lineales. Así, sostienen que hay un tendencial apoyo
de cierta parte de las clases medias al gobierno del MAS en todo el ciclo de
movilizaciones que iniciadas en el año 2000.
Viviana Fernández (UNCo), en “Los Muros como
espacios de Lucha” muestra los
resultados de su trabajo de análisis sobre más de doscientos graffitis en las ciudades de Cochabamba y Santa
Cruz. Estas expresiones populares de la conflictividad política, modos del
decir popular, imprimen el espacio urbano con señas del apoyo o la resistencia al
proyecto del “evismo”. En este sentido también es
posible leer la geografía política del país en un momento determinado. En Santa
Cruz señalan la lucha por la autonomía, con un fuerte contenido de racismo,
pero también marcan la presencia de apoyos al MAS, mientras en Cochabamba
tienen un alto contenido político de apoyo al gobierno nacional y contra los
referentes de la autonomismo cruceño, algunas de tono violento, aunque
proponiendo consignas de igualdad, paz y trabajo, tierra y libertad. Este artículo
pone de manifiesto que las fuentes de la historia también están escritas en las
paredes.
El trabajo de Alejandra Boschetti (UNCo) emprende el análisis de la construcción del discurso
histórico cruceño. Retomando de la teoría de Ernesto Laclau,
la idea de lucha entre enemigos con el afán de llenar de sentido un
significante vacío, considera que la lucha por la hegemonía entre los
seguidores de la agenda de octubre del MAS y los de la agenda de enero cruceña,
ha sido hasta el momento ganada por el MAS. En este trabajo puede encontrarse
un interesante análisis acerca de la construcción de una identidad “camba” por
parte de los ideólogos del autonomismo cruceño, presentada como algo natural
del lugar y como objeto de persecución y maltrato permanente por parte del
centralismo paceño desde la época de la colonia. Desmitificando estos supuestos
la autora desentraña el impulso estigmatizante que
encierra esa construcción sobre las identidades originarias de Bolivia,
señaladas despectivamente por ese mismo discurso como “collas”.
Verónica Toyos Grinschpun
(UBA) escribe sobre la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia. Este
trabajo nos informa acerca de los límites y las posibilidades de la ley de
hidrocarburos, cuyos alcances quedan a medio camino entre lo declamado en la
agenda de octubre - la nacionalización de los recursos naturales y lo realmente
concretado con la misma. Con un arduo trabajo de rastreo de leyes y decretos
muestra los logros y las debilidades de la política de nacionalización,
poniendo en la balanza tanto los poderosos intereses que enfrenta la política
del MAS como el proceso de avance del Estado sobre las empresas petroleras y la
notable reticencia a movilizar el apoyo popular que fue en definitiva el primer
freno a las políticas neoliberales desde el año 2000. Su investigación aporta
algunas luces sobre el delicado balance de fuerzas en disputa, y las
posibilidades de seguir avanzando en el sentido declarado por el gobierno, es
decir en la plena recuperación de los recursos naturales por parte del Estado.
El artículo de Bruno Fornillo (UBA) avanza
sobre el análisis de las políticas respecto de otro recurso estratégico: la
tierra. Su estudio se concentra en el análisis de la reforma agraria en el
primer gobierno de Evo. La disputa por la tierra es para Fornillo
un indicador de hasta que punto las cosas están
cambiando en Bolivia: la forma predominante de titulación de la tierra es la
colectiva. Teniendo presente que lo que está en discusión aquí es por un lado
el territorio de los pueblos originarios y por el otro la base de la producción
extractiva, el tema tratado es de una relevancia central para la agenda
gubernamental. El análisis de los momentos salientes de la reforma agraria en
Bolivia, 1953, 1996 y 2006, arroja resultados que para el autor indican la
profundidad del cambio operado durante el período estudiado mediante el sentido
comunitario impartido a la entrega de tierras. Sin embargo, las últimas
novedades relevadas acerca de este asunto parecen contradecir lo hecho hasta
ahora, al favorecer a sectores ligados al ala campesina, donde prima una visión
distinta a la comunitaria.
El trabajo de Gloria Ruiz Arrieta (UBA) aporta una mirada desde la
antropología que rescata la condición “minera” como una de las experiencias
fundantes del actual proceso boliviano. Esta mirada polemiza abiertamente
contra quienes sostienen que la misma, fue quebrada por las políticas
neoliberales en los 80, particularmente con la derrota que dio lugar a la
relocalización a partir del 85. El trauma social de la perdida
del empleo juega aquí mas como incentivo de la
memoria minera que como ruptura y derrota. Este trabajo pone en la mira la
relación de los mineros de Huanuni con las demandas al Estado, en una tensión
que no se resuelve con la llegada de Evo Morales al poder.
La historia reciente de Bolivia constituye en la actualidad un vasto
campo de estudio, complejo, pleno de matices, de temáticas y de actores
sociales en pugna y en proceso de cambio. Algo de esa riqueza está presente en
este trabajo colectivo que tiene la gracia de su heterogeneidad, sí en temas,
perspectivas y autores, no en calidad, seriedad y profundidad de los temas
abordados. “Bolivia: Conflicto y cambio social (1985-2009)” es una propuesta
altamente recomendable para el acceso al apasionante mundo de la historia
contemporánea del país hermano.
Por Marcelo Pablo Otero
(Estudiante de Historia. FFyL UBA;
mpotero@gmail.com )
CERUSO, Diego; Comisiones
internas de fábrica. Desde la huelga de la construcción de 1935 hasta el golpe
de estado de 1943; Dialektik - PIMSA; Vicente
López, 2010.
El libro representa la materialización del largo recorrido realizado
por Diego Ceruso en la construcción de su tesis de
licenciatura. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la U.B.A. y
doctorando de la misma universidad, sus investigaciones siempre han centrado el
interés en la comprensión de la dinámica sindical, la organización de los
obreros en el lugar de trabajo y su relación con las corrientes políticas de
izquierda en la década de 1930 en Argentina. En este sentido debe comprenderse Comisiones internas de fábrica, ya que
constituye una mirada novedosa sobre el desenvolvimiento sindical del Partido
Comunista y sus relaciones con el movimiento obrero en la década mencionada.
El recorte temporal y espacial establecido por la investigación se
remite a la experiencia vivida por los gremios de la construcción, los textiles
y los metalúrgicos en Capital Federal y Gran Buenos Aires en el período que se
abre con la huelga de la construcción de fines de 1935 y la huelga general de
inicios de 1936 y se cierra con el golpe militar del 4 de junio de 1943. Los
fundamentos que el autor desarrolla para explicar la delimitación elegida
plantean que las huelgas señaladas representaron el punto más álgido del descontento
obrero que se venía desarrollando desde principios de los años treinta, como
consecuencia del impulso que había cobrado el proceso de sustitución de
importaciones, pero sobre todo impactaron significativamente al interior del
sindicalismo, ya que produjeron una redefinición de objetivos y estrategias al
interior del mismo. Respecto de 1943, después del golpe y con la aparición del
peronismo en la escena política nacional, se estructuraron nuevas relaciones
entre los trabajadores y el estado. A partir de este hecho concreto, Ceruso propone que el peronismo no irrumpió sobre un
movimiento obrero carente de experiencia y no se insertó en la escena sindical
como si esta fuese una hoja en blanco. Contrariamente, su investigación tiene
por objetivo principal demostrar que en los años treinta los comunistas
impulsaron la construcción de organizaciones sindicales de base en los lugares
de trabajo, como estrategia central para la construcción de un sindicalismo
moderno de nuevo tipo. Esta nueva concepción estaría sustentada en la
construcción de sindicatos únicos por rama industrial, en la constitución de
instancias organizativas de base y en una actitud más abierta y negociadora con
respecto al estado, lo cual debe comprenderse tomando en cuenta la estrategia
de frentes populares adoptada por el PC en la III congreso realizada en 1935.
Ceruso, no da por excluida la posibilidad de que otras corrientes políticas
hayan organizado a partir de lógicas basistas
comisiones al interior de los lugares de trabajo, pero remarca que su
investigación se centra exclusivamente en la estrategia desplegada por los
comunistas en los gremios de tres grandes ramas productivas: la construcción,
los textiles y la metalurgia. Todas ellas, ramas industriales “… en las cuales las condiciones de trabajo
obrero eran más duras y la organización sindical era menor que en otros
sectores de la economía” (p. 106). El
libro desarrolla detalladamente las experiencias vividas por los tres gremios,
dedicándole un capítulo a cada una de ellas. Debe advertirse que el autor antes
de desplegar su análisis sobre el devenir de las experiencias sindicales ya
mencionadas, deja bien en claro cuáles van a ser sus lineamientos
metodológicos, cuál es el estado de la bibliografía en el que se inserta la
investigación y sobre todo realiza un encuadre contextual del movimiento obrero
y el PC en la década del treinta que brindan al lector un conjunto de
herramientas que permiten comprender mejor la trama de los procesos
desarrollados.
El caso del gremio de la construcción es analizado en primer lugar ya
que Ceruso lo considera “…emblemático…” (p. 57), sobre todo porque las huelgas de la
construcción de fines de 1935 y la huelga general de principios de 1936
impactaron al interior del mismo, provocando una reformulación en los objetivos
y estrategias a seguir. Vale resaltar que la presencia comunista en el gremio
era mayoritaria desde
El planteo de Ceruso reside en que las
huelgas mencionadas impulsaron a los dirigentes y militantes de los sindicatos
de la construcción a redefinir la organización gremial. Ello promovió la
creación de instancias organizativas de base e impulsó la implantación de una
estructura sindical más sólida, que cristalizó hacia fines de 1936 con la
constitución de la primera federación nacional de industria en Argentina, la
Federación Obrera Nacional de la Construcción (FONC). Respecto de las
estructuras organizacionales de base, estas adoptaron los nombres de comités de
empresas y comités de obras y su función fue asumir la representatividad de los
trabajadores en el lugar de trabajo, ya que “…se
constituían como un interlocutor frente a la patronal…” (p. 63), al mismo
tiempo que ejercían la vigilancia sobre el cumplimiento de las condiciones de
trabajo acordadas y la coordinación de medidas de fuerza frente a los
conflictos. A partir de estos planteos, se desarrollan numerosas situaciones
conflictivas en las que los comités de empresas y de obras cumplieron una
multiplicidad de funciones, lo cual a juicio de Ceruso
“…nos muestra la importancia que los
mismos tenían…” (p. 66). En ese sentido, se considera que el impulso de la
FONC por constituir un Sindicato único de la Construcción (SUC), tuvo como
estrategia central consolidar los comités obreros de base para así lograr una
mayor inserción en los lugares de trabajo. Más allá del énfasis puesto en el
análisis de la constitución y el funcionamiento de las organizaciones
sindicales de base, el autor reconoce que “La
magnitud de la extensión de estas comisiones internas en los lugares de trabajo
o el mal funcionamiento de las mismas también son elementos a tener en cuenta
al momento de medir su impacto” (p. 72).
En segundo lugar, se desarrolla la influencia comunista en los gremios
de la industria metalúrgica. Esta influencia estaba presente desde los orígenes
del Sindicato Obrero de la Industria Metalúrgica (SOIM) en 1922, pero se
acrecentó a partir de 1935 cuando el sindicato se adhirió a la CGT, que al poco
tiempo sufrió una escisión, quedando enrolado bajo la CGT Independencia, a la
que pertenecían los sindicatos de extracción comunista. En este contexto, la
huelga de la construcción de 1935 y la de enero de 1936 crearon una coyuntura
favorable para los militantes sindicales comunistas, que le permitió avanzar
sobre los gremios en los que tenían presencia. En relación a ello, el sindicato
metalúrgico comenzó lentamente a impulsar nuevas estrategias y prácticas que
fundamentalmente residían en la conformación de organizaciones de base en los
lugares de trabajo. Ceruso explica los numerosos
intentos por estructurar comisiones internas, y especialmente desarrolla las
experiencias organizativas de la empresa CATITA y la metalúrgica Klockner, dos ejemplos relevantes por sus políticas al
interior del sector. Debe resaltarse, que fue en 1941 con la asunción de Muzio Girardi como secretario
general del SOIM, cuando se produjeron los avances más importantes en materia
organizativa, ya que se reconoció que “La
presencia sindical en las grandes empresas constituía un punto débil de la
organización…” (p. 77). Ello impulsó la organización de los grandes
talleres, a través de la sindicalización de sus obreros y de la estructuración
de comisiones internas en los lugares de trabajo.
La última experiencia gremial analizada refiere a la estrategia
comunista desarrollada en un sindicato caracterizado por tener una fuerte
presencia socialista, la Unión Obrera Textil (UOT). En 1936 los comunistas
disolvieron la Federación Obrera de la Industria Textil (FOIT) y se unieron a
la UOT, en consonancia con la estrategia de crear sindicatos únicos por rama
industrial y con la línea frentepopulista que había
adoptado el PC. A partir de la fusión, el sindicato comenzó a penetrar en las
principales empresas y los comunistas empezaron a cobrar preponderancia dentro
del mismo. Ceruso encuentra registros de los primeros
intentos de organización de las bases que datan de 1936 y dan cuenta de que el
impulso organizativo provenía de sectores contrarios a la conducción del
sindicato. Si bien los militantes comunistas se esforzaron por expandir la
influencia del sindicato en los lugares de trabajo, fue en 1939 cuando se
produjo el cambio de rumbo al asumir la secretaria general de la UOT un
dirigente comunista. Ello provocó un gran cambio en la correlación de fuerzas
al interior del gremio y fue a partir de la preponderancia comunista dentro del
sindicato cuando comenzó a ganar fuerza la estrategia de organizar comisiones
internas en los lugares de trabajo, tomando como ejemplo a la experiencia que
estaba vivenciando la FONC. Sin embargo, la hegemonía comunista y la aplicación
de nuevas prácticas y estrategias organizacionales, llevaron a la ruptura
definitiva del sindicato en 1941, lo cual provocó el surgimiento de otro gremio
también llamado UOT pero cuya dirección era socialista.
Comisiones internas de fábrica matiza la idea de la debilidad de la
organización obrera antes de 1943, tan arraigada en la historiografía
argentina. Logra demostrar que en los tres casos analizados, se desarrollaron
experiencias organizativas de base que funcionaron como instancias en las
cuales se estructuraron mecanismos de representación en los lugares de trabajo,
dotando de originalidad a la estructura que hasta el momento había
caracterizado al sindicalismo. En este sentido, la investigación representa un
aporte al conocimiento de la experiencia obrera previa al surgimiento del
peronismo y sobre todo, deja abiertos nuevos caminos para seguir indagando.
Por Mariana Ponisio
(UNR; mariana-ponisio@hotmail.com)
PIAZZESI; Susana, Conservadores
en provincia. El iriondismo santafesino, 1937-1943,
Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2009.
El libro de Susana Piazzesi
es una versión corregida de su tesis de Maestría y forma parte de una línea de
investigación desarrollada en
La pregunta sobre cómo se legitima un gobierno cuando
hay ilegitimidad de origen, la lleva a analizar los mecanismos a los que
recurrieron José María de Iriondo y su sucesor
Joaquín Argonz para construir su legitimidad. Así con
el término de iriondismo santafesino caracteriza a la
forma política que adquiere en la provincia
El libro está estructurado en cinco capítulos: el primero,
de carácter introductorio, esta destinado a reseñar
los rasgos distintivos de la década del 30; el segundo se orienta a describir
la relación entre el gobierno de Iriondo y el partido
radical antipersonalista provincial (UCR Santa Fe);
el tercero procura analizar el escenario electoral, considerando comicios
nacionales y provinciales; el cuarto se interna en los modos de producción de
legitimidad de los gobiernos antipersonalistas de la
provincia a partir de la realización de obras públicas; y el último se propone
estudiar el Departamento Provincial del Trabajo y su desenvolvimiento frente a
ciertos problemas laborales planteados en el ámbito local.
Para formular sus hipótesis, tanto como para el
desarrollo de su investigación, la autora recurre a teóricos como Weber,
Sartori, Linz y Panebianco. De tal forma que va
enlazando categorías y análisis teórico con el caso que pretende desarrollar,
tratando de volcar hipótesis en torno a los partidos, la institucionalización
del poder, la gobernabilidad y la legitimidad aplicados al antipersonalismo
santafesino y a las construcciones del iriondismo en
y desde el poder.
Considera la figura de Iriondo
dentro y fuera de Santa Fe, el faccionalismo propio de la política local, sus
referentes y alineamientos. En ese marco, destaca la ausencia de espacios
institucionalizados para la mediación de conflictos en
Piazzesi sostiene que, en Santa Fe,
mientras el gobierno demoprogresista precedente buscó
articular liberalismo y democracia, el antipersonalismo
liderado por el iriondismo, tendió a alejarse cada
vez más del paradigma liberal. Paulatinamente, se fue distanciando de su origen
radical, aproximándose al conservadurismo. La fuerte utilización del fraude en
Rosario, en 1938, para frenar la oposición; el rechazo del proyecto reformista del
presidente Ortiz, propiciando incluso nuevas formas de representación política;
la aspiración de Iriondo de compartir fórmula con
Patrón Costas; y el aval otorgado al régimen militar de 1943, dan cuenta de
ello.
Por otro lado, el uso creciente del fraude lesionaba
la legitimidad del gobierno santafesino, a la vez que no lograba neutralizar
totalmente a
El PDP, además, se volvió un “coto de caza” del iriondismo, que procuraba cooptar a muchos de sus cuadros.
En este sentido, es mérito de la autora resaltar la tensión en que estaba
sumido el PDP: con un proyecto en las antípodas del iriondismo,
sufrió su presión cuando intentaba quitarle dirigentes e incorporarlos a sus
filas. Finalmente, el PDP también se sumó a la táctica del abstencionismo a
fines de 1937, agravando la situación de ilegitimidad para el partido
gobernante, que no estuvo libre de disidencias internas. Los próximos años
marcarán una crisis profunda para el PDP, un partido que tiende desdibujarse a
partir de esos años.
Desde 1938, con la abstención del PDP y
De este modo, a través del estudio de las elecciones
clave de esos años, la autora va realizando un análisis del impacto de la
escalada de fraude sobre la ilegitimidad del gobierno, a la vez que va
destacando las fortalezas y debilidades de sus dos grandes contrincantes: el
PDP y
En los últimos capítulos se aboca a analizar cómo
construyó el iriondismo una legitimidad que denomina
“sustitutiva”, para cubrir las deficiencias que ésta tenía en el plano
partidista y electoral. Su hipótesis es que el antipersonalismo
desplazó todo el peso de la producción de legitimidad a la acción de gobierno.
En este marco, Piazzesi acierta en detenerse a
observar el imperativo por la obra pública que caracterizó a estos gobiernos.
El iriondismo entendió la política como
administración y pretendió separar democracia de sufragio universal,
proponiendo una “democracia de los mejores”. Cobraba así centralidad el impulso
dado a las obras públicas, que requirieron la reformulación de ciertos órganos
de gobierno y que se asociaron con un sentido patriótico del que se
enorgullecería el gobierno. Así, se crearon una red caminera de importante
visibilidad social, obras destinadas a promover la salud y la educación de la
población, tanto como tendió a la refuncionalización
de espacios urbanos destinados a la recreación y esparcimiento.
El iriondismo se propuso
entonces renovar las ciudades con una finalidad higienista y paisajista, que
valorizaba parques y paseos. Pero también aparece en las gestiones antipersonalistas una incipiente política social que
apuntaba a la prevención de enfermedades, al desarrollo de la vivienda popular
y la erradicación del conventillo, y a proveer agua potable.
Por último, la autora estudia la organización del
Departamento Provincial de Trabajo, su cercanía a
En conjunto, el trabajo se propone pensar el
intervencionismo estatal en dos sentidos: uno, vinculado a la modernización del
aparato del Estado provincial, a fin de crear los marcos adecuados para
responder a las demandas de la sociedad; otro, asociado a la necesidad de
control de la población y al ejercicio del clientelismo. Estas lógicas ya han
sido señaladas por otros autores para el ámbito nacional.
En reiteradas oportunidades, la autora insiste en que
el iriondismo sólo apuntó a desmontar el plan, los
objetivos y estilo de gobierno de la gestión demoprogresista
que lo precedió. Ciertamente, hay modalidades y diferencias ideológicas
decisivas que no han sido suficientemente trabajadas en el texto. Pero también,
creemos, en Santa Fe existía desde los años 20, en diversos sectores de la
política y la sociedad, la convicción de avanzar en la intervención social del
Estado en un sentido amplio y ambicioso. Prueba de ello es
No obstante, el trabajo tiene el mérito de haber
sistematizado buena parte de los tópicos que distinguieron al antipersonalismo santafesino en el gobierno, señalando
diversas cuestiones que, en adelante, deberían profundizarse a partir de un
mayor trabajo empírico y considerando las redes de sociabilidad y ámbitos de
los cuales el iriondismo construía sus redes de
poder, imbricando en una misma trama a católicos, conservadores y
nacionalistas.
Por María Pía Martín
(UNR, mpiamartin_00@yahoo.com.ar)
SORIA, Claudia; CORTÉS ROCCA, Paola; DIELEKE, Edgardo; Políticas del sentimiento. El peronismo y
la construcción de la Argentina Moderna, Prometeo, Buenos Aires, 2010. 288
p.
Políticas del sentimiento es una compilación de estudios culturales,
resultado de dos encuentros (el congreso “El peronismo. Políticas culturales
(1946-2006)” del 2006 y “Peronismo: the Aesthetics of Power in Modern Argentina” en el 2007) que
intenta, al cierre de una década sumamente fructífera para los estudios sobre
el peronismo, acercar una síntesis provisoria que ordene esta “nueva
generación” (definición utilizada por Ricardo Piglia
en la reseña de contratapa de la obra) de miradas sobre el más importante movimiento
político de la Argentina en el siglo XX. Estas se complementan con formas de
abordaje completamente novedosas y subestimadas previamente, desde la
arquitectura a las artes visuales, el cine, la prensa gráfica humorista, la
propaganda, la literatura, etc.
La estructura del libro consta
de quince artículos que están divididos en cuatro capítulos. El primero, “La
nación como espectáculo”, centra su atención en las políticas culturales
oficiales y su énfasis en la idea de “modernización” y ruptura con las
identidades previas al momento fundacional de la “nueva argentina”, el 17 de
octubre de 1945. Sin dudas, todas las entradas nos permiten ver aspectos
originales del peronismo: Claudia Soria trabaja en relación a la estética de la
propaganda y su impacto; Cristina Pons revisa la importancia moral del deporte
y los deportistas como íconos de los nuevos argentinos; Yanina Leonardi explora la “violencia” cultural del circuito
teatral oficial invasiva del “gusto” y los espacios tradicionales burgueses; y,
finalmente, Marcela Gené verá la construcción de
estereotipos paródicos a través de las caricaturas de humor político destinados
a recrear una identidad política que a la vez se contraponga a los creados por
el antiperonismo.
El segundo apartado denominado
“La razón sentimental: hacia una cosmogonía peronista” continúa y profundiza el
estudio de las representaciones, por ejemplo, el momento literario fundacional
del antiperonismo en la obra de Beatriz Guido en El incendio y las vísperas analizado por
Luis Intersimone, que en una hipérbole melodramática
expresa los lugares comunes de esta mirada.
Rosa Aboy ve los cambios en los ámbitos
privados de sociabilidad a través de las representaciones cinematográficas de
las pensiones en los años ’40, que muestran las modificaciones alrededor de las
ideas de igualdad, el género y el mundo del trabajo. En esta “cosmogonía” entra
también la centralidad de los rostros de Evita expresada en sus sucesivas y
diversas imágenes y los profusos relatos literarios trabajados por Nora
Domínguez y, como la otra cara de la misma moneda, la relevancia cultural y
política de la infancia en el peronismo, para la que Gabriela Nouzeilles se imagina a Evita como un símbolo maternal
hacia “los únicos privilegiados”.
“La alteridad de lo popular”, la tercera sección, problematiza la
siempre vigente discusión sobre el concepto de populismo, al considerar
continuidades entre la cultura popular previa y posterior al peronismo en el
artículo de Horacio Legrás, o al repensar, como hace
Paola Cortés Rocca, la entrada de “lo otro” en el
peronismo histórico –lo paradojalmente excluido en la pretendida totalidad
populista- y la construcción de “lo propio” peronista –una estética, un mundo
de representaciones, una cultura-.
Edgardo Dieleke avanza hacia el pasado
reciente para interrogarse acerca de la vigencia de la idea de “pueblo” para
los contextos del menemismo, la crisis alrededor de diciembre de 2001 y el kirchnerismo, en todo caso intentando actualizar en diálogo
con Ernesto Laclau la idea “populista”.
Una cuarta y última parte tiene como eje central las “Estéticas de la
memoria”. Anahí Ballent, Ana Amado y Susana Rosano en sus respectivos artículos observan cómo las
características que adquieren las expresiones artísticas –cinematográficas, escénicas,
artísticas- a partir de los noventa en torno al peronismo –y que se acrecientan
en los años 2000- poseen diferentes formas de hacerlo presente que en su
contexto inmediato adquieren un significado que desde estas miradas se
tensionan: ¿estamos en presencia de la “larga agonía de la Argentina peronista”
como señalara Halperín Donghi?
Fundamentalmente en torno a la obra de Leonardo Favio
y Pino Solanas y la centralidad teórica que adquieren las representaciones de
Daniel Santoro se configura una nostalgia por el “paraíso perdido”, que lleva a
interrogarnos por la posible elaboración de un duelo, más que una decisión
política de hacer una memoria “militante”, dejándonos una reflexión propia de
un debate político-cultural que transcurre actualmente.
El corpus de textos, como otros en saga, denotan “madurez” en la mirada
sobre el objeto –a esta altura para muchos fetiche- del peronismo, dejando de
enjuiciarlo y reemplazando la filosofía histórica antes predominante sobre éste
–excepcionalista, moral, dicotómica-, por una nueva
mirada constructivista, complejizada y crítica. Hay aquí dos elementos que
favorecen esto: el tiempo, que da lugar a actores del ámbito académico que no
fueron atravesados por los debates previos a la última dictadura o si lo fueron
se han enriquecido con este contexto diferente, y un enfoque que rompe los
“diques” disciplinares y la rigidez conceptual, generando intercambios muy
interesantes desde perspectivas muy disímiles.
¿Qué es el peronismo? Sigue siendo la pregunta que vertebra y desvela a
las ciencias sociales. Frente a ciertas continuidades “estructurales”
–económicas, sociales, políticas- entre el “antes” y el “después” del
peronismo, es válida la pregunta que sobrevuela el texto: ¿no son las
“políticas del sentimiento” las más intensas rupturas del peronismo,
construyendo una estructura cultural que disputa de igual a igual con la
cultura dominante –aunque en crisis- hasta entonces? La potencia
representacional de este movimiento político da un lugar diferente a lo que era
considerado peyorativamente “forma” y no “fondo”.
Es posible “pensar” el “sentimiento”, propone el filósofo Alberto Buela (http://www.elortiba.org/notapas196.html).
Aquello que supuestamente impedía por “irracional” su comprensión, ahora nos
acerca y a la vez nos reposiciona en otro lugar, precisamente allí donde
podemos ver cómo juegan las producciones de sentido, el lugar de la cultura
popular, lo mítico, el lugar de “los otros” y las identidades –entre ellas “lo
nacional”-, aspectos que usualmente atraviesan las políticas de las ciencias
sociales y ensombrecen los abordajes académicos. En esta compilación, cuyo
subtítulo alude a la modernidad, subyace la idea de comprender desde la
particularidad de nuestra sociedad las vías de acceso a las transformaciones
que la modernidad produce, conjugando viejas tensiones, nuevos contextos y
actores quizá excepcionales en su momento y en su lugar.
Por Martín Müller
(UNR; martinmuller08@hotmail.com)
GUARDIA, Sara Beatriz
(editora); Las mujeres de la
independencia de America Latina, Centro de
Estudios de
Las
Mujeres en
La presentación del libro
está realizada por Sara Beatriz Guardia, Daniel Loarte, Marieta Cantos Casanave, Beatriz Sánchez Hita, Edda
Samudio, Renata Bastos da Silva, Berta Wexler, Jaqueline Vasallo y Ana García Chichester;
todos representantes de las más diversas universidades e instituciones
académicas latinoamericanas que participaron del Simposio Internacional Las Mujeres en
Cuando en América Latina
comenzaban a festejarse los Bicentenarios de la emancipación se publica este
libro “para estudiar el proceso independentista latinoamericano desde una
perspectiva de género”. La
presentación manifiesta que el anhelo de libertad por la emancipación fue una
constante en la historia de la humanidad y que en América Latina las mujeres
participaron de manera “decidida incluso en acciones militares y de liderazgo”.
Sin embargo a la hora de la formación de las naciones, ellas estuvieron
ausentes; recién será en el S. XX cuando su registro comience a tener
presencia.
Este libro permite hacer un balance de la historiografía
oficial que idealizó próceres masculinos, sin contar con la presencia femenina
y, en general, todos los trabajas plantean cambiar esas interpretaciones del
pasado que no hicieron más que justificar posiciones políticas e ideológicas
con rasgos de inferioridad en el papel que cumplieron las mujeres
latinoamericanas en la independencia.
En el libro también se
abordan las
representaciones culturales e imaginarios de las mujeres en la guerra, las creencias populares creadas por los hombres,
la ideología y el poder. Así, Edgar Montiel, Jefe de la sección de Políticas
Culturales de
El libro esta
dividido en secciones, en la primera trata sobre las heroínas y las luchadoras
por la libertad, allí Sara Beatriz Guardia, de
La segunda sección se refiere
a Género e Independencia en
La tercera sección aborda la
problemática de las mujeres en el discurso político independentista. Teresa
María Mestre y Adriana Ureta,
de
La sección IV se ocupa de vida
cotidiana, espacios de sociabilidad, mentalidades y opinión pública durante el
proceso de emancipación y quien investiga sobre estos aspectos en el Río de
La sección V es sobre las
representaciones culturales e imaginarios de las mujeres durante la guerra de
la independencia, allí Sofía Pachas Maceda de
La sección VI se refiere
también al reconocimiento y la invisibilidad de la mujer en el mismo proceso;
allí Patricia Sánchez, de
La séptima sección se titula:
La mujer vista por sí misma: diarios, cartas y otros escritos. En esta, Claudia
Luna, de
En la última sección dedicada a la visión de la mujer en la literatura;
dos norteamericanas trabajan el tema, una sobre como
fue presentada Francisca Zubiaga de Gamarra, Mary Berg,
del Women’s Studies Research Center, Brandies University, y la otra Camila Bari, del Westminster Collage,
Juan de la Rosa, la novela histórica
fundacional de la nación boliviana. Una reflexión entre la historia y la
literatura y las heroínas mexicanas en el S. XIX está a cargo de Elsa Leticia
García Argüelles, de
Esta obra en su conjunto constituye una
fructífera colaboración de investigadores de numerosos países del continente.
Los autores intentan encontrar nuevas fuentes y nuevas maneras de
interpretarlas. Así, la literatura, la iconografía, el cine y las creaciones
artísticas proporcionan información que permite visualizar el pasado femenino
con otra mirada, otros lenguajes y otros significados ya que su representación
en imágenes nos acerca a nuevas interpretaciones ineludibles de descifrar.
Los diferentes capítulos abren espacios para que la
reflexión y las nuevas investigaciones aporten claves para interpretar
plenamente la presencia de las mujeres y los motivos por los cuáles quedaron aisladas del poder político después de la
independencia de los nacientes Estados.
Berta Wexler
(CEIM-UNR;
berjorgi@hotmail.com)
AZCUY AMEGHINO, Eduardo. Nuestra gloriosa insurrección. La revolución anticolonial de Mayo de 1810. Trama política y documentos fundamentales.
Imago Mundi, Buenos Aires, 2010. 358 p.
El libro de Eduardo Azcuy Ameghino surge en momentos de la celebración del
Bicentenario de
La revisión histórica
propuesta por el autor resalta que las ideas de independencia ya circulaban
entre los conspirados antes de la invasión napoleónica de
La obra se compone de seis
capítulos con la exposición de relatos históricos si bien al final lo
particular del texto es que presenta una parte documental con la incorporación
de fuentes donde el lector se acerca a los discursos, proclamas, opiniones que
muestran el pensamiento y la acción de los principales protagonistas de la “gloriosa insurrección”. Y como lo
expresara el autor, mientras bullía la coyuntura revolucionaria y los ejércitos
se aprestaban al combate, los términos del conflicto podían ser explicitados “casi con candidez” por el comandante de
las fuerzas españolas en Montevideo que decía que no podían persuadir a los
habitantes de esta zona que no serían felices “bajo la dulce dominación española”, ya que en ellos existía el
ánimo de independencia.
El primer capítulo sobre las
invasiones inglesas y el inicio de la crisis virreinal muestran que el
desembarco de 1560 hombres en 1806 en las costas de Quilmes, al mando del
general inglés Guillermo Beresford pusieron al
descubierto que las autoridades coloniales fueron incapaces de responder,
apenas con intentos de salvar los caudales reales que se lleva con un pequeño
contingente militar el Virrey Sobremonte al abandonar
la ciudad. Que esta ocupación de Buenos Aires induce a algunos criollos a
comenzar reuniones para tomar el compromiso de la conspiración, y comienza la
formación de tropas voluntarias militares. Las fuerzas organizadas desde
Montevideo marcharon para ganar Buenos Aires al mando del francés Liniers y junto a tropas locales de españoles y americanos,
todos se movilizaron y lograron la reconquista de la ciudad tomada.
Numerosos son los relatos
sobre este episodio y todo el proceso que llevará a una segunda invasión, donde
se destacan todas las fuerzas en la defensa de Buenos Aires, ocupando un lugar
importante entre las tropas, la población y los esclavos que tal como señala
Juan Manuel Beruti “en número de más de 2000 con un valor no esperado, atropellaron entre
el fuego enemigo, únicamente con picas, espadas y cuchillos, hasta llegar con
ellos a las manos, en términos que mucha parte de la victoria se debe a su
valor y esfuerzo” (p. 14).
Entre los relatos del
contundente éxito de la movilización general en 1807 se muestran testimonios de
oficiales ingleses que reconocieron la “retirada
de la fuerza invasora” cuando el
país estaba con ansias de revolución.
Este apartado cuenta con
numerosos extractos de cartas que prueban el decidido pensamiento y ejercicio
político de muchos hombres que esperan el “momento
favorable a la concreción de independencia”. Mientras Saavedra asegura que “Es
verdad que Peña, Vieytes y otros querían de antemano
hacer la revolución, esto es desde el 1º de enero de
La información sobre el año
1809 la trae el segundo capítulo, cuando desde el 1º de enero se sumaban las
manifestaciones de reprobación contra Liniers, luego
el Motín de Alzaga, una revuelta contra la
institución virreinal apoyada por la fuerza de las armas.
El rechazo a las intenciones
de las autoridades portuguesas en Brasil con
Los ánimos generales estaban
al rojo vivo y hombres como Pueyrredón, French, Vieytes,
Beruti, Castelli, los comandantes de los cuerpos,
frailes y clérigos pedían junta y nuevos cambios. A la par que se conmovía El
Alto Perú con los alzamientos de Chuquisaca el 25 de mayo, la formación de un
gobierno que destituyó el poder español y gobernó por tres meses, luego la
rebelión del 16 de julio en
Con una enriquecedora
mirada, Azcuy Ameghino plantea que “nada volvería ya a ser igual”...desde
marzo de 1810 cuando se conoció la noticia de la “feroz represión que había acabado con el asesinato de Murillo y otros
ocho líderes de la rebelión de
Para el autor esta represión
puso al descubierto cuáles serían los riesgos de intentar destituir a los
representantes del poder metropolitano e instalar un nuevo gobierno
independiente a nombre del rey cautivo.
El capítulo de la
insurrección de Mayo contrasta las diferencias y similitudes en las estrategias
de Cisneros y la de
El diario de un testigo pone
en evidencia que el lunes 21 de mayo en la plaza mayor estaban 600 hombres de
la llamada legión infernal, armados al mando de Franch
y Beruti. Ante numerosas sugerencias se llamo a cabildo abierto para deliberar y leer documentos, y
entre las intervenciones algunas pedían la continuidad del virrey y otras su
alejamiento. La votación del día 22 de mayo dispuso que Cisneros debiera cesar
en el mando el que recaería en el ayuntamiento hasta la formación de una junta,
que se conformó el día 24. Mientras el pueblo no permitía que figure en ella el
virrey Cisneros el día 25 y exigiendo se conformase otra Junta designando como
presidente, vocal y comandante general de las armas al Sr. Don Cornelio
Saavedra, para vocales a los S. S. Doctor Juan José Castelli, Licenciado Don
Manuel Belgrano, Don Miguel de Azcuénaga, Doctor don Manuel Alberti, Don
Domingo Matheu y Don Juan Larrea; y para secretarios
a los doctores Juan José Paso y Don Mariano Moreno. Sin embargo continuaron los
deseos expansionistas de anexión territorial al Brasil, por parte de Carlota.
Aparecen en el sector más radical de la insurrección Castelli, Belgrano y
Moreno a quien le negaron autenticidad de su Plan de Operaciones.
Finalmente el último
capítulo el autor lo dedica a la contrarrevolución española y la guerra
anticolonial y en él trata sobre los primeros pasos de
Para Azcuy
Ameghino son interesantes las expresiones que hace Moreno a Chiclana en una
carta cuando considera “la guerra sin
cuartel que se desplegaba a lo largo y ancho del territorio porque los godos se
habían armado hasta los dientes…y son los enemigos irreconciliables.” (p.
160).
El proceso general está
claramente abordado y el lector para quien está dirigido el libro puede
visualizar que la derrota del morenismo hizo que el
ansiado congreso no se llevara a cabo hasta 1813, donde se resolviera el tema
de la independencia. El autor nos hace reflexionar sobre la problemática de los
representantes de los pueblos libres con Artigas que no pueden participar y
finalmente deberán esperar seis años para que se declare la independencia en
1816.
El libro cierra con un
apéndice de 65 documentos que enriquecen la obra con proclamas, oficios,
cartas, fragmentos, informes y memorias que el autor incorpora para que el
lector pueda “tomar contacto directo con
el discurso de protagonistas y observadores de los sucesos que jalonando la
crisis orgánica del dominio colonial, condujeron al pronunciamiento de Mayo”.
Con el nombre revolución
anticolonial de 1810, Azcuy Ameghino ha dado un
tratamiento minucioso al tema, donde se resaltan una serie de testimonios de la
vida cotidiana en el virreinato del Río de
Alejandra Leporini
(ISP Nº 3;
aleporini@hotmail.es)
DICÓSIMO, Daniel y
SIMONASSI, Silvia (compiladores); Trabajadores y empresarios en la Argentina
del siglo XX: indagaciones desde la historia social; Prohistoria.
Rosario. 2011. 194 p.
Este libro es el fruto de los trabajos presentados al
I Workshop “Conflictividad
y consentimiento en las relaciones laborales. Las prácticas obreras y
empresarias en
Los autores compilados abordan temas como la
subjetividad, la experiencia y la cultura obrera dentro de las fábricas,
recuperando temas y enfoques considerados clásicos y marginados por
“tradicionales”, como la historia político institucional de los sindicatos, las
ideas gramscianas sobre la hegemonía en las
relaciones laborales, el control obrero, entre otras (p. 12). Esta compilación
se propone volver a poner como tema central el estudio del trabajo y las
distintas dimensiones constitutivas de éste.
El libro comienza con una introducción de los
compiladores, que también son autores, en la que exponen las características
generales que se podrán encontrar en el trabajo y destacan la riqueza de la
producción historiográfica de las últimas décadas que articula dimensiones
locales con regionales y nacionales. Está organizado en tres secciones, cada
una de ellas prologada por un reconocido investigador del área.
La primera parte, Organización
sindical, poder y representación, recoge los aportes de investigadores que
se centran en la problemática de la representación sindical, sus límites y
condicionantes, y en la relación entablada con el Estado en diferentes períodos
históricos. Luego de un artículo de presentación realizado por Mónica Gordillo
en el que se exponen los ejes del apartado, comienzan los trabajos de los
autores seleccionados. Laura Gabriela Caruso trabaja
En la segunda parte, Conflictividad y consentimiento en sectores industriales y de
servicios, se presentan trabajos de autores que abordan la problemática del
paternalismo como una forma de estrategia empresaria
en la creación de consenso entre los trabajadores. Otro de los tópicos
abordados será la conflictividad ya sea entre sindicatos que se disputan la
representación de un mismo sector o los conflictos surgidos en plena dictadura
militar del 76. Luego de una presentación realizada por Juan Suriano se
presentan los artículos seleccionados. Daniel Cabral Marques indaga las
identidades sociolaborales constituidas en torno a
las empresas estatales extractivas en
Las relaciones
laborales desde la mirada empresaria se titula la última parte del libro y se introduce en
las ideas y prácticas de los empresarios sobre la formación técnica de los
trabajadores, la disciplina laboral y la conformación de comunidades laborales
obreras (p. 139). Aquí la introducción es realizada por Mirta Zaida Lobato que
preludia los artículos de la sección. Laura Badaloni
estudia las estrategias de gestión de mano de obra adoptada por la empresa
ferroviaria Central Argentino en Rosario a principios del siglo XX. La empresa
implementó un sistema de premios y castigos que regían la conducta de la fuerza
de trabajo, conjuntamente con otras estrategias que apuntaban a lograr el
involucramiento de los trabajadores con la empresa, intentando lograr la
constitución de una “familia ferroviaria”. La autora analiza dichas estrategias
a través de los tres dispositivos fundamentales: la incidencia en el tiempo de
no-trabajo a través de la provisión de servicios sociales como vivienda,
recreación, educación, etc. La adopción de un mercado interno de trabajo,
mecanismo mediante el cual se abría para los empleados fieles la posibilidad de
hacer carrera cubriendo las vacantes internas. Por último, la reafirmación de
lazos de reciprocidad entre empresa y trabajadores con tinte paternalista,
donde la empresa garantizaba seguridad y lealtad (p. 145). Asimismo examina el
efecto que dichas estrategias tuvieron a la hora de evitar conflictos. Silvia Simonassi indaga los discursos y las prácticas de
industriales rosarinos en relación a la educación técnica de los trabajadores
en las décadas de 1930 y 1940, si bien como muestra la autora, ésta es una
preocupación de larga data entre los industriales. El trabajo explora los
debates acerca de quién debía ser el encargado de proveer dicha educación y cuál
era el ámbito más apropiado para cumplir tal objetivo. El eje del debate giraba
en torno de si la formación útil para el trabajo la proporcionaría la fábrica o
la institución escolar representado en la figura que la autora retoma de
“pensar con las manos o educar el cerebro” (p. 164) y el rol que debía cumplir
el Estado en este proceso. La autora pone de relieve la disputa interna entre
dirigentes empresarios con una mirada más de largo plazo y ciertas bases
“díscolas” que en general subestimaban el problema. Repasa la conformación del
sistema de formación técnica previo al peronismo y cómo con éste régimen se
pone en marcha una nueva política de educación técnica por la cual la educación
para el trabajo pasaba a ser una política de Estado. Sin embargo pese a ser una
demanda de empresarios, dicha política se encontró con resistencias patronales
que veían en general con desconfianza al peronismo, particularmente a la
política laboral que éste adoptó. Marcos Schiavi
explora la conflictiva relación entre industriales metalúrgicos y trabajadores
del sector que se dieron en el primer gobierno peronista, poniendo de relieve
que “la idea de la armonía de clases durante el peronismo no era más que un
discurso” (p. 181). Los conflictos que el autor analiza y que hacen eclosión
con la huelga metalúrgica de 1954, están suscitados en la disminución de la
productividad del trabajo, preocupación presente desde los primeros días del
gobierno peronista, debido al incremento del poder obrero dentro de las
fábricas, encarnado en el peso que tenían en las mismas, las comisiones
internas y los cuerpos de delegados que avanzaban sobre potestades que antes
eran exclusividad de los industriales. El reclamo patronal de mayor
productividad equivalía al restablecimiento de prerrogativas patronales
perdidas. Este poder que lograron los trabajadores dentro de las fábricas era
uno de los puntos claves de sustentación del “ser peronista”.
En suma, se trata de una compilación de trabajos que
recuperan el tema del trabajo, sindicatos y empresarios como uno de los temas
claves a abordar por las ciencias sociales constituyendo un aporte
significativo para reflexionar acerca de estos aspectos, con estudios de casos
regionales que complejizan y enriquecen nuestro conocimiento.
María Alejandra Martínez Fernández
(ISHIR-CONICET; mamfale@hotmail.com)
SUAREZ, Teresa y TEDESCHI, Sonia (Compiladoras) Historiografía y sociedad. Discurso, instituciones, identidades, Santa Fe, Universidad Nacional del
Litoral, 2009, 244 p.
La publicación de este interesante volumen de historiografía de la
provincia de Santa Fe, constituye un avance más en la comprensión cabal del
campo historiográfico regional en su doble dimensión local y global, así como
representa la concreción de un objetivo largamente acariciado, el de resignificar la historia regional sacándola de los
estrechos límites en los que estaba circunscripta para ubicarla en el contexto
nacional al que legítimamente pertenece: “Hacer la nación desde la provincia”
(Hernán Gómez, 1934, 123).
Resultado de un profundo trabajo de investigación del que derivó el
análisis de la producción historiográfica de finales del siglo XIX y las seis
primeras décadas del siguiente en el ámbito particularmente fecundo de la
provincia de Santa Fe, sus autoras, Mariela Coudannes
Aguirre, Inés Laura Scarafía, Carina Giletta, Silvina Vecari y las
compiladoras, asumieron el desafío de interrogar a la sociedad de aquel tiempo
a través de las obras y acciones de sus principales protagonistas, entendiendo
a la perfección la importancia de rescatar esas representaciones del pasado
común, integrándolas a las ya publicadas en las provincias hermanas de Tucumán,
La Rioja, Corrientes y Entre Ríos, con las que reconocen numerosos puntos en
común, especialmente con las dos últimas, con las cuales compartió momentos de
epopeya y sacrificio que se suman a la ya iniciada historia de la
historiografía regional argentina enriqueciendo su campo de estudio al que, sin
embargo, todavía le falta sistematización (Armando Bazán, 1983, 123).
La obra se inicia con un sustancioso prólogo titulado Hacia una
historia de la historiografía regional en la Argentina cuya autora, María
Gabriela Quiñones, desarrolla con claridad y detalladamente, los pasos que este
enfoque ha ido transitando de la mano de autores en su mayoría “vocacionales”
(A. Bazán), o “cronistas” (R. Carbia), según las
definiciones de los estudiosos de la temática, hasta llegar a la conclusión de
que, a pesar de la gran cantidad de obras, jornadas específicas y congresos
donde ha quedado instalada, la historia regional no es considerada desde los
grandes centros, y las últimas obras referidas a la historiografía argentina
casi no mencionan a los autores que la trabajan ni a sus iniciadores, (F.
Devoto, 2009).
Dos secciones conforman la obra, en la primera, Disciplinas e
instituciones, Mariela Coudannes Aguirre brinda un
singular aporte bajo la denominación ¿Profesionales o políticos de la Historia?
La historiografía santafesina entre 1935 y 1955, donde analiza concienzudamente
la trayectoria de los profesionales más destacados en esas décadas, el campo
ideológico en el cual se ubicaron, los cambios institucionales y políticos que
propiciaron, los circuitos académicos por los que transitaron y la proyección
de sus obras. Hay una interesante y nutrida compulsa de archivos
institucionales y privados, periódicos, discursos varios así como una correcta
ubicación del contexto socio político en el cual van apareciendo los Centros de
Estudios Históricos luego transformados en Juntas Provinciales, integrados a un
fecundo movimiento intelectual ligado a las universidades de Buenos Aires y La
Plata. Paralelamente, la autora destaca la lucha que todas las instituciones
mantuvieron por obtener recursos estatales, siempre escasos o inexistentes, y
las tensiones y vaivenes que los estudios históricos tuvieran en la Universidad
del Litoral, pasando por la etapa netamente revisionista hasta llegar a la
coyuntura nacionalista de la Revolución del ’43 y sus derivaciones ideológicas.
El recorrido efectuado marca con claridad las características de la época y sus
cambiantes etapas.
El segundo capítulo es Historia y Arqueología: convergencias desde
instituciones académico-científicas del litoral argentino- Primera mitad del
siglo XX, perteneciente a Teresa Suárez. La autora entiende que son necesarias
observaciones macro y micro que posibiliten la interpretación del enfoque, y su
justificación entre el período argentino y el americano. En la introducción se
destaca que la Nación, o el Estado Nacional fueron las vedettes de la
historiografía argentina en las primeras décadas del Siglo XX, que, en
cualquiera de sus contextos: nacional- provincial- regional- local, tenían
características legitimadoras del orden constituido, basadas en profusa
compulsa documental. Un relativo interés por la ciencia propiciaba estudios
varios propios de la ebullición reformista que se vivía en la Universidad
argentina, la que alcanzó a las flamantes facultades que tanto en Paraná como
en Santa Fe tenía la UNL. Si bien en ninguna de ellas Arqueología era una
cátedra, ello no impidió que se iniciaran con entusiasmo estudios de esa
naturaleza, que aparecen muy bien descriptos en los Anales de la Sociedad
Científica de Santa Fe, los de las facultades intervinientes y la Revista de la
UNL. El trabajo describe pormenorizadamente las tareas concretadas, los equipos
formados, las expediciones realizadas y las discontinuidades entre éstas y
aquellas hasta concluir con la disolución de las facultades paranaenses, un
duro golpe, y la expulsión de los profesores que llevó a cabo la intervención
de Jordán Bruno Genta; en las conclusiones finales, rescata el rol formador que
tuvieran esas experiencias pioneras, su importancia en la vida institucional y
la inclusión de la historia de la ciencia dentro de los tópicos a historiar.
El tercer trabajo corresponde a Sonia Tedeschi,
Representaciones del pasado argentino en la historiografía santafesina.
(1936-1970) y se basa principalmente en la obra y trayectoria de Salvador Dana
Montaño, relacionando a través de ellas a la historia con la ciencia política,
mediante el análisis de su producción y el impacto que la misma tuvo en la
época en que fue publicada. Hay una interesante hilación
entre la evolución de los estudios políticos, los momentos claves en la
trayectoria de Montaño y los cambios epocales en los
cuales éstos se producen, así como las conexiones latinoamericanas que este
autor mantenía y su nutrida participación en eventos ligados no solo a la
historia sino también a la política y a su proyección educativa.
La segunda sección, Historiadores, reúne seis trabajos donde Inés Sacarafia y Carina Giletta se
internan en las personalidades de Estanislao S. Zeballos
y Gabriel Carrasco para darnos a conocer sus trayectorias provincianas y
nacionales, sus conexiones, los circuitos de producción en los que se movían, y
las redes familiares e intelectuales que los sustentaban. Teresa Suárez, por su
parte, en artículo Félix Barreto y la construcción de un mito: Gregoria Pérez
de Denis. (1764-1823) nos introduce en el ámbito de la memoria y los homenajes
que el programa nacional dedicara a la glorificación del pasado, basado en la
indagación de datos empíricos conjuntamente con compulsa documental y
bibliográfica. Esta misma autora completa sus aportes con otro trabajo El historiador
y sus testimonios, Manuel Cervera y la tematización de la historia colonial de
Santa Fe, en el cual mediante el análisis del orden temático de la obra La
historia de la ciudad y de la provincia de Santa Fe de Cervera, y uno de los
documentos que ésta aporta a través del conocimiento indirecto del mismo,
revaloriza la figura del historiador detallando las características de la
estructura elegida además de la formación académica, las influencias recibidas
y su trayectoria pública dentro del contexto nacional, con los consabidos
vaivenes ideológicos propios de una prolongada actuación.
Inés Scarafia, Carina Giletta
y Silvina Vecari indagan en la personalidad y
producción de tres historiadores santafesinos miembros de la Junta de Estudios
Históricos, cuyos estudios sobre los tiempos coloniales revelan una singular
continuidad en la temática y el discurso, carente de renovación, en una visión
idealizada, dicen las autoras, que no muestra diferencias ni conflictos.
El destacado volumen concluye con los trabajos de Mariela Coudannes Aguirre y Sonia Tedeschi,
la primera indagando acerca de la construcción de representaciones sobre la
identidad santafesina, centrada en la clásica obra de Leoncio Gianello, Historia de Santa Fe, y la relación
historia-memoria a través de las vivencias de autor y la influencia de éstas
sobre su labor historiográfica. Finalmente la segunda se detiene en el discurso
historiográfico y las problemáticas históricas santafesinas tomando a la obra
de Juan Alvarez para desarrollar sus interpretaciones.
En toda la obra se observa el rigor científico con que ha sido
concretada, el afiatado trabajo en equipo, la
interesante vertiente trabajada proveniente de otras investigaciones que dieron
lugar a ésta y trabajadas concienzudamente durante seis años y la necesidad,
que surge de la lectura de ella, de que la historiografía regional, finalmente,
encuentre el lugar que merece integrando el campo más amplio pero común, de la
historiografía argentina.
Javier Patricio
Borche
(FCG/UADER; javepo@yahoo.com.ar)