Los orígenes del normalismo en la provincia de Santa Fe (1879-1920)

 

Laura Graciela Rodríguez (*)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/eukvrzy00

 

Resumen

 

En este trabajo nos proponemos analizar el origen y desarrollo, entre 1879 y 1920, de las primeras siete Escuelas Normales nacionales que se asentaron en la provincia de Santa Fe, en base a los informes anuales que los directores debían presentar ante las autoridades. Así también, mencionaremos brevemente el derrotero que siguieron las siete Normales provinciales creadas en este mismo período. En general, se ha asumido que las Escuelas Normales nacionales permanecieron estables en el tiempo y fueron espacios homogéneos de formación. Buscamos mostrar que esta mirada ha desatendido las particularidades territoriales donde se inscribieron las Normales nacionales, los distintos momentos históricos en que se fueron fundando y ha ignorado la convivencia con las instituciones provinciales.

 

Palabras clave: Escuela Normal; Provincia de Santa Fe; Maestros; Profesores.

 

 

 

The origins of normalism in the province of Santa Fe (1879-1920)

 

Abstract

 

In this paper we propose to analyze the origin and development, between 1879 and 1920, of the first seven national Normal Schools that settled in the province of Santa Fe, based on the annual reports that the directors had to present to the authorities. Likewise, we will briefly mention the course followed by the seven provincial Normal created in this same period. In general, it has been assumed that the national Normal Schools remained stable over time and were homogeneous training spaces. We seek to show that this look has neglected the territorial particularities where the Normal were inscribed, the different historical moments in which they were founded and has ignored the coexistence with the provincial institutions.

 

Keywords: Normal School; Province of Santa Fe; Teachers; Professors.

 

Los orígenes del normalismo santafesino (1879-1920)

 

En este trabajo nos proponemos analizar el origen y desarrollo, entre 1879 y 1920, de las primeras siete Escuelas Normales nacionales que se asentaron en la provincia de Santa Fe. Así también, mencionaremos brevemente el derrotero que siguieron las siete Normales provinciales creadas en este mismo período.[1] Existe en la actualidad un conjunto de investigaciones sobre las Escuelas Normales santafesinas y sus egresados durante esta etapa. Sin ánimos de ser exhaustivos, mencionaremos los estudios sobre las trayectorias de maestras vinculadas a la Normal Nº 1 y Nº 2 de Rosario (Pellegrini Malpiedi, 2016 y 2021); las Normales provinciales, como la de Coronda (Carrizo y Giménez, 2011; Mosso 2021); la situación general del sistema educativo provincial (Ossana et al, 2001); y las acciones del gremialismo docente santafesino (Ascolani, 2011 y 2019; Pellegrini Malpiedi, 2019). Por otra parte, disponemos de algunos libros institucionales acerca de la Normal Nº 1 de Rosario (Lonca, 1938); la Normal Nº 2 de Rosario (Dabat, 1935); y la Normal de Colonia Esperanza (Millán, 1946).

Realizando este breve repaso, constatamos que resta aún escribir una historia de conjunto de estas Normales públicas santafesinas. En base principalmente a la lectura de los informes anuales que debían escribir los directores de las Normales nacionales, a lo largo de cinco apartados, analizaremos el contexto nacional en el que se inscribieron estas Escuelas, en el segundo apartado hablaremos de las tres creadas en la ciudad de Rosario (Nº 1 y Nº 2 de mujeres y Nº 3 de varones), en el siguiente acerca de los dos establecimientos ubicados en la ciudad de Santa Fe (uno de varones que fue clausurado y otro de mujeres), luego de las Normales mixtas fundadas en las localidades de Colonia Esperanza y San Justo (Cuadro 1). Por último, nos referiremos a las Normales provinciales.

 

Cuadro 1. Año de apertura, ubicación de las Escuelas Normales y primeros directores (1879 - 1920)

 

Año de apertura y ubicación

Primeros directores

 

1879, Rosario, Nº 1, mujeres. En 1895 se hace mixta y en 1905 vuelve a ser de mujeres. En 1914 es Normal Nº 1 de Profesoras con el profesorado de Ciencias y Letras. En 1936 empieza a funcionar el profesorado en Lenguas Vivas

Elizabeth B. Coolidge (1879-1880). Luisa Terny de Freret (1880-1881). Adela Horney (1882-1883). Alcinda Morrow (1884-1888). Clara Gillies de Bischoff (1888-1904). Arcelia Delgado de Arias (1904-1919). María G. de la Fuente de Lonca (1919- 1936)

1886, Santa Fe, varones, cerrada en 1896

Nicolás U. Villafañe (1886-1888). Joaquín Argüelles (1889-1896)

1896, Colonia Esperanza, mixta

Froilán Soria (1895-1899). José E. Basualdo (1899-1912). Cirilo A. Pinto (1912-1922)

1906, Santa Fe, mixta, al año siguiente de mujeres. Vuelve a ser mixta en la década de 1920

Augusta Tiffoinet (1906- 1914). Juan J. Nissen (1914-1927)

1910, Rosario Nº 2, mujeres. En 1936 pasa a ser Normal Nº 2 de Profesoras, con el profesorado de Música y Dibujo

 Martín Herrera (1910-1920)

1910, San Justo, mixta. Nace como Rural y luego es de Subpreceptores con planes de estudio de dos años. En 1917 pasa a ser una Normal con un plan de cuatro años

Juan O. Gauna (1910-1915). Lázaro Fernández (1916-s/d)

1917, Rosario Nº 3, varones, elevada a Normal de Profesores en 1929, volviendo a Maestros en 1931

Aníbal Chizzini (1918-1939)

 

Fuente: elaboración propia en base a las Memorias del Ministerio de Instrucción Pública, Dabat (1935), Lonca (1938) y Millán (1946).

En general, se ha asumido que las Escuelas Normales nacionales permanecieron estables en el tiempo y fueron espacios homogéneos de formación. Partimos del supuesto que esta mirada ha desatendido las particularidades territoriales donde se inscribieron las Normales nacionales, los distintos momentos históricos en que se fueron fundando y ha ignorado la convivencia con las instituciones provinciales. En base a estas cuestiones, desarrollaremos tres hipótesis vinculadas entre sí. En primer lugar, que los funcionarios fueron creando en la provincia estas Escuelas Normales en diferentes épocas y contextos, por lo que sus propósitos fueron cambiando: en ciudades grandes se fundaron Normales de un solo sexo y se titularon, no solo maestros sino también profesores; en localidades medianas y pequeñas se crearon instituciones mixtas; y en zonas de campaña, ya en el siglo XX, se organizaron Normales para formar maestros rurales. Al mismo tiempo, estos establecimientos estuvieron lejos de mantenerse estables en el tiempo y fueron sufriendo modificaciones en su estructura a lo largo de este período estudiado, así como en la titulación que ofrecían (Cuadro 1). En segundo término, mostraremos que la mayoría de los primeros directores fueron varones provenientes de la Escuela Normal de Profesores de Paraná, debido a la proximidad geográfica, el prestigio que tenía esa institución y ciertas ideas de género respecto al lugar que debían ocupar varones y mujeres dentro del normalismo. La excepción a esto fue la primera Normal de Rosario, que recibió en los inicios maestras norteamericanas y tuvo todas directoras mujeres (Cuadro 1). En tercer lugar, plantearemos que las Normales provinciales buscaron ser un complemento de las nacionales y titular maestros para las escuelas rurales, pero sus directores debieron enfrentarse con ciertas autoridades provinciales que las consideraban innecesarias o que buscaron nacionalizarlas desde muy temprano.

 

El contexto general: la fundación de Normales en territorios diversos

 

La provincia de Santa Fe, igual que las demás, presentaba un territorio diverso y complejo en términos geográficos, económicos y sociales. A continuación, veremos en qué sentido las políticas nacionales de fundación de Normales buscaron responder a estas diferentes realidades y a cuestiones más específicas sobre la formación de maestros y maestras.

Luego de varios intentos de parte de las distintas provincias de crear Normales, a instancias del presidente Domingo F. Sarmiento, se fundó la primera Escuela Normal nacional, que abrió sus puertas en 1871 en la ciudad de Paraná (Entre Ríos). Era inicialmente de varones y se hizo mixta seis años después. En 1875 se aprobó un decreto que ordenaba crear Normales de mujeres en todas las capitales de provincias. El propósito, según el ministro nacional, era el de formar mujeres, que, por su calidad de “madres” resultaban ideales para trabajar de maestras con los niños más pequeños, es decir, en el Jardín de infantes y en los primeros grados de la primaria, además de generar un importante ahorro al Estado al recibir salarios provinciales más bajos que los varones. A diferencia de los hombres, afirmaba, ellas no estaban distraídas con los “variados quehaceres de la vida civil”, ni con los “poderosos atractivos de la vida política”, ni con las “carreras más lucrativas y brillantes”, por lo que revelaban “un mayor apego a la labor paciente del magisterio”.[2]

En la provincia de Santa Fe, en vez de fundar una Normal en la capital provincial, se creó una en Rosario en 1879. El presidente Sarmiento impulsó la contratación de maestros norteamericanos para que se hiciesen cargo de estas Normales: entre 1869 y 1898 llegaron alrededor de 61 maestras y cuatro maestros. De este conjunto, tres fueron directoras de la Normal Nº 1 de Rosario: Elizabeth B. Coolidge, Alcinda Morrow y Clara Gillies, destacándose esta última por la prolongada permanencia en el cargo, unos 16 años. Esta Normal, además, fue una de las que más norteamericanas tuvo trabajando, alrededor de 12 en total (Rodríguez, 2022).

En paralelo, entre 1874 y 1888 se crearon 13 Normales de varones porque se consideraba que ellos eran necesarios para ocupar los puestos para los que ellas no estaban “naturalmente” preparadas: los altos cargos de la burocracia, los puestos directivos, el profesorado en el nivel medio, la dirección en las escuelas masculinas, las escuelas rurales y la enseñanza en los grados superiores de la escuela primaria (Rodríguez, 2021). Por otro lado, a partir de 1887 se fueron inaugurando Normales mixtas en ciudades medianas y pequeñas, como en Colonia Esperanza —1896—.

Finalmente, en 1906 se creó la Normal mixta en la ciudad de Santa Fe, que se organizó tardíamente en relación con las otras capitales de provincia. Sin embargo, al otro año, por oposición del obispo católico, se tuvo que hacer de mujeres. Gran parte del éxito de estas Normales fue que la mayoría de los estudiantes recibió becas del gobierno, con el compromiso de trabajar como maestros durante unos años. En el contexto de la crisis económica de 1890, se comenzaron a escuchar voces asegurando que los varones becados abandonaban sus estudios antes de recibirse o no ejercían luego la profesión y con ello defraudaban al fisco, por lo que en 1891 el gobierno decidió suprimir las becas para varones en las Normales masculinas y mixtas. Esto causó una disminución abrupta de la matrícula y una serie de protestas entre los normalistas. Al poco tiempo las becas fueron repuestas, pero no se actualizaron de acuerdo a la inflación. En este contexto, el ministro decidió cerrar en 1896 la Normal de varones de Santa Fe porque tenía cada vez menos alumnos (Cuadro 1). En 1900, antes que mejorar la inversión en becas, el ministro de ese momento clausuró los 11 cursos normales de varones que existían, dejando abierta una sola Normal masculina. Sin dudas, estas medidas, junto con otras, hicieron que se consolidara el proceso de feminización del magisterio que se estaba dando en todo el país (Rodríguez, 2021). El ministro decidió conservar las Escuelas de Aplicación de varones y anexarlas a las Normales de mujeres. Con el tiempo, estas Normales femeninas se fueron haciendo mixtas (Cuadro 1).

Luego de estos cierres, los funcionarios seguían creyendo que era necesario aumentar la cantidad de varones en la profesión para cubrir los puestos que ellas, supuestamente, no podían. Algunos ministros insistieron con la creación de Normales masculinas: en 1903 se organizaron tres —en Corrientes, Catamarca y San Luis— que buscaron formar maestros rurales, en el entendido que ellos soportarían mejor que ellas la “difícil vida de campo”. Por falta de inversiones el proyecto no prosperó y se dispuso que funcionaran como Normales de varones con los mismos planes de las otras y sin orientación agraria (Rodríguez, 2020). Desde ese momento, se fundaron unas pocas Normales de varones más, destacándose la de Rosario (Cuadro 1). Al final de este período —1920—, las Normales mixtas eran mayoría en todo el país. Es decir, las autoridades no dejaron nunca de querer formar varones, aun cuando eran una minoría en el nivel medio de todos los establecimientos.

A partir de 1909, se comenzaron a fundar Normales mixtas Rurales, de Preceptores y Subreceptores en localidades pequeñas, con el objetivo de titular maestros rurales. El plan de estudios estaba acortado a dos años y no tenía materias agrarias, dado que se buscaba que los aspirantes egresaran lo más pronto posible y contribuyeran a erradicar el analfabetismo en esas zonas (Ascolani, 2007). Entre las primeras que se crearon estuvo la Normal Rural de San Justo (Cuadro 1). Desde los inicios, el resto de los normalistas consideró a estos graduados como un grupo devaluado y a estas Normales, de menor categoría. Por esta razón, la mayoría de estas y otras Escuelas, debido a los reclamos de profesores, padres y estudiantes, fue extendiendo sus planes de estudio a cuatro años, como sucedió en San Justo (Rodríguez, 2020).

Con respecto a las Normales de Profesores, en los comienzos del sistema hubo solamente tres: una en Paraná y dos en la ciudad de Buenos Aires. Los estudiantes se recibían primero de maestros y luego, haciendo un curso de uno, dos o tres años más según los distintos planes de estudio, obtenían el título de profesor en Ciencias y Letras. El título los habilitaba para la enseñanza en el nivel medio, ser directores e inspectores. Estas Normales siempre fueron pocas e insumían un presupuesto mayor. Como puede apreciarse en el Cuadro 1, la Normal Nº 1 de Rosario fue elevada a la categoría de Profesoras en 1914, la Nº 3 de varones de Rosario fue de Profesores por un breve tiempo y la Nº 2 de Rosario pasó a ser de Profesoras en la década de 1930.

Seguidamente, presentaremos fragmentos de los informes que debían presentar los directores de las Normales y algunos datos sobre sus trayectorias previas. De los reportes, hemos seleccionado las partes que se referían a la cuestión edilicia y presupuestaria; los cambios que se produjeron a lo largo del tiempo; las características de los alumnos y sus comunidades; las actividades de ayuda social y cultural que organizaron; la situación en la que estaban las asignaturas “femeninas”; los conflictos sucedidos; y algunas cifras de inscriptos y egresados, entre otras cuestiones.

 

 

Las Escuelas Normales ubicadas en la ciudad de Rosario

 

En 1879 se inauguró un curso normal anexo al Colegio Nacional de Rosario bajo la dirección de la norteamericana Coolidge, acompañada por Ruth Wales como maestra en la primaria.[3] En 1880, Coolidge renunció y la Normal comenzó a funcionar en un edificio propio como Escuela Normal de mujeres Nº 1. Le siguieron como directoras la francesa Luisa Terny de Freret y la argentina Adela Horney. Ambas dimitieron al poco tiempo y en 1884 fueron designadas las norteamericanas Alcinda Morrow —directora— y Antoniette Choate —vicedirectora—.

 

Cuadro 2. Maestras norteamericanas y cargos ocupados

 

Año

Nombre y cargo ocupado

1879-1880

Elizabeth B. Coolidge (directora)

1879-1880

Ruth Wales (maestra)

1884-1888

Alcinda Morrow (directora)

1884-1884

Mary J. Youmans (maestra, falleció en Rosario de fiebre tifoidea)

1884-1885 y 1886

Antoinette Choate (vicedirectora)

1886-1888

Clara Gillies de Bischoff (vicedirectora)

1886-1888

Antoinette Choate (directora Jardín)

1888-1904

Clara Gillies de Bischoff (directora)

1888-1892

Lucy Doolittle (directora Jardín y profesora de Gimnasia)

1890-1891

Jane Hunt (profesora de Gimnasia)

1891-1892

Jane Hunt (regente, falleció en Rosario)

1893

Annette Doolittle (directora Jardín)

1897-1902

Arvilla Cross (regente)

1898-1904

Mary Gillies (secretaria)

1900-1904

Mary Gillies (vicedirectora)

 

Fuente: elaboración propia en base a Rodríguez (2022) y Luiggi (1959).

 

Comenzó a funcionar en un local alquilado, que resultaba estrecho y contaba con mobiliario comprado en Estados Unidos. La falta de aulas y bancos hacía que hubiese que rechazar alumnas que querían ingresar a la Escuela de Aplicación. De todos modos, esta fue una de las pocas Normales que logró tener un edificio propio, inaugurado en 1897. Asimismo, resultó la única Normal nacional de la provincia que en este período tuvo un Jardín de Infantes, abierto en 1886 bajo la dirección de la maestra norteamericana Antoinette Choate, con 36 niños funcionando dos horas de mañana y dos horas por la tarde.[4] Las maestras norteamericanas se destacaron, entre otras cosas, por impartir clases de Gimnasia femenina, que resultaban una novedad para la época, dada la poca o nula formación de los docentes argentinos en esa materia (Rodríguez, 2022). De la misma manera, se preocuparon por impartir las asignaturas consideradas femeninas como Economía Doméstica y en uno de los informes, la directora se quejaba porque carecían de los elementos necesarios para las clases prácticas de cocina.[5]

A fines de 1895, el ministro dispuso que la Normal se hiciese mixta para que ingresaran al cuarto año, cuatro alumnos becados provenientes de la Normal de varones de Santa Fe, que fue suprimida, al tiempo que le entregaron a la directora todos los útiles de aquel establecimiento. En 1905 volvió a hacerse solo de mujeres. Cursaba en ese tiempo un considerable número de alumnas humildes de origen extranjero y en la Escuela, la directora intentaba despertar el amor a la patria para que pudieran trasladarlo a sus hogares.[6]

En 1904 la última directora norteamericana se jubiló, siendo designada Arcelia Delgado de Arias, egresada de la Normal Nº 1 de Profesoras de la ciudad de Buenos Aires. En 1914 la Normal se transformó en Normal de Profesoras, con la creación de un curso de profesorado de Ciencias y Letras. La directora anunciaba que se había incorporado al establecimiento la Normal privada católica llamada: Nuestra Señora de la Misericordia. Vale aclarar que el régimen de incorporación fue aprobado en 1897 para las Escuelas Normales privadas y ofrecía la posibilidad a las egresadas de estos establecimientos particulares de obtener títulos reconocidos por nación, siempre y cuando adoptaran los mismos planes de estudio que las Normales oficiales y sus estudiantes rindiesen todos los exámenes ante un tribunal liderado por autoridades de instituciones públicas. Arias admitía que, si bien con la incorporación se había sobrecargado el trabajo para el personal, este trámite les permitió a las 32 alumnas que habían quedado afuera de la Normal por falta de bancos, cursar el primer año en este establecimiento.[7] En 1919 la directora Arias se jubiló, siendo nombrada la vicedirectora egresada de Paraná, María G. de la Fuente de Lonca. Igual que sucedió en el resto de las Normales, la creación de la Asociación Cooperadora en 1919, a instancias del gobierno nacional, resultó un gran alivio económico para solventar los gastos más urgentes de la Escuela.

En esos años, la regencia organizó un “Costurero de Beneficencia” bajo la dirección de la maestra de Labores, donde las alumnas de primaria, voluntariamente, cosían y regalaban las prendas confeccionadas al Hospicio de Huérfanos o a otras instituciones benéficas. Se fundó el Teatro Infantil gratuito y al aire libre, que realizaba funciones organizadas por las alumnas y una Colonia Escolar de vacaciones para niños débiles. Por su iniciativa, las estudiantes del cuarto año de magisterio durante el año 1917, habían ido una vez por semana al hospital de niños a recibir lecciones de Puericultura e Higiene infantil. A partir de ese momento, la directora solicitó en varias oportunidades que se incluyese Puericultura como asignatura obligatoria para los grados de cuarto a sexto de la primaria. Consideraba que, en tanto las alumnas eran las madres del futuro, no podía egresar ninguna niña de la Normal sin haberla aprobado (Lonca, 1938).

En relación con las Escuelas Normales privadas, de las 23 que existían en todo el país hacia el año 1920, la provincia tenía dos en total, ambas ubicadas en Rosario: la mencionada Nuestra Señora de la Misericordia y el Colegio Normal de Nuestra Señora del Huerto, incorporada ese año. En las décadas de 1920 y 1930, el número de Normales privadas crecería exponencialmente.

La evolución de la matrícula en la Escuela había ido siempre en aumento a medida que su estructura se agrandaba: en 1884 en la Escuela de Aplicación eran 177 alumnas y en el curso de magisterio, unas 28.[8] Un tiempo después se informaba que tenían 773 alumnas: 75 en el Jardín de Infantes, 594 en la Escuela de Aplicación y 104 en el magisterio.[9] En 1916, la directora Arias reportaba acerca del número de alumnas que tuvo el establecimiento ese año, en sus cuatro secciones: en el Jardín (70), en la Escuela de Aplicación (558), en el curso de maestras (220) y en el curso de profesoras (29).[10]

En referencia a la Escuela Normal Nº 2, esta fue inaugurada en 1910, se designaron director a Martín Herrera y vicedirectora a Petronila Arnoldi, ambos egresados de la Escuela Normal de Paraná. Antes de esta creación, había funcionado de manera discontinua una Normal femenina provincial, que en ese momento era una escuela superior graduada de niñas conocida como “Gobernador Freyre”.[11] Luego de arduas negociaciones entre el gobernador y Herrera, el edificio provincial fue comprado por la nación, y la graduada y su personal pasaron a ser parte de la Escuela de Aplicación, junto con maestras y profesoras egresadas de la Normal Nº 1 (Dabat, 1935). Se calculaba que en 1909 la Normal Nº 1 había titulado unas 264 maestras (Lonca, 1938). Sin embargo, según la directora de la segunda Normal, el problema era que en la Normal Nº 1 los cursos eran relativamente reducidos en número “y lo formaban alumnas hijas de familia de buena, cuando no de elevadísima posición social y pecuniaria, de ahí que pocas al terminar su carrera se dedicaran a ejercerla” (Dabat, 1935, p. 29). Por ello, afirmaba que la Normal Nº 2 tenía “raíces populares profundas y floreció en el lozano árbol de la más respetuosa liberalidad”, dando a entender que allí se comulgaba con el laicismo y en aquella no tanto (Dabat, 1935, p. 29).

La acción externa de la Escuela era destacable: gracias a que se contaba con un salón para más de 800 personas, todas las semanas lo tenían ocupado con reuniones de asociaciones y de particulares que ofrecían cursos y conferencias de carácter científico, literario y artístico. Asimismo, Herrera relataba que, a mediados del año 1916 habían creado, por iniciativa del profesor Francisco Podestá, una “escuela al aire libre”, junto con egresadas de la Normal. Funcionaba en un rincón del hipódromo, con bancos y pizarrones, y no estaba dirigida a niños débiles y retardados, sino a niños pobres de ambos sexos. Inspirada en la doctrina de la escuela nueva o activa, los niños procedían allí con absoluta libertad: nadie los regañaba por llegar tarde o ausentarse. Así, “el sirvientito, el chico de los mandados, el vendedor de diarios, el limosnero, etc., recibían lecciones que en vano hubieran reclamado en los establecimientos oficiales”. Intentaban que estos niños dejaran de vagabundear y callejear, y les enseñaban a leer, escribir y contar en períodos no mayores de seis meses, además de transmitirles nociones de aseo y arreglo personal (Dabat, 1935).[12] Hacia 1918, empezó a funcionar en el edificio de la Normal la primera Universidad Popular de Rosario, organizada en términos generales bajo el plan de la Universidad Popular de la Boca, en la cual se ofrecieron cursos nocturnos para adultos de ambos sexos (Dabat, 1935).

Acerca de la Normal Nº 3, esta comenzó a funcionar a mediados del año 1917 con el director Aníbal D. Chizzini, egresado como maestro de la Normal de Esperanza y luego como profesor en la Normal de Paraná. Como solía suceder, el director designado debía trasladarse a la ciudad y encargarse personalmente de buscar un local. Logró que el gobierno provincial le cediera un edificio nuevo correspondiente a una escuela graduada superior, aunque carecía aún de gabinete y laboratorios.[13] La disciplina, remarcaba, no era del todo buena y se debía al hecho que se inscribieron en la Escuela de Aplicación casi todos los alumnos que concurrían a la escuela superior provincial que funcionaba en el mismo local, muchos de ellos rechazados en otras escuelas por mala conducta. Así también, los alumnos pertenecían casi todos a familias sumamente pobres y estaban intentando desarraigar los malos hábitos adquiridos en el hogar, en la calle y en los paseos públicos.[14] Se había fundado esta Normal, explicaba, porque según las autoridades provinciales, se necesitaban maestros para las escuelas graduadas masculinas. El director afirmaba que la afluencia de alumnos había superado ampliamente todas las expectativas y la presencia de la Normal iba a contribuir a descongestionar la enorme afluencia de estudiantes que concurría al Colegio Nacional, a la Escuela Superior de Comercio y a la Escuela Industrial, ofreciéndole a los varones otra carrera a la que poder dedicar sus actividades.[15] De todos modos, el director se quejaba por la falta de material de enseñanza, mobiliario e ilustraciones, ya que el presupuesto asignado era insuficiente y actualmente pesaba sobre el establecimiento una deuda de 400 $.[16]

 

Las Escuelas Normales de la ciudad de Santa Fe

 

La Escuela Normal de varones abrió sus puertas en 1886 bajo la dirección de Nicolás U. Villafañe y los profesores designados fueron casi todos egresados de la Normal de Paraná.[17] En la ciudad de Santa Fe se venían sucediendo distintos enfrentamientos con las autoridades católicas, varios de ellos por cuestiones educativas (Mauro, 2014). Por esta causa, la situación en Santa Fe resultaba singular dado que era la única ciudad capital del país donde no se había podido fundar ni un Colegio Nacional, ni una Escuela Normal de mujeres, que sí se habían creado en Rosario. Los católicos resistieron a la instalación del Colegio Nacional porque se encontraba funcionando el Colegio de la Inmaculada Concepción, creado en 1862 por la orden de los jesuitas, que tenía autorización para formar bachilleres. Un inspector que visitó la ciudad expresó que Santa Fe era el “centro del catolicismo argentino” debido a que en esa institución privada se habían formado “generaciones de alumnos” que hoy actuaban en la política, el clero y el gobierno (cit. Larker y Grandinetti, 2006, p. 6).[18] Un ministro denunció que los responsables no se ajustaban a la ley que regía para los institutos particulares y en 1885 se decidió cerrarlo, aunque unos años después volvió a abrir.

Respecto a la Normal masculina, las autoridades habían propuesto inicialmente que se instalará en el edificio del Colegio de la Inmaculada cuando estaba clausurado (Larker y Grandinetti, 2006; Mauro, 2014). Previsiblemente, la llegada de la Normal recibió las críticas del obispo católico, rechazando que se usara el local del Colegio y acusando de “liberales” a las autoridades y profesores a través de la prensa clerical.[19] A pesar de ello, el director de la Normal —recientemente inaugurada— logró que el establecimiento tuviera cierto éxito inicial. Informaba que habían querido ingresar 304 alumnos, pero solo pudo darle entrada a 145 por lo estrecho del local y las malas condiciones generales. Advertía que era necesario aumentar los salarios de los maestros de grado, unos 75 pesos, teniendo en cuenta que en esa ciudad se gastaba por término medio un 50 por ciento más que en Buenos Aires.[20] En 1888 Villafañe falleció y a inicios de 1889 fueron designados los egresados de la Normal de Paraná: el vicedirector Joaquín Argüelles pasó a ser director y Ramón Aranzadi vicedirector. Argüelles comenzaba señalando que “no obstante lo refractaria” que se mostraba parte de la sociedad y el periódico católico, la Normal seguía su camino.[21] Decía del edificio que era incómodo y perjudicial para la salud, situado sobre una calle que se ponía intransitable a la menor lluvia. Solicitaba aumentar a 30 pesos el monto de las becas —de 20 pesos—, dado que, por el costo de vida, los estudiantes se encontraban en una condición miserable y su situación era desesperante, teniendo que ser ayudados por los profesores.[22] El director pidió que fuesen admitidas dos niñas a la Escuela de Aplicación y proponía que se hiciese mixta la Normal. Si bien los inspectores estaban de acuerdo con que ingresaran mujeres, aseguraban que “el fanatismo religioso y la ignorancia” imperante en la ciudad, hacían imposible la existencia de una Escuela mixta.[23] Los graduados habían sido seis en 1888 y siete en 1889.

Como ya mencionamos, los ministros no solo no incrementaron el monto de las becas, sino que las suprimieron en 1891, provocando una deserción generalizada. Si bien luego las repusieron, el número de estudiantes bajaba año tras año. El ministro, Antonio Bermejo, decidió cerrar la Normal en 1896 debido a su reducido número de alumnos y egresados. Hubo una propuesta de abrir una Normal en Rosario, pero él no creía que prosperara, dado que la ciudad era “genuinamente comercial” y los varones preferían dedicarse a tareas más activas y provechosas, antes que hacer “una carrera de horizontes remotos y precarios”.[24] Hemos visto que los útiles y alumnos fueron trasladados a la Normal de Rosario. El ex director Argüelles fue designado para dirigir la primera Escuela Nacional de Comercio de Rosario.

En 1906 se fundó una nueva Escuela Normal, que al principio fue mixta. Se creó a pedido del gobernador, la Asociación Nacional del Profesorado y la Unión del Magisterio. Ese mismo año, también se logró inaugurar el Colegio Nacional. Por reclamo de las autoridades católicas, al año siguiente se hizo de mujeres, por lo que el Comité Pro Escuela Normal Nacional de Varones de Santa Fe presidido por Manuel Menchaca, elevó una solicitud a la Cámara de Diputados pidiendo que se restituya la Normal masculina o se hiciese mixta esta nueva, permitiéndole a los jóvenes continuar sus estudios.[25]

La directora designada fue Augusta Tiffoinet, egresada de la Normal de Mendoza donde fue maestra y vicedirectora, además de regente en las Normales de Mercedes y Dolores (Buenos Aires). Aunque la Normal se había hecho de mujeres, los católicos continuaban oponiéndose a su instalación. La directora informaba que en Santa Fe tuvo que

 

… luchar con un ambiente que no estaba preparado para recibir establecimientos de esta índole, más aún, el ministro sabe la obstrucción instintiva y, doloroso es confesarlo, que opone el hogar, cayendo en el error muy generalizado de que la enseñanza Normal lleva en sí un concepto de liberalidad mal interpretado.[26]

 

La directora añadía que tuvo que comenzar sin los gabinetes de Ciencias Naturales, Física y Química, pero lo peor fue que pasaron dos años, 1907 y 1908, de marcha absolutamente irregular de las clases debido a la absoluta escasez de profesores por problemas presupuestarios. Aun así, aclaraba, muchos de los docentes de segundo y tercer año, con excepcional buena predisposición, aceptaron trabajar ad honorem.[27] Las clases de Economía Doméstica no pudieron dictarse desde la creación del establecimiento porque faltaban todos los útiles para ese objeto. Tiffoinet consideraba que, en una Escuela donde se educaban niñas, no podía dejarse de lado ese ramo de la enseñanza, “para no formar solo maestras de escuelas, sino también para el hogar”.[28] A pesar de todas estas dificultades, la demanda de bancos excedía de 400 alumnas, pero quedaron sin matricularse más de 150 debido al faltante de pupitres y aulas. La directora mencionaba además, que había procurado estrechar lazos con las Normales de Paraná y de Esperanza, organizando visitas a ambos establecimientos.

Tiffoinet se jubiló y asumió en su reemplazo Juan J. Nissen, titulado en Paraná. Había sido inspector nacional y director de la Normal de San Fernando —Buenos Aires—. Con el objetivo de combatir el analfabetismo, en 1915 las alumnas de tercero y cuarto año dieron clases para niños que lo necesitaran los días domingo. Se quejaba porque el gobierno suprimió de un año a otro las becas que recibían las alumnas pobres, una parte de las cuales se vio obligada a abandonar sus estudios.[29] En 1916, las alumnas inscriptas eran 506 —342 en la Escuela de Aplicación y 164 en el curso de magisterio—. El problema era que, por falta de espacio, el número de grados en la primaria resultaba insuficiente para la gran cantidad de alumnas maestras que debían hacer las prácticas. El director advertía que el presupuesto destinado a esa Escuela era más bajo que el de otras Normales de igual o inferior importancia, estaba funcionando en dos edificios y se había habilitado un tercer local, que, si bien había solucionado el problema de las aulas, dificultaba la marcha diaria.[30] Faltaban, además, mobiliario, materiales didácticos, personal y mejorar los salarios de los ordenanzas. Esto se agravaba comparando la situación con los Colegios Nacionales, que tenían menos alumnos y aulas que las Normales, pero disponían de asignaciones por lo general tres veces mayores.[31] En referencia a la acción externa, el director mencionaba que habían acompañado la proclama que desde el Ministerio de Agricultura se les había hecho a los agricultores, incitándolos a sembrar trigo en abundancia.

 

Las Escuelas Normales mixtas de Colonia Esperanza y San Justo

 

Esta Normal ubicada en Colonia Esperanza abrió sus puertas en julio de 1896 con una mayoría de personal recibido en la Normal de Paraná, como el primer director Froilán Soria, la vicedirectora Rita Latallada de Victoria, el regente Maximio Victoria y el secretario Juan O. Gauna, entre otros. Esta localidad tenía la particularidad de ser una de las primeras colonias agrícolas del país fundada a mediados del siglo XIX que logró mantenerse en el tiempo. La colonia se creó con familias de distintas procedencias: suizas, alemanas, francesas, belgas y luxemburguesas (Millán, 1946). Uno de los propósitos de instalar una Normal allí, fue que egresaran maestros imbuidos en la cultura nacional, dispuestos a transmitir los valores de la patria a los hijos de inmigrantes.

Un inspector explicaba que la comunidad había recibido con júbilo a la Normal, iniciándose con 260 alumnos en la Escuela de Aplicación y 26 alumnos (siete mujeres y 19 varones) en el curso normal. Gran parte de esta concurrencia se trasladaba diariamente desde dos leguas de distancia.[32] De manera similar al resto de los directores, Soria advertía que faltaban todos los aparatos e instrumentos de Física y sustancias químicas, con las que era imposible seguir el método experimental. Respecto al edificio, el establecimiento estaba funcionando en tres casas alquiladas, lo cual era extremadamente incómodo. Soria consideraba que la tarea de darle homogeneidad a ese grupo de alumnos de origen inmigratorio y religioso tan diverso, resultaba una tarea muy difícil teniendo en cuenta además, que era el único establecimiento laico de Esperanza. Anunciaba, en tono negativo, que los primeros egresados se disponían a seguir otros estudios, por lo que era preciso obligarlos a cumplir con sus servicios como maestros, puesto que todos habían recibido becas. Respecto a las maestras, opinaba igual que ciertos normalistas varones: si bien era indudable que la mujer maestra era una influencia saludable en primer y segundo grado de la Escuela de Aplicación, observaba que resultaba “un fracaso completo desde tercer y cuarto grado”, por lo que convenía que en los grados superiores la enseñanza estuviese “confiada especialmente a maestros.”[33] (Rodríguez, 2021).

Bajo la dirección del egresado de Paraná José E. Basualdo —ex vicedirector de la Normal de varones de Jujuy y ex director de la Normal de varones de Catamarca—, se había comenzado a implementar en la clase de Trabajo Manual para varones el sistema sueco de trabajo en madera —slöjd—, al tiempo que se establecieron clases de tenis para las niñas y fútbol para los niños.[34]

En el informe del año 1910, Basualdo decía que el nuevo edificio inaugurado en 1908 era amplio y de hermoso aspecto, y que, con la partida asignada, se encargó parte del mobiliario a Estados Unidos. Sin embargo, tal como sucedía con muchos locales recién construidos, presentaba numerosos problemas: carecía de agua y esto era particularmente grave porque había 19 baños, 15 lavabos y 380 niños que necesitaban agua para beber. Sin la instalación de nuevos depósitos de agua y cañerías, iba a tener que suspender las clases. Pasado un año de uso, ya necesitaba limpieza y pintura.

Respecto a los alumnos, advertía que la única escuela de la localidad que tenía sexto grado era la Normal, el resto de las escuelas públicas tenía hasta tercer grado y unas pocas, hasta cuarto. Había solicitado más divisiones de tercero para que estos alumnos de las escuelas provinciales, pudiesen ingresar a la Escuela de Aplicación. A estas alturas, creía Basualdo, la Escuela se estaba transformando en un elemento decisivo de nacionalización y civilización, aunque todavía debía combatir a las escuelas extranjeras existentes en la Colonia. Dichos establecimientos tenían maestros recién llegados de sus países e ignorantes del idioma y estaban en constante contradicción con los propósitos de la Normal de integrar a los niños a la nación.[35] Desde 1898 hasta 1908 se habían graduado 40 maestros y 65 maestras.[36] En 1912 asumió un nuevo director, también titulado en la Normal de Paraná, Cirilo A. Pinto, que había sido director de la Normal de Mercedes, Corrientes.

En relación con la Escuela Normal mixta de San Justo, esta fue fundada por decreto en enero de 1910 como Escuela Normal Rural y luego fue denominada Normal de Subpreceptores. El primer director fue el egresado de la Normal de Paraná, Juan O. Gauna, que, como vimos, había sido secretario de la Normal de Esperanza. Gauna informaba que el local se inauguró sin mobiliario, por lo que debieron usar sillas de esterilla, de madera y de paja en sus diversas formas y tamaños, y varios niños de los grados inferiores pasaron el año sin pupitres.[37] Cabe recordar que uno de sus primeros egresados fue Juan Mantovani, quien ocuparía importantes cargos en las administraciones provinciales y nacionales. En abril de 1916 fue designado director Lázaro Fernández, quien reportaba que habían egresado, desde 1911, un total de 32 varones y 45 mujeres y en la Escuela de Aplicación eran más varones (143) que mujeres (89).[38]

Como ya mencionamos, por presión de las familias, en 1917, el Congreso aprobó que se creara una Normal completa de cuatro años. El tercer año se formó con los mismos subpreceptores que se recibieron el año anterior, seis varones y tres mujeres.[39] El director aseguraba que la Normal extendía su acción educativa sobre una vasta zona que comprendía algunos departamentos próximos desde donde concurrían alumnos. La presencia de la Normal en el pueblo, afirmaba, no solo se reflejaba en la acción instructiva por la educación intelectual y moral que aportaba a los alumnos, sino también porque sus consecuencias como institución profesional, iban modificando el ambiente de apatía e indiferencia que circundaba a los padres de familias.[40] De todos modos, era necesario trasladarse a un edificio más amplio y renovar el material escolar en todos los rubros.[41]

 

Las Normales provinciales

 

El gobierno de la provincia de Santa Fe había creado Normales provinciales a fines del siglo XIX que fueron cerradas después de un tiempo. Luego de estos intentos fallidos, se fundaron siete Escuelas Normales mixtas que lograron perdurar: la primera fue inaugurada en Coronda en 1909, sobre la base de una escuela graduada, que tuvo de alumnas, entre otras, a la reconocida escritora Alfonsina Storni. Bajo la gestión de los gobernadores Manuel J. Menchaca y Rodolfo B. Lehmann fueron creadas Normales en las localidades de Rafaela —1914, oficializada en 1916—, Reconquista —1915, oficializada en 1916—, Casilda —1915, oficializada en 1916—, Venado Tuerto —1915, oficializada en 1917—, Villa Constitución —1917— y Cañada de Gómez —1917—. Algunas de ellas, comenzaron a funcionar como Normales Populares, instituciones creadas y sostenidas por los vecinos y que unos años después fueron estatizadas. Tuvieron planes de estudio diseñados por las autoridades provinciales: hasta 1922 se expidió el título de Maestro Normal Rural con dos años de estudio; de 1923 a 1926, se titularon como Maestros Normales Provinciales con tres años de estudio y desde 1927, se extendió este plan a cuatro años.[42] A partir de 1933 se comenzó a implementar el mismo plan de las Escuelas Normales nacionales. Las Escuelas de Aplicación, en cambio, siguieron desde los inicios los planes de estudio de las Normales nacionales.

La creación de estos establecimientos, como vimos, tuvo en los inicios el propósito principal de formar maestros para las zonas rurales, bajo el supuesto que los egresados de las Normales nacionales se quedaban a trabajar en las ciudades. Asimismo, según uno de sus directores, ante la gran afluencia de inmigrantes, resultaba necesario que estos egresados pudiesen transmitirles a los extranjeros el amor a la patria, a la tierra, el conocimiento patriótico de la historia y la belleza simbólica de la bandera.[43] En varias se implementaron importantes innovaciones siguiendo los principios de la escuela nueva o activa, destacándose en Rafaela la obra de las hermanas Olga —egresada de Coronda— y Leticia Cossettini —recibida en Rafaela—.[44] Igual que sucedía en muchas jurisdicciones, los maestros que trabajaban en las escuelas provinciales cobraban salarios mucho más bajos que los maestros nacionales y, además, con atraso: en 1921 debieron organizar una gran huelga porque las autoridades llevaban dieciséis meses sin pagarles, y esta situación repercutió de distintas maneras entre los directores de estas Normales (Ascolani, 2019).

Después de haber adoptado los planes de estudio de las Normales nacionales, sus egresados tuvieron el problema que no los designaban para trabajar en las escuelas primarias nacionales —las Láinez— ubicadas en el sector rural, porque las autoridades priorizaban el nombramiento de los maestros normales nacionales, lo cual se consideraba sumamente injusto.[45]

Por razones de ajuste presupuestario, algunos gobernadores en distintas épocas estimaron que siete Normales eran demasiado costosas. Pretendieron cerrarlas y dejar abiertas dos o tres, y en los años de 1930 se propuso clausurarlas a todas y convertirlas en “escuelas vocacionales”. Ninguna de estas propuestas pudo implementarse dada la resistencia activa de las comunidades.[46]

Desde la década de 1910 comenzaron a presentarse proyectos en la Cámara de Diputados de la nación para nacionalizar estas Normales provinciales, argumentando que la validez de sus títulos se circunscribía a la provincia, que algunas llevaban una vida precaria y resultaba necesario unificar los planes de estudio. Además, se consideraba que la nación debía sostener a los establecimientos de nivel medio y universitarios y los gobiernos provinciales concentrarse en financiar a las escuelas primarias para combatir el grave problema del analfabetismo. Un tiempo después, un inspector explicó que no podrían nacionalizarse estas siete Normales porque la nación carecía de presupuesto suficiente. Asimismo, afirmaba que las seis Normales nacionales que ya existían en la provincia, más las doce Normales privadas que estaban funcionando en esa época, daban anualmente una cantidad de egresados que incluso excedía el número de puestos requeridos anualmente para las escuelas primarias de la provincia.[47] Más allá de estas idas y vueltas, lo cierto era que, durante el período estudiado, en la provincia de Santa Fe se concentraba el mayor número de Normales provinciales de todo el país.

 

Reflexiones finales

 

En este trabajo intentamos mostrar que las Normales que se fueron fundando en la provincia, estuvieron lejos de ser instituciones homogéneas, dado que tuvieron derroteros diferentes, producto, tanto del contexto en el que fueron organizadas, como de las políticas públicas aplicadas. Observamos que entre 1879 y 1920 se crearon en la provincia siete Normales nacionales, dos Normales privadas católicas en Rosario y siete Normales mixtas provinciales. A continuación, resumimos nuestros principales hallazgos.

De las Normales nacionales, tres fueron de mujeres, dos de varones —una fue cerrada— y dos mixtas. Hemos visto que en prácticamente todos los reportes de los directores hacían notar las carencias en los edificios, el mobiliario, el material didáctico y la escasez del presupuesto, al tiempo que emprendían valiosas acciones de ayuda social y distintas actividades culturales. Los directores de las Normales de mujeres y mixtas, dada la supuesta condición de las niñas de futuras madres, intentaban reforzar ciertos contenidos de las asignaturas consideradas femeninas como Economía Doméstica —las clases prácticas de cocina— y Labores —costura—, ofreciéndoles también, en una de ellas, cursos extracurriculares de Puericultura.

De acuerdo a estos mismos informes, cada Escuela tenía alguna particularidad: la Nº 1 de Rosario al parecer, poseía una concurrencia de hijas de padres de clases medias y altas y por esa razón, se justificó la creación de la segunda Normal en la ciudad, destinada a captar al alumnado femenino de los “sectores populares”. Por otro lado, la Normal de varones de Santa Fe debió cerrar por la escasa inscripción y en su momento se evaluó la posibilidad de crear una en Rosario. El ministro de esa época no estuvo de acuerdo con esa opción, asegurando que la ciudad era netamente comercial y a los varones no les interesaba dedicarse al magisterio. Ya en el siglo XX, se fundó una Normal masculina en dicha ciudad, argumentando exactamente lo contrario: que a los varones se les debía brindar una alternativa a la oferta educativa existente, dándoles la posibilidad de titularse como maestros y así poder emplearlos en las escuelas primarias de varones. La matrícula estaba conformada mayoritariamente por niños y jóvenes de familias pobres.

En la ciudad de Santa Fe, la cuestión religiosa atravesó el tema educativo, a tal extremo que era el único caso de una capital de provincia donde no se pudo fundar una Normal de mujeres hasta el siglo XX. Hemos visto que los directores de las Normales de varones —que fue clausurada— y de mujeres, mencionan en sus reportes la resistencia que generaba entre las autoridades católicas y parte de la población la presencia de una institución que acusaban de “liberal” debido a que no tenía incluido en sus planes de estudio la enseñanza religiosa, vigente en la ley de educación provincial. De todos modos, la Normal de mujeres tuvo siempre una matrícula alta que crecía todos los años.

Las dos Normales mixtas de Colonia Esperanza y San Justo estaban ubicadas en zonas rurales, sin embargo, la primera nunca fue convertida en Rural. En Esperanza predominaba una población agrícola que era casi toda de origen inmigratorio, y la Normal debía contrarrestar el peso que tenían las escuelas extranjeras. La de San Justo pasó por varios cambios en su estructura: se creó como Normal Rural y luego de Subpreceptores, con planes de estudio de dos años. Finalmente, fue organizada con un plan de cuatro años. Por las características de las comunidades donde estaban insertas, su acción educativa y cultural tuvo un gran impacto en la vida cotidiana.

En referencia a los directores, hubo en total de 18 en este período, diez varones y ocho mujeres, de las cuales siete estuvieron destinadas a la Normal Nº 1, que fue la única que tuvo siempre directoras del sexo femenino. Es decir, las autoridades en estos años creían que los varones estaban mejor preparados que ellas para dirigir Escuelas Normales nacionales de varones, pero también de mujeres y mixtas, a pesar de que ya existía un importante conjunto de egresadas normalistas. Hemos visto que la mayoría de los directivos y profesores eran titulados de la Normal mixta de Paraná y habían sido directores, vicedirectores o regentes de otras Normales situadas en distintas provincias. La Normal N° 1 también se diferenció de este conjunto porque fue la única que tuvo durante las primeras décadas una gran presencia de maestras norteamericanas, un Jardín de Infantes, fue elevada a la categoría de Profesoras en la década de 1910 y por ello, recibió el mayor presupuesto de todas.

Finalmente, nos referimos brevemente a las Normales provinciales, que fueron creadas para formar maestros rurales, tuvieron planes de estudio más cortos que las nacionales hasta la década de 1930 y estuvieron en desventaja frente a los titulados de las Normales nacionales. Además, debieron resistir los intentos de cierre y de nacionalización. De todos modos, varias de ellas tuvieron egresados destacados y se realizaron experiencias pedagógicas innovadoras que sobresalieron a nivel nacional.

 

Bibliografía

 

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Fuentes

 

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Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

 

Recibido: 19/08/2022

Evaluado: 05/12/2022

Versión Final: 08/12/2022

 

 



(*) Doctora en Antropología Social (Universidad Nacional de Misiones). Investigadora Independiente (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas / Universidad Nacional de La Plata). Email: lau.g.rodrig@gmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-9757-5609

[1] Para evitar sobrecargar la escritura, en este trabajo utilizaremos el género masculino, en el entendido que incluye siempre a mujeres y varones, salvo que se aclare lo contrario.

[2] Ministerio de Justicia e Instrucción Pública (MJEP). Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1876, p. 207.

[3] Sobre la directora Coolidge y unas cartas que escribió, ver Pellegrini Malpiedi (2016).

[4] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1886.

[5] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1901.

[6] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1902.

[7] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[8] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1885.

[9] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1902.

[10] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1917.

[11] Para conocer más sobre la historia de esta Normal provincial, ver entre otros, Pellegrini Malpiedi (2022).

[12] La escuela al aire libre fue estatizada en 1927 (Dabat, 1935).

[13] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[14] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[15] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[16] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1919.

[17] Estos fueron: Segundo Gómez, José Arce, Jenaro Benet, Secundino Solá, Modesto Salcedo, Atenor Gerez, Ezequiel Velázquez, Agustín C. Zanon, Enrique Muzzio, Antonio Arce, Adolfo Velázquez, Amadeo Auchter, Fortunato Velasco, Jaime Uranga, Ricardo Caballero, Reynaldo Marín, Amadeo Gervassoni.

[18] El peso de la Iglesia se hacía sentir en los organismos públicos. Entre 1884 y 1910 hubo dos presidentes del Consejo General de Educación egresados del Inmaculada, uno de ellos sacerdote y hubo otro sacerdote que también estuvo al frente del Consejo (Carrizo y Giménez, 2022).

[19] La Educación, Nº 10, 1886.

[20] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1886.

[21] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1859, p. 354.

[22] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1889.

[23] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1889.

[24] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1896, p. XL.

[25] Menchaca, M. (1909). El comité Pro Escuela Normal Nacional de Santa Fe solicita la creación de esa escuela. Expediente Nº 216. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

[26] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1910, p. 535.

[27] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1910.

[28] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1910, p. 537.

[29] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1917.

[30] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[31] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[32] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1896.

[33] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1899, p. 541.

[34] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1901.

[35] Un inspector de escuelas advertía que, en una escuela privada, costeada por una institución alemana, los niños le contestaron que eran alemanes de Esperanza (Osanna et al. 2001).

[36] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1910.

[37] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1912.

[38] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1917.

[39] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1918.

[40] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1919.

[41] MJEP. Memoria presentada al Congreso Nacional por el ministro de justicia e instrucción pública, 1920.

[42] Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

[43] Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

[44] Existe una abundante producción sobre la obra de las hermanas Cossettini. Se sugiere ver, entre otros, Caldo y Fernández, (2010); Welti y Serra (2018); Giménez (2021).

[45] Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

[46] Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.

[47] Pandolfo, P. et al. (1941). Nacionalización de las escuelas normales de la provincia de Santa Fe. Expediente Nº 377. Buenos Aires: Cámara de Diputados de la Nación.