REVISTA DE LIBROS

 

 

 

LISSANDRELLO, Guido; A desalambrar: izquierda y cuestión agraria en la Argentina de los '70, Ediciones ryr, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2021, 584 pp.

 

A desalambrar. Izquierda y cuestión agraria en la Argentina de los 70’ busca aportar al estudio sobre vinculación de las organizaciones de izquierda con el mundo rural argentino entre las décadas del 60’ y los 70’.

El trabajo de Lissandrello apunta a contribuir al análisis sobre una problemática que ha sido escasamente estudiada para la segunda mitad del Siglo XX: la relación entre la izquierda argentina y sus programas con la llamada “cuestión agraria”. Los trabajos que han abordado este punto anteriormente se han abocado a analizar principalmente a las corrientes políticas que intervinieron en la primera mitad del siglo, centrándose especialmente en tres de ellas: el anarquismo, el Partido Comunista de la Argentina (PCA) y el Partido Socialista. El trabajo de Lissandrello contribuye a reconstruir los programas agrarios de la izquierda en un escenario de fuerte conflictividad urbana y rural, sumando a nuevos actores políticos que irrumpieron en la primera mitad de la década del 60’ y de los 70’, en un momento de pronunciadas transformaciones en la estructura agraria argentina.

Las organizaciones que aborda el autor en su libro son: el PCA, Montoneros, El Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), el Partido Comunista Revolucionario (PCR), Vanguardia Comunista (VC), el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Política Obrera (PO) y la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO). Entre las fuerzas políticas estudiadas, existían algunas que juzgaban que el país no había asistido a un desarrollo capitalista pleno, y que sobrevivían en su estructura económico-social resabios feudales o precapitalistas, por lo cual promulgaban una revolución burguesa, y otras que le adjudicaban a Argentina un desarrollo pleno de su capitalismo, por lo cual, el horizonte era el socialismo.

El autor se propone poner en cuestión cuáles fueron los motivos de lo que llama la “derrota” y el “naufragio” de los proyectos de transformación que propuso la izquierda argentina durante el período. En este sentido, Lissandrello sugiere tomar como eje el análisis de los programas políticos de estas organizaciones, entendidos estos como un balance o diagnóstico determinado sobre el desarrollo que ha alcanzado la estructura económico-social de un país, y las potenciales posibilidades de transformarla. La importancia que señala el autor para el estudio de los programas radica en que estos fueron la hoja de ruta que marcó la estrategia a seguir por estos partidos. En este sentido, el autor se propone examinar la totalidad de los programas que se desarrollaron en la izquierda argentina a lo largo de la periodización señalada.

La lectura de A desalambrar... presenta un análisis de estos programas, centrando el foco de atención en el abordaje que estos le dieron a la cuestión agraria y al accionar político que estas organizaciones tuvieron en el ámbito rural argentino. Lissandrello también propone reconstruir la intervención concreta de estos partidos en el campo, especialmente en cómo estos interpelaron a los dos sectores más numerosos e importantes, los “campesinos” y el proletariado rural. Para el autor, este aspecto es central, ya que Argentina es caracterizada como un país con un capitalismo de base agraria. El libro reconstruye cómo estas organizaciones actuaron en algunos sectores estratégicos en los cuales intervenían estos sujetos, como por ejemplo los sindicatos que reunían al proletariado rural, como así también las corporaciones y movimientos en donde intervenían los productores agrarios.

El recorte de la periodización no es azaroso, puesto que durante los años 60 y 70 el problema agrario se instaló como una cuestión central en la discusión política-económica, especialmente con las fuertes transformaciones producidas en el campo tras la “revolución verde”, cuyo impacto produjo relevantes cambios en la estructura social del agro argentino, con modificaciones sustanciales en los regímenes de tenencia de la tierra y grandes alteraciones en las formas de producción, especialmente ligados a un proceso de modernización de los equipos de trabajo, especialmente maquinaria, y la difusión de fertilizantes, semillas modificadas genéticamente y herbicidas, que permitieron un salto en los rindes de los cultivos.

La hipótesis central que Lissandrello ofrece al público lector parte de un diagnóstico y un balance crítico sobre el abordaje que la izquierda realizó de la estructura agraria argentina. En A desalambrar... se señala que los partidos que intervinieron en la década del 70' no tenían una caracterización real sobre la naturaleza y el estadio que atravesaba la agricultura argentina, señalando que estos se dejaron llevar por ideas “campesinistas” que colocaban a los pequeños y medianos productores como sujetos opuestos a la “oligarquía” y como potenciales aliados del proletariado. Lissandrello manifiesta que la consideración que los partidos tuvieron sobre el “campesinado” tomado como un sujeto esencial en la alianza obrero-campesina, fue motorizado por una falta de estudio sobre la realidad de la estructura del campo argentino, algo que llevo a las organizaciones a considerar la “cuestión agraria” desde una óptica ajena a la realidad que vivía el país, en la cual se consideraba al mediano y pequeño productor como “trabajador” desconociendo que en diferentes grados, estos sujetos eran explotadores de mano de obra, o sea, del proletariado rural. Esta caracterización dio lugar a que las consignas de reforma agraria y alianza obrero-campesina sean los ejes principales de agitación de gran parte de la izquierda, con contadas excepciones. Lissandrello considera que estas eran peligrosas y equivocas, en tanto apuntaba a una confluencia entre las clases explotadas y explotadoras.

El autor se vale de fuentes escritas de diverso tipo. Entre ellas se destacan las revistas teóricas de las organizaciones, sus documentos congresales, que sirven para analizar y reconstruir las estrategias políticas adoptadas por cada una de ellas. También utiliza libros de intelectuales ligados a las organizaciones, con contenido específicamente dirigido a los problemas agrario. Lissandrello toma además la prensa periódica, fuente privilegiada para reconstruir el accionar político cotidiano de los partidos en los frentes rurales. Por último, el libro toma publicaciones, boletines y volantes de frentes sindicales específicos vinculados al agro, que permiten acercarse a como las organizaciones intentaron vincularse con los sujetos rurales y desarrollar agrupaciones u organismos afines.

A desalambrar.... cuenta con 8 capítulos y un apartado en el que se presentan las conclusiones a las que arriba el autor. En el capítulo I Lissandrello presenta un cuadro general de la situación del agro argentino, tomando en cuenta las transformaciones estructurales que este sufrió durante las décadas de los 60 y los 70. En él se presenta los diagnósticos que los partidos, las corporaciones y los intelectuales ligados al estudio del agro realizaron sobre la estructura agraria.

En el capítulo II, A desalambrar... presenta una reconstrucción de las posiciones del PCA, el “estalinismo” según el autor. Ahí señala que la organización desarrollo una vasta producción teórica sobre la cuestión agraria, además de intervenir fuertemente al interior de un gran número de frentes rurales, entre ellos corporaciones agrarias, los sindicatos del proletariado rural y el movimiento liguista surgido en los inicios de la década del 70.

En el capítulo II el autor examina las posiciones dos partidos que surgieron de rupturas con el PCA y representaron al "maoísmo" como corriente político-teórica en Argentina, tomando como ejemplos la Revolución China y su base campesina, el PCR y VC. Junto al PCA, Lissandrello ubica al PCR como uno de los partidos que más seriamente estudiaron la estructura agraria Argentina.

En los capítulos IV y V, A desalambrar... analiza la intervención de las organizaciones político-militares que se desarrollaron de manera masiva durante la década del 70, centrándose en dos de ellas: El PRT-ERP, partido considerado por el autor bajo el rótulo de “guevarista”, y Montoneros, organización referenciada con la izquierda peronista. El autor reconstruye las lecturas y caracterizaciones de estas organizaciones referidas al campo, además del accionar tanto sindical como político que estas tuvieron entre los sectores rurales. En el caso del PRT-ERP la cuestión agraria era tomada como una problemática de carácter estratégico, ya que esta organización entendía que era en el campo donde se debían desarrollar los focos guerrilleros que darían lugar a un proceso revolucionario en el país. Lissandrello destaca que el PRT-ERP no se distanció de la consigna de “alianza obrero-campesina” y la “reforma agraria” que barajaban casi la totalidad de las organizaciones de izquierda de la época.

Por otro lado, Montoneros, la organización más importante de la llamada “izquierda peronista” concentró su agitación contra la “oligarquía”, asumiendo también para sí la consigna de reforma agraria. La cuestión de clase en lo que refiere al campesinado no tomo una relevancia particular para Montoneros, ya que la organización no planteo una dicotomía entre el proletariado y la burguesía, sino entre la Nación y el imperialismo. Esta concepción le permitió ocupar un lugar destacado en las Ligas Agrarias, que aglutinaron principalmente a los productores regionales pequeños y medianos que pujaban por evitar su desposesión y su proletariazación exigiendo medidas tendientes a garantizar su subsistencia.

En el capítulo VI el libro analiza las posiciones de las organizaciones ligadas al trotskismo, el PST y Política Obrera. El autor señala que estas organizaciones privilegiaron la organización del proletariado fabril y carecieron de una caracterización integral de la estructura agraria, confluyendo en algunos aspectos con las organizaciones maoístas y el estalinismo, en tanto a la necesidad de una Reforma Agraria y a la defensa de los pequeños productores arruinados por el desarrollo del capitalismo en el agro.

En el capítulo VII se aboca al estudio de las posiciones de la OCPO. Esta organización, de menor renombre y alcance político, fue según el autor la única que combatió la idea del “campesinismo”, señalando que en Argentina se había desarrollado un capitalismo pleno. Las tesis de la insuficiencia del desarrollo capitalista y la necesidad de una reforma agraria eran en la óptica de la OCPO un retroceso político y teórico. El capítulo también retoma las tesis esbozadas por Ismael Viñas, las cuales señalaban que en el campo argentino se habían difundido ampliamente las relaciones sociales capitalistas, que colocaban a un número significativo de pequeños y medianos propietarios rurales ante la necesidad de adaptarse a una cantidad de transformaciones e innovaciones tecnológicas o enfrentarse a la desposesión y a la proletarización. En este sentido, no había en Argentina resabios semi-feudales o pre-capitalistas. Este análisis daba lugar a pensar que las contradicciones de clase al interior del campo se dividían entre la burguesía y el proletariado, y no entre oligarquía y sectores rurales “empobrecidos”.

Lissandrello sostiene que a pesar de que estas organizaciones tuvieron diferentes nomenclaturas y tácticas, la cuestión agraria simplificó ese campo heterogéneo y diverso que era la izquierda en los 70. Estos partidos y movimientos habrían tomado algunos “lugares comunes” o tópicos que se repetían, como la existencia de una oligarquía parasitaria, la existencia del latifundio como traba al desarrollo, la penetración del imperialismo a través de los monopolios, el estancamiento agrario y la existencia de una capa de campesinos empobrecidos con posibilidades de ser sumados a la alianza con la clase obrera. También señala los matices, por ejemplo, entre las organizaciones trotskistas y guevaristas con el estalinismo, que no contemplaban una alianza con las burguesías nacionales ni tenían una concepción etapista de la revolución, aunque el autor sugiere que todas planteaban la existencia de tareas democrático-burguesas que culminaron en un frente común con posiciones nacionalistas.

En el campo, la traducción de esto fue la reivindicación de una Reforma Agraria como salida al estancamiento y al atraso. Partidos como el PCA, el PCR y VC consideraron al gran terrateniente y al latifundio como opresores de los pequeños arrendatarios, que imposibilitaban su capacidad de capitalizarse y de incrementar la productividad. De la existencia del latifundio y de la oligarquía, estos partidos señalaban que aún existían resabios pre-capitalistas o semifeudales, justificando así una alianza con la burguesía nacional progresista para avanzar hacia un mayor desarrollo capitalista.

Con la excepción de la OCPO y de los planteos de Ismael Viñas, el resto de las organizaciones pueden ubicarse, según el autor, en la línea de la corriente “agrarista-reformista”. Para Lissandrello, lo que representaba la Reforma Agraria y la alianza obrero-campesina según la estructura social y económica de la Argentina era una unidad entre los sectores del proletariado, la burguesía agraria y la pequeño burguesía rural empleadora de mano de obra. Por lo tanto, la mentada alianza era una propuesta de unidad entre "explotados" y "explotadores". Una de las conclusiones centrales que se desprenden de este análisis es que el proletariado rural fue relegado a un segundo plano de esta alianza, ya que era furgón de cola de las fuerzas burguesas o pequeño burguesas. La interpretación de que en el campo las clases sociales no eran burguesía y proletariado, sino oligarquía y campesinado fue, según Lissandrello, consecuencia de este análisis sesgado, basado en datos y aspectos interpretados de manera unilateral.

En este sentido, la conclusión a la que el autor arriba en A desalambrar... es fuertemente crítica con el accionar de los partidos allí analizados. Lissandrello señala que gran parte de estas organizaciones políticas capitularon programáticamente ante el reformismo, inclinándose por el entrismo o por el acercamiento –en diferentes grados- al peronismo. El problema de la “derrota” de la izquierda en los años 70’ habría radicado para el autor en el nivel “subjetivo”, o sea, en la debilidad de los programas. Estos no representaban un estudio exhaustivo sobre la realidad argentina y sobre sus principales problemas en el ámbito económico y socio-político, entre los cuales el problema agrario era un elemento central. Esta debilidad “programática” se traducía para el autor en una debilidad estratégica que no permitió a la izquierda argentina a convertirse en una potencial alternativa de transformación social.

A desalambrar... resulta un interesante trabajo sobre una temática aún poco indagada. El estudio sobre el vínculo de las organizaciones de izquierda y el mundo rural en las décadas más conflictivas que atravesó Argentina en la historia reciente tiene con este libro un punto de apoyo importante, ya que en su interior el autor ha podido sistematizar las posiciones de los principales actores sociales, políticos y sindicales que jugaron un rol durante los 60 y los 70.

 

 

Juan Cruz Mondino

Universidad Nacional de Rosario

Email: juancruzmondino@gmail.com

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9438-1574