Génesis del movimiento sindical y lucha armada. Historia del Movimiento 19 de abril en San Alberto, Cesar (1974-1990)

 

 

Diana Marcela Castellanos Bautista(*)

Joseph Vicent Castillo Niño(**)

 Raquel Méndez Villamizar(***)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/9cioz5k7n

 

Resumen

 

El Movimiento 19 de abril fue una guerrilla colombiana que nació de una serie de contradicciones en los proyectos revolucionarios y el fraude electoral de 1970. Una de sus zonas de mayor influencia fue San Alberto, localizado en el departamento del Cesar donde llegó en 1974 bajo la influencia de la corriente socialista de la Alianza Nacional Popular. Este trabajo reconstruye tal proceso político que duró hasta 1990, año de su desmovilización. Para comprender la experiencia del M-19 en San Alberto, se partió de los aportes teóricos de Marta Harnecker, Orlando Fals Borda y Antonio Gramsci. Para lograrlo, se realizó una revisión documental sobre el conflicto social armado en la región y entrevistas tanto a ex integrantes de la guerrilla como simpatizantes. A lo largo de la investigación se evidencia que en su apuesta revolucionaria participaron activamente en la conformación y consolidación de las organizaciones obreras.

 

Palabras clave: Luchas obreras; Guerrillas; Memoria histórica; Procesos de paz.

 

 

Genesis of the trade union movement and the armed struggle. History of Movimiento 19 de abril in San Alberto, Cesar (1974-1990)

 

Abstract

 

The Movimiento 19 de abril was a Colombian guerrilla movement that was born from a series of contradictions in the revolutionary projects and the electoral fraud of 1970. One of its areas of greatest influence was San Alberto, located in the department of Cesar where it arrived in 1974 under the influence of the socialist current of the Alianza Nacional Popular. This paper reconstructs such a political process that appeared until 1990, the year of its demobilization. To understand the experience of the M-19 in San Alberto, we started from the theoretical contributions of Marta Harnecker, Orlando Fals Borda and Antonio Gramsci. To achieve this, a documentary review was carried out on the armed social conflict in the region and interviews with both former guerrilla members and sympathizers. Throughout the investigation, it is evident that in his revolutionary commitment he actively participated in the formation and consolidation of the workers' organizations.

 

Key words: Workers struggles; Warfare; Historical memory; Peace processes.


 

Génesis del movimiento sindical y lucha armada. Historia del Movimiento 19 de abril en San Alberto, Cesar (1974-1990)

 

Introducción

 

El conflicto social armado en Colombia ha presentado modificaciones, rupturas y permanencias a lo largo del tiempo. Es posible establecer algunas de las condiciones que dieron como resultado su existencia y prolongación: “el conflicto armado comienza con la Violencia.[1] Y la Violencia está asociada a dos factores originarios que se influyen mutuamente: el control sobre la tierra y sobre el Estado” (Molano, 2017, p. 565). Ante la conformación de diversas guerrillas, basadas en múltiples propuestas revolucionarias, grupos paramilitares, contexto social, económico y políticos particulares en cada región y época, un análisis generalizado hace perder las particularidades regionales. Tal como lo plantea Vásquez:

 

El conflicto armado colombiano es esencialmente heterogéneo en el espacio y el tiempo, con grandes variaciones según las dinámicas del poblamiento, la configuración social de las regiones y la manera diversa como esas regiones y sus pobladores interactúan con la vida política y económica del nivel nacional. Esas distintas dinámicas hacen que sea diferente la manera como los actores armados se insertan en los territorios e interactúan con la población civil y como el conflicto armado afecta a las regiones (Vázquez, 2013, p. 36).

 

San Alberto es fundado en 1955 como un corregimiento de Rio de Oro, se convirtió en municipio en el año 1967 (Alcaldía Municipal de San Alberto, 2018). A lo largo de su historia se ha visto envuelto en momentos de conflictividad social: fue lugar de acogida de desplazados por La Violencia, que encontraron la oportunidad de una tranquilidad en una zona del país poco explorada y alejada de las dinámicas de violencia (Fundesvic, 2011). Por esta misma razón, el abandono estatal y falta de títulos de propiedad fueron condiciones favorables para iniciar el cultivo de la palma africana de la mano de Morris Gutt (Páez, 2018). En 1963 nació la Industria Agraria La Palma -Indupalma-:

 

Morris Gutt, propietario de GRASCO, fábrica de grasas fundada en los años 50, requería para redondear su negocio sembrar palma, pues la importación de materias primas, dada la política proteccionista del gobierno de Rojas Pinilla, hacía tambalear la empresa. En 1963 entró a San Alberto, una zona de colonización que se estaba apenas formado a raíz de la construcción del ferrocarril entre Puerto Berrío y Fundación. Muchos colonos debieron ser desalojados por la Violencia de los 50, quizá de la región de Ocaña o de San Vicente de Chucurí. (Molano, 2009, p. 132).

 

La irrupción de esta nueva actividad económica inició una disputa por el uso y tenencia de la tierra, lo que motivó enfrentamientos entre los colono-campesinos y la naciente empresa Indupalma (Castillo, Castellanos y Benavides, 2022). La consolidación de la agroindustria motivó la llegada masiva de mano de obra proveniente de diferentes regiones del país, especialmente Santander, Norte de Santander y Bolívar (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018). El primer intento de organización sindical se dio bajo la guía de Antonio Ferrer García, dirigente de la Federación de Trabajadores de Santander -FESTRA-, aquel sindicato no prosperó, pero marcó las bases para próximas acciones, luego de eso, en 1963 arribó a la región Isaías Tristancho Gómez[2] de la Unión Sindical de Trabajadores de Santander -UTRASAN-, quien esperaba y buscaba a los trabajadores después de las jornadas laborales para hablarles de la importancia del sindicalismo (Fundesvic, 2011; Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

Bajo un ambiente de constante estigmatización y violencia contra la conformación de organizaciones obreras, se logró consolidar las primeras juntas directivas. La dificultad en la conformación de sindicatos se basó en una apuesta contrainsurgente a nivel internacional donde la organización obrera era considerada como un actor comunista por sí mismo. Ante tal escenario, tanto el gobierno como la empresa emprendieron una serie de acciones cuyo objetivo era infundir miedo a los trabajadores que decidieron hacer parte de las colectividades organizadas. En este contexto histórico se evidencia una de las principales representaciones de la lucha de clases, según lo planteado por Harnecker (1983) como aquella disputa entre clases antagónicas quienes sobreponen sus intereses a la otra, lo cual genera una acción y una lucha ideológica entre quien oprime y es oprimido.

La presente investigación se encuentra limitada geográficamente al municipio de San Alberto, el cual se encuentra en el sur del Cesar, departamento colindante con Santander y Norte de Santander. Temporalmente, comprende desde 1974, año de fundación del Movimiento 19 de abril hasta 1990, año de su desmovilización. Teniendo en cuenta que la investigación parte de la historia oral, en este artículo son recuperadas y reconstruidas las memorias tanto individuales como colectivas de aquellos hechos del conflicto social armado que se dieron en San Alberto; los eventos acá descritos no parten de un proceso objetivante de la realidad, son sus principales actores quienes relatan los momentos de trascendencia histórica a partir de sus sentires e interpretaciones de lo vivido. Con este fin, se realizaron 8 entrevistas semiestructuradas tanto a ex integrantes del M-19 como simpatizantes y un grupo focal.

 

Del Frente Nacional al Movimiento 19 de abril

 

La violencia contra los campesinos liberales después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán aumentó por parte de la policía conservadora. Esto motivó la conformación de grupos de autodefensas campesinas liberales radicalizadas y comunistas. En un intento de pacificar el país y repartir el botín burocrático, las élites regionales tanto liberales como conservadoras decidieron crear un acuerdo llamado el Frente Nacional (Molano, 2017). Sumado a ello, se excluían diversos sectores políticos por fuera de los dos partidos tradicionales. En términos de Antonio Gramsci, intentaron crear una hegemonía, la cual es entendida como “universalizar la concepción de mundo de una clase social, de un sector político. Es decir, hacer valer como universales, ideas, programas políticos, que son particulares” (Pachón, 2022, p.103).

En oposición, la Alianza Nacional Popular -Anapo-, una representación política creada en 1961 decidió participar en las elecciones de 1970-1974 con el general Gustavo Rojas Pinilla a la cabeza donde su campaña fue apoyada por diversos sectores políticos que estaban en desacuerdo con las elites de ambos partidos y el Frente Nacional (Báez, 2007). Los resultados de los comicios fueron cuestionables: la victoria de Rojas Pinilla parecía asegurada una vez iniciaron los reportes de las grandes ciudades, pero en horas de la noche se dejaron de transmitir y al otro día la registraduría reportó que Misael Pastrana, candidato del partido conservador, había rebasado al candidato de la Anapo por una estrecha ventaja (Lara, 2002). Ante tal escenario, voces anapistas acusaron de fraude electoral (Báez, 2007).

Luego de esto, en 1971 se conforma un grupo denominado como “Comuneros” quienes buscaban una nueva forma de revolución, el cual fue producto de una serie de contradicciones entre los métodos empleados desde el Partido Comunista de Colombia y las FARC en sus avances en el proceso revolucionario. En palabras de Luis Alberto Morantes Jaimes “Jacobo Arenas”: “En realidad el M-19 surgió de una organización urbana de las Farc. Nosotros pusimos los hombres, pusimos la plata y pusimos pensamiento. Otra cosa es que no supiéramos conducir las contradicciones, comenzando por Jaime Bateman” (Arango, 1984, p.37). Entre aquellos inconformes se encontraban Iván Marino Ospina, Carlos Pizarro y Álvaro Fayad, quienes en su camino se encontraron a dirigentes como Carlos Toledo Plata, Andrés Almarales Manga e Israel Santamaría, provenientes de la Anapo e invitaron a compañeros que seguían vinculados a las FARC, como lo fue Afranio Parra (Villamizar, 1995).

En 1973, después de una serie de encuentros y bajo la propuesta de Álvaro Fayad, la organización guerrillera en gestación adoptó el nombre de Movimiento 19 de abril, la fecha del robo de las elecciones a Rojas Pinilla (Villamizar, 1995). Un año después se oficializó su existencia y tuvo su hito fundacional mediante el robo de la espala de Simón Bolívar en la ciudad de Bogotá, llamada como recuperación del legado del libertador.[3] Desde su fundación se contemplaron como una Organización Político Militar -en adelante OPM- (Villamizar, 1995).

 

“Ya llega…M-19”. Primeras apariciones en San Alberto

 

Frente al deterioro de la salud del general Rojas Pinilla, se designó a María Eugenia Rojas como cabeza del partido político y a su vez, fue la candidata presidencial de la Anapo para las elecciones de 1974-1978, donde se dio un recorrido por todo el Magdalena Medio para impulsar su campaña, una de las concentraciones de la Anapo se realizó en San Alberto junto a Carlos Toledo Plata (Báez, 2007). En paralelo, se dieron los primeros indicios de la presencia del M-19 en San Alberto. En horas de la madrugada comenzaron a aparecer las primeras actividades de propaganda y agitación del grupo guerrillero. La OPM inició una campaña de expectativa a nivel nacional donde aparecían mensajes en panfletos y periódicos: “Ya llega…M-19, Decaimiento…falta memoria? M-19, Falta de energía…inactividad? M-19”. En tal momento se desconocía de la existencia de esa guerrilla. Por esto mismo causó gran curiosidad en los habitantes, tanto de la población civil como de las fuerzas del ejército. Como lo menciona uno de los entrevistados:

 

¿Cómo conocí yo al M-19? cuando comenzó a haber unos volantes que decían “Ya viene, espérenlo, M-19”.  Y a los 8 o 15 días aparecía otro volante “Ya viene, espérenlo M-19” pero todo el mundo confundido y claro se peleaban por eso, pero no se sabía que era. Ni lo marcaba nadie, ni lo firmaba nadie, eran unos volantes con fotos y toda la vaina.[4]

 

Los primeros volantes fueron producidos en Bogotá bajo la dirección de Jaime Bateman y a la región llegaron de la mano de Carlos Toledo Plata. La campaña de expectativa finalizó con el robo de la espada de Simón Bolívar en la capital del país, declarando el nacimiento ante la opinión pública de una guerrilla bolivariana (Villamizar, 1995).

En 1975 las contradicciones y disputa dentro de la Anapo dieron como resultado la expulsión de diversos liderazgos como Israel Santamaría, Carlos Toledo Plata y Andrés Almarales Manga (Villamizar, 1995). Con ello se fundó la Anapo Socialista bajo la dirección de Carlos Toledo Plata cuya representación política generaba simpatía en el municipio, a tal punto que Emperatriz Valbuena perteneciente a esta misma colectividad se desempeñó por varios periodos como concejal de San Alberto y apoyó la huelga de 1977 (Fundevic, 2012).

 

El M-19 y los obreros de Indupalma en 1977: la primera gran huelga obrera contra la explotación laboral

 

El año 1977 es considerado como uno de los momentos donde las contradicciones de clase llegaron a un punto álgido y desencadenó diversas acciones colectivas como la huelga. Para llegar a ello, es necesario un proceso de identificación de las condiciones de opresión en las que se encuentra el proletariado y las formas como se puede lograr un cambio. Con ello inició el proceso de subversión, tal como lo contempla Fals Borda:

 

El periodo de una subversión corre desde el descubrimiento articulado de las incongruencias del orden vigente producido por impactos utópicos en condiciones históricas, económicas o sociales determinadas, hasta la emergencia del nuevo orden social, de acuerdo con las metas que se habían propuesto alcanzar aquellos grupos que antes se consideraban rebeldes o utopistas (Fals Borda, 1967, p. 29).

 

En otras palabras, la movilización obrera vivenciada en San Alberto estuvo motivada por el reconocimiento de la clase explotada. La modalidad de contratación en Indupalma consistía en una tercerización laboral; es decir, a pesar de que los obreros estuviesen laborando en las plantaciones y se encontraban bajo subordinación de Indupalma, no se les reconocía como trabajadores directos de la empresa. Esto significaba el desconocimiento de sus derechos y prestaciones laborales, generando un incremento de la plusvalía y, por consiguiente, las ganancias de Indupalma a costa de la explotación de los trabajadores.

Frente a la falta de acuerdos y contratación directa de los trabajadores, se empleaba el trabajo a destajo, el cual era un ataque directo contra los obreros de las plantaciones de palma de aceite pues no contaban con garantías para recibir un pago acorde al tiempo desempeñado en las actividades vinculadas a la producción como lo es el transporte a los lugares de trabajo, adversidades climáticas y demás condiciones que influyen en el desarrollo de funciones (Castillo, Castellanos y Benavides, 2022). Por este motivo, los trabajadores que no contaban con algún tipo de vinculación directa alzaron un pliego de peticiones ante la precariedad laboral, la empresa negó la petición justificándose en la inexistencia del contrato directo con Indupalma (Castaño, 2019).

Ante tal escenario, varios de estos obreros, decidieron ir la ciudad de Bucaramanga para reunirse con miembros de la Unión de Trabajadores de Santander -UTRASAN-, el tema central fueron las condiciones laborales que padecían bajo el régimen de contratación imperante en este momento, dentro de los trabajadores se resalta la participación de Jairo Cruz, Marco Rincón e Ismael Jaimes (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005). Una vez establecido como objetivo transformar la forma de contratación, se dio paso a la preparación de una hoja de ruta enfocada en la transformación de las condiciones materiales. Luego de una serie de encuentros con cuadros políticos de UTRASAN como Isaías Tristancho y Andrés Almarales, se optó declarar una huelga debido a que la empresa estaba decidida a no reconocer los derechos laborales de los trabajadores. Esto se concluyó luego de un análisis sobre las limitaciones de las negociaciones frente a la empresa y las posibilidades que brindaba la acción directa.

En aquel momento la empresa contaba con 600 empleados de planta y alrededor de 170 contratistas quienes a su vez subcontrataban a más de 1500 trabajadores de manera permanente y unos 600 de manera esporádica, los cuales no recibían un sueldo mínimo, aunque su jornada duraba entre 12 y 14 horas (Villamizar, 1995). En la preparación de la huelga se contó con la revista Alternativa como medio de difusión, en sus publicaciones se exponían las condiciones de trabajo de los obreros en Indupalma, el objetivo de ello era generar una red nacional de solidaridad y obtener respaldo de los diferentes sindicatos y organizaciones políticas (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005). La participación de la revista Alternativa en este proceso de propaganda y agitación obrera no es casualidad, fue fundada en 1974 bajo personalidades como Enrique Santos Calderón y Gabriel García Márquez. También estuvo vinculado Jaime Bateman Cayón, pero de manera menos visible, quién mediante el M-19 financiaba la producción de propaganda (León, 2008).

El 17 de agosto de 1977, la organización obrera en San Alberto emprendió una serie de acciones en búsqueda de mejorar las condiciones laborales de más de mil obreros que no contaban con algún tipo de relación directa con la empresa. Al cuarto día de la huelga, la subversión[5] empleó el momento para dar un golpe al sector empresarial: los comandos Jorge Eliécer Gaitán y Simón Bolívar del M-19 secuestraron al gerente de Indupalma Hugo Ferreira Neira en la ciudad de Bogotá, varios miembros del M-19 hicieron presencia en las carpas de los trabajadores huelguistas, entre ellos, Carlos Toledo Plata y Andrés Almarales Manga quienes estaban acompañando todo el proceso reivindicativo (Villamizar, 1995).

En el marco del conflicto social armado, según el Grupo de Memoria Histórica (2013), el secuestro por parte de los grupos guerrilleros tiene dos perspectivas que no se excluyen entre sí: motivaciones económicas y/o políticas. En el caso de Hugo Ferreira Neira, se resalta que fue un secuestro de carácter político debido a que la condición impuesta por el M-19 para la liberación del gerente era dar respuesta a los reclamos de más de mil trabajadores que no contaban con algún tipo de reconocimiento laboral por parte de la empresa (Lara, 2002). La intención del grupo subversivo era generar una simpatía de la organización obrera para tener una base social para su propuesta revolucionaria, cosa que fue así. Sobre este suceso, Jaime Bateman Cayón narra que:

 

Con el secuestro del gerente de Indupalma se buscaba lograr una reivindicación obrera. Pero nosotros decíamos: no somos nosotros quienes debemos conseguirles las reivindicaciones a los obreros, son ellos mismos; que ellos negocien. Nosotros nunca quisimos discutir con el gobierno en ese caso ¡nunca! Discutieron el gobierno y la clase trabajadora. Nosotros fuimos unos simples intermediarios… En la historia de Colombia no ha habido una huelga en la cual la clase obrera se haya movilizado tanto como en esa. Ese pliego de peticiones de los trabajadores de Indupalma ha sido uno de los pocos que las cuatro centrales obreras han firmado conjuntamente (Lara, 2002, p.181).

 

Los objetivos planteados por el M-19 fueron alcanzados: ganó reconocimiento en las bases obreras del municipio, logrando con esto la simpatía necesaria para poder desplegarse tanto de manera armada como política en San Alberto. Como se mencionó anteriormente, la presencia en sí del M-19 cuenta con antecedentes desde la ANAPO a finales de los años sesenta y la ANAPO Socialista de Carlos Toledo Plata a mediados de los setenta, lo cual permitía conocer las condiciones de explotación laboral que sufrían los trabajadores de Indupalma:

 

No podemos tampoco negar o cubrir de cierta manera que diversas personas tenían afinidad con estos grupos. Parte de lo que fue las conquistas sindicales fueron conseguidas por el apoyo que estas organizaciones le prestaron al sindicato de una forma secundaria, no era que esta organización le pidiera el apoyo para que ellos hicieran presencia activa en la zona, conocían las necesidades de los trabajadores y el atropello al que eran objetos. Por ende, cada vez que los trabajadores necesitaban un apoyo o una presión militar, no había necesidad de que la organización solicitará ayuda, sino que ellos, con su presencia activa conocen la necesidad de los habitantes de la región, de los trabajadores y por eso, es que se hacían estas acciones militares, entre ellas la más conocida, que aparece en el relato de la memoria, el secuestro de Hugo Ferreira Neira en la ciudad de Bogotá por un comando del M-19.[6]

 

El trabajo de difusión emprendido por la revista Alternativa sobre la forma de explotación de los obreros de la agroindustria de la palma de aceite tuvo sus frutos para el sostenimiento de la huelga: se generó una solidaridad de clase de diferentes sindicatos del país quienes apoyaron tanto financiera como políticamente a los huelguistas de San Alberto. Por ello, un eje clave para lograr los beneficios fueron los lazos de solidaridad creados en la región con otras organizaciones obreras como la UTRASAN y la Unión Sindical Obrera -USO- pues la cercanía a Bucaramanga y Barrancabermeja permitió el intercambio de experiencias y respaldos en las acciones de protesta.

 

Efectivamente, con esa solidaridad de los trabajadores que ya trabajábamos en la empresa como empleados y la solidaridad de otras organizaciones del departamento de Santander, de la misma USO y a nivel nacional hizo que se ganará esa huelga en 26 días, tiempo en que se hizo la negociación, allí entraron a todos los trabajadores de los contratistas y los contratistas que entraron por administración; Indupalma tuvo que asumir a todos por administración directa junto con el derecho a servicios médicos.[7]

 

La transformación de la forma de contratación significó el respeto a los derechos laborales de los obreros y un reconocimiento por parte de la empresa de la relación con los obreros, traducido en estabilidad laboral, vacaciones, salario digno y cesantías (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018).

El día final de la huelga se dio el Paro Cívico Nacional en contra del presidente Alfonso López Michelsen, en cuyo gobierno se plantearon una serie de reformas, entre ellas retrocesos en el derecho de los trabajadores y la participación democrática de la ciudadanía.  Se contó con la participación de Federación Colombiana de Educadores -FECODE-, la USO y demás sectores populares y sociales que reconocieron la lucha de los trabajadores de la agroindustria de palma de aceite en el sur del Cesar (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

 

La unidad Norberto Paredes

 

El 23 de septiembre de 1977[8] ocurrió el asesinato de Norberto Paredes Peña, sindicalista del Hospital Ramón González Valencia de Bucaramanga, reconocido por su liderazgo en las huelgas de toda la región y, especialmente, las relacionadas con el sector de la salud (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018). Producto de este hecho violento nacieron varias iniciativas para rememorar el liderazgo de Paredes: UTRASAN fundó la Escuela político-sindical Norberto Paredes. Los logros de la escuela fueron diversos, el sindicalismo en el sur del Cesar pasó de una pequeña colectividad a convertirse en un movimiento con más de 1500 integrantes, la presencia de liderazgos como Isaías Tristancho, Nelson Hillera y Andrés Almarales Manga, generó simpatía en los trabajadores por las ideas del M-19 (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018; Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

En 1978, el M-19 se encontraba en un proceso de reestructuración hasta que en la VI Conferencia se reafirmó la denominación como OPM donde se decidió impulsar apuestas políticas legales, tal es el caso del movimiento Firmes con Isaías Tristancho a la cabeza (Villamizar, 1995). Los hechos nacionales del M-19 también se vieron reflejados en San Alberto: en los últimos días de diciembre de 1978 e inicios de enero de 1979, el M-19 llevó a cabo la sustracción de miles de armas del Cantón Norte en la ciudad de Bogotá, tal operación se conoció como “Ballena Azul”[9] (Villamizar, 1995). La respuesta del Estado, bajo el Estatuto de Seguridad de Turbay Ayala, fue la de detener de manera arbitraria a supuestos integrantes del grupo guerrillero. Por este motivo fue emitida una orden de captura a Isaías Tristancho ya que las fuerzas de seguridad del Estado aseguraban que era el segundo al mando del M-19, con gran influencia en los sindicatos del sur del Cesar y Santander, pero no fue detenido debido a que un soldado, en medio de un retén San Alberto, dejó seguir a Tristancho ya que lo reconocía como líder sindical de la región (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

La influencia de UTRASAN en el sindicalismo de San Alberto aumentaba, al igual que la de Andrés Almarales Manga. Con ello, al pasar del tiempo y producto de las redes de solidaridad, diferentes miembros de Asintraindupalma[10] recibieron capacitación político sindical en la escuela Norberto Paredes Peña:

 

De verdad que eso lo enamoraba a uno, porque nosotros antes sólo pensábamos en amanecer, coger la lonchera y pal trabajo, regresar a las 5 o 6 de la tarde a la casa sin seguridad social, sin ninguna clase de derecho como la prima, una pensión de 20 años, no pensábamos en eso, solamente pensábamos en el día presente, ir a trabajar y regresar a casa. Con esas charlas que nos daban empezamos a conocer la constitución política, empezamos a conocer los derechos del trabajador como tal, los deberes que tenía la empresa con nosotros. Nosotros antes de eso solamente era trabajar y ya.[11]

 

Producto de la formación recibida por parte de las organizaciones obreras como UTRASAN y su escuela de formación política sindical, se logró la transformación del pensamiento de los trabajadores de la agroindustria de la palma de aceite en San Alberto. Para comprender tal cambio, es necesario recobrar el concepto de sentido común de Antonio Gramsci, según Gallino:

 

Para Gramsci el sentido común es la sedimentación histórica de experiencias contradictorias y disímiles, que el individuo recepta del grupo sin aportarles una reflexión sistemática. Como conjunto caótico de herencias acogidas pasivamente, constituye en el plano social uno de los mayores factores de resistencia a la superación de las contradicciones de clase y, en el plano individual a la unificación de conciencia (Gallino, 1972, p. 38).

 

Como lo menciona Pedro en su entrevista, gracias a la formación impartida por personajes como Andrés Almarales, se logró un cambio en la ideología.[12] En otras palabras, pasaron de ser trabajadores que desconocían la normativa laboral a actores políticos con fuerza transformadora de la realidad del municipio (Castellanos, Castillo y Latorre, 2021). En ese proceso de formación política de cuadros sindicales en las organizaciones obreras de trabajadores en San Alberto, se conocieron diferentes cuadros del M-19, uno de ellos fue Andrés Almarales Manga:

 

Andrés Almarales Manga, lo conocí haciendo yo mis primeros cursos de la escuela político sindical, Norberto Paredes de la federación UTRASAN, que nos hicieron un seminario de 20 días y él era el director de la escuela. Era un gran maestro, un gran abogado, que le hablaba a uno que había que organizarse y nos formó como sindicalistas.[13]

 

La relevancia del pensamiento de Andrés Almarales Manga parte de una de sus principales apuestas: trascender de un sindicalismo enfocado en obtener reivindicaciones economicistas y pasar a sujetos colectivos que reclamaran activamente todo tipo de reivindicación sociales, incluso, a los no afiliados a las organizaciones obreras (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

Entre los vaivenes de la confrontación armada y política, alrededor de 1984 se conformó la Unidad Norberto Paredes del M-19 en el San Alberto, integrada principalmente por sindicalistas de la agroindustria de la palma de aceite que sentían simpatía por el M-19 después de la acción de solidaridad de la OPM con las causas obreras en los años anteriores. Teniendo en cuenta que la formación política de todos los integrantes es una necesidad política de todas las guerrillas, el M-19 en San Alberto inició una serie de ciclos formativos en sus militantes sobre diversas temáticas acorde a hechos y momentos coyunturales sobre la realidad colombiana: “Eran talleres de formación, orden cerrado, análisis político del país: cómo era que el gobierno estaba manejando la coyuntura política del momento, los espacios que había para poder participar, se dejaba entre ver la constitución de 1991”.[14]

Las motivaciones para el ingreso a la unidad eran diversas: la historia reciente de apoyo de la Anapo, Anapo Socialista y la OPM a las huelgas de los años setenta, especialmente la experimentada en 1977, el descontento popular producto de la desigualdad económica y social imperante en la realidad colombiana, los límites y exclusión a la participación política electoral generada por la “democracia” fruto del proceso del Frente Nacional.

 

Yo tuve relación con el M-19 fue aquí, cuando llegué a San Alberto, no en el mismo año, yo llegué el 79 entonces en ese entonces había acabado de pasar la huelga del 77, aquí contaban porque no viví eso, me contaron que el M-19, que por la intervención que tuvo se ganó esa huelga. Secuestraron a un señor gerente, ahí ya vino el auge del M-19. Yo me vinculé porque desde niño mi papá era Anapista, él votaba por la Anapo. De unas elecciones que robaron del M-19. Yo simpatizaba, ya cuando llegué aquí comencé a simpatizar con los políticos porque yo no tenía relación con la gente armada, con los políticos que andaban en el pueblo sí.[15]

 

Las redes de solidaridad entre los sindicatos permitían la constante interacción entre simpatizantes del M-19 a nivel regional. Tales son los casos de Nelson Hillera Díaz y Luis Fernando Rincón, integrantes del sindicato del hospital Ramón González Valencia (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005). Gracias a su desempeño como sindicalistas en Santander, fueron conociendo las problemáticas de los trabajadores de la agroindustria de palma de aceite en San Alberto:

 

En el M-19 tuvimos relación por allá en los años 1984-1985 como simpatizante y después ya como miembro de lo que fue en el M-19 la parte política de San Alberto. Una relación con un muchacho nombrado Richard que era el encargado de la región en la época. Posteriormente lo que fue con Luis Fernando Rincón y Nelson Hillera que fueron los hombres que estaban responsables en la región.[16]

 

En 1985, el M-19 se encontraba en medio de un proceso de paz con el gobierno de Belisario Betancur lleno de altibajos. Las negociaciones a cargo de Iván Marino Ospina, comandante del M-19, no sin ataques a la paz como el ataque a una columna del Frente Occidental, dirigida por Antonio Navarro Wolff (Villamizar, 1995). En el marco de este proceso de paz, Andrés Almarales Manga, quien siempre se caracterizó por su cercanía a las bases obreras y sindicales de la región, emprendió una serie de encuentros a nivel nacional para socializar la propuesta de paz entre el M-19 y el gobierno:

 

Andrés Almarales Manga era un vocero político del movimiento, él ya iba invitado donde las estructuras lo requirieron, lo mismo que algunos otros voceros del M-19 que estuvieron en la vida política. Ellos se movilizaban para cualquier parte del país a las concentraciones. A donde los invitaran.[17]

 

Un ejemplo de lo mencionado anteriormente se dio cuando los integrantes de la Unidad Norberto Paredes se dirigieron a la ciudad de Bucaramanga para escuchar a Andrés Almarales Manga, quien, para entonces, era uno de los principales ideólogos del M-19:

 

Estuvimos en una manifestación en Bucaramanga en la que estuvo ese señor Andrés Almarales Maga, él fue el que nos dio la charla de por qué estábamos en un parque, por qué el M-19 y, explicando la desmovilización políticamente porque en el monte no había mucha oportunidad de llegar al poder, llegar a ejercer el poder.[18]

 

Durante el proceso de negociación se dio uno de los golpes más duros contra el M-19, el asesinato de Carlos Toledo Plata en la ciudad de Bucaramanga, mientras se dirigía a su puesto de trabajo en el hospital San Juan de Dios en Floridablanca, Toledo a diferencia de los demás comandantes, decidió volver a la vida pública sin tener en cuenta sus condiciones de seguridad (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005). El 10 de agosto de 1984, hombres armados acabaron con la vida de Toledo Plata, fundador del M-19 y uno de los hombres más importantes tanto para la OPM como para el movimiento popular en Santander, parecía, en aquel momento, un fracaso total del proceso de paz iniciado con esta organización, producto de esto, el M-19 emprendió una acción armada contra el municipio de Yumbo, Valle del Cauca (Santos, 1985).

Del 6 al 7 de noviembre de 1985 se dio la toma del palacio de justicia por parte de miembros del M-19 “con la pretensión de efectuarle un juicio público al gobierno de Belisario Betancur por su incumplimiento de los acuerdos de paz, firmados un año antes” (Vega, 2016, p. 108). A tal acción se le dio el nombre de “Operación ‘Antonio Nariño por los Derechos del Hombre’ (Villamizar, 1995, p. 427). El líder de esa operación fue Andrés Almarales Manga quién murió en la retoma emprendida por el ejército.

Frente al crecimiento de los movimientos populares en la región, el ejército emprendió una serie de acciones violentas contra los liderazgos políticos. Algunos fueron acusados de ser integrantes de grupos guerrilleros, especialmente del M-19. Uno de estos casos fue el de Jairo Cruz, quien se desempeñaba como sindicalista de Sintraproaceites y fue detenido en 1985 por miembros de la V Brigada del denominado “F2” en Bucaramanga, una vez arrestado procedieron a interrogarlo mediante la tortura física y psicológica para obtener información referente a la relación del sindicato con los grupos guerrilleros presentes en el sur del Cesar (Castellanos, Castillo y Latorre, 2021). Para su liberación fue necesario un paro de trabajadores de Indupalma (Fundesvic, 2011).

Los primeros acercamientos militares del M-19 al sur del Cesar se dieron en 1986:

 

El M-19 llegó al territorio en 1986, con el desdoblamiento de tropas provenientes del Magdalena Medio, el Sur de Bolívar y Santander. Uno de sus frentes se localizó en el sur del Cesar, con la intención de acercarse e influir en las dinámicas sindicales del sector palmicultor. Con los procesos de paz y desmovilización de finales de los años ochenta, este movimiento dejó de ser guerrilla para vincularse a la participación democrática (CNMH, 2022, p. 67).

 

Algunos de las personas que integraron la experiencia armada ya contaban con instrucción militar e ideológica pues fueron formados para ser parte del Batallón América.[19] En 1987, aprovechando la simpatía generada por el movimiento sindical a causa de la operación llevada 10 años atrás por el M-19 en la ciudad de Bogotá que terminó en el reconocimiento de los derechos de los trabajadores, la comandancia de la OPM decidió enviar a Gustavo Petro a San Alberto.

 

Él estuvo en 1987 en San Alberto, en 1977 se dio un hecho que cambió la historia de San Alberto y de los trabajadores de Indupalma, un operativo que hizo el M-19 por la crudeza con la que se trataba al trabajador de la palma. Y 10 años después en 1987 iban a hacer un evento conmemorando ese mismo 1977 y Gustavo Petro asistió a San Alberto a hacer un discurso, éramos todavía clandestinos, estuvo ahí, yo no pude acompañarlo por razones de seguridad.[20]

 

En palabras del mismo Gustavo Petro:

 

Los trabajadores allá tenían una asamblea sindical que se realizaba en el barrio Primero de Mayo. Decidí tomarme la asamblea para ver qué reacción suscitaba mi presencia en la base trabajadora. Los reuní a todos y, con un revólver en mano y mi pañoleta del M-19 cubriéndome la cara, me subí a la tribuna y les hablé sobre el movimiento y lo que nos proponíamos. Me ovacionaron durante varios minutos, pero la reunión fue corta porque si se demoraba mucho corría el riesgo de que apareciera el ejército (Petro, 2021, p. 109).

 

En aquel momento, Gustavo Petro se encontraba apoyando las acciones de protesta de los sindicalistas de San Alberto. Acompañando en las carpas de los huelguistas en sus apuestas reivindicativas en el marco de las disputas obrero-patronales entre Sintraproaceites y la empresa Indupalma.

En paralelo al incremento de la influencia del M-19 en San Alberto, se daba un proceso de fortalecimiento paramilitar. La actitud reaccionaria de las elites locales se transformó en la financiación de grupos para mantener sus intereses económicos (Castaño, 2019). Esto responde a que en los períodos donde se busca la subversión del orden social, “las incongruencias se agudizan cuando aparecen ni solo grupos y partidarios nuevos de estampa revolucionaria, sino también su movimiento oligarca contrario de “La Mano Negra”. Se organizan huelgas, guerrillas y brigada; pero también surgen organismos de contrachoque” (Fals, 1967, p.37). Tal como lo plantea Moncayo:

 

El conflicto es antagónico y, como tal, coloca de un lado a quienes se oponen al sistema, lo controvierten y quieren sustituirlo, y de otro a quienes buscan conservarlo y reproducirlo. En este último extremo, por consiguiente, se encuentran todas las manifestaciones y prácticas que están prestas a enfrentar la insurgencia, cualquiera que sea su forma de presentación (Moncayo, 2017, p. 128).

 

Es de aclarar que el paramilitarismo en San Alberto cuenta con presencia desde la misma fundación del municipio. Desde los años sesenta, el partido conservador fungió como la colectividad que manejó administrativamente San Alberto (Fundesvic, 2011). En aquel momento, el monopolio de la fuerza era ejercido por el inspector de policía Víctor Manuel Delgado, conocido como “Mano Negra” quien se encargada de atemorizar de manera armada a los trabajadores que decidían conformar o hacer parte de los nacientes sindicatos, por lo que su función era actuar acorde a los intereses de la empresa Indupalma (Fundesvic 2011, 2012; Castillo, Castellanos y Benavides, 2022). Por tal motivo, las acciones paramilitares no son producto de la presencia guerrillera, es antecesora a la llegada de los grupos subversivos a finales de los años sesenta e inicios de los setenta.

 

Nacimiento de la Unidad Ejército Andrés Almarales Manga

 

Antes de continuar, es necesario reconocer la importancia de la lucha de Andrés Almarales Manga por la construcción de una nueva Colombia junto a las bases sindicales. El legado de Andrés Almarales fue reconocido por sus compañeros de armas. La unidad ejército del sur del Cesar fue nombrada a su honra teniendo en cuenta el papel fundamental que jugó en las huelgas de los trabajadores de la agroindustria de palma de aceite en San Alberto cuando era uno de los asesores políticos de UTRASAN (Guerrero, Tristancho y Cediel, 2005).

En 1985 se llevó a cabo el congreso de Los Robles, en el departamento de Cauca, un evento donde asistieron delegados del M-19 de todo el país (Villamizar, 1995). Luego de esto, la comandancia general inició un proceso de conformación de dos frentes, uno enfocado por Magdalena Medio y el otro por Santander (Vargas, 1992). Si bien, el M-19 estaba priorizando la acción militar en la zona urbana, ante la ofensiva emprendida por agentes del Estado contra simpatizantes y militantes del M-19 luego del Paro del Nororiente, en 1988, se dio la orden de movilizar personal en Santander y sur del Cesar:[21]

 

Había unos puntos en el Cauca y Caquetá que estaban organizados de forma rural y más que todo la gente se iba para el monte cuando ya lo tenía fichado la fuerza del Estado, que uno quedaba obligado a irse. Eso nos sucedió a nosotros, en el caso del grupo que teníamos acá en Bucaramanga, ya habían matado a dos compañeros, entre ellos un hermano de Luis Fernando Rincón, Pedro Rincón, lo mataron a principios de 1988. En febrero de 1988 cuando tomamos la decisión de irnos, que éramos del mismo grupo y se pensaba que a cualquiera de nosotros podrían, en esa época capturarlo, matarlo o desaparecerlo. Entonces varios compañeros que éramos, algunos trabajadores, algunos eran estudiantes universitarios, tomamos la decisión de irnos al sur del Cesar. Inicialmente llegamos a San Alberto donde ya teníamos contacto con la parte sindical de Indupalma.[22]

 

Con ello, se dio nacimiento de la Unidad Ejército Andrés Almarales Manga -UEAMM- bajo la regional Carlos Toledo Plata. En aquel momento, la regional estaba compuesta por dos unidades armadas o unidades ejércitos, la del sur del Cesar y otra en el sur de Santander, llamada Zorayda Téllez.[23]

 

En la provincia veleña, el M-19 estaba conformado por una regional llamada Carlos Toledo Plata y por dos unidades la Zorayda Téllez que funcionaba en el sur de Santander y parte de Boyacá y la Andrés Almarales, en honor a su dirigente que funcionaba en el sur del cesar, sur de Bolívar, parte norte de Santander, el Catatumbo se patrullaba, de San Alberto al filo del Oso a la serranía de Bobalí, bueno toda esa zona.[24]

 

La principal ubicación de la Andrés Almarales era el cerro de Bobalí que conecta el Cesar con Norte de Santander, una zona de gran importancia geoestratégica tanto para las fuerzas militares como para los diversos grupos subversivos:

 

En el Cesar cuando llegamos allá, era una unidad ejército que llamábamos nosotros. La unidad ejército tenía por nombre Andrés Almarales Manga que pertenecía a una regional porque a nivel nacional éramos por regionales. La regional era Carlos Toledo Plata. Nuestra ubicación era el cerro de Bobalí en donde nos manteníamos. Precisamente por el acoso del ejército nos movilizamos para diferentes zonas del sur del Cesar y del sur de Bolívar. En el sur del Bolívar también estuvimos por Simití, Cantagallo, pero más hacía la montaña porque abajo siempre había presencia del ejército.[25]

 

En la instalación del primer campamento guerrillero del M-19 en la vereda Guaduas, jurisdicción de San Alberto, se dio un proceso de diálogo con las otras guerrillas presentes en la región como las FARC-EP y EPL que ya contaban con campamentos en la zona. Todo esto se dio en 1988: “En marzo de 1988 nos ubicamos en un sector de la vereda “Guaduas” que fue donde llegamos a recibir el entrenamiento militar, que no teníamos, solamente tres o cuatro que venían de otras estructuras del M-19”.[26]

Gran parte de los hombres y mujeres que integraron la UEAAM provenían de la ciudad de Bucaramanga, no contaban con entrenamiento militar pero sí iniciaron un proceso de preparación física teniendo en cuenta la necesidad de realizar marchas prolongadas en las montañas del Cesar. El primer y único comandante de la UEAMM fue Luis Fernando Rincón, conocido como el “comandante Sergio”, un dirigente sindical de la ciudad de Bucaramanga que gracias a su trabajo político se le concedió el grado de comandante de unidad:

 

El primer comandante fue Luis Fernando Rincón, fue nuestro comandante “Sergio” pero como precisamente estábamos en otra actividad que era de hablar con las autoridades de esos municipios donde nosotros nos movíamos. También tuvimos a la compañera Emilia Rojas, Dorita, mientras no estaba Luis Fernando era la comandante en el sur de Bolívar.[27]

 

El nombramiento de Luis Fernando Rincón como comandante de la naciente UEAAM responde al compromiso evidenciado durante su ingreso al M-19, su estancia en la cárcel después de un operativo de propaganda y el reconocimiento por parte de sus compañeros de lucha (CPDCPL, 2003).

Dependiendo de las instrucciones de la comandancia, algunos de sus miembros pasaban a integrar la Zorayda Tellez, o, dado el caso, a las escuelas de formación de comandos especiales en el departamento del Cauca. De igual manera, ante ofensivas militares, la UEAMM se trasladaba a la Serranía de San Lucas, sur de Bolívar. En el grupo base de hombres y mujeres armas no se contaba con personal con formación para dar respuesta a necesidades médicas, en eso llegó una joven que contaba con la experticia y era hermana de un integrante de la Norberto Paredes. Teniendo en cuenta la importancia de sus capacidades, siempre se encontraba al lado del comandante de la unidad:

 

Cuando yo llegué era auxiliar de enfermería, llegué al campamento que tenía el M-19 como la enfermera de la unidad y al lado del comandante Sergio. Fue una experiencia maravillosa, como mujer en ese ámbito que era una situación que siempre fue para hombres, siempre se ve en las fuerzas armadas nacionales, siempre se ve el machismo en ese sentido y llegar uno a un grupo guerrillero de estos ideales y que lo traten de igual a igual.[28]

 

La formación política de los militantes del M-19 era impartida por cuadros sindicales en las montañas de la región, uno de los encargados de la formación era Isidro Caballero Delgado, un miembro del Sindicato de Educadores de Santander -SES-:

 

Dentro de nuestra organización siempre había un tiempo para nosotros estudiar, hacer preguntas. Teníamos unas aulas para ver videos para conocer la situación del país y lo que estaba pasando. Aparte de que nos enseñaron, también nos formaron como personas.[29]

 

Los movimientos guerrilleros, según las palabras de Jacobo Arenas, sufren modificaciones ideológicas y políticas acorde a los momentos históricos en los que se encuentra su lucha; la formación política del guerrillero es producto de la participación de diversos sectores académicos e intelectuales que se integran a la lucha armada y contribuyen con su conocimiento a la creación de una conciencia más reflexiva a los integrantes de la agrupación (Arango, 1984). En este caso, vale la pena resaltar una categoría propuesta por Antonio Gramsci: el intelectual orgánico, el cual se encuentra comprometido con las clases oprimidas y participa activamente en la formación y transformación social (Pachón, 2022).

 

Inicio de la desmovilización y camino al cauca

 

En 1988, el M-19 inició un proceso de acercamiento con el gobierno nacional para concebir la posibilidad de un acuerdo de paz. Las primeras reuniones se dieron en el norte del Tolima entre la Comandancia General y delegados de Virgilio Barco, uno de ellos era Rafael Pardo (Pardo, 2020). Después de tales encuentros, se emitieron directrices a todos los comandantes: iniciar proceso de diálogo a nivel local con todos los actores sociales y políticos en aquellos municipios donde se contaba con presencia armada y/o política (Villamizar, 1995). La relevancia de estos espacios de discusión radicó en su capacidad de llegar a acuerdos tanto regionales como locales que dieran paso a la desmovilización y reincorporación de militantes del M-19.

 

Y es cuando se inician entonces los diálogos de paz con el M-19. Posteriormente llego a San Alberto y estábamos los campamentos en la cordillera de San Alberto, ya se venían adelantando diálogos con el M-19 a nivel nacional. teníamos claro una cosa, lo veíamos bien.[30]

 

Dentro de los objetivos de esa serie de encuentros regionales se encontraba establecer un ambiente que propiciara la participación en las elecciones municipales mediante un proselitismo, por parte de los integrantes de la OPM tales espacios de concertación eran de gran trascendencia debido a que se consideraban como actores políticos ya que tomar las armas fue la última opción ante la presión estatal y paramilitar (Castellanos y Castillo, 2022).

Previo a un evento en San Alberto, se dio la retención y posterior desaparición forzada de Isidro Caballero Delgado y María del Carmen Santana por parte de miembros del Ejército Nacional en el sector conocido como “Guaduas”, zona rural de San Alberto. Isidro Caballero cumplía varias funciones en el marco del proceso de paz del M-19 a nivel regional: la formación política de los integrantes de la OPM, especialmente los miembros de la UEAMM, la convocatoria de personas a participar en los encuentros regionales y ser un representante del sector educativo (Castellanos y Castillo, 2022).

Frente a la desaparición forzada de Isidro Caballero, la comandancia regional, encabezada por Carlos Ramón Gonzalez “Mario Santander”, Luis Alberto Gil “comandante Federico” y el “comandante Sergio”, decidió enviar otro intelectual orgánico[31] para continuar la formación política de los integrantes de la UEAMM:

 

Entonces yo les hablé mucho sobre el proceso de paz, las argumentaciones, los objetivos, los sensibilicé mucho en el tema de la responsabilidad política que ellos iban a adquirir una vez la guerrilla se desmovilizara, también se habló mucho del tema de los conflictos de baja intensidad, de los gringos, y se les explicó cuál era el concepto, la esencia de lo que nosotros buscábamos, la democracia, que siempre hemos llamado la democracia plena; el escudo del M-19 fue creado con las armas, el pueblo y en el proceso siempre se habló de democracia plena y paz, entonces se les explicó todas esas razones.[32]

 

Como encargado de la formación fue destinado otro profesor, militante político del M-19 en Santander, compañero de Isidro Caballero. En paralelo, en aquel momento, se comenzó el nombramiento de voceros y voceras regionales por parte del M-19 de cara a los diversos encuentros que se proyectaban:

 

En ese entonces, en el proceso de paz cuando se designó a Víctor Lizcano como vocero regional y a Nancy Santodomingo como vocera regional, yo hace un ratico les mencioné que a mí me lo propusieron, pero que yo no lo acepté. Yo hablé con una compañera y me dijo “usted es huevón, si el proceso no se logra sacar adelante, a usted es el primero que echan a mano, usted es el primero que tiene que perderse o si no lo desaparecen como a Isidro Caballero.[33]

 

El objetivo de los encuentros regionales era el de llegar a concertaciones municipales y regionales de cara un acuerdo de paz con el M-19, para lograrlo, participaron diversas representaciones políticas, autoridades, movimientos políticos, organizaciones sindicales, partidos tradicionales y demás sectores (Regional Carlos Toledo Plata, 1989). Teniendo en cuenta la presencia de la regional Carlos Toledo Plata, tales encuentros se dieron por todo el Magdalena Medio y Santander:

 

Y estuvimos en toda esa dinámica del proceso de paz muy activos, en el evento que hicimos en el coliseo Vicente Díaz Romero, los eventos de Socorro, Vélez, Aguachica, San Alberto, con periodistas, moviendo, haciendo contactos, en todo el proceso de paz estuve metido de lleno.[34]

 

Una vez logrados los puntos clave de discusión el M-19 y el gobierno, se inició un proceso de recolección de todas las armas para ser entregadas al Ministerio de Defensa. A su vez, se contabilizaron e identificaron los hombres y mujeres armas.[35] Uno de los temas más relevantes era el destino de las armas:

 

Ellos tenían claro estos criterios y los aceptaban, pero no quería que sus armas pasaran a manos del gobierno, ni directa ni indirectamente, pues esto sería entendido como una rendición. “Las imágenes que aparecen en viejas fotográficas de guerrillero liberales de los Llanos, en años cincuenta, haciendo filas para entregar sus armas a los militares, no se verán” (Pardo, 2020, p. 129).

 

Previo a la movilización de todos los miembros, o la mayoría, la UEAMM contó con un punto de concentración en San Alberto: la sede sindical de Sintraproaceites, un lugar de vieja data de luchas obreras, localizada en el barrio Primero de Mayo, en aquellas instalaciones esperaron tres días, una vez concretados todos los detalles de traslado (Castellanos y Castillo, 2022). Luego de ello, los miembros de la UEAMM se movilizaron a Aguachica, Cesar, para ser transportados por vía aérea al departamento del Cauca donde escucharon el último discurso de Carlos Pizarro Leóngomez, máximo comandante del M-19:

 

El M-19, en las manos de su comandante general, hace dejación pública de la última arma en manos del Movimiento 19 de abril, por la paz y la dignidad en Colombia. Con todos, ¡Atención Fin! ¡Oficiales de Bolívar, rompan filas! (Villamizar, 1995, p. 576).

 

La desmovilización ocurrió el 9 de marzo de 1990 en Santo Domingo (Pardo, 2020). A partir de ese momento frente a diferentes delegados de la comunidad internacional, el Movimiento 19 de abril, aquella guerrilla urbana que lideró una guerra contra la oligarquía, hizo dejación de armas[36] (Villamizar, 1995).

 

Conclusiones

 

El orden social de San Alberto desde los años sesenta se basó en contradicciones propias de la acumulación del capital: mientras la empresa dedicada a la producción agroindustrial de palma de aceite expandía sus plantaciones y modernizaba su infraestructura, los obreros no contaban con un salario acorde a su fuerza de trabajo, dando como resultado la precarización de su vida. Frente al proceso de explotación, acumulación de capital y la negativa de llevar a cabo modificaciones en las modalidades de contratación y garantía de derechos laborales, los trabajadores decidieron respaldar fuerzas políticas alternativas. En ellas convergen formas reivindicativas diversas como las guerrillas, fortalecimiento de las organizaciones obreras y huelgas por condiciones de vida dignas. La presencia de estas colectividades y organizaciones solo es posible en un estado de descomposición del orden social donde las contradicciones son evidentes a la sociedad, especialmente a las clases subalternas (Fals, 1967).

El proceso de formación política iniciado por incidentes intelectuales orgánicos responde a un interés por disputar la hegemonía: pasar de ser clase dominada a dominante y poder consolidar un nuevo orden social fundamentado en los intereses de la clase emergente. Por esto mismo, una vez el M-19 y sus intelectuales orgánicos llegaron a la región, participaron activamente tanto desde la legalidad como la clandestinidad en el proceso reivindicatorio de las y los trabajadores de la agroindustria de palma de aceite en San Alberto, Cesar. La presencia de intelectuales orgánicos pertenecientes al M-19 como Carlos Toledo Plata, Andrés Almarales Manga e Isaías Tristancho transformó la ideología de las bases obreras en San Alberto para poder generar una conciencia de clase. La participación de estos personajes no fue coyuntural, respondieron a un proceso histórico revolucionario, un elemento clave para comprender la noción gramsciana del intelectual orgánico (Pachón, 2022). Crear conciencia de clase implica una transformación del orden social, lo cual se convierte en un acto de subversión enfocado en un cambio del modelo de desarrollo social y económico (Fals, 1967).

En el marco de la desmovilización del M-19, los encuentros regionales sirvieron para realizar proselitismo político y acuerdos con diferentes entes e instituciones, elementos clave para lograr un proceso de hegemonía. Los ideales y propuestas de transformación eran expuestas en tales escenarios de concertación, iniciativas que abarcaron diferentes ámbitos como la paz, reformas políticas y económicas para el país creando las condiciones para el proceso constituyente de 1991.

 

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Recibido: 19/12/2022

Evaluado: 16/02/2023

Versión Final: 26/04/2023

 



(*) Trabajadora social (Universidad Industrial de Santander). Liga Santandereana contra el Cáncer, Colombia. Email: diana2163055@correo.uis.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-4105-4884

(**) Trabajador social (Universidad Industrial de Santander. UIS). Integrante del Grupo de Investigación en Población, Ambiente y Desarrollo (UIS), Colombia. Email: joseph21627812@correo.uis.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5576-038X

(***) Doctora en Ciencias Sociales (Universidad de Ámsterdam), Holanda. Profesora titular (Universidad Industrial de Santander. UIS). Investigadora del Grupo de Población, ambiente y desarrollo (UIS), Colombia. Email: rmendezv@uis.edu.co ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1005-5809

[1] Se denomina “La Violencia” al lapso comprendido entre los años cuarenta y cincuenta -dependiendo del autor de consulta es considerada como una guerra civil - donde el campo colombiano fue escenario de múltiples representaciones de violencia por miembros del partido conservador y liberal. Dentro de las principales motivaciones se encuentra la disputa por el control del Estado.

[2] Luego de un tiempo, Isaías Tristancho se integraría al M-19.

[3] En aquel momento, el robo de la espada de Bolívar generó controversia en los demás movimientos revolucionarios como FARC y ELN. A pesar de que Gilberto Vieira, secretario del PCC, había escrito en 1942 “Sobre la estela del libertador, el criterio marxista acerca de Bolívar”, la figura del Libertador seguía siendo considerada como conservadora y contrarrevolucionaria.

[4] Entrevista a Víctor Manuel Lizcano Orduz realizada por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 29 de noviembre de 2021 en Girón, Santander.

[5] En este caso, se adopta la postura política de Orlando Fals Borda (1967) de reconocer la subversión como un aspecto positivo enfocado en lograr un cambio social; es decir, la subversión es la representación de la descomposición que vive el orden social, sus contradicciones, incongruencias e impactos en diversos ámbitos como el económico y social.

[6] Grupo focal con la junta directiva del sindicato Sintraproaceites, realizado por Joseph Vicent Castillo Niño el 21 de febrero de 2020. San Alberto, Cesar.

[7] Entrevista a Víctor Manuel Lizcano Orduz realizada por Joseph Vicent Castillo Niño, 31 de julio de 2019 en Girón, Santander.

[8] En la actualidad, existe una placa en la sede social del sindicato Sintraproaceites la cual fue instalada el 12 de septiembre de 1978, a un año de su homicidio. El mensaje es el siguiente: “En homenaje a un combatiente, la asociación de trabajadores de industrial agraria la palma en homenaje a un compañero, Norberto Paredes Peña asesinado el 13 de noviembre de 1977”.

[9] Carlos Toledo Plata pasó a la clandestinidad después de este hecho.

[10] Luego de un proceso de integración sindical, pasó a convertirse en Sintraproaceites en 1985.

[11] Entrevista realizada a Pedro Gelvez por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 14 de diciembre de 2021 en Bucaramanga, Santander.

[12] En la comprensión dada por Gramsci al término ideología, se le otorga un valor positivo: “la significación más alta: la de la concepción del mundo que se manifiesta de manera implícita en el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida, individuales y colectivas (Gramsci, 2018, p. 280)

[13] Entrevista a Víctor Manuel Lizcano Orduz, 2021.

[14] Entrevista a Andelfo Pérez por por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 15 de diciembre de 2021 en Bucaramanga, Santander.

[15] Entrevista a Carlos Torres realizada por Joseph Vicent Castillo Niño. 3 de enero de 2022, San Alberto, Cesar.

[16] Entrevista a Andelfo Pérez, 2021.

[17] Entrevista a Andelfo Pérez, 2021.

[18] Entrevista a Carlos Torres, 2022.

[19] El Batallón América fue una experiencia de unidad guerrilla a nivel latinoamericano liderado por el M-19 a mediados de los años ochenta. El grupo estuvo compuesto por integrantes de diferentes guerrillas de Sudamérica como el Movimiento de Liberación Nacional-Tumaparos (Uruguay), Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (Perú), Movimiento Armado Quintín Lame (Colombia) y Alfaro Vive ¡Carajo! (Ecuador).

[20] Entrevista a Luis Augusto Chavez realizada por Joseph Vicent Castillo Niño. 5 de abril de 2022, Floridablanca, Santander.

[21] Algunos de los hechos que precipitaron esa decisión fueron los asesinatos de Pedro Rincón, miembro del M-19 y Christian Roa, dirigente sindical de la Universidad Industrial de Santander. Otro fue la captura de cinco integrantes del M-19 en la ciudad de Barrancabermeja en la zona denominada como “Pozo siete”.

[22] Entrevista a Zuly Consuelo realizada por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 16 de febrero de 2022, Bucaramanga, Santander.

[23] Zorayda Téllez fue una profesora sindicalista de Santander que se integró al M-19 y murió en combate contra el ejército en el departamento del Cauca.

[24] Entrevista al “profesor Javier” realizada por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 8 de abril de 2022, Bucaramanga, Santander.

[25] Entrevista a Zuly Consuelo, 2022.

[26] Entrevista a Zuly Consuelo, 2022.

[27] Entrevista a Zuly Consuelo, 2022.

[28] Entrevista a “Daniela” realizada por Diana Marcela Castellanos Bautista y Joseph Vicent Castillo Niño. 7 de abril de 2022, Floridablanca, Santander.

[29] Entrevista a “Daniela”, 2022.

[30] Entrevista a Luis Augusto Chavez, 2022.

[31] La categoría de “intelectual” socialmente es atribuida solamente a una élite dominante, contrario a esto, bajo el pensamiento de Antonio Gramsci “cada grupo social tiene sus intelectuales orgánicos capacitados no solo para mantener al grupo, sino para reproducirlo y defender sus intereses” (Pachón, 2022, p. 127).

[32] Entrevista al “profesor Javier”, 2022.

[33] Entrevista al “profesor Javier”, 2022.

[34] Entrevista al “profesor Javier”, 2022.

[35] Hombres o mujeres armas hacen referencia a las personas vinculadas específicamente a la estructura armada del grupo.

[36] El armamento del M-19 se envió a la Siderúrgica del Pacifico en la ciudad de Cali para su fundición, la cual estuvo acompañada por delegados de diferentes organizaciones como la Internacional Socialista (Pardo, 2020). Una vez convertidas en lingotes de acero, serían destinados para la construcción de un monumento de conmemoración de la paz, pero al día de hoy no existe tal estructura.