Construcción de la modernidad en las “fronteras de la civilización”: Acercamiento histórico y antropológico al rezago socioeconómico a partir del desarrollo de la industria carbonífera en Lebu, (1852-1999)

 

Noelia Carrasco Henríquez;(*) Camila Neves Guzmán;(**)

María Angélica Mendoza Manotas;(***) Juan Carlos Muñoz Castro(****)

 y Constanza Poblete Moreno(*****)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/x7apsnfk4

 

 

Resumen

 

Desde una perspectiva antropológica e histórica crítica, sostenemos que la industria carbonífera instaló en la segunda mitad del siglo XIX, tanto la modernidad como la pobreza crónica en Lebu. Como dos caras de una misma moneda, ambos fenómenos se asocian a la reproducción de una lógica extractivista que marcó de manera definitiva el devenir de este territorio. Para el abordaje metodológico, se revisan diarios locales como La Verdad, Proa al Futuro, y El Amigo del Minero y memorias de las compañías carboníferas lebulenses. El análisis de estas fuentes permite sostener que el rezago socioeconómico tiene un arraigo histórico y geopolítico en el territorio, debido a la pobreza que acompaña a las prácticas extractivistas fundadas en la dependencia económica y social de la minería del carbón.

 

Palabras clave: Minería del carbón; Rezago; Pobreza; Modernidad; Civilización.

 

 

Construction of modernity in the "frontiers of civilization": Historical and anthropological approach to socioeconomic backwardness from the development in Lebu coal industry, (1852-1999)

 

Abstract

 

From an anthropological and historical-critical perspective, we argue that the charcoal industry in the second half of the XIX century installed in Lebu both modernity and chronic poverty. Like two faces of the same coin, both phenomena are associated with reproducing an extractive logic, a determinant in this territory. For the methodology approach, the newspapers La Verdad, Proa al Futuro, and El Amigo del Minero are reviewed, as well as the memoirs from the Lebulense coal companies. The analysis of these sources allows us to state that socioeconomic backwardness has historical and geopolitical roots in the territory due to the poverty accompanying extractives practices based on economic and social dependence on coal mining.

 

Keywords: Coal mining; Backwardness; Poverty; Modernity; Civilization.


 

 

Construcción de la modernidad en las “fronteras de la civilización”: Acercamiento histórico y antropológico al rezago socioeconómico a partir del desarrollo de la industria carbonífera en Lebu (1852-1999)[1]

 

Introducción

 

A lo largo de los siglos XIX y XX, el proceso de industrialización en América Latina fue suscitado por la creencia en un progreso material que se esperaba alcanzar a partir del proceso de modernización y tecnificación de los territorios (Larraín, 1996, p. 41). Al mismo tiempo, la revolución industrial trajo consigo un incremento en la desigualdad de ingresos entre las clases altas y bajas que afectó al estándar de vida de las primeras (Fogel, 2004, p. 36). El proyecto de modernidad se inició y consolidó con la industrialización masiva, la urbanización en gran escala, la difusión de dispositivos de racionalización de la vida cotidiana (Gadea, 2008, p. 57). Así también, trajo consigo nuevas formas de pobreza dadas por la crisis habitacional y sanitaria (Durán, 2018, p. 150). Según Beriain (1996, p. 10), la modernidad es comprendida como el horizonte de nuevas opciones que configuraron una aceleración de los intervalos de cambio económico y político. Asimismo, la modernidad es un proceso complejo y multidimensional, de tendencia globalizante, cuya promesa, según Larraín (1996, p. 13), ha sido parcialmente realizada. Así, el orden capitalista y la modernidad dependen del tratamiento de la pobreza para la conquista de nuevos territorios (Escobar, 2014, p. 50). Por su parte, la modernización comprendió el desarrollo de la racionalidad instrumental en torno al cálculo y control de los procesos sociales y las fuerzas de la naturaleza (López y Pairicán, 2020).

Desde la segunda mitad del siglo XIX los países progresistas consideraron la industria carbonífera como la base de su prosperidad comercial.[2] El carbón piedra fue el pivote económico regional y el elemento vital que nutrió a la baja frontera de la cordillera de Nahuelbuta (Correa, 2021). Esta zona recorrió el llano central hasta la costa de Arauco, mientras que la Alta frontera correspondió a la cordillera andina desde el nacimiento del río Biobío, entre los lagos Galletué e Icalma (Albizú, 2009). La baja frontera era una zona comprendida como inhóspita, aislada y marginal y, consiguientemente, empresarios nacionales y extranjeros integraron esta zona a los márgenes de la modernización y el progreso para su desarrollo industrial (Delgado, 2012, p. 166). Este proceso significó una transformación de las características del territorio costero de Arauco a partir de procesos de proletarización y urbanización relacionados con la explotación de numerosos yacimientos carboníferos en Lota, Coronel, Curanilahue y Lebu. La historia de esta zona está relacionada con la explotación del carbón que generó un gran impacto en las relaciones laborales y formas de vida de los sectores populares (Benedetti, 2019, p. 12; Benedetti, 2020, p. 53; Casanova, 2023, p. 202). A lo largo del período estudiado hubo alternados periodos de expansión y recesión producto de factores internos y externos que afectaron directamente a la población local (Venegas, 1997, p. 127; Rosenblitt y Nazer, 2005, p. 30). No obstante, centros mineros como Lota y Coronel se encontraron en una posición ventajosa desde el punto de vista material y tecnológico con respecto a los precarios campamentos de Lebu.

En este trabajo se habla de una pobreza por ingresos que refleja un reducido acceso a la educación y a la salud y una reducción de la esperanza de vida (Ravallion, 2016, p. 3). Como señalan Reyes (2022, pp. 291-293) y Durán (2018, p. 241), los salarios permiten tener un acercamiento a las desigualdades ya que entregan una visión de la distribución de las ganancias derivadas del crecimiento económico.

Específicamente, Lebu ha sido considerada una ciudad histórica y geográficamente aislada, a pesar de que haya sido el emplazamiento más importante durante el proceso de avance de la frontera (Pérez y Valenzuela, 2010, p. 6). Su desarrollo se debió, principalmente, a la industria carbonífera desde la segunda mitad del siglo XIX hasta fines del siglo XX. Ortega (1992, p. 131) resalta que, antes del desarrollo de la industria carbonífera, la baja frontera era comprendida como “salvaje” y que los inicios de la explotación minera “civilizaron” estos territorios, según el punto de vista de los inversionistas. El carbón logró suplir a la ciudad bajo la forma del progreso más de un siglo y le otorgó a Lebu una economía relativamente estable (Aballay et al., 1994, p. 365). Sin embargo, los permanentes problemas relacionados con la demanda interna del carbón se prolongaron hacia fines del siglo XX, profundizando la pobreza de sus habitantes (Venegas, 1997, p. 127).

Delgado (2012, p. 140), estudia el desarrollo de la industria carbonífera en la provincia de Arauco, indicando comparativamente que Curanilahue tuvo un mayor auge industrial que Lebu entre 1880 a 1930 debido al aislamiento del último, a pesar de su innovación técnica. Desde un estudio de los asentamientos urbanos, Pérez y Valenzuela (2010, p. 6) plantean que la urbanización en Lebu se desarrolló en torno a la industria carbonífera que, a su vez, activó la economía de la ciudad a lo largo de su historia. Rosenblitt y Nazer (2005, p. 9), exponen que el desarrollo de la industria carbonífera en Lebu dio impulso a otras actividades productivas como la agrícola o la forestal. Asimismo, Ortega (1992, p. 131) plantea que ciudades como Lebu, se constituyeron como conglomerados civilizados a partir de la industria carbonífera, en la cual se activaron centros comerciales y una vida social caracterizada por el conflicto, el contraste y el rigor. Desde otra línea, Aballay et al. (1994, p. 40) señalan que la industria del carbón en Lebu fue uno de los diversos modos de producción de los sectores laborales representativos que impulsaron el desarrollo de la ciudad a lo largo de su historia. Los estudios a la fecha se han centrado en el desarrollo económico de Lebu a partir de la industria del carbón asociado a las diversas actividades que surgieron en la zona, considerando el aislamiento geográfico de la ciudad. No obstante, no existen estudios que se enfoquen en el rezago histórico y geopolítico que devino de la instalación de la modernidad a partir de la lógica extractivista implicada en la minería del carbón.

Considerando lo anterior, este trabajo plantea que los procesos de instalación de la modernidad en el territorio a través de la industria extractiva del carbón trajeron consigo el incremento de la pobreza como principal problema. En este nuevo escenario, se inicia la reproducción de una forma de pobreza, basada en la dependencia del salario, el escaso o nulo acceso al mercado y la autosubsistencia. En contexto urbano, esta pobreza estuvo además asociada a otros problemas tales como problemas sanitarios, violencia intrafamiliar, alcoholismo, entre otros. Por tanto, se sostiene que este tipo de pobreza que llega a Lebu de la mano de la industria del carbón, tiene un arraigo histórico y geopolítico situado en el seno de la modernidad/civilización. Desde un análisis histórico antropológico, esta investigación busca reconstruir críticamente la instalación de la modernidad en la provincia de Arauco a partir de los procesos ocurridos en Lebu en torno a la industria del carbón. Para abordar lo anterior, se proponen los siguientes objetivos transversales: a) el estudio del ideario civilizatorio y modernizante que ha recaído sobre estos territorios desde la segunda mitad del siglo XIX, b) el examen de las conflictividades que decantaron en los procesos de recesión económica de la minería del carbón y, por último, c) el análisis de los niveles de pobreza y cesantía alcanzados a fines del siglo XX como resultado de un histórico rezago socioeconómico.

Las transformaciones sociales y económicas, a partir de los idearios de progreso y la inserción de elementos asociados a la productividad a gran escala, pueden ser vistas como el resultado de procesos de ocupación del territorio. A partir de estos idearios se reproduce un modelo diseñado desde los principios económicos de la apertura y activación de dinámicas comerciales internacionales. Sin embargo, la concepción de crecimiento y mejora que se estiman como consecuencia de estos modelos industriales-globalizados, dejan un panorama contradictorio desde los umbrales del rezago y las dificultades asociadas a una pobreza resultante de la llegada del progreso económico. En este contexto, la manifestación de la pobreza cobra interés bajo las experiencias de la modernidad y el diseño de un sistema económico y cultural globalizado. Así, la pobreza incrementa con el avance de la modernidad que se expresa a través de la expansión y consolidación de una economía centrada en los usos extractivos y productivos de la naturaleza. A su vez, pasa a formar parte de la misma configuración que deriva de la instalación del capital a través de políticas expansivas generadoras de éxito en el mercado - que favorece a empresarios e inversionistas - y, a la vez, de rezago territorial - que enraíza la pobreza de un importante sector de la población. En este contexto, la pobreza aparece luego como un concepto utilizado para justificar la intervención del Estado y los capitales, consolidando con ello la instalación del modelo cultural que presumiblemente llevaría a la población pobre a superar dicha condición. Por ello, en este trabajo se establece que el rezago es una condición histórica y no únicamente económica, que hace referencia a las brechas de desarrollo entre un territorio y el promedio que se impone como referente económico y cultural. Desde esta perspectiva, por razones históricas y políticas, los territorios rezagados no pueden tener los indicadores socioeconómicos propios de una zona desarrollada aun cuando las políticas públicas concentren sus esfuerzos en superar dicha condición (Grosser y Carrasco, 2019, p. 146; Letelier, 2019, pp. 40-41).

La metodología utilizada centra el análisis histórico en la revisión de El Amigo del Minero (1921), diario del Órgano de la Caja Nacional de Ahorros que se difundió entre los trabajadores del carbón de manera gratuita con el fin de educar financiera y moralmente a los trabajadores e informar hechos relacionados con la industria carbonífera a nivel nacional y provincial. Este diario permite comprender el impacto de la gran huelga de 1920 en el desarrollo de la industria carbonífera y los factores relacionados con la paralización de importantes minas de carbón. También, se revisa el diario independiente y comercial La Verdad (1913-1915) que, de alcance local, informó sobre hechos nacionales y locales de diversa índole.  contribuye al análisis de las problemáticas asociadas a la venta del carbón a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Por otra parte, El Araucano (1966-1967) fue un diario regional con alcance provincial, que permite ahondar en las características del retraso socioeconómico de la provincia de Arauco en comparación al nivel de desarrollo alcanzado por otras regiones del país. Asimismo, este medio devela las principales demandas de la huelga de los mineros de fines de la década de 1960 y de qué manera la minería del carbón fue desplazada por otras fuentes de energía, aspectos que conllevaron al declive de esta actividad económica. El informativo de la municipalidad de Lebu (1998-1999) publicaba hitos misceláneos a nivel comunal. Este medio permite conocer las soluciones estatales frente a la crisis del carbón a partir de planes de reconversión laboral para mineros cesantes ligados al sector pesquero. Finalmente, la revista Panorama provincial de la gobernación de Arauco (1995) devela la fuerte dependencia de la comuna de Lebu con la minería del carbón y la urgencia de buscar otros rubros para los habitantes con el fin de evitar el agravamiento de la pobreza producto de la cesantía. Por otro lado, se revisan las memorias de la Compañía Carbonífera de Lebu y la Compañía Carbonera Victoria de Lebu, que contribuyen al análisis del punto de vista de sus Directorios respecto a la calidad del carbón, las bondades del territorio para la extracción de este mineral, los efectos de las grandes huelgas desde la década de 1920 y la constante búsqueda del mayor rendimiento para sostener el funcionamiento de la industria en momentos de crisis. También, se examinan las voces locales plasmadas en el suplemento “Reflejos del carbón” del diario Proa al Futuro. Este suplemento buscó restaurar el patrimonio inmaterial minero de Lebu y contribuir al estudio de la influencia de la acción sindical en las dinámicas de la industria carbonífera lebulense producto de las paupérrimas condiciones laborales.

Para el desarrollo del texto, en primer lugar, se examina el impacto socioeconómico de la instalación de la industria carbonífera en Lebu, el surgimiento del conglomerado urbano y el nombramiento de Lebu como capital de la provincia de Arauco en relación con la instalación del rezago socioeconómico. En segundo lugar, se abordan los conflictos sociales relacionados con las condiciones laborales de los mineros, asociados a los inicios del largo proceso de declive de la minería del carbón. Allí, se observa que las grandes huelgas de la década de 1920 asociadas a la recesión del desarrollo industrial carbonífero constituyeron episodios claves para comprender la posterior intensificación del rezago. En tercer lugar, se analizan los factores que conllevaron a los altos índices de pobreza alcanzados durante la década de 1990 y la ayuda estatal aplicada para solventar los problemas de cesantía. Esto, con relación a la estrecha dependencia económica de los habitantes lebulenses con la minería del carbón.

 

El desarrollo industrial carbonífero en Lebu y sus claroscuros en torno a la dependencia económica

 

Durante el siglo XIX, la provincia de Arauco fue una zona fronteriza de difícil penetración para el Estado chileno debido a la presencia de reducciones indígenas instaladas en el territorio (Delgado, 2012, pp. 140-142). Por ende, fue una zona de desoladas tierras ricas en recursos, pero difíciles de colonizar (Pérez y Valenzuela, 2010, p. 6). La incorporación de este territorio al diseño político administrativo de la nación chilena fue un proceso complejo debido a su carácter violento y colonizador. Una vez que los Labkence[3] fueron desplazados por medios ofensivos y genocidas, se dio comienzo a un período de instalación de las bases de la economía centrada en el capital, a partir de 1852. En este año se descubrieron las primeras vetas de carbón de piedra en la desembocadura del río Lebu y en sus riberas aledañas. Los primeros años fueron fructíferos para la pequeña industria naviera generada a partir del carbón y los productos agrícolas de la zona resultaban ser un buen augurio (Aballay et al., 1994, p. 40). Entre 1854 y 1875 la provincia experimentó un crecimiento de su población a partir del auge de la minería del carbón. Este contexto conlleva a la creación de una infraestructura minera a partir del surgimiento de centros urbanos, construcción de ferrocarriles, puentes, caminos y puertos que le otorgaron un impulso modernizador a la costa de Arauco (Delgado, 2012, p. 142). La presencia de carbón en Lebu impulsó a empresarios, obreros y comerciantes a ocupar este territorio. Empresarios nacionales como Cousiño, Urmeneta y Edwards y extranjeros como Juan MacKay enviaron socios a reconocer e inscribir las reservas minerales (Rosenblitt y Nazer, 2005, pp. 5-9).

La fundación de la ciudad de Lebu en 1862 por Cornelio Saavedra fue clave para el avance y ocupación de la Araucanía (Delgado, 2012, p. 143). La creación de la ciudad tuvo la finalidad de constituirse como puesto de avanzada, puerto de entrada y puerta comercial de los nuevos territorios anexados a la nación chilena (Aballay et al., 1994, p. 40). En este contexto, el carbón recién adquiere importancia en el rubro de la energía como puntal de desarrollo y Lebu se constituyó, a partir de estudios y exploraciones de foráneos, una tierra rica en carbón para explotar. Esto fue lo que motivó la ocupación de tierras lebulenses[4] confirmando que los procesos de ocupación del territorio mapuche y los intereses económicos estuvieron directamente relacionados (Pinto, 2020; Goicovich y Pinto, 2014).

En 1856 se dieron los primeros pasos para trabajar las minas en la boca del río Lebu, donde el carbón era de buena calidad y abundante (Ortega, 2008, pp. 190-192; Delgado, 2012, p. 150). Entre las décadas de 1860 y 1880 se puso en marcha la explotación del carbón a escala industrial producto de la creciente demanda de carbón proveniente de las fundiciones de cobre, del ferrocarril, la navegación a vapor y el alumbrado a gas (Ganter y Brito, 2017, p. 40). Los trabajadores carboníferos provenían de sectores aledaños y probablemente de la minería cuprífera del Norte Chico (Godoy, 2015, p. 122). La producción de carbón en 1860 era de 180.000 y en 1880 aumentó a 578.179 toneladas (Díaz et al., 2016, p. 146). De esta manera, Lebu emergió como un centro urbano dinámico dentro de la provincia a partir de la explotación minera (Rosenblitt y Nazer, 2005, pp. 6-9). En 1896, Ramón Barros Luco viajó a Lebu y, en su llegada, aseveró los progresos de los primeros trabajos en las minas de carbón lebulenses:

 

Hemos llegado a esta en unión con Saavedra … En esta parte de la frontera no hemos encontrado novedad alguna .… Este puerto progresa notablemente, los trabajos de las minas de carbón están muy bien explotadas, sus dueños tienen el proyecto de canalizar el río para tener un fondeadero seguro. Esta obra … daría a este fuerte suma importancia que debe estar llamado a ser la salida de todos los productos de un inmenso territorio ... Una medida muy importante sería la de crear una municipalidad en este pueblo que ya es bastante digno de tenerla.[5]

 

A partir de la explotación de yacimientos carboníferos y de las actividades portuarias, Lebu se constituyó como capital de la Provincia de Arauco.[6] Las minas de carbón estaban ubicadas dentro de los fundos de propiedad de Dolores Ovalle y colindaban con las propiedades mineras de los señores “Errázuriz y Cía.”. El carbón era de explotación fácil y poco costosa ya que las minas tenían el carbón a la vista. En los fundos de Ovalle, se recalcó la enorme cantidad de carbón que existía: “el carbón se encuentra a la vista en innumerables partes de estos fundos, no es raro que desde cuarenta a cincuenta años se venga invariablemente hablando de la riqueza carbonífera que encierran”.[7]

El impulso modernizador motivó la expansión de la demanda de combustible y, por ende, el requerimiento de carbón nacional (Venegas, 1998, p. 152). A su vez, la industria del carbón jugó un rol central, configurando sistemas de vida y de sociedad que dieron lugar a la instalación de los cánones básicos de la modernidad. El desarrollo industrial comprendió la fundación de pueblos y campamentos, construcción de puertos y caminos, instalación de servicios eléctricos y la construcción de escuelas en un constante proceso de urbanización (Pérez y Valenzuela, 2010, p. 14). Estos servicios se establecieron con el fin de reforzar la presencia industrial carbonífera de la zona con pretensiones extractivistas.

Entre 1880 y 1920 hubo un periodo de auge de la industria carbonífera en el golfo de Arauco debido al desarrollo de la industria de fundiciones de cobre, el desarrollo de los ferrocarriles, la navegación a vapor y la implementación del alumbrado a gas (Delgado, 2012, pp. 140-147; Yáñez y Garrido, 2015, p. 88). En estos años la minería del carbón se había establecido dando paso a la expansión de esta actividad económica producto del crecimiento de la demanda (Venegas, 1998, p. 151). En 1920 la producción aumentó a 936.000 toneladas en comparación al nivel de producción de 1880 (Díaz et al., 2016, p. 148). Fue un período de “auge constructivo” debido al buen precio que se pagaba por el carbón y la estabilidad económica adquirida gracias a la industria carbonífera. A partir de este impulso económico se explotaron nuevas minas, generando más fuentes de trabajo. Al mismo tiempo, se desarrolló un gran movimiento comercial introduciéndose industrias como la curtiembre y la fábrica de zapatos.

No obstante, a pesar de sus ventajas, Lebu se caracterizó por su aislamiento con respecto al resto de la región debido a su ubicación geográfica, por lo que sus compañías carboníferas no pudieron competir con activos centros mineros como Lota y Coronel (Pérez y Valenzuela, 2010, pp. 6-14). Por ejemplo, las primeras instalaciones carboníferas en Lebu pasaron por dificultades iniciales para desarrollarse y, posteriormente, entraron de lleno a un periodo de producción en el que a medida que iban adquiriendo desarrollo, iba aumentando la producción.[8]

A partir de lo anterior, se formó un imaginario empresarial en torno a la enorme cantidad de recursos que ofrecía el territorio y la buena calidad del carbón. La Compañía Carbonífera de Lebu (1905, p. 4) indicó: “el carbón es bien granado y se estima como el mejor de Chile y es esta la causa porque ha encontrado mercado con tanta facilidad”. También, se recalcó: “tenemos una riqueza inmensa de carbón y la explotación es fácil y tan barata que con la inversión de un capital relativamente pequeño se puede llegar en poco tiempo a una producción poderosa”.[9] Además, la calidad del carbón que se extraía era “limpio, bien granado” y recibió gran aceptación en el mercado nacional.[10]

A pesar de ello, los potenciales clientes de la producción carbonífera desviaron su demanda hacia la oferta externa. En palabras de Venegas (1998, pp. 151-153), esta situación mostró las debilidades de la industria y puso una dura prueba a la producción nacional. Posteriormente, durante la Primera Guerra Mundial, la industria carbonífera nacional contempló un cuadro de prosperidad debido a la disminución de los envíos de carbón extranjero - especialmente del carbón inglés y australiano - y el alza en sus precios (Rosenblitt y Nazer, 2005, pp. 7-10). A partir de estos hechos se elevó la producción nacional hasta el fin de la guerra, cuya producción llegó a ser de 1.361.000 toneladas en 1918 (Delgado, 2012, p. 149; Díaz et al., 2016, p. 148). A pesar del aumento de la producción, la industria carbonífera lebulense siempre fue recelosa de la compra de carbón extranjero por parte del Estado. Esta situación fue denunciada en el diario La Verdad ya que complicó la economía local:

 

inútil es que se diga que los yacimientos carboníferos que nos rodean son un manantial inagotable de riqueza ... Cualquier esplotacion carbonífera que quede a las inmediaciones del ferrocarril, tendrá necesariamente que surjir en desmedro de la nuestra. Con transportes rápidos y fáciles cualquiera competencia es posible.[11]

 

En la misma línea, se expuso en el diario:

 

es verdaderamente lamentable que el Estado continuara comprando carbon extranjero, cuando era un hecho establecido que con protección decidida al mismo tiempo que con vigilancia estricta y buenos reglamentos para la recepción del artículo se le podrá obtener en el país de excelente calidad.[12]

 

Coincidentemente, Roberto Mario señaló en el diario La Verdad: “propender a que desaparezca del platillo de las importaciones la enorme cantidad de carbón extranjero que internamos cada año, será indudablemente uno de los esfuerzos más eficaces que podremos hacer para normalizar nuestra balanza económica”.[13] También, se expuso que en Lebu

 

hai una paralización ruinosa y, aunque la producción va en aumento, el consumo no crece, con manifiesto daño no solo para cada establecimiento en particular, sino para la población misma que vive de la mayor o menor prosperidad de las minas.[14]

 

Además, el precio al cual se compraba el carbón desde el extranjero no era conveniente si se contaba con grandes instalaciones industriales carboníferas en Chile. Respecto a esta situación, Mario indicó:

 

Somos poseedores de enormes y riquísimos yacimientos carboníferos … El producto debidamente seleccionado y elaborado de nuestras minas no tiene que envidiar a las mejores calidades que se nos envían del exterior. El precio -debido a los enormes fletes y a otras causas irregulares- a que resulta el carbon estranjero al ser desembarcado en nuestros puertos, es, por el contrario, el mejor regulador de las ventajosísimas cotizaciones que fijan las compañías nacionales ... En estas condiciones extraordinariamente favorables, con la base primordial de riquísimos yacimientos y de un enorme consumo interior, Chile debería ser no solo un gran productor sino que también un gran esportador de carbon. Son anormalidades como estas las que traen arrastrado el valor de nuestra moneda, empobrecido al país y dislocada nuestra balanza económica. La importancia del carbón es, además, la causa principal del agudo, desequilibrio financiero de nuestros ferrocarriles. El fomento de la industria nacional del carbón vendría a incorporar en breve a la riqueza viva y productora del país una riqueza muerta que de otra manera permanecerá estéril e inaprovechada por muchos años todavía. Vendría también a dar seguro trabajo a miles de obreros que actualmente no lo tienen.[15]

 

Producto de la necesidad de fomentar la minería del carbón a nivel nacional, hubo una preocupación en la industria carbonífera lebulense respecto a la posible paralización de los trabajos. A su vez, se vería obligada a disminuir sus labores con riesgo a sucumbir en la pobreza y cesantía de sus habitantes:

 

prohibida la exportación y vendido a los vapores solo lo estrictamente necesario para sus viajes desde Lebu a Coronel o Lota, que son los puertos que nos están más próximos, quedan por consiguiente varios miles de toneladas en paralización. No habiendo demanda, las Compañías Carboníferas se verán obligadas como ya se ha visto, a disminuir sus labores y lanzar a la calle a centenares de mineros que contribuirán a hacer más aflictiva la situación por que atraviesa nuestro puerto.[16]

 

En medio de este desbalance, se indicó en el diario El Pueblo: “La Provincia de Arauco … solo se le conocía de nombre, de aquí el atraso deplorable por que ha atravesado siempre sin tener ni siquiera una comunicación directa con las otras provincias del norte”.[17] Lo anterior, hacía referencia a los problemas de aislamiento del territorio como un obstáculo al progreso de la provincia. No obstante, años más tarde, el descubrimiento de nuevos yacimientos en Millongue generó esperanza para sus habitantes ya que significó “una nueva fuente de trabajo que vendrá a aliviar en parte la enorme decadencia que se nota”.[18] A partir del análisis anterior, se observa que la construcción de la modernidad a partir de la explotación del carbón en Lebu representó un rápido proceso de urbanización y, a su vez, una fuente de trabajo para los habitantes de la baja frontera. No obstante, las ventajas traídas por el desarrollo y el progreso escondieron las adversidades que afectan hasta ahora a la localidad, desplazándola a una situación de rezago permanente dentro de una economía global capitalista. A partir de la instalación de la minería del carbón, Lebu fue ubicada en las periferias de las dinámicas económicas, por lo que su pueblo sucumbió a las paupérrimas condiciones laborales debido a su posición de dependencia por la necesidad de obtener una fuente de ingresos. Según lo narrado en el diario El Lebu, el minero trabajaba “a grandes profundidades, en una densa oscuridad, rodeado de peligros, … su labor es lenta i penosa”.[19] Los accidentes de trabajo eran permanentes y no hubo un sistema que previniera accidentes de trabajo dentro de las minas, por lo que el trabajo del minero se vio revestido de un halo trágico (Venegas, 2015, p. 235; Benedetti, 2019, p. 211; Benedetti, 2020, p. 64; Casanova, 2021, p. 84). Por ejemplo, en el diario La Verdad se denunció que en el mineral Amalia el trabajador Eduvijio Villagra falleció fulminado por la corriente eléctrica de los cables que proporcionaban energía en el fondo de la mina.[20]

Además, los trabajadores estaban expuestos a enfermedades relacionadas con sus precarias condiciones de vida producto de las altas demandas impuestas por las faenas, lo que generaba un deterioro de su capacidad física y bajo rendimiento productivo (Benedetti, 2020, p. 67; Venegas, 2015, p. 235). Por ejemplo, los trabajadores comúnmente presentaban “afecciones de las vías respiratorias, laringitis, bronquitis, pneumonías, pleuresías… reumatismo articular agudo, tuberculosis y tisis … y las afecciones de las vías digestivas … como gastritis, catarros, gastrointestinales i diarreas fatales” (Ortega, 1992, p. 138; Benedetti, 2019, p. 224; Benedetti, 2020, p. 67). Sus circunstancias de vida eran deplorables ya que la habitación que otorgaba la empresa para los obreros era de reducidas dimensiones, sin agua potable, alumbrado, servicios higiénicos, ni ventanas. Estas viviendas se concibieron dentro de proyectos que otorgaban pequeños lotes de terreno para establecer viviendas populares con el fin de retener los poblados proletarios y evitar la movilidad de sus asentamientos (Ortega, 1992, pp. 132-137). Estos aspectos definían una existencia precaria de los obreros y sus familias. Por todo lo anterior, la industria minera del carbón sufrió un sinfín de alteraciones y tuvieron que hacer frente a muchos problemas como los conflictos laborales, las transformaciones de la política minera y las formas de intervención estatal (Venegas, 1998, p. 152). Sobre todo, las minas de Lebu tuvieron que doblar sus esfuerzos para consolidarse producto de su carácter secundario junto a otras compañías como las de Lirquén, Cosmito y Máfil (Venegas, 1998, p. 153).

 

1920: El inicio del declive de la industria carbonífera

 

Tras 1920 hubo un lento estancamiento del desarrollo del carbón conllevando a una crisis económica producto del término de la Primera Guerra Mundial. Contribuyó a este estancamiento la crisis del salitre, principal actividad consumidora del carbón araucano (Rosenblitt y Nazer, 2005, pp. 2-15). También, la aparición de nuevas fuentes energéticas como el petróleo y la electricidad (Venegas, 1997, p. 127). En 1922 la producción de carbón disminuyó a 883.000 y crece lentamente en 1931 con un total de 961.000 toneladas (Díaz et al., 2016, p. 148). Esta situación creó condiciones difíciles para la actividad carbonífera nacional (Venegas, 1998, p. 155), pues llevó a la paralización de minas y al déficit de empleos y salarios, aumentando los conflictos sociales. En Lebu hubo una notable disminución de sus habitantes junto al cierre de minas y piques producto del declive financiero de la industria y la consiguiente migración de trabajadores en busca de mejores oportunidades (Rosenblitt y Nazer, 2005, pp. 15-17). Producto de esta conflictividad social, en 1920 tuvo lugar el inicio del movimiento obrero organizado que evidenció las míseras condiciones de vida de los habitantes en la zona del carbón (Benedetti, 2020, p. 58). De esta manera, la cuestión social se politizó, proceso influido por el influjo de ideas anarquistas y socialistas extranjeras que posicionó la voz de los trabajadores y sectores populares (Durán, 2018, p. 250).

Durante la ola de organizaciones sindicales y federales, los mineros del carbón fueron uno de los núcleos más importantes de la radicalización obrera (Delgado, 2012, p. 141; Venegas, 1997, p. 125; Casanova, 2021, p. 82). Entre 1920 y 1923 los movimientos de trabajadores llegaron a su mayor efervescencia desarrollándose varios movimientos huelguísticos prolongados, sólidos y masivos. Estos movimientos interpelaron el éxito de las compañías carboníferas, reclamando mejoras salariales, disminución de las jornadas de trabajo y mayor protección ante accidentes laborales).[21] La Huelga Grande de 1920 fue un hito que marcó el fin del ciclo de crecimiento de la industria del carbón. Iniciada en Curanilahue, manifestó el malestar e incertidumbre respecto a las condiciones económicas y laborales establecidas por los empresarios del carbón (Delgado, 2012, p. 141).

Desde el punto de vista de la Compañía Carbonífera de Lebu, las huelgas de febrero de 1922 perturbaron sus faenas al generar una paralización de más de dos meses.[22] El primer síntoma fue el cierre del pique Amalia “por no poder cumplir las exigencias mineras, pues la extracción venía a costar tan caro como el precio de venta”.[23] Relacionando este hecho con las huelgas obreras, en El Amigo del Minero, Ricmen denunció que

 

el obrero la mató, y hoy este minero tiene que ir lejos, a otras minas, a ganar un salario menor, vivir con menos comodidad, y donde no hay quincenas que le vendan sus artículos a precios más bajos que el comercio de la ciudad.[24]

 

Asimismo, se criticó el carácter subversivo de la huelga:

 

el obrero tiene razón al pedir aumento de jornal, comodidades en el vivir, etc. Pero esto puede conseguirse sin huelgas … y puede irse consiguiendo poco a poco a fin de no causar la muerte de la Industria, que lleva el hambre y el frío al hogar del obrero.[25]

 

En el periódico El Lebu, se indicó que el término de las huelgas de 1922 significó un triunfo para las industrias nacionales ya que los manifestantes constituían “el principal obstáculo para el mayor rendimiento de la explotación de las minas”.[26]

La Compañía fue intransigente frente a las demandas de los mineros, volviendo intenso el conflicto y develando su vulnerabilidad (Venegas, 1998, p. 155). El Directorio estableció medidas de previsión como el cierre del pique Amalia, anticipándose a un conflicto mayor e impidiendo la declaración de una huelga formal.[27] La paralización de las obras en el pique Amalia tuvo la finalidad de obtener un “mejor aprovechamiento en todas las faenas mineras … y sustituir la explotación de ese campo carbonífero por medio de diversas minas pequeñas, llamadas a producir mayor rendimiento de tonelaje para la venta con un menor costo de extracción”.[28] En este contexto, se ordenó la construcción del pique Anita en 1921 tras realizar un crecido número de sondajes y reconocimientos en el fundo “Camarón” de la Compañía Carbonífera de Lebu.[29] Esto, con el fin de “cimentar la Compañía sobre bases de mayor engrandecimiento futuro”[30] y “mejorar enormemente su situación de crisis de trabajo”.[31]

No obstante, en 1926, hubo otra crisis para la industria carbonera de la zona de Arauco producto de veintiséis días de huelga obrera y por los temporales que impidieron en el puerto de Lebu el embarque de carbón.[32] Según Venegas (1998, p. 157), la movilización social estuvo directamente relacionada con la disminución parcial de la producción carbonífera. En 1924 la producción fue de 1.370.000 disminuyendo a 1.299.000 toneladas en 1926 (Díaz et al., 2016, p. 148).

Yáñez y Garrido (2015, p. 76) indican que entre 1930 a 1960 el carbón fue el combustible predominante para la industria nacional y los ferrocarriles del Estado por la imposibilidad de importar petróleo. De todos modos, desde un análisis local, la crisis global de 1930 arremetió con el destino de la industria carbonífera lebulense (Delgado, 2012, p. 144). Tras el fracaso de la explotación del pique Anita, los cierres de las minas pequeñas eran una realidad.[33] El pique Anita fue descrito como una construcción lujosa, pero adoleció de “defectuosas técnicas, que no se pudo seguir por falta de firmeza y campos suficientes para explotar”.[34] El derrumbe de la principal actividad detuvo su expansión y la población emigró buscando mejores oportunidades laborales. Esta situación produjo una fuerte disminución de los habitantes, significando el fin del ciclo industrial carbonífero.[35] Producto de esta situación, en El Amigo del Minero se reflejó la incertidumbre laboral de los mineros:

 

nuestro obrero constantemente peregrina por el País en busca de mejores salarios. Va al Salitre y vuelve al Carbón; se va a los Fundos i regresa al terruño, siempre desalentado sin poder encontrar la paga que desea y que es lo único que le interesa en las industrias, pues no tiene con ellas nada que lo ligue, ni afección alguna.[36]

 

Según Ortega (1992, p. 132), la población lebulense se caracterizó por su movilidad ya que una gran cantidad de trabajadores abandonaba los piques y sus hogares con el fin de emplearse en labores agrícolas debido a la inestabilidad del trabajo minero. Esto hizo que los asentamientos fueran irregulares debido a la migración de los trabajadores de un lugar a otro (Rosenblitt y Nazer, 2005, p. 17).

Entre 1920 a 1940 hubo fuertes oscilaciones en la minería del carbón, agravadas por la disminución de la producción (Venegas, 1997, p. 128). También, la expulsión de dirigentes durante la huelga, el desplazamiento forzado de trabajadores y sus familias fueron indicadores de la derrota popular (Venegas, 2011, p. 121). Lamentando la crisis carbonífera, en el diario Araucano se expuso que Lebu “vegeta en las más deplorables condiciones abandonada” y, se prosigue, “es doloroso y da grima constatarlo que una ciudad … asentada sobre una tierra cuyas entrañas guardan riquezas fabulosas no pueda incorporarse todavía, a la senda del progreso”.[37] Un año después, en este medio se indicó:

 

No es que el carbón sea de inferior calidad ni que escasee, porque bien se sabe que en los alrededores de Lebu existe en gran abundancia en diversos sectores y en esto están de acuerdo cuántos han tenido participación en las labores de extracción…que junto con tener contento al personal de empleados y obreros daban vida próspera a este pueblo digno de mejor suerte y a no pocos agricultores de la región.[38]

 

En general, los medios recalcaron la histórica situación de abandono en medio de la contradicción que anidaba en sus abundantes riquezas carboníferas de la zona. Alrededor del inicio de la Segunda Guerra Mundial, la minería del carbón experimentó una reactivación debido al déficit de este combustible y se reavivaron las minas araucanas (Delgado, 2012, p. 149; Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 24). Junto a ello, se iniciaron obras modernizadoras como la construcción del desvío que unía el ferrocarril con las canchas de embarque en el puerto, la ejecución en la mina de muelles y las instalaciones de preparación y lavado del carbón, la renovación y puesta en trabajo de maquinarias para dotar de energía a vapor a la mina, la construcción de casas para ingenieros, mayordomos y población obrera. El trabajo de reconocimiento de nuevos campos carboníferos para abrir nuevas minas tuvo la finalidad de aumentar la producción y responder a la alta demanda del mercado del carbón.[39] En este contexto, en el diario Araucano se señaló:

 

¡Hasta cuando esperará este pobre Lebu salir de su postración! Localidad tan inmensamente rica en carbón, que, porque mas se vociferen algunos interesados en mantenerlo en el estado que se encuentra, al fin se dará la luz y resurgirá para ser uno de los puertos más poderosos por sus riquezas naturales.[40]

 

Lo anterior, hizo referencia a las esperanzas depositadas en la industria del carbón a partir de los avances traídos por la reactivación de las minas carboníferas lebulenses.

Entre 1940 y 1970, el Estado intervino mediante políticas públicas en el territorio para sostener la industria del carbón y dispuso de inversiones en obras de infraestructura para mejorar el nivel de vida de la población.[41] En los yacimientos carboníferos Victoria de Lebu, Pilpilco y Colico Sur se llevaron a cabo obras de transformación de la estructura subterránea, lo que posibilitó un importante aumento de la producción (Venegas, 1998, p. 172). En 1940 la producción fue de 1.736.000 aumentando en 1970 a 1.509.800 toneladas (Díaz et al., 2016, pp. 148-149). No obstante, hacia fines de la década de 1960, se sintió una crisis en las minas debido a los altos costos de explotación, la falta de elementos mecanizados, la cesantía y los bajos salarios (Casanova, 2021, p. 85). El salario de los mineros del carbón era 50% menor que el salario de los mineros del cobre.[42] Anualmente las compañías arrojaban pérdidas en sus balances que el Estado debía absorber.[43] Ante esto, en El Araucano se expuso:

 

esta realidad obliga a establecer una política definida sobre el carbón, que establezca claramente los mercados que deberán ser reservados para el carbón y los mejoramientos que deberán realizarse en la industria para colocarla a precio de competencia ... Estas medidas deben ser complementadas con el establecimiento de una clara política de energía que regule dentro del país, los consumos de petróleo y carbón de tal manera que se garantice un futuro estable para los minerales de nuestro país.[44]

 

Estos problemas, sostenidos en el tiempo, develaron las endebles bases del desarrollo de la industria carbonífera. Lo anterior, es expresión del intenso proceso de deterioro económico de la minería del carbón (Venegas, 2012, p. 103). Las dificultades de la industria del carbón fueron transversales a lo largo del tiempo considerando las demandas de los trabajadores, problemas estructurales de las faenas y la competencia de combustibles importados o de producción nacional (Venegas, 1998, p. 162). Respecto a esta situación, en el diario El Araucano se indicó que “la provincia de Arauco se le quedó atrás… a Chile en su desarrollo. Esto puede explicarse debido a que no se pudo “llegar” hasta ella, así que el país se olvidó de su existencia”.[45] También, se señaló: “la provincia ostenta … los más bajos índices de desarrollo de todo el país. Ha sufrido en su permanente aislamiento físico con el resto del territorio debido a sus malos caminos”. Y, se indicó: “el olvido de los gobiernos, por Arauco, ha sido tradicional. Su dotación de escuelas, hospitales, caminos, edificios públicos está muy por debajo de lo que hay en el resto del país”.[46]

Las paupérrimas condiciones de vida que vivieron los mineros y sus familias conllevaron al período álgido del movimiento obrero, el cual se conoce como la huelga larga de 1960 (Casanova y Puentes, 2023, p. 50). En comparación a la huelga de 1920, la huelga de 1960 fue un movimiento de mayor alcance producto de la madurez que alcanzó la organización sindical, la articulación con el movimiento obrero nacional y el apoyo de obreros de otros gremios (Benedetti, 2020, p. 51). Casanova y Puentes (2023, p. 60) lo caracterizan como un período de alta conflictividad social. En este período fue notable la huelga de los empleados de la Compañía Carbonera Victoria de Lebu producto de las malas condiciones laborales a las que se sometían los mineros. Entre sus peticiones estaba

 

la fijación de la jornada diaria de trabajo para el personal administrativo, la ayuda para el pago de la sede sindical, la bonificación a los empleados de la Oficina de Jornales, y ... que ... se disponga de una buena atención médica para los empleados.[47]

 

Las condiciones laborales seguían generando un severo daño a la salud de los mineros, sobre todo por afecciones a las vías respiratorias. Ramón Monsálvez, quien trabajó en la Compañía Carbonera de Lebu Consolidada como barretero, indicó “se tragaba polvo, se tragaba gas, uno en la tarde salía casi atorado … con todo ese polvo que se comía en el día”.[48]

La historia del carbón estuvo marcada por tragedias debido al riesgo de sufrir accidentes y enfermedades laborales (Pizarro, 2005, p. 365; Venegas, 2011, p. 114). Ramón Monsálvez indicó que trabajó sin ninguna indumentaria protectora como casco y zapatos:

 

a un sombrero le puse una lata aquí pegadita, las ojotas la hacían de suela … después pillé una rueda de auto y de ahí sacábamos las gomas y hacíamos unos tirantes y con eso trabajábamos; p’arriba con pantalón de bolsa que hacíamos nosotros, y camisetas de bolsa de harina.[49]

 

Juan Antinao, exminero y dirigente sindical, indicó que las condiciones laborales eran “malas, no había nada”. E indicó que las “chalas” del minero eran “los descarnes que vendían en la curtiembre en Lebu”. Prosiguió, “al minero le caía una tosca y le cortaba los dedos, entonces después se empezó a pelear por la cuestión del zapato, primero se ganó un zapato, te daba un zapato la empresa y el otro tenías que pagarlo”.[50] Según Jovelino Lincura exminero y dirigente sindical, “era muy maltratado el trabajador y los jefes eran muy bruscos para manejar el sistema … el obrero era tipo esclavo”.[51] Y, Alfredo Torres, exminero y miembro del sindicato, indicó a partir de su llegada a la empresa Consolidada: “empecé a conocer la explotación de los trabajadores, no tenían ellos ningún medio de seguridad …, los accidentes de trabajo sucedían todos los días”.[52] Las enfermedades eran muy comunes:

 

en el caso de los mineros de Lebu el tema de los oídos, la hipoacusia, el tema de las rodillas, la artrosis, y lo otro es el tema pulmonar, la silicosis… esos son los tres grandes diagnósticos que tienen los trabajadores mineros del carbón,[53]

 

indicó Alcamán. La crisis del carbón se extendió a la segunda mitad del siglo XX y se hizo más evidente producto del descenso de consumo y el aumento del uso del petróleo y la energía hidroeléctrica (Casanova y Puentes, 2023, p. 50; Ganter y Brito, 2017, p. 42; Benedetti, 2020, p. 75; Yáñez y Garrido, 2017, p. 256). Con respecto a lo anterior, en la prensa local se señaló: “en el mundo entero hemos visto cómo las industrias carboníferas que no se han modernizado, han desaparecido debido a la imposibilidad de competir en condiciones convenientes con el petróleo, la electricidad y otras fuentes de energía”.[54] En 1979 la producción del carbón descendió hasta 957.000 toneladas (Díaz et al., 2016, p. 150). Debido a la prolongada crisis de la industria del carbón y la posible paralización de las actividades en toda la provincia, se planteó soluciones ante la cesantía. Esta solución radicó en reorientar a los mineros hacia trabajos en el sector agrícola, de pesca, etc.[55] Esto fue preocupante para los lebulenses debido a los miles de desocupados que resultarían de tal paralización ya que “esta ciudad, no tiene otras perspectivas de trabajo, que no sean las labores mineras”.[56] Además, se expuso: “toda la provincia va a sentir muy fuerte el impacto que se produzca cuando se llegue a la paralización de las actividades mineras de la provincia para beneficiar única y exclusivamente a los minerales de la absorbente Concepción”.[57] En 1968 hubo un repentino y breve aumento de la demanda de carbón producto de las condiciones climáticas, pues la sequía produjo una escasez de energía eléctrica a nivel nacional y la producción aumentó a 1.611.300 en comparación a los años anteriores (Díaz et al., 2016, p. 149). No obstante, el conflicto social se siguió acrecentando y la minería del carbón se encaminó a su fase de decadencia terminal (Venegas, 2012, p. 104; Yáñez y Garrido, 2017, p. 256; Casanova y Puentes, 2023, p. 66). En 1998 la producción de carbón llegó a 230.170 toneladas (Díaz et al., 2016, p. 150).

 

La “crisis del carbón” y el plan de reconversión laboral con vistas al sector pesquero

 

Desde fines de la década de 1980 hubo amenazas de cierre de Carvile que afectaron la capacidad reivindicativa de los trabajadores (Venegas, 2011, p. 123). Lo anterior, en un contexto marcado por un incesante agotamiento de las minas chilenas ubicadas en la zona de Concepción y Arauco (Yañez y Garrido, 2017, p. 255). Ante el cierre de las minas, el Estado no se encontraba en condiciones de obviar el costo social que implicaba. Esto arrastró una larga historia de luchas ligadas al sector carbón (Aballay et al., 1994, p. 43). Respecto a esta situación, Alcamán indicó:

 

la idea del gobierno … era vender Carvile … pero ahí … los trabajadores, se opusieron y eso permitió que siguiera siendo del Estado… posteriormente en el 96 ahí estuve al frente de los movimientos que hubieron acá porque ahí fue cuando el gobierno … quiso cerrar Carvile, y ahí fue una de las movilizaciones más grandes.[58]

 

Los trabajadores se tomaron la mina por cuatro días y, al buscar infructuosamente negociar con el ministerio, se paralizó la ciudad para evitar el cierre de la mina: “todos los colegios, todo… yo me acuerdo que cuando terminamos la movilización estaba todo Lebu en las calles”.[59]Tras la presentación de un proyecto preparado por Federico Matte, gerente general de Carvile, se buscó convencer al gobierno que se adhiriera al proyecto que contempló reducir la diferencia entre el alto costo de producción y el bajo costo de venta. Y, como resultado, el gobierno desistió al cierre de la mina. Ante tales sucesos, el exminero señaló: “dejamos una empresa de pie, defendimos el honor de decir -ahí está la empresa, sigan trabajando”.[60]

Según Luis Alcamán, el carbón fue una actividad que tuvo

 

una importancia tremenda acá dentro de la zona, para el país en su tiempo y posteriormente pa’ todo lo que es la Octava Región… estas son comunas que nacieron y se desarrollaron en base al carbón … y la gran mayoría de los habitantes de Lebu, los más antiguos, es gente que vivió al alero de las empresas del carbón y creció con ellas.[61]

 

Por lo que, durante el progresivo cierre de las minas, la provincia de Arauco se vio envuelta en una postración económica con alarmantes niveles de pobreza de su población. El ex alcalde de Lebu, Aldo Pinto indicó que Lebu enfrentó el más alto índice de pobreza a nivel regional sumando la “crisis soterrada que se vive en las minas del carbón”.[62] Producto de la pobreza, el Estado impulsó un Plan de Reconversión Productiva y Laboral que tuvo la finalidad de fomentar el desarrollo de actividades económicas diferentes a la minería del carbón (Casanova y Puentes, 2023, p. 51). Se aplicaron proyectos para superar la cesantía como intentos por capacitar a los mineros cesantes en otras ocupaciones y fomentar el desarrollo de diversas áreas tales como la silvicultura o la pesca.[63] El ex intendente de la región del Biobío, Martín Zilic, indicó:

 

nuestro desafío está … en demostrar que esa zona no sólo puede y debe vivir del carbón, sino que hay otras actividades que son más rentables incluso que el carbón y que pueden significar el mejor trabajo de los hombres y mujeres que viven allí y que tienen que desarrollarse.[64]

 

Ante las dificultades por resolver la pobreza, el gobierno subsidió la explotación carbonífera con el fin de evitar el quiebre económico en la zona y asignó fondos en ayuda de parte importante de la población que no encontró una ocupación alternativa (Rosenblitt y Nazer, 2005, p. 28). Ante lo anterior, el ex intendente de la región del Biobío indicó: “es necesario mantener la actividad extractiva del carbón, porque el cierre de esta minería en forma brutal generaría conflictos y una cesantía extraordinariamente elevada”.[65] En Proa al Futuro se indicó que “la ciudad de Lebu siempre ha estado dependiendo del carbón, ya sea en épocas de prosperidad o de crisis. Se espera que una vez recuperada la actual situación económica que afecta a todo el mundo, la actividad minera se afiance”.[66] A partir de este análisis, se observa que durante la histórica crisis de la minería del carbón los habitantes se adhirieron aún más a favor de la continuidad de las mineras. En este escenario, la amenaza al cierre de Carvile fue una coyuntura que provocó la intensa lucha del pueblo contra estas medidas debido a los posibles índices de cesantía que podían resultar de esta crisis.

Refiriéndose a las claves del desarrollo de la provincia de Arauco, Martín Zilic indicó que

 

el carbón tiene una crisis importante. Primero porque no ha habido una educación científico-tecnológica de la explotación de estos yacimientos. Segundo, la crisis se debe a un problema cultural. La gente de la cuenca del carbón ha estado siempre ligada a esta actividad y por lo tanto visualiza difícilmente otro trabajo que no sea ese.[67]

 

Respecto a la inseguridad laboral, indicó:

 

esta comuna basó durante muchos años su desarrollo en la minería, en particular, en la extracción del carbón (…). Por los problemas a que se ha visto enfrentada la actividad minera, hubo que buscar nuevos rumbos para dar a la gente una opción diferente de desarrollo.[68]

 

En las zonas costeras, la depresión de la industria carbonífera comenzó a transformar la actividad productiva hacia la pesca artesanal.[69] El sector pesquero representó un importante paso para el plan de reconversión laboral a partir de la construcción del puerto pesquero en el sector norte del río Lebu.[70] Respecto a lo anterior, Aballay et al. (1994, pp. 12-14) indicaron que el auge de la pesca comercial y la futura construcción del puerto fluvial auguraron que éste sería el sector que asumiría el principal rol productivo de la zona. Esta actividad incorporaría a aquellos trabajadores que quedarían cesantes luego del cierre de las minas del carbón. Al volcarse hacia la mar, los mineros comenzaron a aprender nuevos oficios a través de capacitaciones organizadas por el municipio. La reconversión, tendiente al progreso y desarrollo, fue un proceso de cambio dirigido de manera vertical. En 1995, el Fondo de Solidaridad e Inversión Social - FOSIS - contempló un plan de implementación de equipos de pesca dirigidos a los chinchorreros del carbón y, paralelamente, a la Agrupación de recolectores del Carbón de Lebu.[71] Esto, con la finalidad de acercarse a la reconversión de su precedente especialidad.

No obstante, el proceso de reconversión productiva y laboral fracasó por no incorporar criterios psicológicos y socioculturales que permitieran una reconversión de carácter integral (Casanova y Puente, 2023, p. 51). Las políticas públicas implementadas no fueron capaces de superar el rezago, pues su enfoque modernizador obstaculiza la promoción de un desarrollo con cohesión territorial (Grosser y Carrasco, 2019, p. 147). Esto intensificó la imagen de la región del carbón como una zona sumida a la marginación, cuya pobreza fue su signo más evidente, según Venegas (2011, p. 123). De esta manera, Lebu como territorio tuvo que transitar a otras actividades económicas como la pesca, de manera injusta y concibiéndose permanentemente desde su estado de pobreza. En consecuencia, los planes gubernamentales que se implementaron durante la segunda mitad de la década de 1990 fueron reflejo de una histórica dependencia y rezago socioeconómico. A partir del establecimiento de la industria del carbón, su estado de aislamiento y abandono se enraizó de tal manera, que fue difícil desprenderse de su condición de dependencia respecto a la minería. El fuerte apego a esta actividad económica fue responsable, a su vez, de un arraigo identitario a la industria del carbón.

 

Conclusiones

 

A partir de este estudio, se observa que la industrialización con fines modernizadores fue uno de los factores que instalaron la pobreza en el territorio. El desarrollo de la industria carbonífera de Lebu es una muestra de esta situación ya que la dependencia económica a la explotación del carbón arrojó a los habitantes a definir sus condiciones de vida a partir de los ciclos comerciales externos. Por la estricta necesidad de obtener un trabajo en las empresas carboníferas, las familias de mineros se sometieron a precarias condiciones de vida, marcadas por la pobreza que se generaba en los periodos de crisis y auge del carbón. Las históricas irregularidades en las condiciones laborales de los mineros, se vieron agravadas por sistemas de trabajo esclavizante y precario, con escasos derechos laborales. La economía de la ciudad confluyó en torno a la extracción del carbón. Este mineral se convirtió en el símbolo que activó el dinamismo económico en la zona a partir del surgimiento de otras actividades económicas como la agricultura y la manufactura. También, impulsó la instalación de conglomerados urbanos, la instalación del puerto, caminos, servicio eléctrico, red de agua potable, etc. Estos aspectos configuraron un perfil característico de la zona que, en sus posteridades, se convirtió en parte importante de su identidad. Sin embargo, la instalación de la modernidad conllevó al establecimiento de la pobreza en un territorio históricamente rezagado. Consiguientemente, sus habitantes no se imaginaron dedicándose a otra actividad que no fuera el carbón. El progresivo y lento desarraigo que caracterizó a la historia de la industria carbonífera lebulense estuvo colmado de crisis y conflictos sociales. Esto, debido a la endeble estabilidad laboral que sufrieron sus habitantes ya que, al momento de la paralización de las minas, hubo una masa de trabajadores que quedaba cesante y se vio obligada a emigrar de la ciudad para dedicarse a otros rubros. En este contexto, el hito que dificultó la estabilidad laboral fue el cierre del pique Anita debido a que fue uno de los más duraderos yacimientos que albergaba una numerosa cantidad de trabajadores que, tras las huelgas de principios de la década de 1920 se vieron desconcertados, sin rumbo laboral fijo. Así, desde sus inicios, la población de Lebu fue dependiente económicamente del trabajo en los yacimientos carboníferos. Producto de tal dependencia, en 1990, la amenaza del cierre de Carvile generó un fuerte impacto en la estabilidad económica de los habitantes. La paralización completa de la ciudad es muestra de un miedo generalizado por el devenir de la localidad producto de los altos niveles de cesantía que comprometía el cierre de esta importante mina.

La instalación de la industria del carbón en la baja frontera fue expresión de la difusión e instalación de la modernidad en territorios precedentemente ocupados por labkences y/o pescadores. Estos últimos fueron desplazados producto de la fundación de yacimientos y, por ende, del proceso de urbanización que conllevó no sólo la modernización de manera tangible a partir de caminos, puentes y servicios eléctricos, sino también a partir de la difusión de los imaginarios de la hegemónica modernidad como la fe en el progreso, la centralidad del capital, la adherencia a la racionalidad/ciencia y la búsqueda del crecimiento de la producción de bienes materiales. La fundación de yacimientos carboníferos insertó a Lebu, a las dinámicas económicas capitalistas que trajo consigo la introducción de labkences y campesinos que permanecieron en el territorio al sistema laboral asalariado. La modernidad y sus pretensiones civilizatorias se instalaron con fuerza como sistema de conocimiento hegemónico, dejando a sectores populares no proletarizados en el rezago de la pobreza. Es posible observar este fenómeno en la aplicación de políticas sociales que, fundamentalmente, se dirigieron al mejoramiento de las condiciones de vida de obreros y sus familias. Aquello que estaba fuera del círculo de la industrialización fue negado e invisibilizado, por lo que este territorio costero arrastró desde el auge de la industria carbonífera las heridas de la pobreza. A partir de este estudio es posible observar que las huellas de la pobreza se han encontrado en la modernidad, en una zona de frontera que fue explotada por élites foráneas debido a los “incalculables” recursos naturales de las costas de la provincia de Arauco.

Producto de las escasas contribuciones enfocadas en la historia de la industria carbonífera de Lebu, este estudio pretende ser un referente inicial para futuras investigaciones sobre la minería y el desarrollo económico extractivista en la provincia de Arauco. También, es un puntapié para futuros estudios sobre la formación de asentamientos en las costas de Arauco por familias que dejaron la actividad minera para dedicarse a la pesca artesanal y la recolección. Aún más, para trabajos enfocados en los inicios del rezago y la pobreza relacionada con la llegada de la modernidad a las viejas fronteras de la “civilización” chilena. Este estudio ha tratado la industria carbonífera lebulense desde el concepto del rezago y la instalación de la pobreza a partir de la llegada del proceso de modernización. Hay problemáticas a desarrollar que contribuirían al estudio de la industria carbonífera de Lebu como la cuestión de la pobreza de la minería del carbón en la baja frontera desde el precario trabajo de los chinchorreros. Asimismo, es necesario profundizar sobre el surgimiento de la acción sindical producto de las condiciones laborales y su impacto en el devenir de la industria del carbón en Lebu. En relación con lo anterior, resulta importante basar futuros estudios en la dependencia económica de estas localidades con la minería del carbón.

 

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Fuentes

 

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Recepción: 29/11/2022

Evaluado: 12/07/2023

Versión Final: 10/08/2023

 



(*) Doctora en Antropología Social y Cultural (Universidad Autónoma de Barcelona). Académica, Departamento de Historia (Universidad de Concepción. Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2), Chile. Email: noeliacarrasco@udec.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5560-9866

(**) Doctoranda en Historia (Universidad de Concepción). Magíster en Historia (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso), Chile. Email: cneves@udec.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3814-8521

(***) Doctoranda en Historia (Universidad de Concepción). Economista (Universidad del Magdalena), Colombia. Email: maria.mendoza@udec.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6462-3878

(****) Magíster en Historia (Universidad de Concepción). Antropólogo (Universidad Austral de Chile), Chile. Email: juanmunozdecastro@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3802-748X

(*****) Licenciada en Historia (Universidad de Concepción), Chile. Email: constanzapoblet@udec.cl ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5475-9520

[1] Agradecimientos: Este artículo se desarrolló en el marco del proyecto Fondecyt Regular 1221641 “Habilitantes para el diálogo intercientífico en las zonas costeras ante el cambio climático. Estudio de caso de la Provincia de Arauco, Chile”. Se agradece igualmente al proyecto Anillo ACT 210037 “Laboratorios de codiseño para el Cambio Climático: gobernanza y cuidado de comunes en zonas costeras del centro sur de Chile” y al FONDAP/ANID 1522A0001 Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, Chile.

[2] La Verdad, “Sobre el carbón chileno”, Lebu, 29/10/1914.

[3] Población mapuche que habita la zona costera del territorio originario. Escritura con grafemario Ragileo.

[4] Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 23.

[5] Carta a Miguel Luis Amunátegui, 5 de febrero de 1869, s/f.

[6] Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 23.

[7] Compañía Carbonífera Victoria de Lebu, 1906, pp. 4-6.

[8] Compañía Carbonífera Victoria de Lebu, 1906, p. 12.

[9] Compañía Carbonífera de Lebu, 1905, p. 4.

[10] Compañía Carbonífera Victoria de Lebu, 1906, p. 6.

[11] La Verdad, “Nuestra industria carbonífera”, Lebu, 25/04/1915.

[12] La Verdad, “Sobre el carbón chileno”, Lebu, 29/10/1914.

[13] La Verdad, “El grave problema del carbón”, Lebu, 12/07/1914.

[14] La Verdad, “Una contribución que perjudica a la industria carbonífera”, Lebu, 8/07/1914.

[15] La Verdad, “El grave problema del carbón”, Lebu, 12/07/1914.

[16] La Verdad, “Contra de la industria del carbón”, Lebu, 12/08/1914.

[17] El Pueblo, “Progreso”, Lebu, 11/02/1912.

[18]  El Pueblo, “Nueva fuente de riqueza en la Provincia”, Lebu, 21/12/1913.

[19] El Lebu, “La vida en la mina”, Lebu, 03/06/1900.

[20] La Verdad, “Accidente en La Amalia”, Lebu, 10/10/1913.

[21]  El Amigo del Minero, “Consecuencia de una huelga”, Lebu, 15/01/1921.

[22] Compañía Carbonífera de Lebu, 1923, p. 9.

[23] El Amigo del Minero, “Consecuencia de una huelga”, Lebu, 15/01/1921.

[24] El Amigo del Minero, “Consecuencia de una huelga”, Lebu, 15/01/1921.

[25] El Amigo del Minero, “Consecuencia de una huelga”, Lebu, 15/01/1921.

[26] El Lebu, “El término de la huelga”, Lebu, 05/03/1922, p. 2.

[27] Compañía Carbonífera de Lebu, 1921, pp. 7-9.

[28] Compañía Carbonífera de Lebu, 1921, pp. 7-9.

[29] Compañía Carbonífera de Lebu, 1921, pp. 7-9.

[30] Compañía Carbonífera de Lebu, 1921, p. 7.

[31] El Cóndor, “El F. C. de Lebu a Los Sauces es comprado por el S. Gobierno”, Lebu, 21/01/1928.

[32] Compañía Carbonera de Lebu Consolidada, 1927, p. 6.

[33] Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 24.

[34] Araucano, “¡Pobre Lebu!”, Lebu, 08/12/1938, p. 2.

[35] Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 24.

[36] El Amigo del Minero, “Mejoramiento del obrero Regional”, Lebu, 01/01/1921.

[37] Araucano, “1862- 2 de diciembre - 1936”, Lebu, 03/12/1936, p. 1.

[38] Araucano, “Compañía Carbonera hacia la quiebra”, Lebu, 12/08/1937, p. 3.

[39] Compañía Carbonera de Lebu, 1936.

[40] Araucano, “¡Hasta cuando!”, Lebu, 06/01/1940, p. 3.

[41] Compañía Carbonera de Lebu, 1936.

[42] https://historiaeconomicaregiones.cl/

[43] El Araucano, “La provincia de Arauco”, Lebu, 02/12/1966, p. 12.

[44] El Araucano, “La provincia de Arauco”, Lebu, 02/12/1966, p. 12.

[45] El Araucano, “La provincia de Arauco”, Lebu, 02/12/1966, p. 12.

[46] El Araucano, “La provincia de Arauco”, Lebu, 02/12/1966, p. 12.

[47] El Araucano, “La provincia de Arauco”, Lebu, 02/12/1966, p. 12.

[48] Proa al Futuro, “Reflejos del carbón”, Lebu, 03/2013, p. 13.

[49] Proa al Futuro, “Reflejos del carbón”, Lebu, 03/2013, p. 14.

[50] Proa al Futuro, “Reflejos del carbón”, Lebu, 03/2013, p. 14.

[51] Proa al Futuro, “Reflejos del carbón”, Lebu, 03/2013, p. 11.

[52] Proa al Futuro, “Reflejos del carbón”, Lebu, 03/2013, p. 11.

[53] Proa al Futuro, “Reflejos del Carbón”, Lebu, 09/2013, p. 13.

[54] El Araucano, “Porvenir del carbón”, El Araucano, Lebu, 16/03/1967, p. 1.

[55] El Araucano, “Paralizarían Yacimientos Carboneros de la Provincia de Arauco”, Lebu, 10/05/1967, p. 1.

[56] El Araucano, “Paralizarían Yacimientos Carboneros de la Provincia de Arauco”, Lebu, 10/05/1967, p. 1.

[57] El Araucano, “Paralizarían Yacimientos Carboneros de la Provincia de Arauco”, Lebu, 10/05/1967, p. 1.

[58] Proa al Futuro, “Reflejos del Carbón”, Lebu, 09/2013, pp. 11-12.

[59] Proa al Futuro, “Reflejos del Carbón”, Lebu, 09/2013, pp. 11-12.

[60] Proa al Futuro, “Reflejos del Carbón”, Lebu, 10/2013, p. 12.

[61] Proa al Futuro, “Reflejos del Carbón”, Lebu, 09/2013, p. 13.

[62] Informativo Municipal de Lebu, “Este injusto recorte presupuestario”, Lebu, 02/1999.

[63] Proa al Futuro, “$2.300 millones recibirá Carvile el próximo año”, Lebu, diciembre de 1999, p. 4.

[64] Panorama Provincial, “Microempresa y valor agregado. Clave del desarrollo de la provincia”, Lebu, 1995, p.6.

[65] Panorama provincial, “Microempresa y valor agregado. Clave del desarrollo de la provincia”, Lebu, 1995, p. 6.

[66] Proa al Futuro, “$2.300 millones recibirá Carvile el próximo año”, Lebu, 12/1999, p. 4.

[67] Panorama provincial, “Microempresa y valor agregado. Clave del desarrollo de la provincia”, Lebu, 1995, p.6.

[68] Panorama Provincial, “Puerto a la vista”, Lebu, 1995, p. 4.

[69] Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2018, p. 17.

[70] Informativo Municipal, “Su economía echa las redes a nuestro generoso océano”, Lebu, 09/1998.

[71] Informativo Municipal, “Proyecto FOSIS para localidades pobres”, Lebu, 09/1998.