Despoblación, territorio y comunidad. Experiencias de participación social en la provincia de Burgos

 

Beatriz Izquierdo Ramírez(*) y María Elena Nogueira Joaquín(**)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/s3rkh9bht

 

Resumen

 

Este artículo indaga sobre los procesos de dinamización colectiva en territorios rurales de la denominada “España vaciada”. Frente a planteamientos que asumen el debilitamiento del capital social que genera la pérdida de población, el artículo analiza la irrupción de asociaciones con capacidad de movilización a partir de un fuerte sentimiento de arraigo y comunidad. Se trata de un estudio exploratorio cuya mirada teórica resulta de aspectos vinculados con los conceptos de participación e innovación social y comunidad. La propuesta de análisis es cualitativa, y se trabaja a partir del caso de cinco experiencias localizadas en el sureste de la provincia de Burgos. Los resultados muestran el peso del arraigo sobre la acción movilizadora. A pesar de la complejidad de la despoblación, se sostiene que este tipo de entidades pueden resultar recursos sugerentes para la construcción de lazos comunitarios en el territorio.

 

Palabras clave: Dinamización; Medio Rural; Acción Colectiva; España Vaciada.

 

 

 

Depopulation, territory and community. Experiences of social participation in the province of Burgos

 

Abstract

 

This paper explores the processes of collective dynamization that are recently emerging in rural territories of the so-called "Empty Spain". In response to the perspectives that assume the weakening of social capital produced by population decline, the study analyzes the emergence of associations which are being able to mobilize based on great local rooting and community. This is an exploratory study whose theoretical framework derive from issues related to the notion of participation and social innovation, and community. The analitical approach is qualitative, and it is carried out on the case of five experiences placed in the Southeast of the province of Burgos. The results demonstrate the weight of rootedness on mobilizing action. Despite the complexity of depopulation, the paper higlights that these entities could be considered stimulating tools for community building at territorial level.

 

Key words: Dynamization; Rural Areas; Collective Action; Empty Spain.

 


 

 

Despoblación, territorio y comunidad. Experiencias de participación social en la provincia de Burgos

 

1.- Introducción y Justificación

 

Este artículo indaga sobre los procesos de dinamización socioeconómica de carácter asociativo que se están produciendo en territorios rurales que, desde los medios de prensa y en la narrativa literaria ampliamente difundida, se insiste en identificar como la España “vacía”, o “vaciada” (Llamazares, 1988; del Molino, 2016). Estas etiquetas se vinculan esencialmente con un fenómeno demográfico acontecido en el medio rural europeo en general y español en particular, que opera como escenario del objeto que nos interesa analizar. Unos espacios sobre los que se ha ido proyectando un imaginario vinculado al ocaso, asumiendo un tejido social muy debilitado como efecto inherente de la despoblación. Sin embargo, frente a esta construcción, en los últimos años, muchas de estas áreas se han convertido en escenario de un intenso dinamismo colectivo que está siendo capaz de generar capital social, cultural e incluso formas de arraigo y asentamiento. La novedad de estas agrupaciones frente al asociacionismo juvenil y cultural más tradicional de larga data en el territorio, reside fundamentalmente en la finalidad de las acciones que ponen en marcha y en los efectos, en gran medida intangibles, que se intentan obtener. La apuesta por dignificar la representación de los espacios rurales y (en la medida de lo posible), transformarlos frente al olvido, se convierten en objetivos prioritarios de estas entidades en un contexto novedoso marcado por el fortalecimiento de las relaciones sociales a partir de un fuerte sentido de pertenencia al territorio y adhesión a la comunidad.

Se configura así un objeto de estudio cuyo interés reside en conocer las motivaciones que fraguan el nacimiento y desarrollo de cada entidad, y en el análisis de los lazos comunitarios como motor para la acción. Desde una perspectiva más amplia, indagar el contexto sobre el que se desenvuelven estas entidades va a ser también clave para entender las dinámicas y acciones puestas en marcha; un espacio marcado por la incorporación de la despoblación en la última década al debate público, político y, también, académico. En efecto, por un lado, la despoblación se convierte en un objeto de estudio poliédrico (Collantes y Pinilla, 2020, Molinero, 2022), cuyas investigaciones intentan reflejar la gravedad y complejidad de este fenómeno (Sáez et al., 2016, Valero y López Marco, 2019, Moyano, 2020). Desde el ámbito político, el Estado apuesta por el diseño de Estrategias y Planes que, si bien son testimoniales, al no tener competencia directa sobre los territorios rurales, evidencian el grave problema de la despoblación para la cohesión territorial en España.

Tomando como referencia este escenario, la perspectiva teórica con la que se aborda la investigación resulta novedosa y de actualidad al incorporar los conceptos de innovación social y comunidad de manera relacional con la despoblación, y como nueva cuestión social (Camarero, 2022). La idea de la innovación ha cobrado mucho peso en la actualidad, asociado, por un lado, a los esquemas de expansión de la sociedad del conocimiento, y por otro, por su “fácil y bien recibido” uso en las agendas académicas y también políticas (Fernández, 2022). Mientras que, el concepto de comunidad tiene una larga historia de problematización en el campo social que se revitaliza a partir de su presencia en procesos de innovación, especialmente en el marco de los estudios territoriales interesados en nuevas formas de gobernanza, formación de comunidad y participación social (Grimm et al, 2020). Debe destacarse que los aspectos teóricos aquí recogidos constituyen una guía[1] para los procesos de observación, participante y no participante, que han originado las primeras preguntas sobre el objeto en cuestión. Como se desprende de esto, la perspectiva metodológica es cualitativa y se centra en dos técnicas fundamentales: los procesos de observación y la realización de entrevistas no estructuradas y en profundidad a informantes clave. En relación con el planteamiento anterior, se presenta una investigación elaborada a partir de cinco experiencias concretas de participación y movilización en el medio rural burgalés: El Valle Digital. Junto a esta, el resto de entidades que integran el caso son las que siguen: Repuebla, Ábrego, El Bardal y Tierra de Lara. Estas asociaciones[2] se constituyen el objeto de estudio construido a partir de la localización y análisis de experiencias de innovacion social con una fuerte impronta comunitaria.

El primer apartado desarrolla una aproximación teórica al objeto de estudio, mientras que los principales resultados extraídos del análisis cualitativo se desarrollan en el segundo. La discusión y conclusiones incorporan algunas ideas-síntesis que invitan a continuar la reflexión sobre estos fenómenos dinámicos.

 

2.- La innovación social comunitaria en los contextos de despoblación

 

Las investigaciones que abordan la despoblación de las zonas rurales españolas comienzan a ser recurrentes en los últimos años, según ha ido adquiriendo notoriedad pública esta temática. Una situación que resulta, en sí, un tanto paradójica si se tiene en cuenta que el despoblamiento rural no es un fenómeno nuevo, sino un continum del éxodo que se inicia en la década de los cincuenta del pasado siglo en gran parte de los territorios centrales y del sur de España (Camarero, 2019, 2022). En efecto, la década de los cincuenta supone el inicio de un éxodo rural masivo cuyo efecto directo es el crecimiento extraordinario de las grandes y medianas ciudades españolas. Frente al argumento del abandono político para explicar la despoblación, algunos autores sostienen que sus causas son mucho más amplias y complejas, en la que además de la omisión política, intervienen “factores tecnológicos, empresariales, territoriales y sociales” (Collantes y Pinilla, 2020, p.22): la persistente brecha de género, la dispersión, o la escasez de alternativas a la actividad agraria han dificultado, entre otros, la equiparación de condiciones de vida entre las zonas rurales y urbanas.

Más allá de este análisis, lo cierto es que el abandono rural se mantiene a lo largo de todo el periodo franquista, y hasta bien entrada la democracia, cuando al inicio de la década de los noventa comienza la puesta en marcha de la política de desarrollo rural europea sobre los territorios rurales más desfavoceridos, entre las que se encontraba la zona de análisis. Una política que, sin duda, ha resultado clave para el desarrollo económico y la configuración del tejido social rural europeo. Aún así, la brecha rural- urbana se ha ido ampliando en los últimos años, generando fuertes desequilibrios y desigualdades de acceso a los recursos y servicios (Camarero y Oliva, 2024, 2022, Camarero, 2022). Precisamente, la visibilización de esta brecha ha resultado clave para entender la progresiva sensibilización de los habitantes rurales sobre unas disparidades (desigual distribución de empleos, inversiones y oportunidades) que entienden injusta (Camarero y Oliva, 2024).

Algunos autores van más allá (Cáceres Feria et al, 2021) e indagan directamente sobre las consecuencias sociales de la despoblación, y describen cómo la despoblación es capaz de generar, además, pérdida de seguridad en sus habitantes y un cierto estrés social. Sin embargo, en su estudio también matizan cómo esta situación puede ser mitigada acorde, entre otros factores, a la capacidad de resiliencia de estas poblaciones. Un planteamiento, sin duda, muy sugerente que pone el foco de atención en la resiliencia de la comunidad rural; o lo que es lo mismo, en su capacidad de resistir, abordar y superar esta situación. En definitiva, esta progresiva toma de conciencia es lo que ha llevado a poner la despoblación en el foco de la opinión pública, que evoca de forma ineludible “el ocaso y la necesidad de rendir cuentas y solicitar indemnización del pasado” (Camarero, 2022, p.47).

Siguiendo con esta idea, desde la esfera pública, este mismo descontento se va a canalizar con la creación a nivel estatal (aunque nutrido de plataformas locales y regionales) de la Revuelta de la España Vaciada[3] en el año 2019. Un movimiento que incorpora el malestar de la población rural (y también urbana), y denuncia el olvido en el que se hallaban inmersas amplias zonas del país. A pesar de su alcance y repercusión, los desacuerdos internos y el periodo restrictivo de pandemia han ido debilitando la plataforma, que paulatinamente ha ido perdiendo fuerza social y mediática.

Esta apertura del contexto asociado con despoblación permite observar con nitidez el alcance de las acciones de las distintas asociaciones objeto de estudio, tales como las que se analizan en este artículo, que ponen en ejercicio esa resiliencia a través de proyectos de intervención concretos con el objetivo de activar estos espacios vitales: estos espacios de comunidad. El contexto de crisis que supone la despoblación se convierte así en un escenario para la innovación social que transforma el territorio.

En este sentido, y desde un punto de vista teórico, esta investigación resulta exploratoria puesto que se aborda desde dos conceptos que aun siendo muy utilizados en el campo sociológico merecen ser considerados con precaución de cara a su valor heurístico: innovación social (en adelante IS) y comunidad. En el caso de la IS, si bien es habitual su aplicación desde perspectivas centradas en aspectos económicos, en particular los enfoques schumpeterianos (Bosworth et al., 2016), lo es también desde un punto de vista social en sentido amplio. De este modo, confluyen definiciones interdisciplinarias tendientes a vincular la IS con empoderamiento, movilización y transformación sociales. Diversos autores señalan la necesidad de abordar su estudio desde una perspectiva interdisciplinaria (Valero y López Marco, 2019; Moulaert y Mehmood, 2020, Mesa y Esparcia, 2021, Vercher, Escribano y Valero, 2020, Herraiz, Vercher y Esparcia, 2019, Grim, Fox, Baines y Albertson, 2013, entre otros trabajos). En este sentido, se destaca cómo el conocimiento acerca de la reconfiguración de prácticas sociales puede favorecer al bienestar social. De este modo, las acciones socialmente innovadoras con anclaje territorial pueden contribuir al desarrollo rural en particular. De hecho, y como señala Bock (2016), la IS resulta uno de los paradigmas más potentes para fomentar el desarrollo rural en la realidad europea actual.

En realidad, como bien señalan Gurrutxaga y Gallarraga (2022), este concepto resulta un recurso para dar cuenta de casi cualquier fenómeno. Así, se trata de un concepto abierto y un campo de disputa en forma simultánea, si bien el riesgo de su estiramiento, es decir, abordarlo desde una escalaridad tan amplia que impida su diferenciación en términos empíricos, es alto (Collier y Levitsky, 1997). Esto resulta un doble desafío, no ya en términos estrictamente teóricos si no, además y, especialmente, en términos metodológicos. Gurrutxaga y Gallarraga (2022), señalan con acierto que lo anterior genera su uso para legitimar intervenciones socio-políticas y para el establecimiento de una serie de “valores preferentes”. Como puede observarse en la literatura, la génesis del uso teórico del concepto es la cuestión del cambio social (Sztompka, 1993, Gurrutxaga, 2013, Galego et. al., 2021, Moulaert y Mehmood, 2020 entre otros).

En el caso de comunidad, se recupera aquí una acepción socialmente clásica del término. De los registros más habituales enmarcados en el campo de la teoría sociológica, se considera aquél que la comprende “como núcleo o sustrato de la vida en común, o como grado cero de la socialidad” (de Marinis, 2012, p.15). En relación con el concepto de IS, se comprende el sentido de comunidad, en ese pertenecer. Se encuentra allí uno de los orígenes centrales de la reconfiguración de los lazos sociales que actúa como un factor de movilización colectiva y, en última instancia, como IS. En otras palabras, vehiculiza la acción colectiva desde una perspectiva socialmente innovadora. La recuperación del concepto de comunidad habilita su problematización en el sentido expresado por de Marinis (2011): “a través de variadas arengas y proclamas, (que) convocan a formas de agregación y acción colectiva sobre bases muy diversas. Comunidad sirve, a la vez, para decir quiénes y cómo somos “nosotros (…)” (p.129). El sentido de comunidad, en el análisis aquí presentado, permite comprender y analizar la construcción de un “nosotros” con un anclaje histórico-territorial definitorio para la IS.

Resulta relevante mencionar aquí aquello que Béjar (2000) problematiza como “comunidad asociativa” (p. 224). La autora recupera la cuestión de la acción comunitaria como una acción creativa. Señala que “las asociaciones hacen que los hombres se sientan parte de algo (…)” (p. 231). Se trata, indica Béjar, de una concepción asociativa de la comunidad. El fundamento de esto reside en la clásica tesis durkheimniana acerca de la solidaridad (Durkheim, 2008), es decir, aquello que nos une: un cemento, un ligamen, “algo”, que permite esa conexión: “(…) la vinculación a algo que sobrepase al individuo. Por eso, cuando los hombres se asocian no es solo para defender sus intereses sino por el placer de hacer algo común” (Béjar, 2000, p. 239. Énfasis nuestro).

En esta investigación, IS y comunidad resultan un par conceptual clave para dar cuenta de las experiencias que forman parte del estudio de caso. Éstas nos ofrecen un punto de partida para poner a prueba su utilidad teórica, una de las dificultades que se señala en la literatura. El planteamiento inicial es que dichas experiencias resultan instancias concretas, contextualizadas, de innovación social comunitaria a partir de una movilización semi-espontánea de los sujetos participantes sobre la base de un fuerte sentido de pertenencia territorial comunitaria, que enfatiza el rol de percepciones, actitudes y valores acerca del “devenir social” (Gurrutxaga y Gallarraga, 2022).

En base a lo expuesto, el concepto de IS recupera dos aspectos asociados que resultan de interés para el análisis que sigue: la relevancia de los procesos de empoderamiento a partir de la movilización social y la generación de capital social a través de a) una reconfiguración de las relaciones sociales aumentando así la cohesión social y b) la mejora de los vínculos internos y externos (Vercher et al., 2022). Asimismo, y como señalan estos autores, “la construcción de narrativas” prepara “escenarios óptimos para las innovaciones sociales” (p. 302). En el caso analizado, esas narrativas se encuentran configuradas, y pueden comprenderse en un sentido analítico a partir del concepto de comunidad. Esto es, el discurso asociado al identificarse con ese territorio (el sentido de pertenencia mencionado más arriba), es constitutivo y opera como un recurso facilitador de las acciones asociadas con IS.

En forma simultánea, se considera que las asociaciones analizadas no pueden comprenderse desde los enfoques asociados con la participación social o política en términos amplios y/o los análisis más contemporáneos sobre movimientos sociales y acción colectiva, en la medida en que no se movilizan con fines reivindicativos y no manifiestan tener ese objetivo en el futuro. No se observa, al menos durante el período de análisis, una acción colectiva de tipo revindicativa. Las experiencias que se analizan a continuación no pueden ser comprendidas desde enfoque tales como la movilización de recursos o los nuevos movimientos sociales. Como bien señala Schuster (2005), para comprender estos enfoques debemos observar los contextos de reproducción de clase asociados con distintas fases del capitalismo. Autores como Melucci (1994) señalan, de hecho, el pasaje clase-movimiento. En las experiencias de innovación social que se analizan en este trabajo no aparecen la dimensión política y/o la identificación de clase.

Asimismo, es importante destacar que el Estado,[4] en sus múltiples escalaridades, se encuentra prácticamente ausente en las experiencias analizadas. En todo caso, los apoyos de los gobiernos locales (alcaldes, por ejemplo) acontecen de forma muy residual y ya consolidada la experiencia.

Un elemento interesante que sí aparece es cierto desencanto del rol de la administración pública (a nivel autonómico y local). La contracara de ese desencanto es la propia movilización comunitaria. Sin embargo, y como se observará en el análisis, existe plena conciencia de la necesidad de dialogar y coincidir con las instituciones públicas en ese ámbito. Aunque el origen de la acción colectiva sea esencialmente societal, la sostenibilidad de la misma se reconoce a partir del involucramiento de los actores públicos locales y comunales.[5]

 

3.- Objetivos, metodología y caso de estudio

 

El territorio de estudio se localiza en la zona sureste de la provincia de Burgos, representativa de la ruralidad más regresiva en términos sociodemográficos;[6] un ámbito de despoblación intensa según Molinero (2022), con densidades inferiores a 12 hab./km, configurándose como una de las más bajas de Europa.

 

Figura I

Mapa de España, Comunidad de Castilla y León, y provincia de Burgos

 


Fuente: Elaboración propia

 

 

Figura II

Mapa orográfico de la zona objeto de estudio

 


Fuente: Elaboración propia

 

Un territorio sobre el que, en todo caso, las investigadoras tenían un amplio conocimiento. El interés en este objeto de estudio surge en noviembre de 2020, cuando una de las investigadoras inicia su participación en la entidad El Valle Digital. Junto a esta, el resto de entidades que integran el caso son las que siguen: Repuebla, Ábrego, El Bardal y Tierra de Lara (ver caracterización en el Cuadro) Esta última es la que cuenta con un mayor recorrido (2008), mientras que el resto se han creado hace menos de 10 años, siendo las más recientes El Valle Digital y El Bardal que se inician a lo largo de 2020, mayormente ya en contexto pandémico. En todos los casos, el reducido grupo que se origina al inicio se ha ido ampliando con la paulatina adhesión de personas que presentan un perfil sociodemográfico y condición ideológico-partidaria muy diversa; aunque equilibrado desde la perspectiva de género y edad (35-60 años), en dos de ellas sus promotores y personas vinculadas son bastante más jóvenes (en torno a 30 años).

 

Tabla I

Caracterización de las asociaciones analizadas

 

Denominación

Rasgos definitorios

Tipo de acciones propuestas

 

 

El Valle Digital

creada en 2020, y promovida por una empresa tecnológica; logra que en torno a 100 personas trabajen en el diseño de proyectos durante su puesta en marcha gracias al recurso de las nuevas tecnologías

Se apuesta por un plan de dinamización integral de la zona teniendo como eje central la digitalización (crecación u reorientación de empresas, mejora de los servicios, turismo, etc.

 

Repuebla

Creada en 2017 para luchar contra la despoblación; participan personas de diferentes edades residentes en los pueblos o vinculadas a los mismos. Formaron parte de la Revuelta de la España Vaciada

Se centra en la búsqueda de alterativas económicas a las habituales en las zonas rurales, en una apuesta clara por el asentamiento de nuevos pobladores/as.

 

Ábrego

 

Creada en 2010, y formada por personas jóvenes con estudios universitarios que reside en zonas urbanas

 

Se centran en la formación de actividades agrícolas medioambientalmente sostenibles, además del fomento y la creación de redes en las zonas rurales

 

El Bardal

Creada en 2020 por personas jóvenes con estudios universitarios residentes en las zonas rurales o con una estrecha vinculación a los pueblos

Organización de actividades culturales para jóvenes

 

Tierra de Lara

Creada en 2008, y compuesta por personas de mediana edad, residentes en los pueblos de la zona, o con una estrecha vinculación a ellos

Organización de actividades culturales, vinculadas sobre todo a la conservación del patrimonio artístico; en los últimos años, gestión de proyectos de digitalización y atención a personas mayores

 

Fuente: Elaboración propia

 

La construcción metodológica y el trabajo de campo se han elaborado desde una perspectiva estrictamente cualitativa. En este marco, se han trabajado distintas técnicas de investigación. En primer lugar, la entrevista abierta y en profundidad a las personas fundadoras de las entidades analizadas. Como se mencionó, se han realizado también procesos de observación participante. En particular, estos han tenido un objetivo de indagación inicial con el propósito de delinear el objeto de estudio en construcción. Asimismo, se ha tomado parte activa en diferentes encuentros y jornadas (presenciales y virtuales) cuya temática gira en torno a la despoblación-repoblación de la zona estudiada, celebrados entre finales de 2020 y 2022. Los ejes de las entrevistas se establecen de la siguiente manera: a) contexto de surgimiento y motivaciones iniciales, b) trayectoria institucional del espacio, c) percepción de lo rural, d) vinculación con la población local, e) actividades, f) uso de redes sociales y otros instrumentos de carácter digital y g) plan de trabajo en el corto plazo y sostenibilidad de la acción colectiva. Los puntos a), b) y c) obedecen al interés en situar estas experiencias en tiempo, espacio y forma de organización. Por su parte, los puntos d) y f) están orientados a comprender el tipo de vínculo comunitario que las organizaciones sostienen a través de actividades de interacción. Finalmente, el punto g) intenta indagar sobre el futuro cercano de la organización en cuestión.

Como se relata al inicio, el análisis se propone indagar acerca de los procesos de dinamización que surgen en uno de los territorios asociados con la “España vaciada”. Especialmente en cuanto al surgimiento y objetivos de un conjunto de entidades que presentan como punto de conexión, la concepción sobre aquellos aspectos de la comunidad vinculados con IS. En este escenario, el abordaje del objeto se nutre de la Teoría Fundada en los Datos (Grounded Theory) y sus alcances analíticos. A partir de los hallazgos del trabajo de campo, se han construido códigos que hemos abordado como dimensiones de análisis de acuerdo a los supuestos teóricos iniciales: la existencia de procesos de gran dinamismo social en territorios considerados vacíos, estáticos o despoblados. Para el análisis de la información empírica se ha utilizado el software Atlas.ti. A continuación, se presenta una tabla-síntesis que muestra la aplicación de las técnicas mencionadas.

 

Tabla II

Técnicas de investigación empleadas

 

Entrevistas en profundidad

 

E1

Persona promotora de El Valle Digital, hombre, mediana edad. Entrevista realizada el 30 de diciembre de 2021.

E2

Persona vinculada desde a la creación de Repuebla. Hombre, mediana edad. Entrevista realizada el 15 de enero de 2022.

E3

Persona vinculada a la creación de Ábrego. Mujer, joven. Entrevista realizada el 29 de marzo de 2022.

E4

Personas vinculadas con la creación de El Bardal. 1 Mujer/ 2 Varones, jóvenes. Entrevista grupal realizada el 14 de agosto de 2022.

E5

Persona fundadora/promotora de Tierra de Lara. Hombre, mediana edad. Entrevista realizada el 26 de octubre de 2022.

Observación participante

Registro de diario de campo y fotografías.

 

Fuente: Elaboración propia

 

4.- La construcción de la dinamización colectiva sobre espacios despoblados

 

El trabajo de campo ha permitido visibilizar el papel de las entidades colectivas en la configuración de un tejido social dinámico y efectivo en un escenario, a priori, muy regresivo. Esta indagación refleja la irrupción pública y social de la despoblación en el surgimiento de estas entidades. Además, refleja el peso del arraigo y el apego a la comarca, como palanca para participar e implicarse en este tipo de acciones. Esto es, cómo la idea de pertenencia e identificación con el lugar ha sido imprescindible para el éxito de un proceso cuyo componente emocional es clave. Pero el análisis revela también, cómo la definición de un procedimiento de trabajo consensuado y previamente conocido entre los participantes resulta esencial para avanzar y priorizar la puesta en marcha de proyectos. Aunque se reconoce la despoblación como una cuestión compleja, la dignificación de los espacios rurales y proyección en positivo, se convierten en objetivos prioritarios que guían a la acción posterior.

 

4.1. Sobre la necesidad de un discurso en positivo

Uno de los primeros resultados que se extraen de los relatos analizados tiene que ver, precisamente, con el uso de las palabras; se evita intencionadamente la adopción de términos como despoblación, vacío, pérdida, y se construye un discurso transformador en positivo en el que se incorporan términos como poblar, nuevos pobladores, construir, transformar, etc. La adopción de esta terminología no quiere decir que no se reconozca la complejidad de la despoblación (sobre la que volveremos más adelante), pero esa evidencia demográfica de la tendencia al “vacío” o estancamiento demográfico no inhabilita a considerar la capacidad transformadora, regenerativa, del territorio incluso a partir de ese reconocimiento. Como enfatiza una de las personas entrevistadas, “se buscaba hablar en positivo, se quería huir de las palabras negativas como despoblación, pérdida, vacío” (E2). De ahí que el discurso en torno a hacer, crear, motivar, problematiza el vacío dando lugar al movimiento, como aparece de forma contundente en las entrevistas, en las que se insiste en la capacidad de acción, aludiendo a que “vacía no, la gente se está movilizando” (E4). Se trata de una reflexión similar a la que se percibe desde una perspectiva más amplia, en la que se detecta un hastío manifiesto en torno a la proyección que los medios de comunicación y la sociedad, en general, han ido configurando sobre las zonas despobladas. Una cuestión que es especialmente significativa cuando se alude a la construcción de ese imaginario social desde una visión paternalista y de asistencia de las zonas rurales: “desde las grandes instituciones hay un sentimiento de asistencialismo muy grande: pobre medio rural, pobre España vaciada, pero es que no somos pobres…déjalos hacer” (E3).

El rechazo hacia este tipo de proyección social de las zonas rurales aparece con nitidez en las entrevistas y las reuniones que se mantienen entre las/os participantes de El Valle Digital. Se denuncia, en algunos casos, la proyección arquetípica de una ruralidad envejecida y atrasada que tiende a simplificar y homogeneizar la realidad de muchas zonas rurales, y convertirla en un escenario solitario y decadente. Uno de los entrevistados menciona, por ejemplo, el uso recurrente en los medios de figuras que reflejarían el retraso de las zonas rurales frente a la ciudad (personas mayores, o jóvenes sin formación, realizando trabajos toscos y de baja cualificación).

Sin embargo, más allá de esta selección maniquea de la ruralidad, también hay espacio para la reflexión interna en la que se reconoce que, en cierta medida, el discurso que se percibe en las propias zonas rurales sobre el futuro de los pueblos es también muy negativo. Esta visión genera, además, una conducta inmovilista y de conformidad frenando en gran medida las acciones de movilización que van surgiendo en el territorio. Una de las personas entrevistadas describe esta situación:

 

nos convencemos con cualquier cosa, la típica frase de qué se va a hacer, si es que tendrá que ser así, si es que para cuatro que somos… ¡pero si no reivindicamos nosotros nuestros derechos!... así que yo creo que esa actitud demasiado derrotista… esa actitud nos impide a veces ser ambiciosos y buscar cosas de mayor calado, sabes? (E5).

 

En este contexto, las personas participantes mencionan que quienes han promovido estas acciones colectivas proceden en su mayoría de un sustrato activista curtido en asociaciones juveniles y/o culturales de los pueblos de origen. Si bien estas actividades iniciales están enfocadas hacia acciones mucho más concretas (e inmediatas), la paulatina adherencia al territorio facilita tomar un poco más de conciencia sobre éste y las necesidades de la zona, movilizando la acción. Es interesante, asimismo, destacar el trabajo conjunto entre asociaciones, detectándose en el análisis una relación de reciprocidad en la acción de, al menos, dos de las entidades objeto de estudio.

Además, cuando se recuerda el origen de estas dinámicas colectivas, en los discursos emerge de forma recurrente el “carácter inquieto” de las personas que se adhieren desde el principio a estas iniciativas; un rasgo que resulta imprescindible más allá del reducido número inicial (en torno a 8-10 en varios casos). Asimismo, la juventud aparece en otros discursos como una variable de peso que permite “volar” y así, afrontar las acciones con cierta ingenuidad respecto de los resultados que puedan obtenerse. En ocasiones, es la juventud (o más bien, la falta de ella en las zonas rurales) el detonante para poner en marcha estas entidades:

 

… nace de una preocupación de decir, joer somos gente joven que nos encanta el medio natural, la libertad que te da un entorno rural […] de decir, joer, qué bien estamos en los pueblos, pero qué solos estamos en los pueblos, no? No hay otros jóvenes (E3).

 

4.2. La generación de comunidad y emociones como palanca para la acción

Se mencionó el uso del concepto comunidad en un sentido sociológico; esto es, retomando la idea de comunidad como un elemento que garantiza vincularse, relacionarse, a partir de una identificación de proximidad. En definitiva, socializar de una manera determinada. En los casos presentados, las experiencias muestran como elemento vinculante y, asimismo, vehículo para la participación social un fuerte sentimiento de pertenencia al territorio:

 

Para nosotros y lo dejamos bien claro, nuestro arraigo es primero, a nuestro pueblo. Bueno, no solo a nuestro pueblo, sino al medio rural, natural y comunal […] sí que se nota que es eso, el arraigo… (E4).

 

Esta vinculación e identificación con el lugar, es fundamental para adherir personas voluntarias que comparten un fuerte arraigo al pueblo, a la zona. Una tarea no exenta de complejidad en cuya primera fase se trata de generar vínculos identificables con el territorio. Así, la primera acción era crear una marca en la que todo el mundo “se sintiera un poco identificado” (E5), haciéndoles partícipes de un mismo proyecto. Esto es, despertar un sentimiento de pertenencia a partir de la creación de una “marca” compartida en un proceso con un elevado componente emocional:

 

no valía decir aquí hay muchas cosas, datos…no…, qué somos como comunidad… y se perjeñó un vídeo haciendo un acopio de todo lo bueno […] sí había una serie de atributos con los que identificarnos que la gente cuando los veía decía, ‛oye yo sí soy parte de esto’, no? Y además, me siento orgulloso… ahí se despierta un sentimiento de pertenencia, yo pertenezco a esto que me están contando e inmediatamente hay una invitación a participar en ello. (E1)

 

La idea de pertenencia, de arraigo al lugar, es recurrente a lo largo de las entrevistas, y se convierte en un recurso fundamental para la acción colectiva. Este rasgo vinculante es prioritario, pero si no desencadena la movilización, no sirve para los objetivos planteados. Estrechamente ligado a esta idea, las alusiones a movilizar las emociones son reiteradas entre las personas entrevistadas: “lo que se tenía que mover no era lo racional, sino lo emocional” (E1), “sale del corazón, no de la cabeza. Es una satisfacción personal” (E5). A continuación, se muestra una figura en la que se ilustra este uso de las palabras.

 

Figura III: Nube de palabras Dimensión Comunidad y Emociones

 


 

Fuente: elaboración propia con Atlas.ti.

 

La confluencia de todos estos factores permite que el componente emocional y de pertenencia no sólo origine la acción colectiva sino que contribuya a su sostenibilidad. Esta interacción va a permitir conocer otras realidades próximas más allá de la localidad de referencia concreta, siendo conscientes de la necesidad de contar con personas de pueblos cercanos que, en realidad, comparten problemas, y soluciones comunes.

En este escenario, la difusión de la entidad se convierte en una tarea en la que hay que esforzarse al máximo con el objetivo de lograr una mayor adherencia, de allí la importancia de la comunidad. La idea de “patear todos los pueblos” (E1) para dar a conocerse es prioritaria, incrementándose en épocas como el verano en la que la afluencia poblacional es mucho mayor.[7] En este sentido, resulta también importante que esa población vinculada conozca y se involucre con estas acciones. En paralelo, el uso de Whatsapp o Telegram se convierte en una “herramienta vital” a lo largo de todo el proceso, ya que ha permitido mantener muchas conversaciones que de otra forma no hubieran sido posibles por la dispersión territorial de las personas participantes. De esta manera, fue posible conocer en tiempo real el número de personas voluntarias que se iban sumando. En todos los casos, la respuesta de la población fue muy positiva; la idea de dinamizar sus localidades de pertenencia, de generar actividades socioeconómicas, e incluso de revertir la tendencia regresiva de población se convierten en objetivos ilusionantes al que “todo el mundo se sumó” (E2). Este “todo el mundo” enfatiza además la riqueza de poner a trabajar a personas de diferente edad y formación.

 

4.3. La organización interna y el proceso en la toma de decisiones como elementos clave para la sostenibilidad de las entidades

La naturaleza de los proyectos que emergen a partir de este tipo de acciones colectivas guarda estrecha relación con la forma en la que se debaten las ideas, y se priorizan los proyectos y toman las decisiones. En la mayoría de los casos (Repuebla, Ábrego, El Bardal o Tierra de Lara), se sigue un formato “tradicional” de organización a través de la creación de una Junta Directiva o Dirección que toma las decisiones en las sucesivas reuniones que se convocan de forma presencial con cierta periodicidad. A estas reuniones hay que sumar los debates adicionales que se realizan a través de Whatsapp, y que utilizan sobre todo (pero no exclusivamente) los colectivos más jóvenes.

Frente a esta realidad, el El Valle Digital se erige como una asociación en el que todos los procesos y las reuniones van a ser virtuales. Así, frente a una toma de decisiones más tradicional, esta iniciativa incorpora una metodología basada en la Inteligencia Artificial Colectiva (IAC).[8] Una forma de trabajo que se adopta, precisamente, por la dificultad inherente de “poner de acuerdo a mucha gente en cosas complejas” (E1), y por la necesidad de incorporar iniciativas “aterrizadas” (ir desde lo abstracto hacia elementos más concretos). En su inicio, se plantea a las personas adheridas al proyecto dos cuestiones muy simples: qué elementos harían interesantes a la comarca, y qué ideas se podrían aportar. Las respuestas se gestionan desde el anonimato por parte de profesionales expertos[9] con una ruta de resolución, con respuestas que no son de nadie en concreto, que permite además que las personas se adhieran a la iniciativa que más “les emociona”. De este modo, del trabajo colaborativo surge algo nuevo, concreto y beneficioso para la comunidad: “lo interesante es que lo escuchas y lo devuelves a la comunidad” (E1).

Más allá del formato, las temáticas que se incorporan al debate se centran fundamentalmente en identificar las problemáticas de la zona, prevaleciendo en cierto modo y, sobre todo al inicio, una perspectiva localista que dificulta en gran medida una visión mucho más global. Es decir, las acciones, proyectos e iniciativas poseen un anclaje fuertemente territorial cuyo principal desafío lo constituye su sustentabilidad en el largo plazo. De ahí que pasar de lo local a otras vinculaciones (otras comarcas, localidades, administraciones) puede resultar de interés para sostener las acciones existentes. En este sentido, y a la hora de priorizar proyectos y tomar decisiones, la falta de una estructura más o menos estable en la mayoría de las entidades, ha complejizado estos procesos generando además tensiones ante diferentes planteamientos de actuación.

 

4.4. “Pero todo es muy difícil, eh?”: la despoblación como cuestión compleja

Para finalizar, este apartado incorpora las principales aportaciones en torno a la despoblación como escenario de actuación, además de una reflexión global acerca del papel de las entidades colectivas en los escenarios que se han presentado. Es interesante destacar, en primer lugar, cómo los propios protagonistas de la acción colectiva reconocen que la despoblación es un tema “muy nuevo”, mencionando que hace tan solo una década no había tanta preocupación por lo que ocurría en las zonas rurales. Esta percepción sugiere la capacidad de anticiparse que tuvieron las primeras entidades que se fraguaron frente a esta problemática. Pero además, en segundo lugar, aparece una perspectiva dicotómica en torno a la relevancia de la despoblación en la esfera pública. Esto es, aunque se valora positivamente el interés hacia las zonas rurales, se percibe al mismo tiempo que la despoblación se ha convertido en ese “viaje de moda” desvirtuando, de alguna forma, el espíritu con el que se confeccionaron ciertas propuestas pioneras como la Feria Nacional para la Repoblación Presura. Frente a esta generación inicial de espacios de diálogo y discusión cara a cara, la despoblación se convierte en objeto de debate público y político perdiendo así la “utilidad” de este tipo de encuentros en los que “a mí ya no me escuchan…” (E3).

La despoblación es un tema de gran complejidad donde “no existen fórmulas mágicas”. En nuestro estudio una de las preocupaciones fundamentales de las personas entrevistadas resulta primero, cómo trascender las acciones esencialmente culturales y/o recreativas de las entidades en proyectos dinamizadores a nivel social y económico. Esto se observa en la siguiente entrevista: “y unos años después, … pues dejamos de organizar campeonatos de futbito a hacer otras cosas de mayor peso y de ahí surgió la entidad” (E5). En segundo lugar, y luego de este pasaje a la acción, la cuestión central resulta en sostener esas acciones y/o proyectos; es decir, las entidades acompañan ese proceso de construcción colectiva, pero luego, es la propia comunidad la que debe sostenerlo. En este sostener, el papel hasta ahora bastante residual de las administraciones públicas, locales y autonómicas, puede resultar de importancia. Del trabajo de campo se desprende, por ejemplo, que algunos alcaldes de localidades pequeñas han sido reticentes a este tipo de acción colectiva al prevalecer una visión más localista que cuestiona los beneficios de proyectos que, en ocasiones, no se desarrollan directamente desde su propio pueblo y, asimismo, la ausencia del protagonismo del ayuntamiento en acciones promovidas en forma directa por la sociedad civil:

 

... y luego pues cada alcalde tiene su pueblo y le gusta ser el de su pueblo, pues aunque la visión es general, pero luego a ver cómo me afecta a mí, pues una visión muy de cortijo en cada uno de los pueblos. Nosotros les decíamos, que se haga esta actividad en un pueblo, es bueno para todos los pueblos, aunque en tu pueblo no se haga (E5).

 

En relación con el papel de las entidades colectivas que se han creado, se trata de organizaciones recientes, que se están abriendo camino intentando ofrecer una visión “dignificadora” de las zonas rurales cuyo éxito se encuentra vinculado de forma directa con una construcción social bottom-up. En definitiva, la reconfiguración de las relaciones sociales en el territorio que dio origen a estos procesos de IS. Como menciona una de las personas entrevistadas, “la magia ha sido el hecho de que se ha hecho desde abajo” (E2).

Más allá de la permanencia en el tiempo de estas entidades, es interesante valorar la capacidad que están teniendo estas experiencias de generar de forma espontánea un vínculo territorial común que trasciende el resultado de las acciones: “ese poso que se ha generado (…)” (E5).

 

5.- Discusión y conclusiones

 

En este artículo, hemos partido del contexto de despoblación, y especialmente, de su etiqueta más visible, la idea de una “España vaciada”. Ahora bien, esta etiqueta no posee un único contenido. En el caso de estudio, y para las entidades analizadas, este escenario permitió generar respuestas contestarias con el fin de favorecer la dinamización en un territorio social y públicamente construido como vacío, inmóvil. Estas respuestas, además, contribuyen a dotar de otro contenido a esa etiqueta, transformando el discurso negativo en torno a la pérdida, en uno centrado en la acción, en el hacer, en el nosotros, en definitiva, en el hacer colectivo.

Es aquí donde aparece la cuestión de la comunidad en términos sociológicos, en el sentido del arraigo. En este análisis se muestra cómo el sentirse parte de una comunidad, de un territorio construido identitariamente, resulta un motor fundamental de acción colectiva. Esto es, no se trata de una mirada localista, centrada en el pueblo, sino éste como parte de un todo más amplio. Pero además, ese sentido de comunidad es lo que nos sitúa frente a una IS. Los propósitos de estas entidades, no son los de las asociaciones tradicionales, culturales, juveniles, religiosas, que han dado vida al asociacionismo más habitual en la provincia, sino que se orientan a dinamizar el territorio, a generar acciones concretas (espacios de trabajo común, viviendas colectivas, emprendimientos turísticos, proyectos para personas mayores, etc.). Pero también, se destaca lo relevante de acciones no-concretas, intangibles, que el hacer colectivo en estas entidades favorece; ese “poso”, esa movilización espontánea, profundamente subjetiva (en cuanto a su carácter emocional) que reconfiguró las relaciones sociales en términos de una IS.

Desde la perspectiva sociológica aportada, resulta clave que se indague su papel como fenómeno social y, sobre todo, se analice si la capacidad de movilización estudiada es sostenible a largo plazo. Un aspecto de gran interés este último si se tiene en cuenta, tal y como plantea el texto, que la solidez (y mantenimiento) de este tipo de actuaciones tiene que ver con su forma de actuar basada en la partipación activa en la toma de decisiones. Precisamente, una de las principales amenazas de este tipo de acción colectiva es la priorización del debate sobre la acción, así como la democratización a la hora de tomar decisiones conjuntas. Por ello, el artículo destaca el proceso de trabajo de El Valle Digital, en el que las ideas aportadas han sido más relevantes que quiénes estaban detrás de ellas.

Al considerar la literatura analizada, las iniciativas que se han trabajado resultan a todas luces un objeto de interés para observar y comprender ese proceso de reconfiguración cuyo resultado busca generar espacios de revitalización del medio rural siempre desde una valorización positiva del territorio en su conjunto. Esto permite dar cuenta empíricamente de experiencias que pueden contribuir desde un punto de vista metodológico al desarrollo del concepto de IS.

 

Agradecimientos: Queremos agradecer a todas las personas que han sido entrevistadas por el tiempo dedicado, así como a las diferentes entidades con las que hemos ido contactando y conversando. Hacemos extensible este agradecimiento a las y los organizadores de las distintas jornadas que sobre despoblación-repoblación se han desarrollado en la provincia de Burgos a lo largo de estos dos últimos años. Todos ellas (y han sido muchas) se han convertido en espacios que nos han permitido escuchar, participar y, sobre todo, aprender.

 

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Recibido: 29/05/2023

Evaluado: 17/11/2023

Versión Final: 13/12/2023

 

 

 



(*) Licenciada en Sociología y Ciencias Políticas (Universidad de Deusto); Doctora en Sociología (Universidad del País Vasco), España. Profesora (Universidad de Burgos), España. E-mail: bizquierdo@ubu.es ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0137-8182

(**) Licenciada en Ciencia Política con orientación en Análisis Político (Universidad Nacional de Rosario); Magister en Estudios Sociales Agrarios (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede de Argentina); Doctora en Ciencia Política (Universidad Nacional de Rosario), Argentina. Profesora (Universidad de Burgos), España. Docente de postgrado (Universidad Nacional de Rosario), Argentina. E-mail: menogueira@ubu.es ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6820-5721

[1] Es decir, a partir del conjunto de definiciones que se presentan a continuación, y de un modo exploratorio, las notas de campo provenientes en la observación se basaron en 1) el carácter o tipo de acciones que se promovieron, b) los atributos socio-demográficos (edad, lugar de procedencia, lugar de residencia, etc.) y c) continuidad en la participación.

[2] Las cinco experiencias analizadas constituyen, en términos de la legislación vigente, asociaciones civiles. Al respecto, véase https://www.boe.es/biblioteca_juridica/codigos/codigo.php?id=154_Codigo_de_Asociaciones&modo=2. Consultado por última vez el 13/12/23.

[3] Esta organización se autodefine “organización nacional, es el conjunto de plataformas y organizaciones, que se suman para trabajar conjuntamente por un reequilibrio territorial y demográfico de España”. Véase https://revueltaespañavaciada.org/#. Consultado por última vez el 12/12/23.

[4] Se considera una definición, de carácter weberiana, del Estado, desde la perspectiva de O’Donnell (2010): una institución compleja que condensa los poderes de la sociedad civil, “devolviendo” políticas públicas, comprendidas éstas como un punto de encuentro entre el Estado y la sociedad civil.

[5] Hay que recordar el papel residual que tienen los Estados Miembro en la configuración y puesta en marcha de la política de desarrollo rural en Europa. Más allá de la reciente elaboración (más bien testimonial) de la Estrategia Nacional frente al reto demográfico (2019) y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (2021), lo cierto es que en España el Estado apenas ostenta competencias directas sobre las zonas rurales. En estos territorios, son las Comunidades Autónomas las encargadas de adaptar la política europea, siendo clave el papel de la administración regional y local, y de actores sociales como los Grupos de Acción Local en la gestión y puesta en marcha las diferentes acciones de desarrollo rural.

[6] La zona de estudio se localiza dentro de la comarca de la Sierra de la Demanda-Pinares, un territorio de montaña (la altitud oscila entre los 900 - 1.250 metros) compuesto por 56 municipios que, en conjunto, aglutinan a más de 100 entidades de población; algunas de éstas cuentan con menos de 30 habitantes, condicionando en gran medida su viabilidad a corto-medio plazo. El análisis de los datos sociodemográficos provisto por el Instituto Nacional de Estadística (INE) tomando como referencia las dos últimas décadas, reflejan un paulatino (aunque no vertiginoso) descenso de población que se agudiza sobre todo entre los años 2011 y 2016 como consecuencia de los efectos de la crisis de 2008; una bajada que se ha ido ralentizando e incluso revertiendo en algunos casos desde 2018. Aun sí, el envejecimiento es uno de sus rasgos más característicos, aunque hay que destacar cómo el asentamiento progresivo de población de origen extranjero, y de nuevos residentes- emprendedoes, ha permitido un tímido rejuvenecimiento de la pirámide poblacional, logrando un balance de género también más equilibrado. Se trata en general de poblaciones que en la mayoría de los casos aparecen alejadas de núcleos de peso (Burgos capital está en torno a 45-50 minutos por carretera y las cabaceras de comarca, que cuentan con 1.200-1.000 habitantes, a unos 10-20 minutos) concentrándose en estas últimas los principales servicios sanitarios y educativos básicos.

 

 

[7] La mayoría de estas poblaciones multiplican la población durante esta época, sobre todo en el mes de agosto. Es muy habitual que la población más mayor, que nació en estas localidades y formó parte del éxodo rural, vuelva en la época estival durante a su pueblo, en el que normalmente mantienen la casa familiar. Junto a ellos, los hijos e hijas e incluso los nietos y nietas son partícipes de este tipo de vacaciones en las que se pone de manifiesto, y se valora, la libertad y seguridad que ofrecen las zonas rurales frente a la ciudad. Unas estancias que, además, permiten conectar con el pasado y tomar conciencia de la situación actual de estos territorios.

[8] La IAC supone el trabajo conjunto de nódulos de inteligencia artificial y la agencia humana con un objetivo común vinculado con un bien colectivo.

[9] El Valle Digital está promovido por una empresa tecnológica integrada por personas vinculadas a la zona. Es precisamente la empresa junto con el del Grupo de acción local, quienes gestionan el proyecto, difundiendo y promoviendo la posibilidad de generar oportunidades laborales y económicas a través de la digitalización.