70 años de mutualismo afroporteño. El caso de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Protectora” (1877 - 1953)

 

Lucas Glasman(*)

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/13zcr5wdd

 

Resumen

 

La década de 1870 fue escenario de reconstrucción de la sociabilidad de los afroporteños en Buenos Aires con la creación de múltiples periódicos y asociaciones. Entre ellas se destacó la Sociedad de Socorros Mutuos “La Protectora”, que logró sobreponerse a los tiempos de crisis y desarrolló su actividad como centro social por más de 70 años. Este artículo busca reconstruir la historia de esta asociación desde su fundación en 1877 hasta su disolución en 1953, examinando su dinámica interna, estrategias, proyectos, debates y modulaciones a través del tiempo. Para ello recurrimos a los periódicos afroporteños, fuentes estatales y, principalmente, a una variada documentación de la propia asociación. A través de ellas buscaremos focalizar en las relaciones entre las identidades étnicas, de género y de clase, como también en las estrategias implementadas frente a las prácticas asimilacionistas y de invisibilización.

 

Palabras clave: Afroporteños; La Protectora; Asociacionismo.

 

 

 

70 years of afroporteño mutualism. The case of the Mutual Aid Association "La Protectora" (1877-1953)

 

Abstract

The 1870s were the scene of the reconstruction of the sociability of the afroporteños in Buenos Aires with the creation of multiple newspapers and associations. The Mutual Aid Association "La Protectora" stood out among them. It managed to overcome the times of crisis and developed its work as a social institution for over 70 years. This article seeks to reconstruct the history of this association from its founding in 1877 until its dissolution in 1953, examining its internal dynamics, strategies, projects, debates, and shifts over time. For this, we resorted to the afroporteños newspapers, official state sources and, mainly, to the varied documentation of the association. Through them we seek to focus on the relationships between ethnic, gender and class identities, as well as on the strategies implemented against assimilationist and invisibilization practices.

 

Keywords: Afroporteños; La Protectora; Associationism.

 


 

 

70 años de mutualismo afroporteño. El caso de la Sociedad de Socorros Mutuos “La Protectora” (1877 – 1953)

 

Introducción

 

El 15 de junio de 1877 una asamblea de afroporteños dio cuerpo a la Sociedad de Socorros Mutuos “La Protectora”. Esta mutual se inscribió en una extensa experiencia asociativa voluntaria porteña que comenzó a desarrollarse durante la segunda mitad del siglo XIX (Sabato, 2012, pp. 206-208). Como han analizado varios autores y autoras (Adamovsky, 2022; Cirio 2021; Geler 2010; Goldman, 2019) la década de 1870 representó un punto de inflexión entre los afroporteños, que fundaron más de un centenar de organizaciones carnavalescas, clubes políticos, periódicos, asociaciones gremiales, entre otras. Dentro de este voluminoso entramado se destacó el trabajo de las mutuales negras: asociaciones de socorros mutuos que, articulando experiencias tradicionales y modernas, brindaban servicios, principalmente, de ayuda económica y médica a los trabajadores afroporteños.

El caso de La Protectora (LP) merece un análisis particular ya que, a diferencia de otras mutuales que duraron unos pocos años, permaneció activa hasta 1953, cuando se disolvió dentro de la Asociación Gallega de Beneficencia y Mutualidad. La historia de LP fue brevemente reconstruida por George Reid Andrews (1989, pp. 181-182) mientras que Lea Geler (2010), a través del análisis de los periódicos afroporteños, examinó los primeros años de la mutual e introdujo elementos de su composición social, debates y proyectos, entre otras temáticas. Por su parte, las últimas referencias a su accionar remiten a la obra de Luis Cánepa, que mencionaba su existencia en 1936 (Cánepa, 1936, p. 472). En consecuencia, existe un vacío historiográfico en torno a los análisis sobre esta asociación, sus particularidades, proyectos y estrategias durante sus 76 años de funcionamiento. En este trabajo buscamos examinar la praxis de la mutual y sus modulaciones, enfocándonos en la articulación entre la identidad étnica y de clase, como así también las tensiones entre las políticas asimilacionistas y las reivindicaciones afrodescendientes.

El artículo se estructura bajo un orden cronológico dividido en tres apartados. El primero examina algunas experiencias previas de asociacionismo negro y los primeros años de vida de LP, intentando dilucidar las razones que permitieron que esta sociedad se prolongase en el tiempo. En un segundo momento examinamos los últimos años del siglo XIX, que vieron la consolidación de LP como la principal mutual afroporteña y los nuevos proyectos que surgieron a partir de 1880. El último apartado da cuenta del desarrollo de la sociedad a través del siglo XX y las formas que encontraron sus miembros para hacer frente a las adversidades políticas y económicas hasta el momento de su disolución. De esta manera, buscamos ponderar cuál fue el rol de la organización en el entramado asociativo afroporteño, en qué medida logró desarrollar su accionar manteniendo su identidad étnica. Asimismo, pondremos el foco en las articulaciones entre las identidades étnicas, de género y de clase y su importancia determinante dentro de la mutual. Finalmente también examinaremos las estrategias implementadas frente a las prácticas asimilacionistas y de invisibilización a lo largo del tiempo.

Para abarcar los diferentes períodos de actividad de la asociación recurrimos a varias fuentes que incluyen semanarios afroporteños como La Broma, La Juventud o La Perla, documentos municipales, la revista Falucho y, principalmente, a una variada documentación de la propia asociación como estatutos, actas, listas de socios y balances.

 

Las primeras experiencias mutuales y sus lecciones para La Protectora

 

La caída del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, en 1852, tras la batalla de Caseros, marcó un punto de inflexión para la sociedad argentina. El período siguiente significó, a grandes rasgos, el ordenamiento de las relaciones sociales bajo el patrón de la modernidad. En consecuencia, las asociaciones negras atravesaron importantes transformaciones que respondían tanto a la nueva coyuntura política como al devenir de las dinámicas de sus propias organizaciones. El estigma cargado por los afroporteños por sus vínculos con Rosas (Barrachina 2018) implicó la necesidad de distanciarse de las tradicionales sociedades nacionales. Así, la década de 1850 fue una etapa de intensos cambios en las redes de sociabilidad afroporteñas, que se vieron reflejados en el surgimiento de nuevos repertorios organizacionales, entre los que se encuentran las primeras mutuales (Andrews, 1989, pp. 177–179). Dentro de ellas destacamos la Sociedad del Carmen y La Fraternal.

La Sociedad del Carmen se caracterizó por su impronta religiosa y, principalmente, por su fuerte componente femenino, que participaba de la dirección de la mutual.[1] El asociacionismo negro transitaba por un proceso en el cual las sociedades comenzaron a ser lideradas por mujeres, a medida que aumentaba el ausentismo masculino debido a las levas militares (Goldberg, 2000). Así, junto a la Comisión Directiva se consolidó una corporación femenina, presidida por B. Azcuénaga, que mantenía su autonomía y desafiaba a las autoridades masculinas.[2] Los problemas de la mutual se agudizaron para 1859 y se deja de tener registro de su actividad.

Por su parte, el general Casildo Thompson fundó, en 1854, La Fraternal que, junto al objetivo mutualista, incorporó proyectos como la fundación de un colegio para niños afrodescendientes (Barrachina, 2020, p. 266).[3] Esta institución cerró sus puertas en 1872 tras una serie de problemas internos y fue acusada de mantener un carácter aristocrático que excluía a los trabajadores negros.[4]

La década de 1870 estuvo caracterizada por un auge asociativo con la presencia de casi 150 asociaciones afroporteñas, en su mayoría sociedades carnavalescas pero también hubo clubes políticos y culturales, periódicos, organizaciones de oficios y mutuales (Adamovsky, 2022; Cirio, 2021, Geler, 2008; Geler, 2010).

En 1876 el ímpetu mutualista permitió la refundación de la Sociedad del Carmen bajo la dirección de Azcuénaga.[5] Sin embargo, al año siguiente comenzaron una serie de problemas internos que culminaron con la expulsión de varios socios y reclamos sobre el destino de los aportes. Las reuniones se volvieron cada vez más esporádicas, hasta que en 1881 la asociación se disolvió oficialmente.[6]

En paralelo, el intelectual afroporteño Santiago Elejalde realizó múltiples intervenciones en los semanarios negros incentivando a otros intelectuales y, particularmente, a las mujeres a fundar instituciones mutuales.[7] Finalmente fue el propio Elejalde quien creó, en 1876, la mutual Unión Proletaria, que tenía por objeto establecer una sociedad abierta y dirigida a la clase trabajadora negra, oponiéndose a la exclusión de los “lacayos”.[8] No obstante, las asambleas de esta sociedad dejaron de funcionar regularmente y las dificultades económicas entorpecieron las tareas de ayuda mutua. Para sobreponerse, los directivos de la asociación propusieron fusionarse con la recién fundada La Protectora, pero las diferencias entre las autoridades de ambas organizaciones impidieron la unión (Geler, 2010, p. 305). En 1878, ya imposibilitada de brindar ayuda a los asociados, Unión Proletaria cerró sus puertas definitivamente.[9]

En este contexto el 15 de junio de 1877 se creó la Sociedad de Socorros Mutuos La Protectora. Los primeros datos sobre su ubicación son del año siguiente y contaban con una sede en la calle Montevideo 579, parroquia del Pilar, lejos del centro geográfico afroporteño de Monserrat y San Telmo.[10] El fundador de la institución, Eugenio Sar, viajaba con frecuencia a Europa junto a trabajadores negros de Estados Unidos y, en sus recorridos, observó de primera mano cómo las organizaciones “satisfacían las apremiantes necesidades de las masas proletarias” (Ford 2002, p. 69). De esta forma, LP se planteó como una mutual dedicada a brindar beneficios a trabajadores de diversas nacionalidades, quedando incluidos los compañeros de viaje de Sar. La Comisión Directiva estaba integrada por figuras reconocidas como el intelectual Casildo G. Thompson –vinculado a asociaciones culturales e hijo del fundador de La Fraternal—, obreros calificados como el tipógrafo Enrique Árbol y trabajadores de varias nacionalidades.[11]

Como mencionamos, LP surgió en paralelo a la decadencia de Unión Proletaria, lo que significó un aprendizaje sobre las dificultades económicas e internas dentro de una asociación. Estas lecciones la impulsaron a mantener, durante los primeros meses, un cupo limitado con el objetivo de consolidar un cuerpo social estable bajo el argumento que:

 

una larga esperiencia (sic) nos ha demostrado a todos que es dificilísimo ya que no imposible armonizar satisfactoriamente las ideas de un crecido número de personas y que debido a esta causa las sociedad antes iniciadas han fracasado en embrión.[12]

 

Por otra parte, el estatuto original no admitía a personas con enfermedades crónicas debido a los gastos que suponían para la asociación.[13] En este tiempo, LP mantuvo una pequeña cantidad de 30 socios que contaban con trabajos calificados y mejores salarios, lo que permitió consolidar una base monetaria y emprender nuevos proyectos.[14]

A fines de 1877, la mutual llevó a cabo una serie de colectas y, en el abril siguiente, organizaron un bazar que dejó importantes dividendos. El resultado de todos estos esfuerzos se reflejó en la inauguración del nuevo local ubicado en la calle Belgrano 527, cercano a otras asociaciones negras.[15] No obstante, este proceso estuvo marcado por varios conflictos internos. El presidente de la comisión organizadora del bazar no aceptó su nombramiento en el contexto de una serie de robos de objetos dentro de la asociación. Esto retrasó la actividad y sembró dudas sobre la situación en la institución.[16] Una vez realizado el bazar, comenzaron una serie de denuncias porque LP no publicó la rendición de cuentas lo que provocó protestas por parte de los semanarios afroporteños y de varios socios brasileños, estadounidenses y uruguayos.[17] Este tipo de problemas ponen de manifiesto la fragilidad existente durante el proceso formativo de las asociaciones, pero también ilustran las particularidades de LP.

En primer lugar, la participación de trabajadores brasileños, estadounidenses y uruguayos evidencia su carácter cosmopolita y, al mismo tiempo, ilustra cómo en el proceso diaspórico, la etnicidad se impuso como vector de reconstrucción identitaria para los afrodescendientes sin importar su lugar de origen. El cosmopolitismo también implicó la incorporación de personas blancas de diferentes nacionalidades (Geler, 2010, pp. 310-313). Empero, esta vocación cosmopolita no era compartida por todos los miembros. En agosto de 1878, ante la elección de un presidente extranjero, tres socios boicotearon las asambleas para propulsar su renuncia. Sin embargo, la maniobra fue rápidamente denunciada por el periodismo y desarticulada, demostrando la importancia de la asociación por mantener vínculos con distintos grupos étnicos y nacionales con quienes compartían una identidad proletaria.[18]

Fueron las experiencias de explotación laboral y opresión racial transitadas por los afroporteños las que delinearon una identidad específica en la cual se articulan los elementos de clase con los étnicos sin que uno sea determinante del otro (Hall, 1996, p. 436). Sin embargo, la conformación de identidades es un proceso largo y complejo de construcción, deconstrucción y reconstrucción permanente a partir de una praxis plural (Hall, 2003, p. 17). Las opresiones de género, de clase y étnicas tienen características particulares pero, a la vez, son parte indisociables de una misma totalidad (McNally, 2017, pp. 105-110). El resultado de estas relaciones sistémicas consiste en experiencias e identidades donde se articulan el género, la clase y la etnia. Así, tanto las luchas y reivindicaciones de LP como las dinámicas sobre la inclusión y exclusión de los socios ocupan un rol central para comprender el proceso de formación de esta identidad negra y trabajadora.

Como mencionamos, las críticas a La Fraternal por su carácter excluyente eran testimonio de la centralidad de este tema para los afroporteños. En este sentido, LP sostuvo una posición diferente a las anteriores mutuales. La limitación de la cantidad de afiliados significó una estabilidad que le permitió sobreponerse a los problemas económicos. Al admitir principalmente a socios que gozasen de buena salud y una cómoda situación económica, la mutual se dedicó a agrupar a los trabajadores más calificados pero esto le valió fuertes críticas en los semanarios.

Las denuncias contra la exclusión se inscriben en un proceso por el cual, a lo largo de década de 1870, la identidad proletaria fue ocupando un rol cada vez más central en el asociacionismo negro. Este propio reconocimiento como obreros, incentivó el apoyo y participación de los afroporteños y sus semanarios en la emblemática huelga de tipógrafos de 1878.[19] Posiblemente fue este entrecruzamiento entre la identidad de clase y étnica, lo que impulsó los reclamos para la apertura de LP como un espacio que contuviera a todos los trabajadores afrodescendientes. Así en 1878 la mutual declaró que abría sus puertas “al honrado artesano, al padre o madre de familia, al menesteroso, en una palabra, al necesitado”.[20] No obstante, se trató de un proceso paulatino.

Al año siguiente, el director de La Perla mantuvo un debate epistolar con Froilán P. Bello -intelectual y secretario de LP- donde preguntaba “Porque los señores de la Protectora no abren de par en par las puertas de ese asilo donde deben estar inscritos los nombres desde el más humilde hasta el más portentoso de nuestros artesanos”.[21] En respuesta, Bello puso a disposición los estatutos para demostrar su preocupación por incluir a los trabajadores afrodescendientes más empobrecidos.

La participación afroporteña en organizaciones y luchas obreras, la creciente identificación con el proletariado y las críticas por parte del periodismo posiblemente influyeron en el cambio en los objetivos de LP que, en 1879, se planteaba como objetivo central “llevar feliz consuelo y la caridad al humilde hogar obrero”.[22] Esta declaración incidió en la consolidación de la identidad obrera en LP que se presentaba ya no solo como la principal mutual afroporteña sino que se proponía como una mutual toda la clase trabajadora. El resultado fue un aumento de la nómina que alcanzó un total de 122 socios.[23]

Este proceso estuvo acompañado de conflictos que pusieron en peligro la continuidad del proyecto mutualista e impulsaron una renovación en su dirección. La elección de Cecilio de los Santos como presidente en julio de 1879 produjo un cisma en la mutual. Varios miembros de la Comisión Directiva, incluido el propio Eugenio Sar, dejaron sus cargos forzando la renuncia del presidente que cedió su lugar a Enrique Árbol, quien encabezaba la lista opositora. En respuesta, Froilan P. Bello acusó a los socios fundadores de ser “cabecillas, viejos, pero sin conciencia”.[24] Transcurrieron varios meses en los que LP quedó paralizada, ya que Enrique Árbol y otros afiliados no daban quórum en las asambleas. Los semanarios expresaban preocupación ante esta situación y, finalmente, los socios jóvenes rompieron el impasse al nombrar una Comisión Directiva provisoria y penalizar a los ausentes. Así, en 1880, se celebraron nuevas elecciones y se normalizó la situación.

En este sentido, la supervivencia de LP debe entenderse como el resultado de diversos factores. En primer lugar, las experiencias previas de La Fraternal, Sociedad del Carmen y Unión Proletaria impulsaron la formación de una sociedad que, inicialmente, fuese para obreros calificados. La baja cantidad de socios con aportes más elevados, junto a las iniciativas de recaudación, dotaron a la asociación de cierta estabilidad económica. Estos cimientos solamente se desarrollaron cuando, a raíz de las críticas de los periódicos y las lecciones de La Fraternal, se abrió la asociación a partir de 1878. Así, en menos de dos años, LP logró triplicar su tamaño.

Un segundo elemento es la existencia de una red integrada de organizaciones afroporteñas que legitimaban a la institución. Los intelectuales y periódicos apoyaban el proyecto mutualista y sus críticas e intervenciones buscaban darle más solidez a LP que, rápidamente, se transformó en la principal sociedad de socorros mutuos hecha por y para los afroporteños.

Finalmente, una tercera característica que marcó la continuidad de la mutual, fue su capacidad para renovar sus dirigentes y estatutos. Como notamos, LP cambió sus estrategias y objetivos a través del tiempo. La participación en organizaciones y conflictos obreros impulsó la apertura hacia sectores de trabajadores menos especializados. Asimismo, el ascenso de socios jóvenes como Froilán Bello, Casildo G. Thompson o Juan A. Costa[25] a cargos directivos revitalizó la institución y, como veremos más adelante, permitió realizar nuevos proyectos.

Como observamos, en estos primeros años, el éxito de LP se debió tanto al momento en el que se desarrolló como a las características de la institución y su capacidad de cambio. El contexto posrosista junto a la generalización de nuevas relaciones sociales conllevó el surgimiento de nuevos repertorios organizacionales donde las sociedades de socorros mutuos se presentaron como una de las formas asociativa del naciente proletariado.

Las primeras experiencias mutualistas afroporteñas impulsaron a LP a limitar la cantidad de socios lo que permitió consolidar una base económica. Empero, esto no implicó una tendencia hacia la asimilación con la sociedad blanca y burguesa. Por el contrario, la creciente imbricación entre las identidades negras y proletarias derivó en apertura de la mutual a raíz de las críticas del periodismo y de los sectores jóvenes de la asociación. Pronto LP adoptó una postura más inclusiva conformándose como una mutual dedicada a los trabajadores negros. Esta relación entre la clase y la etnia se profundizó a partir de los proyectos encarados desde 1880 que amalgamaban las tradiciones africanas con herramientas de las modernas organizaciones obreras y socialistas.

 

De mutual a centro social. Los proyectos y estatutos de La Protectora

 

El bienio de 1879 y 1880 fue un punto de inflexión para La Protectora. Como marcamos en el anterior apartado, se vio atravesada por conflictos internos y por la búsqueda de incluir a los trabajadores más precarizados. Esta incorporación significó un mayor desarrollo de la asociación dando lugar, en agosto de 1879, a la concreción de diversas actividades -como la inauguración y bendición del estandarte de la asociación- y al esbozo de nuevos proyectos. Como resultado, en estos años LP fue transformándose en un centro social con múltiples funciones.

Posiblemente fue el contacto con otras organizaciones de trabajadores y la necesidad de encontrar medios pedagógicos alternativos lo que llevó a la constitución de una comisión para crear una biblioteca popular. Esta comisión, presidida por Froilán P. Bello, contó con la presencia de Casildo G. Thompson y Juan A. Costa, como así también de socios fundadores. Se organizó una colecta de libros para la biblioteca, pero el conflicto por la presidencia de 1879 enterró esta iniciativa por algún tiempo. Otra propuesta fue la organización de un concierto a favor de la mutual con el famoso compositor musical Zenón Rolón, que estaba de regreso a Argentina. Nuevamente se conformó una comisión en la que se destacaron los socios jóvenes, además del propio Rolón. Estos proyectos muestran el impulso de la mutual por extender sus actividades. Sin embargo, la transformación se profundizó después de la lucha contra los empresarios del espectáculo.

En enero de 1880, algunos teatros porteños prohibieron la entrada de la “gente de color” a sus establecimientos. Frente a esta situación los afroporteños se organizaron contra las políticas racistas. Como ha reconstruido Geler (2010, pp. 45-53), se realizaron diversas medidas de fuerza: se propuso entrar a los teatros a pesar de la prohibición, se organizaron asambleas y se realizaron manifestaciones hacia la casa de Héctor Florencio Varela[26] para conseguir su apoyo. Por su parte, el semanario afroporteño La Broma publicó varios comunicados contra el racismo de los teatros y adoptó el subtítulo de “periódico social” para demostrar su compromiso en el conflicto.

En esta lucha LP y sus miembros jugaron un importante papel. La movilización fue organizada por una comisión presidida por Froilán P. Bello e integrada por Casildo G. Thompson, Juan A. Costa, Eugenio Sar, entre otros. La mutual realizó una tertulia para conseguir firmas en el álbum que sería entregado a Varela como muestra del estado de movilización del activismo negro. La acción conjunta de los semanarios, las asociaciones y las manifestaciones fueron efectivas. Varela brindó su apoyo directo a los afroporteños y los dueños de los teatros se vieron forzados a retirar la restricción.

La activa participación negra en asambleas, protestas, huelgas y en la organización de asociaciones se tradujo en una gran capacidad de presión que quedó plasmada en la efectividad de sus estrategias. La lucha contra el racismo afianzó los lazos entre las organizaciones negras y también cimentó la relación con la identidad obrera. Una vez finalizado el conflicto La Broma cambió su subtítulo a “órgano de la clase obrera” retomando la práctica de otras publicaciones negras como La Luz: órgano de las clases proletarias o El Unionista: órgano de la clase obrera, y haciéndose eco de los objetivos de mutuales como La Protectora y Unión Proletaria.

Por su parte, la movilización también trajo cambios en LP. La importancia de miembros jóvenes como Bello o Costa durante el conflicto los llevó a ocupar roles más protagónicos en la mutual y promover proyectos que dieron nuevo aliento a la asociación.

En este sentido, en abril de 1880, la asociación profundizó sus actividades como centro social afroporteño. Se instalaron banderas de Argentina y Uruguay, fortaleciendo el cosmopolitismo y la relación con los afrouruguayos.[27] La mutual también participó del festejo por el centenario del nacimiento de Bernardino Rivadavia[28] resaltando su relevancia como institución afroporteña.[29] En menos de un año LP despejó los interrogantes sobre su futuro y, en 1881, emprendió nuevos proyectos que articulaban experiencias modernas y tradicionales para establecerse como un centro social.

La primera de estas propuestas modernas fue la edición de un semanario propio llamado La Protectora desde enero de 1881.[30] La iniciativa descubrió las disputas que persistían en la mutual. Un afiliado denunció que el periódico sería una tribuna de los miembros más influyentes; sin embargo, otros integrantes, incluyendo al director de La Broma, respaldaron la iniciativa, argumentando que había que defender los proyectos de la mutual.[31] A pesar de no contar con ejemplares de la publicación, sabemos que se mantuvo vigente durante algún tiempo a partir de las menciones en otros semanarios.

En paralelo, la asociación reflotó una idea que había quedado frustrada por los conflictos internos: la creación de una Biblioteca Popular. Desde febrero de 1881 se organizó una comisión para levantar la biblioteca de la mutual recolectando obras clásicas por medio de donaciones.[32] Esta iniciativa marcaba una continuidad con la tarea pedagógica presente desde La Fraternal. El proceso se extendió a lo largo de varios meses y, si bien no contamos con la fecha exacta, sabemos que finalmente se creó la Biblioteca Popular “Falucho” en honor al soldado afrodescendiente Antonio Ruiz.[33]

Este proyecto plantea nuevos vínculos con las culturas proletarias y de izquierda. Desde mediados del siglo XIX las bibliotecas habían sido un elemento central en las organizaciones socialistas y obreras en Europa que veían en ellas un foco educativo en materias prácticas y artísticas, así como para el desarrollo político del proletariado (Barrancos, 1996, p. 36). De igual manera, la Sociedad Tipográfica Bonaerense, integrada, entre otros, por trabajadores afrodescendientes, también instaló su propia biblioteca dando cuenta de los vínculos entre las prácticas asociativas obreras y afroporteñas.[34] El asociacionismo negro tenía vasos comunicantes con organizaciones gremiales y, de este modo, formó parte del denso entramado de la cultura obrera moderna en Buenos Aires.

Estas iniciativas que acompañaban a la labor de socorros mutuos permitieron a LP posicionase como un centro social con su propio periódico para intervenir en la esfera pública, y con una biblioteca para impulsar las actividades culturales.

Por otra parte, LP retomó algunas prácticas tradicionales de las cofradías y las Naciones africanas al establecer su propio panteón. Los ritos funerarios tenían un rol fundamental, ya que representaban un vínculo entre las diferentes etnias y una recuperación del legado africano, a la vez que permitían forjar nuevas identidades en diáspora (Chamosa, 2003). Aunque algunos socios cuestionaron la creación del panteón, la Comisión Directiva brindó su pleno apoyo al proyecto y, a través de donaciones y bailes, se recaudó cerca de $5000.[35] En 1883, bajo la presidencia de Tomás B. Platero, la mutual inauguró oficialmente el panteón de la sociedad en el cementerio de Recoleta. Esta iniciativa también afianzó los vínculos con organizaciones tradicionales como la Nación Mají, con la cual se estableció un contrato para compartir los lotes funerarios.[36] La concreción del panteón significó un evento social de gran importancia no sólo para los miembros de LP. Alrededor de 300 personas acudieron a la inauguración, incluyendo figuras políticas como el Ministro del Interior Bernardo de Irigoyen[37] (Platero, 2004, p. 191). Este tipo de gestos y conexiones atestiguan la significación que tenían los afroporteños para los partidos políticos y, también, la magnitud que había alcanzado LP. Según sus memorias de 1882, contaba con 150 socios cotizantes, había brindado más de $5000 en ayuda económica y contaba con una importante suma que superaba los $40.000 entre todos sus haberes.[38]

De esta forma, entre 1880 y 1883, LP se consolidó como el centro social negro más importante de la ciudad, lo que impulsó su extensión a otras localidades. Al año siguiente, la asociación inauguró un local en la ciudad de La Plata. La iniciativa fue bien recibida por varios diputados, que donaron dinero a la nueva mutual.[39] Desde Montevideo veían el resurgimiento de las redes de sociabilidad afroporteña como un ejemplo a imitar y, en particular, destacaban la obra de LP y de La Broma por su longevidad, prestigio y crecimiento.[40]

Como vimos, a lo largo de la década de 1880, la mutual se transformó en un centro social que intervino de forma más integral en la vida de los afroporteños. La articulación de las prácticas tradicionales africanas con proyectos modernos de sociedades obreras permitió que la mutual solidifique sus bases y crezca cuantitativa y cualitativamente. En los siguientes años la asociación continuó realizando actividades culturales, bailes, obras de teatro, tertulias, bazares y rifas para juntar fondos y continuar sus actividades.[41]

Para finalizar el apartado nos detendremos en el funcionamiento interno de LP. Como mencionamos anteriormente, la asociación fue desarrollando un proceso de apertura paulatina que redundó en su expansión hacia 1880. Empero, hacia 1882 hubo una reforma en los estatutos que duplicó el costo de ingreso a la mutual de $50 a $100.[42] Sin embargo, se incorporaron más socios que el año anterior.[43] La reforma monetaria de 1882 dificulta establecer con claridad los efectos de este aumento, pero los índices salariales dan cuenta de un crecimiento del salario real hasta 1887 (Cuesta, 2012, pp. 169-170). Esto permite suponer que no hubo una expulsión de los socios más empobrecidos sino que el encarecimiento de las cuotas respondía, posiblemente, a los cambios monetarios.

En 1897 LP presentó su reglamento ante el Estado para obtener la personería jurídica. Para afiliarse era necesario contar con el aval de otros miembros, no padecer de ninguna enfermedad crónica, tener entre 12 y 50 años, además de pagar la cuota de ingreso de $5 y una mensualidad de $1,25.[44] Pasados seis meses, los afiliados eran beneficiarios de servicios médicos y monetarios junto a una sepultura en el panteón de la sociedad. Observadores de la época notaban que los ingresos diarios de un trabajador no calificado oscilaban entre los $1,50 y $2,50 mientras que obreros especializados cobraban un salario entre los $2,50 y $4 (Panettieri, 1998). La comparación entre los sueldos y cuotas de la mutual muestra que los precios no resultaban excluyentes para los socios con trabajos más precarios. Como desarrollaremos en el siguiente apartado, a lo largo de su trayectoria LP mantuvo esta política inclusiva que apuntaba a mantener cuotas mensuales y de ingreso asequibles para todos los trabajadores.

En cuanto a las principales razones de expulsión de la asociación pueden clasificarse en cuestiones relacionadas a mantener el prestigio –expulsiones en caso de cometer un delito— o garantizar la estabilidad fiscal –morosidad, robar dinero de la sociedad o padecer de una enfermedad crónica a menos de un año de haber ingresado—. Nos detendremos en particular sobre estos últimos casos.

Los artículos referidos a las moratorias solían volverse más estrictos o laxos según el contexto económico y los objetivos de la mutual. En momentos de bonanza, como fue el año 1880 tras la normalización de la presidencia, se facilitaba la reincorporación de los socios con pagos adeudados.[45] En cambio, la reforma escrita al calor de la crisis económica de finales de siglo revocó los beneficios para los afiliados morosos, lo que despertó debates en las asambleas.[46] Si bien esto podría causar la exclusión de los socios más empobrecidos, en paralelo se eliminó el pago de la cuota de ingreso a la asociación, lo que indica la voluntad de la mutual de mantener su política inclusiva.[47]

En 1897 la mutual contaba con sus activos valuados cuarenta mil pesos que incluían el Panteón, su local y las cuentas bancarias.[48] Asimismo hubo un aumento en la nómina de asociados que alcanzó el total de 418 –232 mujeres y 186 varones—.[49] Se destaca que, a pesar de no tener derechos políticos, las mujeres afrodescendientes conservaban su rol central en la participación en la vida asociativa y continuaron actuando como sostén de la misma. Tras 20 años de vida, LP aún se planteaba como una asociación de socorros mutuos dirigida especialmente pero no exclusivamente, a los trabajadores afroporteños.

Antes de finalizar el apartado nos detendremos en una cuestión mencionada anteriormente: el rol de las mujeres en el asociacionismo negro. Desde la década de 1850, ellas tuvieron un papel fundamental organizando y dirigiendo asociaciones, realizando rifas, colectas, bailes y tertulias para financiar los diferentes emprendimientos sociales. A pesar de su importancia en la vida asociativa, los estatutos de LP privaban a las mujeres de varios derechos: no tenían voz ni voto en las asambleas y eran las primeras en ver sus beneficios recortados. En épocas de crisis se restringían o directamente se suspendían los servicios de obstetricia como indica el estatuto de 1897 que le niega “beneficio alguno a las socias en los partos u otras enfermedades provenientes de la gestación, puerperio o lactancia”.[50] Este tipo de prácticas dan cuenta de cómo, a pesar de ocupar un rol fundamental en el mundo asociativo afroporteño, había una política de desacople que, en concordancia con las hegemónicas ideas de género, buscaba limitar la autonomía femenina.

En este apartado observamos cómo, después de los tumultuosos primeros años, LP adoptó nuevas estrategias y herramientas que la distinguieron de las anteriores mutuales. Se transformó en un centro social con proyectos que articulaban las prácticas del asociacionismo moderno, las organizaciones obreras y las tradicionales sociedades africanas. Esto representó un salto cuantitativo y cualitativo para la mutual que multiplicó la cantidad de miembros, se extendió a la ciudad de La Plata y se consolidó como un faro de la sociabilidad para los trabajadores negros y blancos. Como resultado, LP fue parte de la cultura obrera finisecular desde una perspectiva que, como veremos en el próximo apartado, reivindicaba la negritud.

 

El desarrollo de La Protectora en el siglo XX

 

El comienzo del siglo XX trajo aparejados importantes cambios para La Protectora, que había transitado exitosamente las crisis políticas y económicas del último tercio decimonónico. Hasta el momento las actas de asambleas de la década de 1900 no se han recuperado, pero encontramos una modificación de los estatutos en 1914, nuevamente en un contexto adverso marcado por el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Como en anteriores ocasiones de crisis, el nuevo estatuto delineó medidas que garantizaban la inclusión de los trabajadores al centro social: se disminuyó el costo de ingreso y se permitió adeudar dos mensualidades antes de suspender a cualquier socio. Por su parte, las socias aún eran consideradas como un apéndice del socio varón y tenían limitados sus derechos políticos. Si bien gozaban los mismos beneficios que los hombres, en caso de parto estos eran suplantados por un socorro único de $20 y, por otro lado, se explicitaba que “Las socias no tendrán intervención en las deliberaciones y solo tendrán a su cargo el cuidado y conservación de la Capilla y del panteón”.[51] Así, se oficializaban los límites al rol que las mujeres afroporteñas habían tenido a lo largo del siglo XIX, impidiendo su elección en los órganos directivos y reduciendo su participación a tareas de cuidado. Finalmente, durante estos años la asociación se trasladó a la calle Urquiza 826, en el centro del barrio porteño de Once.[52]

A partir de la década de 1920, finalizada la crisis de posguerra, se observa con mayor claridad el inicio de un nuevo auge para la mutual. En primer lugar, la lista de socios de 1924 y 1925 muestra un saldo positivo con un total de 468 dónde 280 son hombres y 188 mujeres.[53] Este crecimiento también representó una novedad en cuanto a la composición por género con 44 socias menos y 94 nuevos miembros varones, revirtiendo una tendencia comenzada en el siglo XIX de sociedades integradas por una gran cantidad –muchas veces mayoría— femenina. La inversión de esta tendencia tiene diversas explicaciones.

Para la década de 1920 habían finalizado –en mayor medida— los conflictos militares y las levas forzosas que suponían una merma importante de miembros masculinos en las asociaciones. A su vez, la dinámica de la asociación facilitaba e impulsaba la inscripción de socios varones al otorgarles mayores derechos y la capacidad de participar como miembros activos al tiempo que limitaba los derechos y la participación femenina.

Por otro lado, en el listado de miembros aún se observan los apellidos de varias familias afrodescendientes; sin embargo, como revelan algunas fotografías, durante estos años, la mutual también incorporó a varios socios blancos. Asimismo, esta lista incluye las direcciones de los socios, lo que revela una transformación en el espacio geográfico de la sociabilidad negra.

Como mencionamos anteriormente, hacia finales del siglo XIX los afroporteños se encontraba concentrada, principalmente, en las parroquias del sur de la ciudad como Monserrat y San Telmo: sin embargo para la década de 1920 los miembros de LP se encontraban más dispersos. En el mapa (Mapa 1) se aprecia cómo hubo un traslado hacia zonas más alejadas, principalmente a los barrios de Once, Corrales –actual San Cristóbal—, Almagro, Boedo y Flores, pero también encontramos una importante cantidad de socios en los barrios del norte como Villa Alvear y Palermo. Este movimiento poblacional y de la mutual da cuenta de una tendencia a expulsar a los afrodescendientes de la zona central de la ciudad, que había sido revalorizada a comienzos de siglo (Goebel, 2023). De esta manera, es posible que el traslado de la mutual al barrio de Once tuviese por objetivo seguir el desplazamiento geográfico en tanto la mutual era dueña del local del centro.

En este nuevo contexto, los estatutos de la mutual fueron reelaborados. Se reinstaló la cuota de ingreso y se actualizó el costo de la mensualidad.[54] Sin embargo, estos precios aún resultaban permisivos para la mayor parte de la clase trabajadora, ya que se encontraban por debajo de los jornales básicos de 1921.[55] A pesar de los aumentos, la recuperación económica de los años ‘20 impulsó un notable crecimiento de la mutual que llegó a tener, en 1928, un total de 807 socios.[56] Como se puede observar en el cuadro (Cuadro 1), La Protectora sostuvo una política inclusiva con cuotas por debajo de los salarios básicos, incluso durante los periodos de crisis, lo que redundó en un aumento de la cantidad de afiliados hasta la década de 1930. Esto nos permite evidenciar cómo, a través del tiempo, la mutual se mantuvo como una institución dirigida esencialmente a los afrodescendientes y a la clase trabajadora en general.

Por otra parte, la década de 1920 también se caracterizó por otras novedades en la mutual. En primer lugar, la organización cambió su nombre oficial por el de “Asociación Argentina de Socorros Mutuos La Protectora”.[57] También se incorporó a los estatutos un artículo dedicado a la exclusión de tendencias religiosas y políticas de los fines de la mutual.[58] Estos dos elementos pueden, en apariencia, indicar que LP negaba sus raíces africanas ignorando las problemáticas políticas y sociales de los trabajadores negros que la componían. Empero aquí proponemos una mirada alternativa que apunta a matizar las lecturas que remarcan el asimilacionismo y la prescindencia política entre los afrodescendientes.

Los afroporteños tuvieron una participación activa en la vida política durante todo el siglo XIX, participando de milicias, movilizaciones, clubes políticos y editando periódicos políticos (Barrachina, 2015; Di Meglio, 2009; Geler, 2010). Esta importante tradición continuó en el siglo XX a medida que se agudizaba la conflictividad política y social. Posiblemente esto impulsó a que un sector de LP considerase necesario establecer la prescindencia política y religiosa para impedir el surgimiento de rupturas.

Empero, esto no significó la falta de lineamientos ideológicos; por el contrario, la asociación formuló una política propia cuyos ejes giraban alrededor de las identidades étnicas y de clase. Esta política comenzó a delinearse en la revista no oficial de LP que, al igual que la biblioteca de la mutual, llevaba el nombre de Falucho.

De carácter quincenal, el primer ejemplar se publicó el 15 de diciembre de 1927 y contó con el apoyo pleno del Consejo Directivo de la mutual, que aprobó la instalación de la dirección y administración de la revista en la sede de la asociación y publicó un comunicado instando a los socios a apoyar la publicación.[59] El carácter no orgánico de la revista le permitía mantener posiciones político-ideológicas propias al tiempo que la mutual mantenía una neutralidad oficial. Es así que, a través de las páginas de Falucho, se forjó un posicionamiento político particular que muestra cómo los afrodescendientes recuperaban sus raíces étnicas y articulaban sus luchas con la identidad de clase obrera y la pertenencia a la identidad nacional argentina.

Como se ha destacado recientemente (Alberto, Geler y Ko, 2023) esta revista representó una continuidad con los esfuerzos del periodismo del siglo XIX en las luchas por visibilizar a los afrodescendientes, tejer redes de sociabilidad, reivindicar la negritud como parte estructurante de la identidad argentina y articular con reclamos obreros. La búsqueda por visibilizar y sostener las reivindicaciones étnicas se observa, en primer lugar, en el subtítulo de la revista: “Defiende los intereses de la gente de color en Sud América”, que indica la importancia de reivindicar la identidad negra. En este sentido, encontramos notas que criticaban el racismo de los periódicos masivos, o imágenes mostrando a los socios en las reuniones y actividades sin diferenciaciones por el color de piel, mientras otros textos reseñaban la importancia de figuras negras como el sargento mayor Ramón Sánchez, el propio Falucho y personalidades del asociacionismo afroporteño como el músico Gabino Ezeiza o el director de La Protectora, Tomás C. Santillán.[60]

Por su parte, las secciones de “Sociales” y “Sociedades y círculos” incluían anuncios y descripciones de las múltiples actividades emprendidas por varias asociaciones afrodescendientes e invitaban a participar de estos espacios de organización y eventos. Asimismo, es importante remarcar que, a través de esta publicación, se tejieron lazos con comunidades afrobolivianas, afrouruguayas, afrocubanas y afroparaguayas y, también, con simpatizantes e intelectuales blancos que formaban parte de la vida de la mutual.

El corpus de notas en Falucho tenía como eje transversal la reivindicación de la negritud dentro de la identidad argentina, demostrando cómo las resistencias a los procesos de asimilación y desmarcación continuaron y se expandieron a lo largo del siglo XX (Alberto, Geler y Ko, 2023). Los propósitos de la revista –explicitados en su primera editorial— estaban dedicados a contribuir “al desarrollo de la cultura nacional” pero no subsumiéndose dentro de la blanquitud sino desde su identidad negra, pensada como parte constitutiva de la identidad nacional argentina.[61] Este posicionamiento proponía reconfigurar la argentinidad para incluir las tradiciones negras y, en consecuencia, implicaba enfrentarse con las miradas hegemónicas que buscaban blanquear la identidad nacional. Esta centralidad de la identidad étnica permite matizar aquellas miradas que enfatizan los logros de las estrategias asimilacionistas emprendidas por el Estado.

En las páginas de Falucho también podemos rastrear los vínculos que se tendían entre la identidad obrera y la popular. En este sentido los autores de la editorial, autodenominados “obreros del pensamiento”, proclamaban que “FALUCHO será, pues, una tribuna popular”.[62] Así, encontramos noticias y reportes que denunciaban las malas condiciones de trabajo y demandaban que se tome “alguna medida que reglamente el funcionamiento de estas fábricas [de fuegos artificiales], que son una constante amenaza para los trabajadores y el vecindario”.[63] En otras ocasiones denunciaban el trabajo infantil impulsado por familias adineradas que adoptaban niños para realizar “pesados trabajos, improbios de la edad”.[64]

La publicación sostenía ciertos posicionamientos políticos que merecen ser destacados, en tanto ayudan a comprender la pluralidad política dentro de la mutual. En ocasión de la llegada del líder catalán, Francesc Macià, Falucho se pronunció a favor de otorgarle asilo, describiéndolo como el “héroe de un pueblo esclavizado que ansía su libertad” y reconociendo a Alfredo Palacios como su patrocinador.[65] En otro número, la revista criticó el accionar estadounidense en Nicaragua y apoyó a Sandino: “La muerte de los aviadores norteamericanos por tropas de Sandino no deja de ser otra cosa que la natural consecuencia de la guerra en término general y muy particularmente la defensa del propio terruño y la soberanía nacional atropellada”.[66]

Como se observa, los redactores de la revista trazaban paralelismos entre la lucha contra la esclavitud y las luchas independentistas sostenidas por Maciá y Sandino. Si bien no se trata de una adscripción partidaria, las ideas representadas en Falucho tienen como elemento central la independencia política y la libertad nacional. Esto nos permite observar que, a pesar de tratarse de una asociación neutral, LP tenía en su seno una serie de adscripciones que la vinculan con las luchas por mejores condiciones laborales y de vida, con las reivindicaciones independentistas y, principalmente, con la búsqueda del reconocimiento de la negritud en la identidad argentina.

Las ideas planteadas en Falucho otorgan una mirada alternativa en torno al cambio de nombre de la mutual en 1923. La denominación “Asociación Argentina” en lugar esconder o subsumir la identidad negra era, posiblemente, una estrategia de resistencia contra la invisiblización. A través de este título se mostraba que los afroporteños formaban parte de la identidad nacional argentina. El resultado parece haber sido exitoso ya que, como mencionamos anteriormente, para 1928 la mutual había alcanzado más de 800 miembros y mantuvieron como objetivo la reivindicación de la negritud a través de los bailes y fiestas, en sus emprendimientos que llevaban el nombre de Falucho – la biblioteca, la revista y una liga de atlética de futbol—, en las denuncias contra la discriminación y en la búsqueda por expandir los vínculos con comunidades negras de otros países.

No obstante, con el estallido de la crisis económica internacional y el golpe de Estado de 1930, la situación de la mutual empeoró notablemente. En esta nueva situación LP disminuyó los beneficios a los socios y, particularmente, a las socias a quienes se les denegaron los servicios de obstetricia.[67] La dictadura iniciada en septiembre de 1930 suspendió la entrega de los subsidios que recibía la asociación. En respuesta, la junta directiva de LP envió una carta a la Cámara de Diputados explicando la importancia de su labor de ayuda económica y cultural pero no tuvo resultado.[68]

La quita del subsidio implicó que LP pasó a depender, casi exclusivamente, de las cuotas de los socios, ya que las donaciones y la realización de festivales dejaban magros ingresos. La crisis económica impactó fuertemente en los salarios de la clase trabajadora y, particularmente, entre los afiliados como se expresaba en las memorias de la LP: “la difícil situación pecuniaria por la que han tenido que atravesar la inmensa mayoría de los que son empleados administrativos, nacionales o municipales, y de los cuales, nuestra Asociación cuenta con un número crecido”.[69] Muchos miembros dejaron de abonar las cuotas y, en solo 4 años, la mutual quedó con 346 socios dando comienzo a una nueva etapa marcada por los problemas económicos y la pérdida de socios.[70]

La crisis económica junto al contexto represivo inaugurado a partir del golpe de Estado, explican la escasez de fuentes primarias durante las décadas de 1930 y 1940. Por lo tanto, la investigación en este período tiene un carácter más bien exploratorio. Las actas y memorias recuperadas permiten ver un paulatino decaimiento de la mutual, a pesar de las diversas estrategias para darle un nuevo aliento. Así, en 1939, LP se inscribió en el Registro Nacional de Asistencia Social lo que implicó una exención impositiva.[71] Diez años más tarde se vendió el histórico Panteón Social del cementerio de Recoleta para comprar, en reemplazo, un lote de mayor tamaño y menor precio en el cementerio de Flores. Asimismo, a partir de la recuperación económica de la Segunda Guerra Mundial la mutual modificó sus estatutos para eliminar la cuota de ingreso que “constituye una valla, especialmente para Instituciones modestas como LP cuyo reducido caudal de asociados es difícil de aumentar”.[72] Esta estrategia, efectiva en oportunidades anteriores, rindió escasos frutos.

Sin embargo, la asociación continuó funcionando durante los años ‘40 y ‘50, desarrollando actividades culturales y mutualistas y adaptándose a las novedades políticas. En 1949 la reforma de los estatutos permitía la participación de las mujeres en las asambleas, aunque no su elección como miembros para ningún cargo directivo.[73] Esta tendencia se profundizó, ya que en 1953 encontramos, por primera vez, un documento oficial de LP firmado por dos mujeres que muestran su presencia en las asambleas.[74] Ese mismo año, frente a la baja cantidad de asociados y el aumento de los precios de los medicamentos, se decidió, de forma unánime disolverse dentro de la Asociación Gallega de Beneficencia y Mutualidad, con quienes mantenían una estrecha relación, ya que los socios de LP se atendían en el Hospital Gallego, dando así por finalizado el largo proyecto mutualista afroporteño.

 

Conclusiones

 

A lo largo de este trabajo reconstruimos la vida de La Protectora a fin de revisar las diferentes estrategias, debates y características del entramado social afroporteño a través del tiempo. La experiencia de esta mutual es indisociable de las particularidades del auge asociativo negro de la década de 1870. Este proceso estuvo atravesado por dos problemáticas fundamentales: la dinámica de inclusión-exclusión y la articulación de la identidad étnica con la de clase.

Como observamos, la inicial política de La Protectora limitando el ingreso permitió acumular cierto capital, pero despertó grandes críticas. Al poco tiempo la asociación modificó su estrategia para, paulatinamente, facilitar el ingreso de todos los trabajadores. Durante estos años, los afroporteños participaron en organizaciones obreras, protagonizaron conflictos laborales y sociales y afianzaron sus vínculos con otros sectores proletarios, lo que profundizó los lazos que unían a las identidades negra y obrera. Si bien hubo conflictos en el interior de la asociación, desde 1880 LP comenzó a ampliar sus horizontes articulando herramientas propias de las organizaciones modernas con prácticas de las tradicionales asociaciones negras. Así, se consolidó como un centro social cosmopolita construido por y para los trabajadores afroporteños, pero que contaba con obreros blancos.

La reivindicación de la negritud fue un eje fundamental en las actividades de la asociación. Las múltiples referencias a figuras como Falucho, la promoción de reuniones y bailes de sociedades carnavalescas, la participación en luchas contra el racismo, los vínculos con afrodescendientes de otros países y numerosas publicaciones contra la discriminación dan cuenta del modo en el que LP mantuvo un constante compromiso por sostener y visibilizar la importancia de la identidad negra. El entramado expuesto nos habilita a suponer que el cambio de nombre a “Sociedad Argentina” se trató de una forma de lucha contra el racismo y comprendió a la negritud como parte integral de la argentinidad.

Asimismo, notamos la importancia del componente femenino en la asociación y en la realización de actividades. Sin embargo, los estatutos de la mutual buscaban reducir sus beneficios, derechos políticos y su rol a tareas de cuidado que limitando la autonomía femenina que había sido fundamental para el asociacionismo negro.

Por su parte, la identidad proletaria ocupó un lugar central. El vínculo entre la clase y la etnia se reflejó en la participación en huelgas obreras, en las denuncias sobre las condiciones de trabajo, en las prácticas y herramientas compartidas con organizaciones obreras y de izquierda, y, principalmente, en las políticas inclusivas de LP. En este sentido, al comparar las cuotas de ingreso y mensualidades de la mutual con los salarios básicos obreros a lo largo de todo el periodo estudiado, se nos revela una política que facilitaba el ingreso de los socios con trabajos más precarizados.

El crecimiento de la organización se vio obturado con la crisis económica de 1929 y las medidas represivas tras el golpe de Estado del año siguiente. En las próximas décadas se continuó facilitando el ingreso de nuevos socios y reduciendo gastos pero el ciclo de LP inició un declive sin retorno.

La experiencia de LP nos permitió abordar las complejidades, tensiones y mutaciones que atravesaron a los afroporteños en diferentes contextos sociales, económicos y políticos, como así también las relaciones que forjaron con otros grupos étnicos y con la cultura obrera en Argentina. A lo largo de los 76 años observamos cómo se desarrolló una praxis que incorporaba herramientas y reivindicaciones de las tradiciones negras y obreras. La interacción entre la clase y la etnicidad dio lugar a la formación de una identidad obrera de contornos específicos y particulares, y muchas veces invisibilizada en la historia del proletariado argentino.

Lejos de haber agotado el análisis, en este trabajo nos propusimos reconstruir y analizar esta asociación entrecruzando fuentes clásicas con otras que aún no habían sido trabajadas. Restan explorar nuevas aristas pero, a lo largo de estas páginas, reconstruimos la estructura, debates y estrategias de La Protectora para demostrar cómo la identidad de clase y étnica fue un elemento central para las actividades de la mutual.

 

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Recibido: 10/08/2023

Evaluado: 20/10/2023

Versión Final: 19/11/2023

 

 

Anexo

Cuadro 1. Tabla comparativa de cuotas de La Protectora y los salarios en el tiempo.

Año

Cuota de ingreso

Mensualidad

Salarios

Socios

1882

$100

S/D

$900 a 1200 (Mensual familiar)

150

1897

$5

$1,25

$ 2,50 a $4 (Jornal individual)

418

1914

$1 (Mayores de 14 años)

$1 (6 a 14 años)

$1,50

$ 3,80 (Jornal individual promedio)

S/D

1923

$5

$1,50 (Menores de 30 años) $3 (Mayores de 30 años)

$2 (Jornal básico)

468

1928

$3

$1 (6 a 18 años) $1,50 (Mayores de 18 años)

S/D

807

1932

$1,50

$1,50 (Calculado a partir de los balances de la asociación)

$3-$5 (Jornal de tipógrafo)

346

1949

$1,50

$1 (Familiares)

$1,50 (Socios)

$400 (Mensual de docente)

 

S/D

 

Elaboración propia a partir de Panettieri, J. (1982); Geler, L. (2010); La Broma,; AGN. IGJ01. La Protectora; Ministerio del Interior, División de Estadística, Boletín Informativo del Departamento Nacional del Trabajo, noviembre 1921 y enero 1934; Ministerio de Cultura y Educación, Dirección Nacional Sectorial de Desarrollo, Evolución de los salarios docentes 1906-1975, 1976.

 

 

Mapa 1. Mapa de la Ciudad de Buenos Aires de direcciones de afiliados a La Protectora en 1924-1925

 


 

Elaboración propia en base a Archivo General de la Nación. IGJ01. La Protectora y Mapa oficina cartográfica Ludwig 1921

 



(*) Profesor y Licenciado en Historia (Universidad de Buenos Aires); Doctorando en Historia (Universidad de Buenos Aires), Argentina. Becario doctoral (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Argentina. E-mail: lucas.glasman@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0009-0006-7877-7970

[1] Archivo General de la Nación (AGN). 10-31-11-05. P/SA. [Sociedad del Carmen]. Circa 1859.

[2] AGN. 10-31-11-05. P/SA. [Sociedad del Carmen]. Circa 1859.

[3] Para profundizar en escolarización y afrodescendientes ver Geler, 2009, pp. 87-107 y Barrachina, 2020.

[4] La Broma. Buenos Aires, “Avisos”. 31-10-1878.

[5] La Broma. Buenos Aires, “La sociedad del Carmen”. 20-9–1877; “Sociedad del Carmen y Socorros Mutuos”. 8-11-1877.

[6] La Broma. Buenos Aires, “Varillazos”. 11-10-1881.

[7] La Juventud. Buenos Aires, “El hombre del pueblo”. 26-3-1876.

[8] La Perla. Buenos Aires, “La Sociedad ‘Unión Proletaria’” 5-12-1878; “Lacayos y señores”. 15-12-1878.

[9] La Juventud. Buenos Aires, “La Unión Proletaria”. 20-2-1878.

[10] La Juventud. Buenos Aires, “La Protectora”. 20-2-1878.

[11] AGN. Censo Nacional, 1869, [Enrique Árbol, Distrito Federal, Buenos Aires]; Memoria presentada a la Sociedad Tipográfica Bonaerense por el presidente. 1877-1878.

[12] La Juventud. Buenos Aires, “Algo de lo que se promete”. 10-5-1878.

[13] La Broma. Buenos Aires, “Mensaje del presidente de La Protectora”. 24-8-1879.

[14] La Broma. Buenos Aires, “Mensaje del presidente de La Protectora”. 24-8-1879.

[15] La Juventud. Buenos Aires, “La Protectora”. 20-9-1878.

[16] La Broma. Buenos Aires, “Sueltitos”. 27-12-1877.

[17] La Juventud. Buenos Aires, “Los miembros del Bazar ‘La Protectora’”. 20-7-1878; “Una Protesta". 30-9-1878.

[18] La Broma. Buenos Aires, “Inconsecuencia”. 19-9-1878.

[19] La Juventud. Buenos Aires, “Sociedad Union Tipográfica”. 30-8-1878; LB. “El toque de alarma: La huelga tipográfica”. 5-9-1878.

[20] La Juventud. Buenos Aires, “Algo de lo que se promete”. 10-5-1878.

[21] La Perla. Buenos Aires, “La Protectora”. 10-4-1879.

[22] La Broma. Buenos Aires, “Mensaje del presidente de La Protectora”. 24-8-1879.

[23] La Broma. Buenos Aires, “Mensaje del presidente de La Protectora”. 24-8-1879.

[24] La Broma. Buenos Aires, “Consecuencia fatal”. 16-10-1879.

[25] Los tres socios mencionados nacieron en la década de 1850 mientras que Eugenio Sar en 1828. Argentina, Buenos Aires, registros parroquiales, 1635-1981. [Juan A. Costa y Emilia Vázquez]. 1886; Ford, J. M. (2002). Beneméritos de mi estirpe. pp. 70, 77 y 96.

[26] Intelectual y director del periódico El Porteño que denunció la política racista de los teatros.

[27] La Broma. Buenos Aires, “Noticias varias”. 25-04-1880.

[28] Primer presidente de las Provincias Unidas del Rio de la Plata por lo que es considerado como el primer presidente de Argentina.

[29] La Broma. Buenos Aires, “Noticias varias”. 19-05-1880.

[30] Aún no se han recuperado números de este periódico por lo que no es posible reconstruir sus características o la política desarrollada en sus páginas.

[31] La Broma. Buenos Aires, “Discusión libre”. 13-01-1881; “Entremos a la discusión”. 20-01-1881.

[32] La Broma. Buenos Aires, 3-2-1881.

[33] El nombre de la biblioteca aparece en AGN. IGJ01. La Protectora. [Memoria y balance]. 1932.

[34] Archivo Municipal de la Ciudad. Caja 1877 G 20. [Presidente de la junta protectora de la biblioteca popular de la Sociedad Tipográfica Bonaerense]. 1877.

[35] La Broma. Buenos Aires, “Discusión libre”. 18-11-1881.

[36] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1897.

[37] Bernardo de Irigoyen fue candidato frustrado a vicepresidente en las elecciones de 1880. Durante la campaña electoral, Irigoyen consiguió el apoyo del periódico afroporteño La Broma y del club político La Paz (Geler, 2010, p. 372-373). En 1882, Irigoyen fue nombrado Ministro del Interior bajo la presidencia de Julio Argentino Roca.

[38] La Broma. Buenos Aires, “La Protectora”. 28-7-1882.

[39] La Regeneración. “Correspondencia”. 28-12-1884.

[40] La Regeneración. “Algunas palabras con nuestros amigos”. 14-12-1884; “Correspondencia”. 28-12-1884.

[41] Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. Legajo 33/84. Cultura; 259/88. Cultura.

[42] La Broma. Buenos Aires, “Sueltitos de costumbre”. 25-3-1882.

[43] La Broma. Buenos Aires, “La Protectora”. 28-7-1882.

[44] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1897.

[45] La Broma. Buenos Aires, “Noticias varias”. 25-4-1880.

[46] AGN. IGJ01. La Protectora [Acta de asamblea 9-11-1897].

[47] AGN. IGJ01. La Protectora [Acta de asamblea 9-11-1897].

[48] AGN. IGJ01. La Protectora. [Carta del presidente solicitando personería jurídica]. 1897.

[49] AGN. IGJ01. La Protectora. [Nómina de socios y socias]. 1898.

[50] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1897.

[51] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1897.

[52] AGN. IGJ01. La Protectora. [Carta al Ministerio de Justicia]. 1923.

[53] AGN. IGJ01. La Protectora. [Nómina de socios]. 1924-1925.

[54] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1923.

[55] Boletín del Departamento Nacional del Trabajo. N° 48. 11-1921. Pp. 50-51.

[56] AGN. IGJ01. La Protectora. [Cartas del inspector de justicia]. 2-2-1928.

[57] AGN. IGJ01. La Protectora. [Actas de la asamblea ordinaria]. 15-9-1923.

[58] AGN. IGJ01. La Protectora. [Estatutos de La Protectora]. 1923.

[59] Falucho. Buenos Aires, “La Protectora”. 15-12-1927.

[60] Falucho. Buenos Aires, “En defensa de la gente de color”, “Nuestra galería”, “Notas gráficas”. 15-12-1927; “Jorge Miguel Ford” y “Sargento Mayor Ramón Sánchez”. 15-3-1928.

[61] Falucho. Buenos Aires, “Trazando rumbos”. 15-12-1927.

[62] Falucho. Buenos Aires, “Trazando rumbos”. 15-12-1927.

[63] Falucho. Buenos Aires, “Gasómetros y fábricas de explosivos”. 15-1-1928.

[64] Falucho. Buenos Aires, “Los malos tutores”. 15-3-1928.

[65] Falucho. Buenos Aires, “¡¡Maciá!!”. 15-3-1928.

[66] Falucho. Buenos Aires, “Los sucesos de Nicaragua”. 15-12-1927.

[67] AGN. IGJ01. [Actas de la asamblea extraordinaria]. 7-5-1928.

[68] AGN. IGJ01. [Memoria y balance 1930 a 1932]. 1932.

[69] AGN. IGJ01. [Memoria y balance 1930 a 1932]. 1932.

[70] AGN. IGJ01. [Informe de la inspección general]. 2-8-1932.

[71] AGN. IGJ01. [Actas de asamblea extraordinaria]. 8-5-1939.

[72] AGN. IGJ01. [Actas de asamblea extraordinaria]. 16-5-1949.

[73] AGN. IGJ01. [Estatutos de La Protectora]. 1949.

[74] AGN. IGJ01. [Actas de asamblea extraordinaria]. 3-2-1953.