Los proyectos de creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos durante el siglo XX: actores y política en un juego de avances y retrocesos (1914-1973)

 

Eva Mara Petitti(*)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/kfksqiol5

 

Resumen

 

En este artículo, nos interesa estudiar los numerosos proyectos de creación de una Universidad para la provincia de Entre Ríos que fueron presentados entre el ascenso del radicalismo en 1914 y su concreción en 1973. Partimos de la hipótesis de que lejos de ser resultado de un proceso de creaciones de universidades “por vía autoritaria” la Universidad Nacional de Entre Ríos fue resultado de la confluencia de varios frentes y actores de la sociedad civil y de la política: las demandas locales de desarrollo socioeconómico no siempre homogéneas, las demandas de los estudiantes secundarios, las políticas universitarias de la nación y las resistencias de la Universidad Nacional del Litoral que no quería perder a Entre Ríos como parte de su zona de influencia. Consideramos que las características que adquirió fueron resultado de la coyuntura política y social del momento en que se dieron las condiciones de posibilidad.

 

Palabras clave: Universidad Nacional de Entre Ríos; proyectos; actores; nación; provincia.

 

 

 

The creation projects of the National University of Entre Ríos during the 20th century: actors and politics in a game of advances and setbacks (1914-1973)

 

Abstract

 

In this article, we are interested in studying the numerous projects for the creation of a University for the Province of Entre Ríos that were presented between the rise of radicalism in 1914 and its realisation in 1973. We start from the hypothesis that the Universidad Nacional de Entre Ríos, far from being the result of a process of creating a university "by authoritarian means", was the result of the confluence of different fronts and actors in civil society and politics: local demands for socio-economic development that were not always homogeneous, the demands of secondary school students, the nation's university policy, and the resistance of the National University of the Litoral, which did not want to lose Entre Ríos as part of its sphere of influence. From our point of view, its characteristics were the result of the political and social situation at the time when the conditions of possibility were in place.

 

Keywords: Universidad Nacional de Entre Ríos; projects; actors; nation; province.

 


 

Los proyectos de creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos durante el siglo XX: actores y política en un juego de avances y retrocesos (1914-1973)

 

Introducción

 

La UNER fue creada en el marco del Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad de 1971 que tomó la propuesta de Alberto Taquini. Pablo Buchbinder, afirma que se trataba de un proyecto que “procuraba compatibilizar el proceso de expansión de la matrícula universitaria, la conformación de una Universidad científica, las necesidades derivadas del desarrollo regional y la despolitización”. De todas formas, agrega, en las provincias “eran diferentes organizaciones de la sociedad civil, y sobre todo, agrupaciones de estudiantes secundarios las que presionaban por la conformación de nuevas universidades que les posibilitasen seguir sus estudios en su lugar de residencia.” (2005: 200). Posteriormente, se ha profundizado en el proceso de creación de instituciones universitarias en el marco de la dictadura autoproclamada como “Revolución Argentina” (Mendonça, 2015, 2018; Rovelli, 2006, 2009, De Luca, 2008; Vega, 2014; Bianculli, 2016).

Por otra parte, otras investigaciones han evidenciado el carácter performativo del discurso regionalista en materia de educación superior (Pantaleón, 2005; Leoni y Solís Carnicer, 2018; Leoni, 2015; Rodríguez, 2021) e indagan en el proceso de conformación de universidades en la segunda mitad del siglo XX (Solís Carnicer y Bacolla, 2020; Lanzillota y Martocci, 2021). Mariana Mendonça (2018) divide las experiencias de las nuevas universidades en: creación (Río Cuarto, Lomas de Zamora, Luján y Catamarca), nacionalización (Neuquén, San Juan y La Pampa), escisión (Salta, Santiago del Estero, San Luis, Misiones y Entre Ríos) y diferencia el caso de la Universidad Nacional de la Patagonia como fusión o absorción de las instituciones preexistentes. Señala que las que surgieron en el marco de escisiones, como es el caso de la UNER, no estaban incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad y fueron resultado de las demandas sociales que excedieron la propuesta inicial.

Contamos con algunas investigaciones que han abordado los antecedentes de la UNER. José Villarruel lo hace en el marco de un estudio sobre geopolítica e integración y sostiene que “no retomó las ideas claves del proyecto histórico que se había formulado en los años ‘60” (Villarruel, 1997: 45) y que su creación lejos de ser resultado de una demanda social, lo fue de las políticas de un gobierno autoritario. Trabajos posteriores que refieren a los antecedentes de la UNER (Villarruel y Levin, 2008; Badano y otros, 2009) son deudores de aquella hipótesis. Recientemente, Luis Cerrudo (2020) analizó los mandatos fundacionales que estuvieron en la base de la construcción institucional de la UNER y la Universidad privada de Concepción del Uruguay (UCU). Asimismo, otros abordajes han profundizado en algunas casas de estudio, como es el caso de la Facultad de Ciencias de la Educación y su vinculación con la organización de la UNER (Ossanna, 2010; López, 2014). Recientemente, con motivo de los 50 años de la creación de la UNER y a 40 años de la recuperación de la democracia salió a la luz un dossier que reúne testimonios de diferentes actores que fueron y son parte de la Universidad con el fin de “conocer el aporte que desarrollaron distintos sujetos a la construcción de nuestra universidad” (Boeykens, 2023: 23).

En este artículo, en el marco de las nuevas investigaciones que se están llevando a cabo sobre las universidades en clave regional, nos interesa estudiar los numerosos proyectos de creación de una Universidad para la provincia de Entre Ríos que fueron presentados entre el ascenso del radicalismo en 1914 y su concreción en 1973. Partimos de la hipótesis de que lejos de ser resultado de un proceso de creaciones de universidades “por vía autoritaria” fue consecuencia de la confluencia de varios frentes y actores de la sociedad civil y de la política provincial y nacional: las demandas locales de desarrollo socioeconómico no siempre homogéneas, las demandas de los estudiantes secundarios, las propuestas de los candidatos provinciales de diferentes partidos políticos, las políticas universitarias de la nación y las resistencias de la Universidad Nacional del Litoral que no quería perder a Entre Ríos como parte de su zona de influencia. Mostraremos no solo la coexistencia de diferentes proyectos, sino las modificaciones producidas en los mismos a medida que cambiaba la coyuntura política nacional y provincial y se iban creando facultades por parte de la Universidad Nacional del Litoral y la Universidad Católica Argentina. Consideramos que las características que adquirió fueron resultado de la coyuntura política y social del momento en que se dieron las condiciones de posibilidad. Para realizar el trabajo consultamos los proyectos desplegados en la legislatura nacional y provincial, los mensajes de los gobernadores de Entre Ríos y la prensa local de Paraná.

 

La provincia de Entre Ríos: el proyecto de una universidad provincial y la creación de la Universidad Nacional del Litoral

 

En 1914 en el país las universidades de Córdoba, La Plata y de Buenos Aires dependían de la jurisdicción nacional, en cambio las de Santa Fe (creada en 1889) y de la Tucumán (fundada en 1914) estaban a cargo de los gobiernos provinciales. Ese mismo año llegaba a la gobernación de Entre Ríos el candidato de la UCR Miguel Laurencena (1914-1918). Durante su gestión reactivó la propuesta de nacionalizar la Universidad Provincial de Santa Fe a partir de la creación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) con sedes en las ciudades Rosario, Paraná y Corrientes. Ese plan se había iniciado en 1912 con la asunción del candidato de la UCR Raúl Menchaca (1912-1916).

En ese entonces en la provincia de Entre Ríos tuvieron lugar dos proyectos. La UCR en 1915 presentó en la legislatura provincial una propuesta que incluía para la creación de la UNL la organización de la Facultad de Ciencias Económicas y Educación tomando como base la Escuela Normal de Paraná y la Facultad de Agronomía y Veterinaria y de Ciencias Naturales, que tendrían como antecedente la Escuela Normal Rural provincial “Alberdi.” Por otro lado, los conservadores apoyados por el Obispado de Paraná y su órgano de prensa La Acción, consideraban que había que fundar una Universidad Provincial y no perder autonomía frente a la nación (Ugalde, 2006; Ossanna, 2010; López, 2006). Señalaban que en la provincia no se necesitaban “doctores en pedagogía”, más bien se requerían “ciudadanos aptos y capaces de llevar la cultura a las masas del pueblo” y difundir los conocimientos que sirviesen para la vida práctica, tanto en las zonas rurales como urbanas.[1]

Ese mismo año, en un Congreso estudiantil realizado en Paraná -en el que participaron delegados de Buenos Aires, San Nicolás, Rosario, Santa Fe y Paraná- se declaró el apoyo público a la creación de la UNL y al año siguiente, con la asunción del presidente Hipólito Yrigoyen (1916-1922), se organizó un Comité Pro Universidad del Litoral con la constitución de una Comisión Permanente en Buenos Aires (Reula, 1971; López, 2006; Bacolla, 2018). De todos modos, las discrepancias que existían alrededor de la Universidad Nacional, hicieron que se demorara. En 1918 los acontecimientos de la reforma universitaria redefinieron el escenario de la ‘cuestión universitaria’ en las provincias del litoral (Bacolla, 2018). En Paraná, atravesaron a los estudiantes de la Escuela Normal de Profesores y las huelgas que se iniciaron en 1918 continuaron durante los dos años siguientes (Rodríguez y Petitti, 2021).

Finalmente, el 17 de octubre de 1919 el Congreso de la Nación sancionó la ley 10.861 de creación de UNL. De las siete Facultades que la integrarían, solo una tendría sede en Paraná en lugar de tres como estaba fijado en el proyecto inicial: la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales, creada sobre la base del Curso de Profesorado de la Escuela Normal. Como señalan Solís Carnicer y Bacolla durante los años de 1920 “la consolidación de la nueva universidad no estaría exenta de tensiones”. Las autoras destacan las “dificultades materiales para sostener una estructura institucional por demás dispersa, cuyas secuelas y conflictos emergieron asiduamen­te en las sedes de Corrientes y Paraná” (2020: 136).

La Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales empezó a funcionar en el edificio de la Escuela Normal a mediados del año 1920, sin embargo, poco tiempo después de su creación se elevaron demandas para que se restituyese el Profesorado a la Normal. El decano Casimiro Olmos envió una nota al Congreso donde solicitaba a los legisladores que no hicieran lugar al pedido de quienes “atacaban” la Facultad, porque movimientos similares se estaban alzando contra otras Facultades, como la de Agronomía de Corrientes, y había que detenerlos (Rodríguez y Petitti, 2021). En 1928, cuando asumió Yrigoyen su segunda presidencia, intervino la UNL. Sin embargo, en dicho período la provincia de Entre Ríos estaba en manos de los radicales antipersonalistas y la gestión de los decanos Guerrero y Babini fue objeto de críticas.

 Luego del golpe de Estado de 1930, el gobierno provisional de la nación dejó nulo el presupuesto para 1931 y el rectorado de la UNL decidió clausurar la Facultad de Paraná, así como también la Facultad de Agronomía que funcionaba en la ciudad de Corrientes.[2] De esta forma la UNL veía acotadas sus sedes a la provincia de Santa Fe. El cierre de la Facultad de Paraná dio paso a la creación de una Escuela Normal Superior que luego fue reemplazada por el Instituto de Profesorado.

Hacia 1946, al asumir la presidencia Juan D. Perón (1946-1955), con la excepción de la Universidad Nacional de Cuyo (1938), no se habían organizado nuevas casas de estudio en el país. Durante la década peronista, se creó la Universidad Obrera Nacional (1948). De todas formas, la Universidad Nacional de Tucumán y la UNL fundaron unidades académicas en otras provincias. En 1951 esta última creó en Paraná la Sección de Ciencias de la Educación dependiente de la Facultad de Rosario -que en 1958 pasó a ser Facultad de Ciencias de la Educación- y en 1954, el Curso de Contadores de Concordia dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas de la UNL -que en 1971 pasó a ser Facultad de Ciencias de la Administración- (Ossanna, 2010).

Asimismo, en ese periodo, surgieron reclamos para fundar una Universidad para el Nordeste Argentino (Solís Carnicer y Bacolla, 2018) y también en 1949 se presentó un proyecto para crear una Universidad en Entre Ríos. Hay que tener en cuenta que durante el gobierno peronista la matrícula de los establecimientos de enseñanza media y de las universidades se expandió de manera considerable, tendencia que continuó posteriormente a su derrocamiento.

Derrocado el gobierno de Perón, la autoproclamada “Revolución Libertadora” dejó sin vigencia las leyes universitarias sancionadas durante el peronismo, restableciendo la ley Avellaneda hasta diciembre de 1955. Por otra parte, numerosos docentes designados luego de 1946 fueron dejados cesantes, medidas que fueron objeto de reclamos por ser consideradas por los docentes afectados como injustas y arbitrarias (Rodríguez, 2018). El 23 de diciembre de 1955, mediante el decreto-ley 6.403, se estableció un nuevo régimen normativo para las instituciones universitarias que se basaba en la autonomía permitiéndoles “elegir y remover a sus profesores, sin intervención del estado nacional” (Orbe, 2008: 140).

En el marco del proceso de desperonización las demandas para fundar nuevas casas cobraron impulso. Así, en 1956 se concretó la Universidad Nacional del Sur (UNS) (Cernada de Bulnes, 2006; Orbe, 2008; López Pascual, 2021) y se presentaron proyectos para establecer la Universidad Nacional del Noreste (UNNE) que comprendía a Corrientes, Chaco, Misiones y Formosa (Bacolla y Solís Carnicer, 2020). En cambio, hubo otras propuestas que no tuvieron respuesta afirmativa. Es el caso de la Universidad Nacional de Misiones donde en 1956 se organizó una Comisión Promotora de Estudios Universitarios y de la UNER. Ambas serían creadas en 1973 (Rivero, 2011).

La propuesta de Entre Ríos fue presentada el 1 de mayo de 1956. La conmemoración del pronunciamiento de Urquiza cumplía un papel simbólico central en el proceso de desperonización.[3] En Concepción del Uruguay, el presidente de facto Pedro E. Aramburu (1955-1958) no solo recordó el pronunciamiento de Urquiza sino que restauró la vigencia de la Constitución provincial de 1933 que había sido reformada por el peronismo en 1949. Entre quienes visitaron rápidamente al presidente, se encontraba la comisión Pro Universidad Mesopotámica presidida por el Doctor Eduardo Rodríguez Vagaria e integrada por representantes de distintas actividades profesionales, educacionales y universitarias de Paraná.[4] La comisión le entregó un memorial con el “anhelo muy hondo y antiguo del pueblo entrerriano, de contar con centros superiores de enseñanza e institutos técnico científicos, que contribuyan positivamente al desarrollo de su cultura y su formación humanística y de su progreso material.”[5] La solicitud fue recibida por el presidente de facto con la promesa de dar una pronta respuesta.[6] El proyecto de Universidad Mesopotámica proponía la sede en Entre Ríos e integraba las provincias de Corrientes y Misiones (Cerrudo, 1956).

En el memorial, suscripto por numerosos centros y asociaciones locales, se señalaba que la UNL “no ha demostrado mayores inquietudes en satisfacer las necesidades culturales y técnicas de esta provincia” a lo cual agregaba que “por razones que ignoramos tampoco se ha tenido en cuenta a Entre Ríos en el movimiento que actualmente se lleva a cabo en pro de la Universidad del Nordeste, que se integraría por Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa.”[7] La propuesta presentada en 1956 era amplia. Se solicitaba la creación de organismos de enseñanza de carácter superior –Humanidades, Ciencias de la Educación y Bellas Artes- e institutos de investigación técnico científicos con autonomía universitaria destinados a estudiar los problemas del suelo, del aprovechamiento de las aguas del Delta, a servir a la agricultura, a la ganadería, a la industrialización de los productos de la tierra y a todos aquellos objetivos que promuevan el adelanto regional de la Mesopotamia. Se reclamaba al presidente “que se cree una universidad nueva, apartada de los tradicionales modeles universitarios argentinos, y que constituya una entidad al servicio del proceso integral del país.”[8] Sin embargo durante el gobierno de la intervención no se volvió a hacer referencia a la Universidad.

 

El surgimiento de los primeros proyectos de creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (1958-1962)

 

A pesar de que la creación de una Universidad Mesopotámica no prosperó, así como tampoco la de Misiones, las iniciativas para fundar una casa de altos estudios en Entre Ríos cobraron impulso con la asunción de Arturo Frondizi (1958-1962). En 1958 y en el marco de numerosos conflictos,[9] se reglamentó la enseñanza libre. A partir de entonces, no solo se establecieron instituciones universitarias privadas (Rodríguez, 2015), sino también dependientes de los gobiernos provinciales: la de La Pampa (Crochetti, 2008; Lanzillota y Martocci, 2021) y la de Mar del Plata (Bartolucci, 2019).

En ese entonces gobernaba la provincia el candidato de la UCRI, Raúl Uranga (1958-1962) que asumió con un discurso fuerte orientado a desarrollar la provincia. En 1958 se creó en Entre Ríos el Ateneo Universitario. El proyecto del Ateneo incluía Facultad de Ciencias Médicas en Gualeguaychú, Ciencias Jurídicas y Sociales en Concepción del Uruguay, de Ciencias Económicas y Políticas, Ingeniería y Director de Empresas en Concordia, una de Agronomía y Veterinaria en Villaguay y La Paz, una de Arquitectura y Urbanismo en Gualeguay y Facultades de Humanidades, Bellas Artes y Música, Ciencias Exactas y Naturales e Ingeniería en Paraná, donde tendría sede el rectorado (Badano y otros, 2009: 29).

Ante estas iniciativas, desde la UNL se emitió una resolución por la cual la Sección de Ciencias de la Educación dejó de depender de la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario para tomar el carácter de Facultad y quedar bajo dependencia del Rectorado (Ossanna, 2010). Por otra parte, se presentó en la Cámara de Diputados de la Nación una iniciativa para crear una Facultad de Agronomía y Veterinaria con sede en la Ciudad de Paraná dependiente de la UNL, que sirviera de base para la futura Universidad Nacional de Entre Ríos.[10]

En septiembre de 1960, en la Cámara de Diputados de Entre Ríos, la UCRI envió dos propuestas. Una para dirigirse al Poder Ejecutivo y Legislativo de la nación “solicitando la creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, con sentido popular, regional y tecnológica” que se orientara a “la creación de escuelas politécnicas, para preparar técnicos en motores, fundición, vialidad, hidráulica, forestación, avicultura, agricultura, ganadería, etc.”[11] Además, se solicitaba que hasta que se concertara la iniciativa, se jerarquizaran los actuales institutos existentes en la Provincia dependientes de la UNL. La segunda, en cambio, solicitaba al Senado que constituyera una comisión integrada por tres senadores y tres diputados para planificar la fundación de la Universidad Provincial de Entre Ríos. La misma debería encararse “con sentido popular y moderno, antiverbalista, orientada a la creación de escuelas politécnicas para preparar técnicos en motores, fundición, vialidad, hidráulica, forestación, etc.”[12]

La comisión de Legislación realizó una reunión el 10 de agosto a la que concurrieron figuras universitarias y estudiantes de Paraná para tratar ambas propuestas. La misma se pronunció por la Universidad Nacional ya que si bien “la creación de la Universidad de Entre Ríos significaría un nuevo factor en favor del federalismo, habrían de tenerse en cuenta una serie de hechos, tales como la magnitud del esfuerzo económico que tendría que hacer la provincia. Por otro lado, los títulos que fueran expedidos por la provincia, solo tendrían valor en ella.”[13] A comienzos de la década de 1960 se formó la Confederación Estudiantil pro Universidad Nacional de Entre Ríos (CEPUER) y la Comisión Popular Pro Universidad Nacional (COPUER). En 1961, egresados y universitarios de la provincia se dirigieron a la Cámara de Diputados de la Nación para pedir pronto tratamiento en el congreso de “tan justo clamor”.[14]

En marzo de 1962, los integrantes de la CEPUER y la COPUER organizaron el Primer Congreso Extraordinario Popular Pro Universidad Nacional de Entre Ríos en Gualeguaychú en el cual funcionaron cuatro comisiones que emitieron un despacho cada una. Al igual que otras propuestas para fundar nuevas casas de altos estudios (Arrizabalaga, 2021), la creación de la Universidad de Entre Ríos estaba sustentada en un objetivo ambicioso: la formación de profesionales y técnicos que contribuyan a la estabilidad económica y el desarrollo integral de la provincia: “Entre Ríos es un pueblo que no sale de la actividad pastoril (…) hay muchos médicos, abogados y procuradores, pero no hay ingenieros químicos y mecánicos, faltan agrónomos, veterinarios.”[15] Para contribuir al desarrollo socioeconómico, los profesionales y técnicos no debían “buscarlos afuera y encontrarlos caros y malos, porque los buenos profesionales de afuera no están esperando que los llamen de Entre Ríos.”[16] Debían ser locales y propender a la instalación de industrias y la instrucción de los colonos.

Además, se señalaba que el extenso ámbito territorial de las primeras universidades, ante el crecimiento de la población y de los institutos de enseñanza media, constituía un anacronismo y las nuevas creaciones eran una prueba de su factibilidad. Otro de los argumentos tenía que ver con las casusas y consecuencias del éxodo de la población entrerriana.[17] Finalmente, se refería a que la UNL era sostenida presupuestariamente por los contribuyentes de Entre Ríos quienes recibían escasos beneficios. Por lo tanto, no se consideraba conveniente la instalación de Facultades de la UNL y tampoco la solución a partir de becas que evitaran la creación de la Universidad de Entre Ríos.[18]

El despacho producido por la Comisión encargada de definir las facultades a instalarse, constituyó la base de los proyectos presentados en la legislatura. Si bien propuso como sede del rectorado la ciudad de Paraná, expuso un perfil profesional diferente al formulado en el marco del Ateneo ya que excluía la formación de los llamados doctores “médicos” y “abogados” así como también de arquitectos e ingenieros.

Según la propuesta de la Comisión, la Universidad de Entre Ríos quedaría constituida por cuatro facultades. Dos de ellas tomaban como punto de partida las instituciones ya existentes. Por un lado, la Facultad de Humanidades con asiento en Paraná se estructuraría sobre la base de la Facultad de Ciencias de la Educación y del Instituto del Profesorado Secundario. Por otro lado, la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas con asiento en la ciudad de Concordia se organizaría sobre el curso de contadores dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas, Comerciales y Políticas de la UNL. Las otras dos se crearían. La primera sería la Facultad de Agronomía, Veterinaria y Ciencias Afines. La segunda, una Facultad de Ciencias Aplicadas dedicada a la química industrial, ingeniería en productos agropecuarios e ingeniería química en combustible. Tendrían su sede en el lugar que determinara la autoridad competente. Para ese entonces, a diferencia de la propuesta presentada por el Ateneo, quedaba claro que las Facultades creadas en Paraná por la UNL no podían desconocerse. Es por ello, que tampoco se consideraba pertinente la instalación de Facultades de la UNL.

Resultado del Primer Congreso Extraordinario Popular Pro Universidad Nacional de Entre Ríos, se organizó el Movimiento Pro Universidad Nacional que quedó integrado por los miembros de la CEPUER, de la COPUER y una Comisión de Estudios designada por el Movimiento. Cada una de estas ramas designaría tres delegados al Consejo Superior, máximo órgano ejecutivo. Poco después tuvo lugar el golpe de Estado que derrocó a Frondizi y colocó en la intervención de la provincia de Entre Ríos a Carlos Rosas (1962). Durante su gestión se llevó a cabo una segunda reunión en Villaguay. A mediados de 1962 el Consejo General de Educación expresaba que “Está en marcha la creación, en nuestra provincia, de una casa de altos estudios.” Señalaba que esa necesidad estaba encarada por un grupo de jóvenes “que fueron ramificando sus organizaciones” y que tomaba forma concreta con las bases sentadas en los congresos de Gualeguaychú y Villaguay. Para ello se organizó la Comisión Asesora Universitaria que contaba entre sus funciones la de aconsejar en lo relativo a la ubicación, integración y estructura de la futura Universidad de Entre Ríos.”[19]

Los proyectos enviados al Congreso durante el gobierno de Illia (1963-1966)

 

En 1963 las elecciones que dieron el triunfo a Arturo Illia (1963-1966) llevaron a la gobernación de la provincia de Entre Ríos al candidato de la UCRP, Carlos Contín, quien se había desempeñado como diputado nacional durante el gobierno de Frondizi. Los candidatos por la provincia al Senado de la nación fueron Martínez Garbino Lucio y Antonio Tardelli ambos por la UCRP. En la Cámara de Diputados asumieron por Entre Ríos cuatro candidatos por la UCRP, tres por la UCRI, uno por el partido Tres Banderas y otro por el Partido Demócrata Unido. Uno de los puntos centrales para las elecciones de 1963 en la provincia de Entre Ríos fue la creación de la Universidad. En plena campaña electoral los candidatos a gobernación y a la legislatura provincial y nacional se comprometieron con el Movimiento Pro Universidad. Una vez asumidas las nuevas autoridades, los integrantes del Movimiento realizaron viajes a la ciudad de Buenos Aires y se entrevistaron con legisladores, autoridades y personalidades de influencia en la materia.[20]

En agosto de 1963 el diputado de la UCRI Washington Ferreira, presentó el proyecto redactado por la comisión del Congreso de Gualeguaychú. Señalaba que los establecimientos universitarios y de segunda enseñanza sobre cuya base se crearían las facultades pasarían a depender de la UNER. Fundamentaba el derecho de los jóvenes “a tener en su provincia una casa de altos estudios, porque necesita canalizar su vocación hacia el nivel superior de las disciplinas científicas y técnicas”.[21] Narraba los argumentos históricos y también advertía la necesidad de evitar que los jóvenes migraran para seguir sus estudios, muchos de los cuales no retornaban una vez graduados, tal como se argumentaba en otros casos.[22] Brindaba la cifra de que “actualmente 5.000 estudiantes entrerrianos cursan sus carreras profesionales en las distintas universidades del país que funcionan fuera del ámbito de la provincia” y explicaba que el número “sería mayor si se crea una Universidad en Entre Ríos porque hay muchos que no siguen los estudios porque no pueden trasladarse.” [23]

Ese mismo año el diputado de la UCRP, Eduardo Solari, expuso a la legislatura nacional el segundo proyecto. Tenía una diferencia con los resultados del Congreso de Gualeguaychú: en lugar de Facultad de Humanidades, refería a la Facultad Humanidades y Ciencias de la Educación. La fundamentación se basaba en los resultados de las cuatro comisiones del Congreso. Por otra parte, los senadores del mismo partido, Martínez Garbino Lucio y Antonio Tardelli, hicieron una tercera presentación que no solo proponía una Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, sino que también sumaba la Facultad de Ingeniería electromecánica sobre la base de la Escuela Industrial en Paraná. Además especificaba que la Escuela Normal José María Torres, con sus anexos, pasaría a la Facultad Ciencias de la Educación.[24]

Los fundamentos eran por un lado históricos, en base a la tradición educativa de la provincia y por otro lado se vinculaban a la emigración de los jóvenes a otras provincias para continuar sus estudios. También argumentaba que, ante la orfandad de universidades, sus jóvenes “se ven obligados a trasportarse a otras provincias.”[25] Se preocupaba por mostrar unidad al interior del Movimiento Pro-Universidad a la vez que justificaba que la creación de la Universidad de Entre Ríos no generaría interferencia a las universidades existentes porque la que se planificaba, argumentaban los legisladores, era una Universidad “de técnicos”, “sin doctores”. Estaría orientada a estudiar los problemas de la producción local y nacional. En agosto de 1964, este último fue reproducido en la Cámara de Diputados por el legislador de la UCRP Eduardo Rodríguez Vegaria.

Asimismo, sumaron su apoyo organizaciones civiles que se dirigieron a la legislatura solicitando su tratamiento.[26] La prensa local acompañó los reclamos. En diciembre, El Diario publicó una editorial titulada “La Universidad de Entre Ríos, postergada.” Expresaba queUn año más está por concluir, y sigue sin concretar la espiración de la juventud entrerriana de poseer su propia Universidad.” La editorial, señalaba que la interferencia no tenía que ver con las diferencias locales, sino con la insuficiencia presupuestaria para el manejo de las casas de estudio “¿A quién no se le ocurrió pensar que si a las Universidades ya constituidas no les daban lo que necesitaban (…) era bastante remoto que se diera curso a la instalación de otras nuevas Universidades?”[27]

En marzo de 1965 otra editorial de El Diario, titulada “¿Y la Universidad de Entre Ríos?”, destacaba que el presidente Illia se había comprometido a poyar el proyecto, recalcando la necesidad de que la futura UNER mantuviera la prevalente orientación tecnológica con que la concibió la CEPUNER. Según se expresaba, en la delegación que se entrevistó con Illia había representación parlamentaria de distintas agrupaciones políticas. La editorial refería acerca de las razones que respaldaban la creación “órdenes tan variadas como el didáctico, el geográfico, el humano y hasta el tradicional dado que es de común conocimiento que nuestra provincia ha tenido durante años el prestigio bien ganado de estado culto”. Según la nota, a partir de octubre de 1964 se había cumplido “la que hemos llamado etapa provincial” y se habían trasladado las gestiones a la esfera nacional. El Diario se mostraba optimista respecto a que en 1964 se obtendría la media sanación al aprobarla el Senado y expresaba que los impedimentos no se debían a las diferencias al interior del Movimiento.[28]

El 3 de junio de 1965 el diputado Ferreira reprodujo en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto que había presentado en diciembre de 1963.[29] Meses después, El Diario refería al deseo de que se concretara a la brevedad. Expresaba que “por extraña coincidencia” los argumentos opositores a la medida por parte de la UNL, eran los mismos, que dicha casa de estudio había recibido previamente a su fundación.[30] Los promotores de la Universidad planteaban la “falta de voluntad y decisión de la UNL” (Cerrudo, 2021: 296). El Consejo Superior de la UNL afirmaba que “no existen verdaderas razones históricas, geográficas o demográficas que justifiquen una nueva división de la UNL”. Se oponía argumentando que “La UNL responde a un criterio geopolítico tendiente a la integración regional” y que su creación daría lugar a dos universidades minúsculas (Cerrudo, 2021: 296).

Los esfuerzos de la UNL para no perder a la provincia de Entre Ríos como su área de influencia y los desacuerdos respecto al perfil profesional al que se aspiraba en Entre Ríos, se dieron en un contexto (1958- 1966) en el cual las demandas para fundar universidades nacionales en las provincias no tuvieron respuesta.[31] Es el caso de las propuestas de creación de la Universidad Regional del Noroeste (con influencia en Salta y Jujuy así como también en Bolivia, Chile y Paraguay), la Universidad Nacional del Centro (con in­fluencia en La Rioja, Catamarca y Santiago del Estero), la Universidad Nacional de las Misiones (con influencia en la provincia de Misiones y los departamentos de la costa del Río Uruguay de Corrientes) y la Universidad Nacional del Centro (con asiento en Río Cuarto).

 

La autoproclamada “Revolución Argentina” y la creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (1966-1973)

 

En junio de 1966 se produjo el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Arturo Illia y que dio inicio a la autoproclamada “Revolución Argentina”. Durante todo ese periodo, a pesar de los cambios en el gobierno producidos a nivel nacional, la provincia de Entre Ríos se mantuvo bajo la intervención de Ricardo Favre (1966-1973) en cuya gestión se creó el Consejo Provincial de Desarrollo (COPRODE) y se implementó el Programa de Ordenamiento y Transformación. En el ámbito nacional, durante el gobierno de Alejandro Lanusse (1971-1973) se programó la creación de nuevas universidades en el marco del Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad 1971-1975. Este proyecto se concretó a pesar de la oposición del Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) y el CRUN, que argumentaban que las nuevas casas de estudio no habían cubierto el mínimo de matriculados y por lo tanto las futuras creaciones corrían el riesgo de ser antieconómicas (Mendonça, 2018). Pero además se sumaban otros obstáculos que, provenían de las sedes que no querían ver reducida su zona de influencia. Es el caso de la UNL, que además de perder a Corrientes (1956), se vio afectada ante la creación de la Universidad Nacional de Rosario (1968) y se resistía a que ocurriera lo mismo con Entre Ríos.

El Plan de 1971 establecía la creación de tres casas de estudio y evaluaba la posibilidad de incorporar dos nuevas instituciones en el Área Metropolitana de Buenos Aires, con el objetivo de descentralizar la UBA.[32] Además, planeaba reestructurar la Universidad Nacional de Cuyo y otorgarle validez nacional a los títulos expedidos por la Universidad Provincial de San Juan y la UCU, en Entre Ríos, única mención respecto a la provincia (Mendonça, 2018). Para ese entonces la provincia de Entre Ríos contaba con información sobre sus diferentes áreas y de una estructura burocrática que sería de utilidad para los estudios de base que había sido relevada por el COPRODE. Por otra parte, en 1966 la UCA había creado dos Facultades con sede en Paraná: Ingeniería y Ciencias Económicas. En 1968, ante la supresión del ciclo de magisterio en los planes de estudio del nivel medio de la enseñanza, la prensa local, expresaba que “nuestra enseñanza superior queda reducida a la expresión mínima que significan dos Facultades y un Instituto del Profesorado (…) Estamos ante la posibilidad de que Entre Ríos (…) alcance la estatura universitaria que merece y que sus pueblos reclaman”.[33]

En este marco, la UNL, accedió a acordar al gobierno de Entre Ríos la creación de una Facultad de Ciencias Agrarias en Diamante, un Instituto de Tecnología Alimentaria en Concordia, una Escuela de Superior de Bromatología en Gualeguay y una Facultad de Administración en base a la Escuela de Contadores en Concordia. El Diario señalaba que desde 1956 y hasta ese momento, la UNL no había creado sedes y que su intención por hacerlo en la década de 1970, era una estrategia para no perder su influencia en Entre Ríos.

Por otra parte, en 1972 la provincia firmó un convenio con la UCU - creada en 1971 y dependiente de La Fraternidad -, por el que se comprometía a integrar un Consejo Universitario de coordinación con la participación de institutos de nivel superior del ámbito provincial. Ese mismo año se constituyó el Consejo Provincial de Coordinación y planificación de la enseñanza superior, integrado por los decanos de las cuatro universidades existentes en Entre Ríos (UNL, UTN, UCA y la Fraternidad),[34] rectores de Institutos de Nivel Terciario, Subsecretaría de Educación y representantes de la Dirección de Enseñanza Media, Especial y Superior.[35]

A pesar de que solo algunas propuestas de creación estaban incluidas en el Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad (1971-1975), el inicio de su implementación dio paso a una fuerte movilización estudiantil. Mientras que en las universidades provinciales se reclamó la validez nacional de los títulos y la nacionalización, las provincias que eran sede de facultades que pertenecían a universidades más antiguas geográficamente descentralizadas -Salta, Santiago del Estero, San Luis y Entre Ríos- solicitaron la creación de sus propias casas de altos estudios nacionales (Mendonça, 2018). Así, dos días después de que se aprobara la ley que fundaba la Universidad Nacional de Catamarca, la primera “en ser creada al margen de los pla­nes oficiales, e incluso del proyecto de Taquini” (Mendonça, 2018), el gobernador de Entre Ríos se comunicó con el Ministro de Educación Gustavo Maleck. Antes de que termine el mes, el presidente Lanusse viajó a Paraná para entrevistarse con el Movimiento Pro Universidad Nacional de Entre Ríos que le entregó un memorial, en el que tomaban como base lo acordado en 1962, aunque con algunas diferencias que se ajustaban a las nuevas casas de estudio creadas a partir de 1966.[36] Se revelaba la creación de la Universidad como la solución a los problemas regionales y se identificaban cuatro polos de desarrollo: Paraná, Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay.[37]

Ante la cantidad de demandas, el gobierno comenzó a exigir “estudios de factibilidad” que las justificaran.[38] En noviembre de 1972 el Poder Ejecutivo aprobó la conformación de la Comisión Nacional de Factibilidad para la creación de la UNER y a comienzos de diciembre se puso en marcha. Estaba integrada por representantes del Gobierno de la provincia, del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, del Ministerio de Hacienda y Finanzas de la Nación, del CRUN, Grupos promotores de Paraná, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y Concordia y estudiantes universitarios entrerrianos. Según el interventor Favre dicha comisión tenía por objeto realizar los estudios de factibilidad “redimensionando, reorientando y articulando en un conjunto coherente las facultades ya existentes en la provincia e incorporando nuevas escuelas e institutos de investigaciones para el desarrollo cultural, científico y tecnológico, provincial y regional.”[39] A lo largo de ese periodo la prensa fue publicando resultados de las reuniones, dando cuenta de la importancia que significaba la UNER para la sociedad.

Si bien los plazos para los estudios de factibilidad eran de 120 días, en Entre Ríos se llevaron a cabo en dos meses. El 21 de diciembre se mantuvo una reunión de carácter informativa con decanos y directores de institutos dependientes de la UNL para alcanzar puntos de coincidencia y se estableció el 30 de enero como fecha tope para la entrega de los proyectos y se aprobó la constitución de seis grupos de trabajo y de una comisión técnica.

El 6 de enero la prensa local publicó el memorial “de acuerdo a un pedido que formulara expresamente la mesa directiva del Grupo Pro Universidad Nacional de Entre Ríos” y el día 9 tuvo lugar la primera reunión de la comisión. En lo que respecta a los argumentos para su creación y la zona de influencia señalaba:

 

razones de geopolítica, dado que se avecina un proceso de integración latinoamericana y especialmente en los países de la Cuenca del Plata y que las importantes obras de interconexión que se están encarando suprimen las barreras naturales del río Uruguay haciendo de Entre Ríos una zona de frontera abierta, por la cual es necesario crear fuertes polos de atracción e irradiación cultura, científica y tecnológica en Concordia, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú, los cuales proyectarían su influencia no solamente sobre la República Oriental del Uruguay sino también sobre el sur del Brasil, hacia el exterior: además de contrarrestar la fuerte atracción que Buenos Aires ejercerá sobre el sur de Entre Ríos una vez habilitado el complejo Zárate Brazo Largo.[40]

 

Por su parte, los objetivos específicos que estaban vinculados con los recursos naturales de la zona de influencia:

 

que reviste características suficientemente diferenciadas para exigir el desarrollo de especialidades profesionales y tecnológicas … lo que se propone crear no es simplemente una Universidad más, sino una Universidad nueva, con nuevas carreras y centros de investigación, pensadas desde sus bases con rigurosos criterios de planeamiento con una estructura moderna y exenta de los anacronismos que tanto cuesta superar en las viejas universidades tradicionales.”[41]

 

Respecto al número de estudiantes se hablaba de 5.000 jóvenes entrerrianos que han tenido que abandonar la provincia para cursar en otros lugares del país y que “la mayoría no regresa a su provincia natal”. Además sumaban 5.000 estudiantes que cursaban estudios superiores universitarios y no universitarios en institutos y facultades localizadas en Entre Ríos. [42]

Los días 29 y 30 de enero se analizaron los documentos desplegados por los distintos grupos de trabajo de la Comisión Técnica de Apoyo y se trataron tres pedidos. El del grupo Pro Universidad de Paraná que solicitaba la creación de una Facultad de Humanidades sobre la base de la Incorporación del Instituto Nacional del Profesorado Secundario. En segundo lugar, la resolución del Consejo Superior de la UCU que manifestaba que el objetivo fundamental de su creación había sido “cubrir un vacío de enseñanza universitaria que las universidades nacionales y el estado no supieron satisfacer” y aceptaba disolverse e incorporar sus facultades y carreras a la UNER. Finalmente, un pedido del obispo de Paraná, Monseñor Tortolo que proponía en nombre de la UCA la integración de las Facultades católicas de Paraná a la UNER. Solo el último fue aceptado. El rechazo de incorporar al Instituto Nacional del Profesorado Secundario se fundamentaba en que “la demanda de profesionales en el área se encontraba bien cubierta”. En relación a La Fraternidad, se le exigieron diversas transformaciones y supresiones de algunas carreras y ante la falta de consenso se resolvió postergar su tratamiento.[43] Paralelamente, la UNL se negaba a perder influencia en la provincia de Entre Ríos. Así, hizo suyo el argumento del CRUN respecto a que no había que crear nuevas universidades porque corrían el riesgo de ser antieconómicas. Desde allí se explicaba que la consecuencia sería la existencia de dos universidades minúsculas, con poca matricula y altos costos financieros y administrativos.[44] La Facultad de Agrarias que en un principio se oponía, en el marco de los estudios de factibilidad explicaba que había que esperar a que se conocieran los resultados.[45] En febrero se entregaron los estudios al titular de la Secretaría de Cultura y Educación Gustavo Malek. Según la prensa, constaban de 13 tomos que “configuran el proyecto y sintetizan la situación socio-económica y cultural de la provincia.”[46]

En menos de tres meses de presentados, el 10 de mayo, el Poder Ejecutivo sancionó la Ley de creación de la UNER (n. 20.366). Ese mismo día se aprobaron las normativas que fundaban la Universidad Nacional de Santiago del Estero (n. 20.364), la Universidad Nacional San Luis (n 20.365) y la Universidad Nacional San Juan (n. 20.367). La Ley 20.366, establecía como sede de la UNER la ciudad de Concepción del Uruguay y se regía por las disposiciones de la Ley Orgánica de Universidades Nacionales. Por un lado, transfería a la UNER los siguientes organismos que dependían de la UNL: Facultad de Ciencias Agropecuarias del Departamento de Diamante, Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná, Instituto de Tecnología de Concordia y Facultad de Ciencias de la Administración de Concordia. Por otro lado, incorporaba las facultades de Ingeniería y Ciencias Económicas de la ciudad de Paraná dependientes de la UCA "Santa María de los Buenos Aires" a partir del presupuesto de 1974.

Como advierte Mendonça (2018), pese a haberse escindido de la UNL, y creado en el marco del Plan Nacional de Desarrollo y Seguridad, no tuvo un perfil orientado a la investigación, así como tampoco el modelo departamental. En cambio, adoptó el sistema tradicional de cátedras ya que se basó exclusivamente en unidades académicas existentes. Como señala la autora, lo estratégico tenía que ver con la ubicación y no con las carreras, que a medida que se fueron creando como parte de la UNL y la UCA se alejaron de las propuestas iniciales.[47] Incluso, algunas de las instituciones no formaron parte de la nueva universidad (Mendonça, 2018). Efectivamente, la UCU, la Escuela de Servicio Social de Paraná, la Escuela de Enfermería de Paraná y la Escuela Superior de Bromatología de Gualeguay que integraron el proyecto de factibilidad no fueron incluidas en la Ley. La Escuela de Servicio Social y la de Bromatología se incorporaron en 1976 y diez años después adquirieron la jerarquía de Facultad. En 1983 se sumó la Facultad de Ciencias de la Salud.

 

Consideraciones finales

 

En este artículo analizamos la creación de la UNER como resultado de un proceso de avances y retrocesos en el que confluyeron varios frentes y actores de la sociedad civil. Así estudiamos los proyectos de creación de una Universidad para la provincia de Entre Ríos que fueron presentados desde 1914 hasta su concreción y observamos como se fueron modificando en base a las diferentes coyunturas políticas provinciales y nacionales, las demandas de los actores locales y el accionar de la UNL. Mostramos que lejos de ser resultado de un proceso de creaciones de universidades “por vía autoritaria” fue consecuencia de la confluencia de varios frentes y actores de la sociedad civil y de la política provincial y nacional.

En primer lugar, vimos que el proyecto de crear una Facultad de Agronomía no prosperó y que la Facultad de Ciencias Económicas y de la Educación, dependiente de la UNL, funcionó poco más de una década, entre 1920 y 1931. Recién durante el gobierno peronista, Entre Ríos volvió a tener dos instituciones universitarias. Se trataba de dos secciones –de Educación en Paraná y de Contabilidad en Concordia- dependientes de la UNL que tiempo después se transformarían en Facultades. Hacia 1955, en el marco del proceso de desperonización y el incremento de la matrícula en los establecimientos universitarios, surgieron propuestas para crear nuevas universidades. En Entre Ríos en 1956 se presentó un proyecto de Universidad Mesopotámica que se proponía como sede e integraba a Corrientes y Misiones. Sin embargo, no prosperó y Entre Ríos continuó vinculada a la UNL.

De todas formas, en 1958, durante el gobierno de Uranga surgió un proyecto para crear una Universidad Nacional en Entre Ríos con la organización del Ateneo Universitario. Incluía carreras formadoras de doctores como abogacía y medicina, así como también arquitectura y urbanismo y otras vinculadas al desarrollo artístico. Sin embargo, dicha iniciativa no prosperó. La propuesta de fundar una Facultad de Agronomía dependiente de la UNL que luego constituyera la base de la UNER se concretó años más tarde.

A partir del surgimiento de nuevas organizaciones, en 1962 se realizó el Primer Congreso Extraordinario Popular Pro Universidad Nacional de Entre Ríos en Gualeguaychú y se acordó fundar cuatro Facultades que no incluyeran ninguna formadora de “doctores”. Con la asunción de Illia, los representantes de Entre Ríos elevaron propuestas que tomaron como base el texto que sintetizaba los resultados del congreso. Los enviados por la UCRP poseían algunas diferencias, mientras que el de la UCRI era similar. Sin embargo, la UNER, al igual que las demás propuestas presentadas entre 1958 y 1966 para establecer universidades nacionales, no tuvo respuesta afirmativa.

Si bien la UNER no figuraba en el Plan de 1971, la creación de la primera Universidad que no estaba incluida, la de Catamarca, aceleró las acciones y poco tiempo después se realizaron los estudios de factibilidad. En ese entonces, la provincia contaba con nuevas sedes que había instituido la UNL, dos facultades dependientes de la UCA, y la Universidad Privada de Concepción del Uruguay, además de dos sedes de la UTN. Los estudios de factibilidad no incluyeron una Facultad de Humanidades, no integraron la Universidad de Concepción del Uruguay e incorporaron las facultades dependientes de la UCA. A diferencia de la propuesta de 1958, la de 1962, se basaba en las instituciones existentes, al igual que en 1972, con la distinción de que, en ese entonces, su número se había incrementado.

En suma, la creación de la UNER, fue resultado de la articulación de diferentes solicitudes y actores que reconfiguraron el espacio regional: las demandas locales de desarrollo socioeconómico no siempre homogéneas, las de los estudiantes secundarios, las propuestas de los candidatos provinciales de diferentes partidos políticos, las políticas universitarias de la nación y las resistencias de la Universidad Nacional del Litoral que no quería perder a Entre Ríos como parte de su zona de influencia. El peso de los diferentes actores que confluyeron, las modificaciones en los proyectos y los avances y retrocesos en el proceso de creación nos llevó a afirmar que las características que adquirió fueron resultado de la coyuntura política y social del momento en que se dieron las condiciones de posibilidad.

 

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Recibido: 15/10/2023

Evaluado: 27/01/2024

Versión Final: 10/03/2024

 

 



(*) Magister en Historia y Doctora en Historia (Universidad Nacional de Mar del Plata). Investigadora Adjunta (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Docente en el Profesorado y la Licenciatura de Historia (Universidad Autónoma de Entre Ríos). Docente de Historia Social Argentina (Universidad Nacional de Entre Ríos). Argentina. E-mail: marapetitti@yahoo.com.ar ORCID:  https://orcid.org/0000-0003-2982-6394

[1] El Diario, Paraná, 29/7/1915.

[2] El Diario, Paraná, 19/2/1931 y El Diario, Paraná, 20/2/1931.

[3] El Diario, Paraná, 28/4/1956 y 30/4/1956.

[4] Eduardo Rodríguez Vagaria actuaría como diputado nacional entre 1963 y 1966. La Comisión se constituyó cuando se conoció la noticia de la visita del presidente de facto, el 27 de abril de 1956. Entre Ríos, Diario de Sesiones Cámara de Diputados, 13 de septiembre de 1960, pp. 549-553 y El Diario, Paraná, 3/5/1956.

[5] El Diario, Paraná, 3/5/1956, p. 4.                                                                                  

[6] El Diario, Paraná, 3/5/1956.                                                                                         

[7] El Diario, Paraná, 3/5/1956, p. 4.                                                                                                                           

[8] El Diario, Paraná, 15/5/1956, p. 8.

[9] Paraná no fue ajena a esos conflictos y se dieron importantes movilizaciones, en las cuales cabe destacar la importante participación de mujeres (Rodríguez y Petitti, 2021).

[10] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la Nación, 11 de junio de 1958. Dicho proyecto, que fue reproducido en 1960, no recibió sanción legislativa. Cámara de Diputados (1958).

[11] Entre Ríos, Diario de Sesiones Cámara de Diputados, 1960, 13 de septiembre de 1960, pp. 549-553.

[12] Entre Ríos, Diario de Sesiones Cámara de Diputados, 1960, 13 de septiembre de 1960, pp. 549-553.

[13] Entre Ríos, Diario de Sesiones Cámara de Diputados, 1960, 13 de septiembre de 1960, pp. 549-553.          

[14] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 11 de enero de 1961.

[15] Resultado de las Comisiones del Congreso de 1962. Documentación anexa al proyecto presentado por Eduardo Solari. Cámara de Diputados (1963). Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 11 de diciembre de 1963.

[16] Resultado de las Comisiones del Congreso de 1962. Documentación anexa al proyecto presentado por Eduardo Solari. Cámara de Diputados (1963). Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 11 de diciembre de 1963.

[17] Entre 1947 y 1960 la tasa Media Anual de Crecimiento intercensal fue de 2º/ºº habitantes y entre 1960 y 1970 del 1 º/ºº.

[18] Resultado de las Comisiones del Congreso de 1962. Documentación anexa al proyecto presentado por Eduardo Solari. Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 11 de diciembre de 1963.

[19] Entre Ríos, Consejo General de Educación, Boletín, nº 10, 1962, junio.

[20] El Diario,Paraná, 24/9/1964.                                                                                                                                              

[21] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 12 de agosto de 1963.

[22] Por ejemplo, para crear la Universidad Nacional de Misiones y la Universidad Nacional de La Pampa. Ver Proyecto “Creación de la Universidad Nacional de Las Misiones, con sede en la ciudad de Posadas” y López Pascual (2021).

[23] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 12 de agosto de 1963.

[24] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 20 de agosto de 1964.

[25] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 20 de agosto de 1964.

[26] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 24 de septiembre de 1964.

[27] El Diario, Paraná, 26/12/1964.

[28] El Diario, Paraná, 21/3/1965.

[29] Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la nación, 3 de junio de 1965.

[30] El Diario, Paraná, 10/10/65. Las demandas de nacionalización, señala Bacolla, tomarían forma a lo largo de la década de 1910 “en coincidencia y no siempre en confluencia con otros proyectos” que proponían “la reorganización territorial junto a la nacionalización”, “la creación de una nueva institución en Rosario” o simplemente “la resolución de la validez de los títulos.” (2018: 237).

[31] En cambio sí se crearon universidades provinciales. A las de La Pampa y Mar del Plata fundadas entre 1958 y 1962, se sumaron durante la presidencia de Illia las universidades provinciales de Neuquén en 1964 y de San Juan en 1965.

[32] Se trata de las Universidades de Río Cuarto (al sur de la provincia de Córdoba), del Comahue (ubicada en el sur argentino, en las provincias de Neuquén y Río Negro) y de Lomas de Zamora (en el sur del conurbano bonaerense) creadas por las leyes número 19.020, 19.117 y 19.888 respectivamente.

[33] El Diario, Paraná, 12/12/1968. “La enseñanza superior en Entre Ríos.” Editorial, p. 3.

[34] La UTN tenía una sede Regional en Paraná desde 1964 y otra en Concepción del Uruguay que abrió en 1970.

[35] Entre Ríos. Mensaje de Gobierno ante la Honorable Legislatura, 1972, p. 181.

[36] Facultad de Ingeniería y Facultad de Ciencias Económicas dependientes de la UCA, Facultad de Ciencias Agrarias en Diamante, Instituto de Tecnología Alimentaria en Concordia, Escuela de Superior de Bromatología en Gualeguay y Facultad de Administración en base a la Escuela de Contadores en Concordia y Facultad de Ciencias de la Educación dependientes de la UNL y la Universidad de Concepción del Uruguay dependiente de la Fraternidad.

[37] Memorial presentado al Presidente Lanusse el 28 de septiembre de 1972. El Diario, Paraná, 6/1/73.

[38] Argentina. Ministerio de Cultura y Educación, 1972.

[39] Entre Ríos. Mensaje de Gobierno ante la Honorable Legislatura, 1972.

[40] El Diario, Paraná, 9/1/1973. En relación a la vinculación con Uruguay y Brasil cabe señalar que en 1972 se inició la obra del puente carretero Unzué-Fray Bentos y el puente ferro automotor Zárate Brazo Largo y en 1973 el puente Colón-Paysandú, inaugurados entre 1975 y 1977 (Mateo y Camarda, 2018).

[41] El Diario, Paraná, 9/1/1973 p. 7.                                             

[42] El Diario, Paraná, 9/1/1973 p. 7.

[43] El Diario, Paraná, 31/1/73 p. 4.

[44] La primera dificultad para la Comisión de Factibilidad fue la resolución del consejo superior de la UNL en oposición al desmembramiento de las unidades que la UNL tenía en Entre Ríos. El Consejo Superior de la UNL afirmaba: “La evidente posibilidad de la implantación del centro de decisiones de la futura universidad en la ciudad de Paraná consiste en una completa distorsión de básicos criterios de distribución regional de las decisiones, ya que las ciudades de Paraná y Santa Fe forman prácticamente un conurbano con idénticas características sociales, económicas y políticas.” (Cerrudo, 2020: 302).

[45] El Litoral, Santa Fe, 12/1/1973.

[46] El Diario Paraná, 23/1/1973, p. 4.

[47] En 1973 una nota del diario refiere a los salarios docentes y se dice que son muy pocos los que tienen dedicación exclusiva ya que “al alumno universitario no le interesa cual es la condición de quien se halla frente a si, en la cátedra, le interesa esencialmente que le dé el bagaje intelectual y técnico –también ético agregaríamos- que le permita capacitarse en una especialidad y culminar con su graduación.” El Diario, Paraná, 14/2/1973.