Emma
Scarpini, Ramona Montiel e Isabel Sarli. Marginalidad y erotismo en el
arte y el cine
Jorge Jofre(*)
De Emma Scarpini a Ramona Montiel
Casi cuarenta años después de la escandalosa presentación de la obra de
Sívori, El despertar de la criada, Lino Eneas Spilimbergo (1886-1965), con Breve historia de la vida de Emma retoma la historia de las
temáticas “no santas”. El pintor concreta una serie de monocopias referidas a
la vida de una mujer a la que la carencia de un futuro cierto
conducen a la prostitución y a su posterior suicidio.
Si algo le faltaba a Spilimbergo, fuera de
haber sido uno de los más notables dibujantes y pintores de
Se podría decir sin atreverse a cometer error alguno, que a Emma Scarpini la inventó en su totalidad el pintor. Spilimbergo elaboró una falsa crónica policial que relata
el final de Emma, una joven “autorizada para ejercer la prostitución” que se
suicida arrojándose desde el noveno piso de un hotel.
El breve y dramático argumento lo lleva a ejecutar 36 imágenes, resueltas
mediante la técnica de la monocopia, que ilustran distintos momentos de la vida
de la supuesta Emma. Monocopias que nos entregan en su plenitud, la maestría
del dibujo del artista que solo recurre al soporte del blanco y el negro y, le
otorga de este modo, mayor carga dramática a las escenas representadas.
Fuera de las frecuentes alusiones de la crítica, a la presencia en la
serie de un marcado erotismo y de aspectos vinculados a la sexualidad y el
género. Son también escenas que dejan bien en claro el profundo compromiso del
creador con las temáticas sociales y más aún con cuestiones donde la
marginalidad, la miseria extrema y la falta de trabajo parecen casi
naturalizarse; convertirse en una especie de mal inevitable; en un castigo
obligatorio que padecieron muchos de los inmigrantes.
Esta claro que Emma, por su apellido Scarpini fue imaginada por Spilimbergo, como un triste resultado de las corrientes
migratorias que poblaron a principios de siglo Buenos Aires, buscando un futuro
mejor. La ficticia crónica policial y las 36 monocopias, le posibilitaron al
artista la formula para ejemplificar el “atrapado sin salida” de ciertos
sectores marginales o de extrema pobreza.
Sería necesario destacar que en la década en que Spilimbergo
dibuja a Emma, es la que se sumerge en profundas crisis económicas a nivel
mundial. Es la época donde Liborio Justo, refleja con su cámara, las calles de
una Norteamérica sumida en la “gran
depresión” y, es por lo tanto el ámbito preciso para relatos como el de
Emma Scarpini. Es también el lapso de tiempo
inmediatamente posterior, a la publicación de El juguete rabioso (1926) y Los
siete locos (1929) relatos en los que Roberto Arlt
establece casi un modelo de tipologías marginales o extravagantes; personajes
porteños signados por la traición o el fracaso como Emma.
Hay de todos modos una luz favorable que por momentos ilumina al
personaje de Spilimbergo. Si Emma Scarpini
vende su cuerpo es sólo para intentar escapar de la miseria. La instancia nos
trae a la memoria a otra Emma; a
A las dos Emmas, la vida les ha deparado como
en las antiguas tragedias griegas una encrucijada para resolver…si se han
mezclado con los “bajos fondos” es en gran medida a raíz de tal circunstancia;
de ser reales con seguridad merecerían una segunda oportunidad.
Ramona Montiel, creada por Antonio Berni (1905-1981) hacia los sesenta,
se diferencia notablemente de Emma Scarpini, pese a
que muchos sostienen que ella fue la fuente inspiradora del rosarino al momento
de elaborar el también ficticio personaje. Ramona, pertenece a otra época
distinta a la de Emma; a una época teñida de consumismo (y Buenos Aires no es
ajeno a ello) y de enormes competencias. El propio Berni es el que marca la
“tendencia” de su personaje…” descubre
que en las relaciones con patrones y gerentes de empresas, el cuerpo, puede
serle mucho más rentable...”.[3]
Ya por 1932, Antonio Berni, se había enfrentado con la “ mala vida” en
forma directa, cuando con una cámara Leika traída de
Europa, toma fotos en un burdel rosarino para un artículo de la revista Rosario Gráfico con textos del porteño
Rodolfo Puigross. Las tomas en blanco y negro, muestran a las licenciosas
mujeres rosarinas con escasa ropa para la época; sentadas en sillas aguardando
clientes o departiendo con ellos en un lateral de la gran sala principal.
Pero,
“El sueño de Ramona” (1976), una de las obras de la serie que
Berni dedica al personaje parece anunciar el cierre de un ciclo del arte
porteño que había abierto Sívori con su Despertar de la criada. Con claro
conocimiento de causa, Berni, emplea básicamente los mismos elementos que Sívori para la escena: una habitación sin puertas ni
ventanas visibles; una cama de bronce y un cuerpo femenino exhibido en una casi
total desnudez. Sólo que ahora la criada ha sido reemplazada por una Ramona de
“vida ligera” que no tiene reparo alguno en ofrecer su cuerpo al “mercado” de
una sociedad de consumo cada vez más perversa… por una mujer sentenciada a un
destino como la “papusa” del tango de Cadícamo…[4]
“….Si entre el lujo del ambiente hoy te
arrastra la corriente, mañana te quiero ver…”.
Si Ramona Montiel no es Emma Scarpini, ni la
criada de Sívori, entonces… ¿De dónde proviene el personaje de Berni? Para ahondar en la
cuestión debemos remitirnos al año 1962 y a una carpeta de arte del grabado
denominada “Tango”, realizada por
notables artistas como Batlle Planas, Castagnino, Soldi y Policastro. Berni
participa en esta carpeta con una estampa titulada “Te acordás Milonguita” y, la misma ya lo
ubica a un paso de su personaje. Sólo le falta reemplazar a Milonguita por Ramona
Montiel. Por una heredera, sin duda alguna, de la tipología femenina que
define la letra del tango de Samuel Linning. Milonguita es “la muchacha de barrio que llega al centro y más precisamente al
cabaret.”[5]
Como un trueno entre las hojas
Cuando en 1958 Armando Bó filma El trueno entre las hojas, una pieza de
culto del cine argentino…cuadro a cuadro resalta el carisma de su gran
descubrimiento: Isabel Sarli; para muchos una
divinidad del erotismo y ya casi un icono sexual indiscutido. El guión es
compuesto por Augusto Roa Bastos (autor del cuento homónimo) y sin duda la
temática del mismo signa la trayectoria cinematográfica del director del filme.
Muchas de las películas posteriores de Bó se
ambientarán en zonas selváticas; muchas de ellas exhibirán personajes
marginales, violencia y un clima que eleva los deseos sexuales de los hombres.
A partir de El trueno entre las
hojas, Isabel Sarli, parece siempre encarnar un
mismo personaje con algunas sutiles variantes. Aunque represente a una alternadora a una corista, a la esposa de un empresario; a
una mujer secuestrada; a una ninfómana o a una operaria de un frigorífico. En
todos los casos se hace presente la seducción que emana su cuerpo; hay gestos y
entonaciones de voz que le son muy propios.
Algo de Milonguita tiene la
muchacha de Desnuda en
Un encuadre de cursi inocencia y un profundo aroma a marginalidad tiene
Carne (1968) donde la actriz plasma a
Delicia, una voluptuosa obrera de un frigorífico que es acosada por El Macho,
un hombre brutal y despreciable.
El filme es sin duda un paradigma de la estética de Bó.
Carne le brinda en plenitud a cierto
segmento de público (de una ya compleja sociedad de los ’60) lo que ellos
esperan ver: porque sin duda que el cine de Bó es una
clara construcción destinada a un particular consumo. Es un cine de
espectadores que asisten casi subrepticiamente. En Carne es donde aparece una de las escenas más crueles que registró
cámara alguna en
Todo se tiñe así de un clima que siempre ronda la cursilería y el gesto
exagerado. El filme es un glosario de marginalidad soportado por un cine
primario y plagado de ingenuidades: “¿Qué
pretende usted de mí?”, casi susurra Delicia cuando se le acerca uno de los
hombres para violarla, como si no se diera cuenta o un supiera lo que le va a
ocurrir.[6]
El personaje no es sin duda el de la alternadora de Desnuda en la arena que sabe manipular a
los hombres. Tampoco la seductora de El trueno
entre las hojas o Lujuria tropical.
La humilde operaria ha dado paso a una mujer de carne y hueso que sufre los
avatares de vivir en un espacio social que es el borde (y a veces mucho más) de
lo que se puede considerar digno. Bó acentúa con su
relato y sus escenas el carácter de ese borde hasta darle un corte ciertamente
bizarro.
Si tomáramos a Emma Scarpini y a Ramona Montiel
como personajes reales; deberíamos concluir que tanto una como la otra,
fundamentalmente por su condición de vida, se hallarían al margen de lo que se
podría denominar una sociedad bien constituida. La marginalidad y un toque
erótico se han hecho presentes en ellas y se respiran en todos sus posibles
actos.
En Carne también se pone en
evidencia ese clima de marginalidad y ello unido al contenido erótico es seguramente
el disparador que provocó por esa época que las autoridades censuren o corten
parcialmente muchos de los filmes del binomio Sarli-Bó.
Tal vez, el estilo de los mismos, no coincidía con los modelos de los gobiernos
de facto. Si era bien vista una producción de Enrique Carreras con Palito
Ortega como protagonista sobre todo si este formaba parte en la ficción del
ejército o la marina de guerra. Isabel Sarli no era
una buena imagen en
En El trueno entre las hojas el
texto homónimo de Roa Bastos le suministra a Armando Bó
la posibilidad de un relato cinematográfico que articula una realidad social
violenta con el mito y la fantasía. Pero por sobre todo le permite capturar con
la cámara, el exuberante cuerpo de la actriz en contraste con una frondosa
vegetación tropical. El corpus de
Emma Scarpini o Ramona Montiel se constituye solo
dentro de la materialidad de un grabado o una pintura. A Flavia Folker (Isabel Sarli) el lente de
la cámara le otorga un hálito de vida que se hace visible tanto en la
consistencia misma del cuerpo desnudo; como en la cascada de su largo cabello
negro.
Flavia Folker se baña desnuda en la
inmensidad de la selva. El lente aproxima detalle: gotas de agua resbalan sobre
su tersa piel. Así es como el espectador navega en ciertas escenas del filme hacia una realidad subyugante y
distinta. Con seguridad hacia una realidad que trasciende la realidad: “Para mi la realidad es lo que queda cuando
ha desaparecido toda realidad”[8] expresó alguna vez
Roa Bastos.
Por otro lado el cine de El
trueno entre las hojas es el que “nos
hace volver a la formula literaria de la doncella que espía tras la puerta”[9] estaríamos
nosotros viendo desde “un afuera” lo que en la pantalla ocurre y participando
de una otredad que discurre desde la distancia; estableciendo una mirada
distinta. La escena del sueño de Embrujada
sirve para ejemplificar tal circunstancia: Isabel reposa desnuda sobre la
hierba tropical; sueña con el hechicero de una tribu que se apodera de su
cuerpo y la deja preñada. Ante la presencia de la escena, el ojo tanto se puede
detener en la pulposa anatomía de la mujer casi desamparada y temblorosa en el
medio de una selva agreste como en la observación de un plano secuencia (mezcla
de flash- back y anticipo) de fuertes fusiones que parece poner al descubierto
las fantasías eróticas de una esposa casada con un hombre impotente y homosexual.
El cine de Isabel Sarli es también un cine
que siempre navega sobre el límite de ciertas cosas; de circunstancias que
tanto nos pueden llevar a tanto a lo obsceno como a una suerte de disparador de
ciertas posibles fantasías eróticas del espectador. Subyace en toda la filmografía del binomio Bó-Sarli
esa extraña condición de explayarse al límite de tales circunstancias. De todos
modos, lo que en definitiva cuenta en filmes como El trueno entre las hojas es la exótica belleza del personaje
(Flavia Folker) que registra cuadro a cuadro la
cámara de Armando Bó. Una belleza que “place” a los
ojos del que presencia las escenas desde la butaca de un cine; poderosa como el
sonido del trueno entre las hojas.
Bibliografía
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RESUMEN
Emma
Scarpini, Ramona Montiel e Isabel Sarli. Marginalidad y erotismo en el
arte y el cine
Ciertas producciones plásticas de Spilimbergo
y Berni o filmes con la presencia de Isabel Sarli han
puesto el acento en la cuestión de la mujer marginada; de la mujer como objeto
sexual desde lo más estricto de su materialidad. Por los años 30, Spilimbergo, imagina su Emma Scarpini, una mujer que se
prostituye por necesidad; tres décadas después los grabados y los collages de
Berni retratan a otro personaje ficcional: Ramona Montiel …una especie de Milonguita. En 1958 Armando Bó filma El trueno
entre las hojas, una pieza de culto del cine argentino…cuadro a cuadro
resalta el carisma de su gran descubrimiento: Isabel Sarli;
para muchos una divinidad del erotismo y ya casi un icono sexual indiscutido.
Palabras clave: Plástica – cine – marginalidad – erotismo
ABSTRACT
Emma Scarpini, Ramona Montiel and
Isabel Sarli. Marginality and eroticism on arts and
cinema
Certain figurative productions
of Spilimbergo and Berni or
films starred by Isabel Sarli have drawn the
spotlight onto the role of the marginal woman: women as sexual objects from the
strictest of their materiality. In the 1930’s, Spilimbergo,
imagines his Emma Scarpini, a woman who needs to
prostitute herself; three decades later, Berni’s
engravings and collages portrait another fictional character: Ramona Montiel… a kind of Milonguita. In
1958 Armando Bo shoots El trueno entre las hojas, a cult piece in Argentina. Frame after frame, Isabel Sarli’s charisma stands out, being considered a divinity of
eroticism and almost an undoubtedly sexual icon from that moment on.
Key
words:
Plastic – Cinema - Eroticism- Marginality
Recibido: 21/03/09
Aceptado: 19/07/09
Versión final: 23/08/09
Notas
(*)Licenciado en Artes con Orientación en Enseñanza de las Artes (USAM).
Docente en Escuela Municipal de Artes Visuales de San Miguel y Escuela
Municipal de Música “Julián Aguirre”. E-mail: jofrejorge2000@yahoo.com.ar; jofrejorge2000@hotmail.com
[1] BORGES, Jorge Luis,
“Emma Zunz”.
El cuento pertenece a “El Aleph” editado en 1949.
[2] La “crónica” fue escrita por Spilinbergo, con lápiz y en una hoja de cuaderno; lleva
como fecha 13 de agosto de 1936. No se pudo comprobar que haya sido tomada por
el artista de algún periódico.
[3] VIÑALS,
José, Berni, palabra e imagen, Galería
Imagen, 1976, p. 92.
[4] Fragmento de “Che Papusa, oí” de Enrique Cadícamo, ROMAY, Héctor, El tango y sus protagonistas,
Bs. As., 2004, p. 268.
[5] ULLA, Noemí, Tango, rebelión y nostalgia, Bs.
As., CEAL, 1982, p. 38.
[6] FITTIPALDI,
Luís María, Isabel Sarli, www.rosariocine.com.ar,
2005.
[7] PUJOL, Sergio,
Rock y dictadura, Emecé, Bs.
As., 2005, p. 132.
[8] ROA BASTOS, Augusto, Moriencia, Monte Avila, Caracas, 1969, p. 63
[9] PEREZ JARA, Carlos, “La pornografía, o el
erotismo del otro”, EN: Revista El Catoblepas, Nódulo materialista·www.nodulo.org, 2005.