El desarrollo de la ganadería y la agricultura en la Entre Ríos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX

 

Maximiliano Camarda(*) y Néstor Serfaty(**)

 

ARK CAICYT: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s24690732/xibmhhrx1

 

Resumen

 

En este artículo nos proponemos identificar las características del desarrollo ganadero y agrícola en las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX en la provincia de Entre Ríos buscando visualizar los factores estructurales condicionantes de dicho desarrollo. Las tres preguntas que guían el trabajo son: ¿Cuál fue la principal fuente de riqueza de la provincia durante el periodo? ¿La subsistencia de los saladeros fue un factor que limitó el desarrollo de la ganadería? ¿Qué características tuvo el desarrollo agrícola en la provincia? El trabajo se divide en tres partes. El primer apartado gira en torno a analizar si la ganadería fue la principal fuente de riqueza de la provincia hasta la crisis del 30. El segundo apartado trata sobre si la demanda sostenida de ganado criollo por parte de los saladeros permitió a la provincia mantener sus estructuras productivas tradicionales centradas en la ganadería extensiva, sin necesidad de invertir e innovar. La tercera parte indaga sobre si las colonias fueron el motor que posibilitó la expansión agrícola en la provincia desde 1880 hasta la década de 1920.

 

Palabras clave: Desarrollo Agropecuario; Colonización agraria; Entre Ríos; Reconversión productiva.

 

 

The development of livestock and agriculture in Entre Ríos at the end of the 19th century and beginning of the 20th century

 

Abstract

 

In this article we aim to identify the characteristics of livestock and agricultural development in the last decades of the nineteenth century and the first three decades of the twentieth century in the province of Entre Ríos, seeking to visualise the structural factors that conditioned this development. The three questions that guide the work are: What was the main source of wealth in the province during the period? Was the subsistence of the saladeros a factor that limited the development of livestock? What were the characteristics of agricultural development in the province? The paper is divided into three parts. The first section focuses on whether livestock farming was the main source of wealth in the province until the crisis of the 1930s. The second section deals with whether the sustained demand for Criollo cattle by the saladeros allowed the province to maintain its traditional production structures centred on extensive livestock farming, without the need for investment and innovation. The third part explores whether the colonies were the driving force behind agricultural expansion in the province from 1880 to the 1920s.

 

Key words: Agricultural Development; Agrarian colonization; Entre Ríos; Productive reconversion.

 

El desarrollo de la ganadería y la agricultura en la Entre Ríos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX

 

Introducción

 

La provincia de Entre Ríos vivió a partir de 1860 una serie de transformaciones que dieron paso a una pujante producción ovina, el comienzo del refinamiento del ganado y la expansión de la producción agrícola. Estas transformaciones supusieron la incorporación al mercado laboral de grandes contingentes de migrantes. A pesar de que Entre Ríos estuvo relegada en la gran expansión decimonónica con relación a sus provincias vecinas, hacia fines del siglo XIX todavía ocupaba un lugar central en el entramado económico y poblacional de la Argentina. Alcanzaba -según Mulhall y Mulhall (1892, p. 21) - el tercer lugar detrás de Buenos Aires y Santa Fe respecto a los ingresos generados en 1892 per cápita. Pero cayó al séptimo lugar provincial en 1937 (Rofman y Romero, 1990). Podemos apuntalar el registro de esa caída, tomando los datos que Sánchez (2016, p. 61) procesó sobre fiscalidad provincial, y que, si bien es un indicador parcial, otorga una idea de las posiciones relativas -en cuanto a lo económico- de las provincias. Sánchez observa que Entre Ríos pasa de un segundo o tercer lugar en 1880 (Buenos Aires provincia y Ciudad aún conformaban una unidad política) al cuarto en 1895 y al sexto en 1913. El proceso de poblamiento sufrió una tendencia similar, pasando Entre Ríos de ser una receptora de migraciones internacionales y nacionales a fines del XIX a expulsora de población a mediados del siglo XX (Mateo, Camarda y Rodríguez, 2017).

El debate en torno a las causas del debilitamiento de la economía entrerriana a partir de la segunda mitad del siglo XIX y la lenta expansión de la agricultura tuvo, desde la historiografía diversas interpretaciones. Estudios que destacaron la dinámica específica de Entre Ríos frente a otros espacios geográficos -como Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba-, así como también, las diferencias o contrastes hacia el interior del propio territorio provincial.

Roy Hora (2010) afirma que las dificultades de Entre Ríos fueron producto de una menor dotación de recursos naturales y al ascenso de Santa Fe como centro comercial de la región. Hora adjudica este fenómeno de la escasa adaptación de las condiciones territoriales a las transformaciones de la demanda y a los cambios tecnológicos:

 

Tierras de pastos duros, poco aptos para la cría de ovinos y vacunos refinados, la capacidad de carga de los campos entrerrianos era considerablemente menor que la de las praderas bonaerenses o del sur de Santa Fe. Además, las tierras de pastoreo estaban surcadas por numerosos ríos y arroyos, y existían extensas zonas bajas y anegadizas, poco aptas para la cría de las frágiles ovejas que constituían la punta de lanza de la modernización agraria en los distritos ganaderos porteños y santafecinos (2010, p. 147).

 

A esto hay que sumarle que los dos cursos de agua se transformaron en “…un obstáculo insalvable para su integración en las redes ferroviarias que comenzaron a desarrollarse en esos años” (Hora, 2010, p. 147).

En el libro ya clásico de Filiberto Reula (1971) sobre Entre Ríos, afirma que el principal obstáculo al desarrollo de la provincia estuvo dado por el aislamiento territorial de la provincia con el resto del país. Biasizo adhiere a esa afirmación y agrega que también influye el “aislamiento interno” generado por la escasa conectividad intraprovincial. Este autor manifiesta que la provincia de Entre Ríos, entre finales del siglo XIX y la gran depresión, ha mantenido en rasgos generales la característica ganadera, siendo la agricultura poco significativa como para provocar cambios estructurales (2020, p. 30).

Djenderedjian y Schmit (2008), explican que la baja performance entrerriana no sólo se debe a la dotación de recursos y factores geográficos sino también a pautas institucionales de acceso a la tierra:

… con la implementación efectiva de las leyes de tierras de 1861 se creó un contexto institucional que ayudó a consolidar la gran propiedad y a aumentar desmesuradamente los precios inmobiliarios, fenómeno que derivó en dificultades crecientes para la transformación productiva posterior (p. 39).

 

En el mismo texto, los autores concluyen que la crónica escasez de financiamiento suponía un freno a la reinversión de los empresarios rurales entrerrianos y que los mercados internacionales, aún abiertos para los productos provenientes de los saladeros entrerrianos, significaron un freno para la innovación.

En esa misma línea Gorostegui de Torres (1992) advierte que el rezago relativo entrerriano sería consecuencia de la cercanía de los mercados brasileños de tasajo (carne salada para alimento de esclavos), que le permitió a Entre Ríos mantener sus tradicionales estructuras ganaderas sin apelar a la diversificación del agro, que, en una primera etapa, fue el elemento que motorizó la transformación económica.

En este artículo nos proponemos identificar las características del desarrollo ganadero y agrícola en las últimas décadas del siglo XIX y las tres primeras décadas del XX, buscando visualizar los factores estructurales condicionantes de dicho desarrollo. Tres preguntas estructuran el trabajo: ¿Cuál fue la principal fuente de riqueza de la provincia durante el periodo? ¿La subsistencia de los saladeros fue un factor que limitó el desarrollo de la ganadería? ¿Qué características tuvo el desarrollo agrícola en la provincia? Nos proponemos discutir estas cuestiones con los autores brevemente glosados hasta el momento a partir del análisis de numerosas fuentes documentales. Mediante ese diálogo buscamos ampliar, sustentar, moderar o refutar las hipótesis que ofrece la historiografía sobre las cuestiones planteadas.

El trabajo se divide en tres partes. El primer apartado gira en torno a sí - como afirma Reula (1971) - la ganadería fue la principal fuente de riqueza de la provincia hasta la crisis del 30. El segundo apartado trata sobre si la demanda sostenida de ganado criollo por parte de los saladeros permitió a la provincia mantener sus estructuras productivas tradicionales centradas en la ganadería extensiva, sin necesidad de invertir e innovar. La tercera parte indaga sobre si las colonias fueron el motor que posibilitó la expansión agrícola en la provincia desde 1880 hasta la década de 1920. Finalmente, en las conclusiones se resumen los resultados.

 

El predominio ganadero en cuestión

 

La provincia de Entre Ríos es un territorio que desde muy temprano estuvo marcado por el desarrollo de la ganadería. Fue la ganadería la que le dio renombre, sustentó su protagonismo en las guerras civiles y le otorgó una particular configuración social hasta la mitad del siglo XIX. La escasez de mano de obra -que se vio acentuada por las continuas levas para servir en las luchas fratricidas- se vio compensada por el carácter extensivo de las prácticas ganaderas y una fuerte tendencia a impedir la movilidad de los trabajadores y a paralizar las condiciones del mercado laboral.

Sostienen Schmit y Alabart (2013) que en Entre Ríos ocurrió un proceso similar al de Buenos Aires, aunque con una evolución más modesta. Desde mediados de la década de 1830 el comercio provincial comenzó a crecer, y en la década siguiente se expandió aceleradamente. Para entonces, la campaña entrerriana aportaba al mercado atlántico un conjunto de productos idénticos a los porteños: básicamente, se trataba de cueros vacunos, carne salada, sebo y lana (Camarda, 2022). Hacia 1850 se puede considerar que el impacto de la economía entrerriana en el entramado territorial rioplatense era de preeminencia, solo superado por Buenos Aires.

A partir de la década de 1860 se inicia en Entre Ríos un proceso liderado por el Estado provincial destinado a crear las condiciones que permitiesen generar un mercado de tierras y un mercado de trabajo, condiciones sin las cuales la expansión agrícola era inviable. En el caso entrerriano se había recompensado durante mucho tiempo a los participantes en las guerras encaradas por los caudillos provinciales con permisos de población, que a la postre no generaron derechos sólidos.

Según Hora (2010) en Entre Ríos:

 

La constitución de un régimen de propiedad absoluta fue lenta y dificultosa, y los ingresos generados por los impuestos a la tierra resultaron magros. Más importante aún: el resultado final de la conformación de un régimen de propiedad privada supuso una pérdida de derechos para muchos ocupantes precarios y un reforzamiento de la gran propiedad (p. 148).

 

Al respecto Schmit (2008) afirma que las décadas de 1860 y 1870 habían sido testigos de largos procesos de reordenamiento fundiario en diversas provincias, cristalizados en la conformación de catastros, planos topográficos y registros de propiedad. Santa Fe culminó el suyo hacia 1872, mientras que Entre Ríos lo hizo unos años más tarde.

Las leyes de contribución directa (04-10-1860), de arrendamiento de tierras rurales (08-10-1860) y de venta de terrenos rurales (20-11-1860) propiciaron el marco legal del proceso de “perfeccionamiento” de los derechos de ocupación, posesión y propiedad imperfectos (Rodríguez, 2019). Este proceso no dejó de suscitar conflictos, particularmente graves en el caso entrerriano, que ralentizaron la transición. Para 1874, solo el 31% de los titulares de explotaciones agrarias eran propietarios con títulos perfectos, mientras que los demás oscilaban en un amplio espectro de formas de acceso a la tierra.

La mayor estabilidad política que siguió a las revueltas jordanistas y una copiosa legislación[1] generaron el contexto institucional que ayudó a consolidar la gran propiedad y a aumentar desmesuradamente los precios inmobiliarios. El gobernador Leónidas Echagüe (Entre Ríos, p. 7) afirmaba en 1875 que no existían verdaderos límites entre las propiedades privadas y estatales, y que era necesario reglamentar para así aumentar la recaudación fiscal y subir el precio de las propiedades devaluadas luego de las revueltas.[2] Las reformas supusieron una transferencia de tierras fiscales a terratenientes locales, especuladores y tenedores de deuda pública y un aumento desproporcionado del valor de las tierras, fenómenos que son clave en las dificultades crecientes para la transformación productiva posterior.

Entre Ríos acompañó en la segunda mitad del s. XIX la tendencia regional que produjo una transformación del contexto productivo: pasando de una estructura productiva ganadera extensiva, centrada en la explotación del vacuno alzado, a otra basada en una producción ganadera vacuna y ovina de rodeo. A ello se sumó una significativa expansión de la producción de los saladeros, que se orientaron a un aprovechamiento más intensivo del ganado. También los saladeros aumentaron en escala y en niveles de inversión. Todo lo cual implicó, según Schmit y Alabart, “una presión creciente sobre la mano de obra disponible en la provincia” (p. 3).

El proceso de proletarización de amplios sectores de la población rural, que supuso los cambios en el régimen de propiedad de la tierra, fue acompañado por el intento de disciplinar a esos mismos sectores. Los elencos gobernantes entrerrianos buscaban obstaculizar -mediante diversos mecanismos- el movimiento de la mano de obra. En esa línea destaca la Ley de Vagos (1860), mediante la cual se podía remover a pobladores que ocupaban tierras sin títulos ni pago de arriendo o la creación de diversos destacamentos de policía rural en la provincia establecida con el Código Rural de 1878. Para Schmit (2004), el disciplinamiento se logró también a través del desarrollo de un ethos colectivo que afirmaba el sentimiento de pertenencia a una "comunidad provincial”, así como por la dosificación de premios y castigos según los méritos de los soldados que formaron parte de conflictos bélicos.

Hacia fines del siglo XIX, en la Argentina, se produjo una transición de la “fiebre del lanar” a la ganadería vacuna y la agricultura cerealera producto de la caída de los precios del mercado internacional (Sábato, 1989). En el caso entrerriano, en cambio, la cantidad de ganado, en términos generales, decayó en forma pronunciada tanto el ovino como el bovino (Camarda, 2022). Mientras que a fines del siglo XIX la cantidad de ovinos en la Argentina ya se encontraba en decadencia producto del auge de la estancia mixta que compartía la ganadería vacuna junto a una pujante agricultura, en Entre Ríos la transición fue más lenta, llegando a principios del siglo XX a los siete millones de cabezas. Unos años después, la caída fue notoria. Pero su reemplazo no fue necesariamente la estancia mixta, dado que la cantidad de cabezas de ganado vacuno también cayó como lo ilustra el siguiente gráfico.[3]

 

Gráfico 1. Total de cabezas de ganado. Entre Ríos. 1874-1921

 

Fuente: Elaboración propia en base a: Latzina (1889); Entre Ríos (1896) (1898) (1901) (1904) (1918) (1919) (1920) (1921) (1922); Argentina (1909a); Tercer Censo Nacional de 1914.

 

En los 8 años que pasaron desde 1888 a 1896 se redujo a menos de la mitad el ganado vacuno en la provincia pasando de 4.118.248 a 1.909.688, siendo un preludio de lo que será la primera mitad del siglo XX. Para el gobierno entrerriano, las causas de este decrecimiento se encontraban:

 

… en la crisis, en la escasez de medio circulante y a la necesidad de metalizar rápidamente el capital para cumplir los compromisos que las dificultades económicas crean a los ganaderos, y a la mortalidad de haciendas por epidemias en 1893, 1894 y 1896 (Entre Ríos, 1897, p. 29).

 

Los precios altos de la hacienda por la demanda de frigoríficos y saladeros, por las exportaciones de ganado a pie a Buenos Aires, Uruguay y Rio Grande do Sul (Brasil), y la merma del stock ganadero, marcarían también la década de 1910. En 1912, el Gobernador Prócoro Crespo (1910-1914) prohíbe faenar vientres para recuperar el número de cabezas (Entre Ríos, 1912, p. 18).

El ganado ovino tiene numéricamente un desempeño más regular, con un rápido crecimiento al inicio de la década del 1910. [4] En 1914 los productores sufren enormes pérdidas a causa de la epidemia de fiebre aftosa y lombriz que asoló los rebaños (Entre Ríos, 1914, p. 29). Durante todo el periodo bajo análisis el ovino de la provincia era exportado a pie con sacrificio en los frigoríficos instalados fuera de la provincia, donde una vez enfriada su carne era remitida al extranjero (Entre Ríos, 1927, p. 309). Las lanas de las ovejas tampoco eran industrializadas en la provincia y eran exportadas en bruto a Europa desde Buenos Aires.

Si lo comparamos con otras provincias vemos cómo Entre Ríos disminuyó no solo en términos absolutos la cantidad de cabezas, sino también cayó su participación sobre el total producido en el país. Pasó de tener el 18.8% de las cabezas bovinas en 1888 al 7.9% en 1930. Una evolución que no comparten sus provincias vecinas, que mantuvieron o mejoraron su posición relativa.

 

Tabla 1. Total de cabezas de ganado vacuno por provincia. 1888-1930

 

Provincia

1888

1895

1908

1914

1922

1930

Buenos Aires

8.680.483

7.745.896

10.351.235

9.090.536

15.507.530

11.639.442

Santa Fe

2.328.443

2.315.007

3.413.446

3.179.260

4.692.543

3.641.804

Córdoba

2.110.523

1.884.926

2.639.480

2.540.313

4.102.894

3.074.697

Entre Ríos

4.120.068

2.784.810

3.145.639

2.834.372

2.820.905

2.534.729

Corrientes

1.841.455

2.893.256

4.276.895

3.543.395

3.793.584

3.832.556

Resto

2.882.958

4.077.631

5.289.930

4.678.887

6.147.394

7.488.627

Totales

21.963.930

21701526

29.116.625

25.866.763

37.064.850

32.211.855

 

Fuente: Elaboración propia en base a Latzina (1889); De la Fuente, Carrasco y Martínez (1898); Argentina (1909a); Argentina (1916b); Censo Nacional Ganadero de 1922 y Censo Nacional Ganadero de 1930

 

Si analizamos las exportaciones (hacia destinos nacionales o internacionales) según su origen, podemos ver que las exportaciones provenientes de la agricultura eran marginales hasta el comienzo del s. XX. Luego, por espacio de 20 años, representan entre la cuarta y la tercera parte del total exportado. Desde comienzos de la década del 20, los productos agrícolas igualan o superan a los productos ganaderos como principal bien exportado.

 

Tabla 2. Tierra productiva según su uso. Entre Ríos. 1899-1926

 

 

1899

1902

1908

1914

1926

Dedicada a la Agricultura

15,1%

8,5%

8,4%

19,7%

19,7%

Dedicada a la Ganadería

84,9%

91,5%

91,6%

80,3%

80,3%

Fuente: Elaboración propia en base a: Argentina (1899) (1909a) (1916b); Entre Ríos (1904) (1927).

 

Como se observa en la tabla 2, la gran mayoría de las tierras dedicadas a actividades productivas estaban destinadas a la ganadería y esto apenas varió en todo el periodo analizado. Si lo vemos a nivel departamental, se replica la misma dinámica. En casi todos los departamentos prevalece territorialmente la ganadería por sobre la agricultura hasta la década del 30. La excepción la vemos, a partir de 1914, en los departamentos Paraná y Diamante con mayor desarrollo de la superficie agrícola.

 

Gráfico 2. Exportaciones según su procedencia. Entre Ríos. 1871-1930

Fuente: Elaboración propia en base a datos de: Argentina (1871) (1881) (1891) (1893); Entre Ríos (1901) (1904) (1912) (1914) (1917) (1918) (1919) (1920) (1921) (1922).

 

La demanda de ganado vacuno

 

La producción vacuna de Entre Ríos tenía tres destinos principales: el consumo interno para un mercado pequeño, dado que la provincia carecía de grandes centros urbanos; su faenamiento y procesamiento en los saladeros y las fábricas de extractos y carnes conservadas establecidas en su territorio y la salida de ganado a pie por vía fluvial y a partir de 1908, también a través de Ferry Boats.

 

Tabla 3. Destino cabezas de ganado vacuno. Entre Ríos. 1912-1925

 

Destino

1912

1914

1916

1922

1925

Saladeros y fábricas de extractos y carnes conservadas

318.172

174.577

192.879

295.528

380.287

Ganado a pie exportado

141.650

123.837

233.719

122.279

149.809

Mataderos públicos

85.823

62.147

57.469

93.055

104.159

Carnicería de campaña, campos y epidemias

42.231

238.857

232.091

269.420

215.231

Total

587.876

599.418

716.158

780.282

849.486

 

Fuente: Elaboración propia en base a datos de Entre Ríos (1912) (1914) (1917) (1922) (1927).

Las proporciones son respecto al destino de los vacunos, similares en el periodo previo a las presentadas en la Tabla 3. El ganado a pie exportado tenía como destinos casi exclusivos Uruguay y Buenos Aires. Entre Ríos y Corrientes proveían de ganado a los saladeros uruguayos, que fueron beneficiados por la decisión del gobierno oriental de no cobrar tasa al ingreso de ganado en pie. Entre 1898 y 1904 Entre Ríos exportó a Buenos Aires 69.835 cabezas y a Uruguay 259.872, mientras que por puertos entrerrianos cruzaron hacia Uruguay 318.179 cabezas provenientes de la provincia de Corrientes (Entre Ríos, 1904, p. 150).

Los saladeros ubicaban su tasajo principalmente en Cuba y Brasil. Hasta 1890, la isla del Caribe era la mayor compradora del tasajo local. El tipo de tasajo que era preparado especialmente para ese mercado se denominaba carne habanera y solo era elaborado en los saladeros entrerrianos y orientales. Una disputa comercial de Argentina con la corona española tuvo como consecuencia un aumento considerable del impuesto que gravaba el ingreso del tasajo entrerriano en Cuba. Tal cuestión reduciría considerablemente las exportaciones a ese destino. La caída del mercado cubano produjo - para fin de siglo- el cierre de varios saladeros en la provincia y la reducción a la mitad del rodeo vacuna, tal como lo muestra el Gráfico 1.

La transición que se produjo a principios de siglo XX en la provincia de Santa Fe y Buenos Aires hacia un desarrollo mixto con grandes frigoríficos no fue el caso de Entre Ríos. En la provincia, por el contrario, aumentó la inversión en la producción saladeril. En el cambio de siglo se radicaron saladeristas provenientes de la Banda Oriental como López, Nebel y Heudtlass.[5] También invirtieron en la provincia saladeristas de Buenos Aires, que desplazados por los frigoríficos, reconcentran sus operaciones en Entre Ríos (Biasizo, 2014, p. 4).

Según Rodolfo Leyes (2016a) para lograr una transición del saladero al frigorífico:

 

… se debió realizar una serie de cambios que implicaron desde transformaciones en la conservación, transporte y mantención de las carnes, a la genética de los animales, pasando por las formas de trabajo. Básicamente, el pasaje de la cooperación simple a la manufactura moderna. Pero la “vía entrerriana” no siguió ese camino. En la provincia de Entre Ríos, se mantuvo por mucho tiempo más el saladero, y las transformaciones se dirigieron a la producción de extracto de carnes (p. 342).

 

Incluso dicha transformación de saladero a fábrica de extracto de carne solo fue exitosa en casos como la Liebig, donde capitales ingleses invirtieron cuantiosas sumas.[6] Sobre el porqué el resto de los diez saladeros que existían hacia fines del siglo XIX no se reconvirtieron a fábricas de extracto, Lahitte (Argentina, 1912) nos ilumina:

 

Todos o la mayor parte de los saladeristas atraídos por los inmensos beneficios que conseguía la empresa Liebig y Cia. con sus extractos de carne, empezaron a transformar sus establecimientos y adquirir costosísimas maquinarias que bien pronto les fueron inútiles porque no pudieron resistir a la competencia de la empresa mencionada (p. 59).

 

La estrategia de los saladeristas de reconvertir su industria pudo estar motivado por la fuerte competencia de la industria saladeril uruguaya, así como por el cada vez más difícil acceso al mercado brasilero. Brasil, principal y casi exclusivo destino del tasajo entrerriano, aumentaba año tras año los impuestos aduaneros en pos de favorecer a los saladeros de Rio Grande do Sul. En 1928, ante las dificultades para vender el tasajo, los saladeristas piden al gobierno nacional que intervenga para colocar esos productos en países importadores.

Los saladeros y las fábricas de extracto se proveían con ganado criollo de grandes invernadas con miles de cabezas que poseían en la provincia. Completaban la demanda con ganado comprada en estancias de la provincia y aquel que traían de Corrientes. En 1896, 292.000 cabezas fueron introducidas a la provincia de este modo, que en su mayor parte terminaban siendo faenadas en la Liebig. La Liebig poseía hacia 1906 en propiedad o en arrendamiento 556.000 hectáreas en la Mesopotamia.

El dominio que tendría la Liebig y, en menor medida, la Bovril sobre la producción ganadera los convertiría en los auténticos reguladores de la explotación ganadera. De ellos dependía la demanda y el precio de la hacienda. A su vez, la disponibilidad de cuantiosa hacienda propia les permitía comprar a los productores locales cuando los precios eran bajos y autoabastecerse cuando los precios subían (Biasizo, 2014, p. 9). Esto se mantendría hasta principios de la década del 20 cuando la crisis de la ganadería retrae la inversión extranjera directa y abren o reabren varios saladeros y frigoríficos en Concordia, Gualeguay y Gualeguaychú.[7] A pesar de la competencia, la posición dominante de las fábricas de capitales ingleses en el mercado continuará durante todo el periodo. Para subrayar esto último, vemos que 78% del ganado faenado para exportación entre 1922 y 1925 fue procesado en la Liebig y la Bovril.

Pero en término cualitativos, ¿de qué tipo de animales estamos hablando? Según el Informe Lahitte (Argentina, 1899, p. 57), Entre Ríos ofrece excepcionales ventajas comparativas para la producción ganadera debido a los menores costos para cría e invernada. También es importante remarcar, que los saladeros -que comercializaban sobre todo tasajo, sebo y cuero- y las fábricas de extracto demandaban animales criollos. El informe Amavet[8] (Entre Ríos, 1904, p. 68) nos informa que entre 1895 y 1904 el 88.5% de los animales faenados para exportación eran criollos. Por lo tanto, sus necesidades respecto al ganado no requerían el mejoramiento de las razas mediante la mestización con animales pura sangre, provenientes de cabañas ni su alimentación con forrajes (alfalfa) o granos (avena). Requisitos indispensables para poder suplir de animales de calidad a los frigoríficos exportadores.

El proceso de mestización comenzó tardíamente en esta provincia con relación a la otra potencia ganadera: Buenos Aires. Pero tuvo una rápida aceleración en la década de 1890. En 1888 apenas el 0,4% del ganado vacuno era mestizo o puro. Para 1895 el 20% del ganado vacuno entrerriano era mestizo o puro, mientras que Buenos Aires ya tenía la mitad de su rodeo refinado.

Al respecto Amavet en 1904 afirmaba que los saladeros -principales demandantes de ganado de la provincia- eran enemigos de la mestización, ya que acarreaba el aumento de precios. Manifiesta que los ganados mestizos no se aclimataban, que es muy alta la mortalidad y que la mitad de los toros pura sangre morían. Para Amavet las condiciones en la provincia no eran adecuadas porque la misma carecía de buenas praderas y proliferaban enfermedades como la aftosa, la tristeza y el carbunclo, y recomienda que la mestización se realice en otras provincias donde las condiciones fitosanitarias sean más favorables.

 

Tabla 4. Porcentaje de Ganado vacuno según tipo por provincia. 1895-1908

 

   Criollos

   Mestizos

   Puros

 

Provincia

1895

1908

1895

1908

1895

1908

 

Buenos Aires

50,2

8,7

49,2

85,1

0,6

6,2

 

Santa Fe

78,0

57,3

21,5

40,3

0,5

2,4

 

Córdoba

83,4

47,6

16,5

49,2

0,1

3,2

 

Entre Ríos

80,6

40,9

19,3

56,6

0,1

2,5

 

Corrientes

94,5

81,0

5,3

18,1

0,2

0,9

 

Fuente: elaboración propia en base a: Argentina (1909a) (1916b).; De la Fuente, Carrasco y Martínez (1898).

 

Hacia fines del siglo XIX se empieza a generar una especialización de la producción de ganado según las características de los campos y el clima. La cría, con alimentación natural y de carácter extensivo se ubica sobre todo en el Norte entrerriano. Los departamentos del Norte -donde se ubicaron los grandes centros procesadores de ganado- son los que presentaban mayor cantidad de cabezas por km2.

En el departamento Concordia, sede del mayor saladero de la provincia, tenía una densidad de 44.1 cabezas por km2 en 1896. En Colón, donde estaba instalada la fábrica Liebig, 38.6 cabezas por km2 (Entre Ríos, 1897, p. 27). Le siguen los departamentos de Feliciano y Federación, también proveedores de los ya mencionados establecimientos, y el departamento La Paz. En este último se encontraba -en la localidad de Santa Elena- la Fábrica de extracto de la Empresa Kemmerich & Cía. Fabrica que, en de 1909 sería comprada por una empresa de capitales ingleses y pasaría a denominarse Bovril (Coronel y Ovidio, 2007).

Mientras que en el centro-sur de la provincia, además de la cría extensiva, surgen establecimientos especializados en el engorde y la venta posterior. Ya en 1895, los departamentos de Uruguay (58%) y Gualeguay (47%) tenían un avance de la mestización que superaba ampliamente la media provincial del 20%.

A medida que avanzamos en el siglo, la diferenciación productiva se profundiza. Aquellos departamentos alejados de los dos polos grandes polos compradores de ganado (Buenos Aires y los saladeros y fábricas del norte provincial), tuvieron un proceso de refinamiento mucho más lento, por ejemplo, Paraná y Diamante tenían en 1914 un porcentaje de mestización de 47,5% y 38% respectivamente, cuando la media provincial era de 75%, llegando a 87% en Gualeguay y Gualeguaychú.

El sudeste de la provincia se articula más plenamente con Buenos Aires a partir de la apertura del ferry boat en 1908, el cual facilitó y abarató el transporte de ganado hacia Buenos Aires. Es en el sudeste donde se va a tener mayor área sembrada de pasturas artificiales.

La siembra de forrajeras ocupaba un lugar marginal en términos de extensión a principios de siglo.

La mayoría de los pequeños alfalfares existentes a principios de siglo estaban ubicadas en las colonias y su producción estaba destinada mayormente a la alimentación de los animales de servicio (Argentina, 1904, p. 232).

La paulatina proliferación de pasturas adecuadas es un elemento que va a acompañar el proceso de mestización. Esta práctica se dio sobre todo en las estancias del departamento Gualeguaychú -al sur de la provincia- que colocaban ganado a pie en el mercado porteño. En Gualeguaychú se sembraba para 1920 más de la mitad de la alfalfa de la provincia.

 

Gráfico 3. Hectáreas sembradas de Alfalfa. Entre Ríos. 1888-1921

Fuente: Elaboración propia en base a: Latzina (1889); Entre Ríos (1897) (1901) (1904) (1912) (1914) (1917) (1918) (1919) (1920) (1921).

 

Expansión agrícola y colonización

 

La producción agrícola hasta la década de 1870 era escasa en la provincia y dirigida al consumo de localidades cercanas. Esto se debió en primer lugar al casi nulo desarrollo de la colonización: hasta 1871 solo se habían fundado en la provincia dos colonias, Villa Urquiza y San José. En segundo lugar, por la falta de transporte y de infraestructura adecuados para la producción cerealera. En tercer lugar, por la ausencia de un mercado de tierras debido a la situación irregular de los títulos de propiedad. La posterior regularización de los títulos de propiedad tuvo como colofón un aumento desproporcionado del precio de las propiedades rurales, el aumento de la presión fiscal y la pretensión de cobro de arrendamiento a ocupantes de tierras públicas otorgadas por servicios militares. Cuestiones que no harían sino aumentar más la conflictividad en el ámbito rural, llegando a su cenit en las revueltas jordanistas de 1870 a 1873 (Djenderedjian, 2013).

A las pautas institucionales, que modificaron la posibilidad de acceso a la tierra o permanencia en ellas de una gran franja de la población rural, a la falta de infraestructura y transporte adecuados y a la alta conflictividad, hay que sumarle el hecho de que en Entre Ríos ya no había frontera agrícola por conquistar. La Selva de Montiel y demás bosques ocupaban la tercera parte de la superficie total de la provincia, es decir 25.000 km2. Estos bosques que cortan la provincia de norte a sur no son adecuados para el cultivo, pero al no ser su vegetación compacta y continua y presentar excelentes pastos son zonas aptas para la ganadería (Argentina, 1904). La otra frontera estaba conformada por tierras anegadizas por lo que tampoco eran aptas para la agricultura, pero ofrecían muy buenas pasturas al ganado. Las islas y terrenos anegables cubrían 8.500 km2, concentrados en los departamentos Gualeguay, Gualeguaychú, Victoria y Diamante.

Los avances sobre el interior provincial en tierras, que en general, eran de valor agronómico más bajo que las de las costas, se concentraron en la reconversión de antiguos núcleos criollos. Situados en áreas ya valorizadas, esos emprendimientos eran de dimensión mucho más modesta que los de Santa Fe o Córdoba. La colonización entrerriana, de rendimientos más bajos y de costos más altos en comparación con la santafesina, a medida que se alejaba de las costas fluviales debió hacer frente a condiciones bastante adversas (Schmit y Alabart, 2013). A partir de finales de la década de 1870, las colonias se empezaron a establecer cada vez más alejadas de los ejidos, instalándose sobre todo en las cercanías del trazado ferroviario.

Convivían colonias públicas y privadas. Entre las primeras encontramos las colonias fundadas por municipios en sus ejidos, las colonias oficiales fundadas por el estado provincial y en menor medida por el Estado nacional. Entre las colonias privadas encontramos situaciones “mixtas”, en las que el gobierno provincial cedía tierras a empresas como la Compañía Colonizadora Entrerriana y la Jewish Colonization Association. Por último, estaban las colonias establecidas por particulares.

El auge de la colonización a partir de fines de la década de 1870 completó la base en torno a la cual pudo iniciarse la expansión agrícola en la provincia. Las 34.000 hectáreas bajo cultivo de 1872 se habían multiplicado por cinco en 1888, y transformado en más de 420.000 en 1895. Hacia 1884 la superficie sembrada en las colonias agrícolas (40.334 ha) de la provincia ya había logrado superar a la correspondiente a los cultivos efectuados fuera de estas (29.223). En 1887, 39 colonias agrícolas cultivaban un área de 87.148 hectáreas sobre 101.145 del total provincial; en 1888, 67 centros coloniales con 138.000 hectáreas de cultivo sobre 141.000 del total sembrado en la provincia; en 1889 102 colonias y 180.000 hectáreas cultivadas de 200.000.

Durante los años del boom agrícola transcurrió la gobernación de Clemente Basavilbaso (1887-1891). Basavilbaso dio un fuerte apoyo a la promoción de colonias, las cuales se convirtieron en pilares de la producción agraria. Hacia 1890 la provincia logró exportar trigo y harina, poniendo fin a décadas de ingreso de trigo para consumo interno desde la vecina provincia de Santa Fe (Entre Ríos, 1890, p. 6). El gobernador Saba Hernández (1891-1895) continuó con el modelo precedente de promover la instalación de colonias como mecanismo de expansión de la agricultura, llegando en 1893 a 171 con 345.000 hectáreas cultivadas (Entre Ríos, 1893, p. 24). Hacia 1895, el ciclo expansivo de la agricultura entra en un paréntesis. Ese año marca también un parate en el impulso colonizador. El aumento rápido que experimentó el valor de la tierra llevó a los empresarios a acabar con la experiencia colonizadora y el reparto de tierras (Rofman y Romero, 1990). Hacia fines del siglo XIX, Entre Ríos poseía una cantidad de colonias similar a la santafesina, pero más pequeñas y menos capitalizadas.

 

Tabla 5. Hectáreas promedio por colonia, Santa Fe y Entre Ríos, 1853-1895

Periodo

Santa Fe

Entre Ríos

Colonias

Hectáreas Promedio

Colonias

Hectáreas Promedio

1853-1860

4

10.777

2

10.083

1861-1865

4

10.931

-

-

1866-1870

35

11.033

-

-

1871-1875

29

7.289

13

6.472

1876-1880

19

14.617

20

6.377

1881-1885

70

10.687

36

3.305

1886-1890

128

9.113

151

2.576

1891-1895

114

10.357

132

1.797

Total

403

354

Fuente: Djenderedjian (2008).

 

En la Tabla 5 podemos ver el tardío despegue del proceso colonizador en comparación con Santa Fe, y el impulso que esta va a cobrar a partir de la década de 1870. La expansión agrícola permitió que entre 1888 y 1914 Entre Ríos multiplicara por nueve su superficie cultivada, siguiendo la misma pauta de crecimiento que Santa Fe y Buenos Aires, aunque con números más modestos. Ponderada a nivel nacional, la producción agrícola entrerriana llegó por entonces a representar entre el 5 al 8 % del total del país (Schmit y Bressan, 2019, p. 2). Los departamentos donde el proceso colonizador fue más intenso son también los que presentan mayor densidad de cultivos respecto a la superficie total del departamento. Para el año 1903, los podemos ordenar en el siguiente orden: Diamante (52.7%), Paraná (21.3%), Nogoyá (13.4%), Colon y Uruguay.

Además de la expansión territorial del espacio cultivado, también se amplió la gama de cultivos. El trigo, que en la provincia tenía un desarrollo marginal en relación con el maíz, pasó a convertirse en la opción agrícola dominante seguido por el lino, como podemos ver en la Gráfico 4. Esto supuso el cambio de una agricultura de autoconsumo y abasto de localidades cercanas a una agricultura ligada a los cultivos comerciales y el ingreso a los mercados extra-provinciales.

 

Gráfico 4. Principales cultivos en hectáreas. Entre Ríos. 1887-1925

Fuente: Elaboración propia en base a: Latzina (1889); De la Fuente, Carrasco y Martínez (1898); Argentina (1909b); Entre Ríos (1897) (1901) (1904) (1912) (1914) (1917) (1918) (1919) (1920) (1921) (1922) (1927).

El lino tuvo una marcada expansión durante la primera década de siglo y pasaría a ser el cultivo dominante en extensión y en valor agregado de la agricultura entrerriana a partir de 1910. Este cultivo requiere más capital que el trigo o el maíz y mayores conocimientos agronómicos para ser desarrollado. No es un cultivo que rotará con el trigo porque ambos son cultivos invernales (cosecha fina) y tampoco vemos que lo reemplazará en los campos entrerrianos, ya que las hectáreas sembradas de trigo se mantuvieron estables durante la expansión linera. Durante la Primera Guerra Mundial el cultivo de lino desciende y vuelve a cobrar impulso luego de finalizada la misma.

 

Tabla 6. Establecimientos donde se cultiva lino o trigo por tamaño y departamento. Entre Ríos. 1904

Departamento

Hasta 50 ha

de 51 a 100 ha

Mas de 100 ha

Total

% sobre total

Colón

693

10

5

708

14,5%

Concordia

90

12

1

103

2,1%

Diamante

489

270

118

877

18,0%

Federación

0

0

0

0

0,0%

Feliciano

0

0

0

0

0,0%

Gualeguay

88

16

17

121

2,5%

Gualeguaychú

109

83

34

226

4,6%

La Paz

4

9

13

26

0,5%

Nogoyá

219

71

49

339

7,0%

Paraná

627

382

165

1.174

24,1%

Tala

119

42

15

176

3,6%

Uruguay

444

55

21

520

10,7%

Victoria

53

49

51

153

3,1%

Villaguay

349

79

24

452

9,3%

Total provincial

3.284

1.078

513

4.875

100,0%

% sobre total

67,3%

22,1%

10,6%

100%

Fuente: elaboración propia a partir de datos obtenidos de Argentina (1904).

 

La Tabla 6 nos permite ver que la actividad triguera y linera se centra en los departamentos con mayor desarrollo de la colonización: Paraná, Diamante, Colón, Uruguay, Nogoyá y Villaguay que concentran el 83.6 del total de explotaciones agropecuarias dedicadas a esos cultivos. A su vez, notamos la enorme preponderancia de la pequeña propiedad como unidad de producción agrícola. Casi el 90% de las explotaciones agrícolas tienen menos de 100 ha. El 60% de las 4.875 explotaciones es trabajada por sus propietarios, mientras que el 25% son arrendatarios y 15% medianeros. Entre Ríos se destacó durante todo el periodo por tener una mayor proporción de explotaciones agrarias dirigidas por sus mismos propietarios que el resto del país. En 1895 el 68.6% de las explotaciones entrerrianas estaban a cargo de sus propietarios y el 31,4% por arrendatarios y medianeros. Para 1914, la situación es similar con un 29% de arrendatarios en Entre Ríos frente a un 55% en Santa Fe y un 48.5% en provincia de Buenos Aires.

 

Gráfico 5. Rendimiento de los principales cultivos en kilos por hectárea. Entre Ríos. 1887-1930

Fuente: Elaboración propia en base a: Latzina (1889); De la Fuente, Carrasco y Martínez (1898); Entre Ríos (1897) (1901) (1904) (1912) (1914) (1917) (1918) (1919) (1920) (1921) (1922) (1927) (1928) (1929) (1930) (1931).

 

En cuanto al rendimiento del trigo y el lino en la provincia detallado en el Gráfico 5, encontramos que este tuvo su pico durante el período expansivo de la fundación de colonias hasta 1895. Lahitte en su informe, afirma que “… hacia 1895 la disminución del rinde coincide con una baja extraordinaria de los precios de los cereales en los mercados internacionales” (Argentina, 1899, p. 35). A la crisis económica hubo que sumarle una seguidilla de malas cosechas producto sobre todo de la sequía, las plagas de langostas y otras calamidades. En 1897, por ejemplo, se pierde el 90% de la cosecha por plaga de langostas y heladas.

Durante la gobernación de Enrique Carbó (1903-1907) su ministro de Hacienda Méndez Casariego apuntaba que “… una cosecha de trigo para ser considerada regular debe ser de 800 kilos por hectárea (Entre Ríos, 1904, p. 278). Rinde que, en promedio, rara vez se alcanzó a partir de 1895. Contemporáneamente, Raña afirmaba que la baja del rendimiento del trigo se debió a los malos años, las malas prácticas agrícolas y el mal sistema de cultivos que ha hecho reducir a la mitad la superficie cultivada.

Durante la primera década del 1900 se agudiza el problema de la disponibilidad de crédito agrario y el proyecto colonizador corría mayormente por parte del estado provincial. Por esos años, los inmigrantes que ingresan a la provincia son 10 veces menos que los que se establecen en Santa Fe. El gobernador Parera (1907-1910) afirma que se debe transformar la estancia en chacra, y priorizar el establecimiento de colonos sobre los arrendatarios/medianero, pero no modifica durante su mandato esa situación (Entre Ríos, 1907, p. 9)

La crisis de comercio mundial acaecida con la Primera Guerra Mundial afecta a un sector agropecuario más maduro que aquel que enfrentó la crisis de 1890, y eso le permite una mejor respuesta a las dificultades que presenta el comercio internacional. Al respecto Reula (1971) comenta que:

 

Entre Ríos sufre las crisis con menos rigor que el resto del país, por distintos factores de orden permanente que consolidan su economía: la acentuada división de la tierra, la alta proporción de agricultores propietarios, la difusión del cooperativismo y del crédito agrario, el incremento de la granja y la diversificación de los cultivos y otros similares. (p. 130).

 

Finalizada la guerra, se vivieron buenos precios internacionales de los cereales y un aumento en los ingresos de los productores agrícolas más capitalizados. La producción agrícola para exportación para esos años ya sobrepasa los antiguos núcleos de colonias. Si bien lo producido en las colonias continuará siendo importante, la actividad agrícola fuera de las colonias gana preponderancia de la mano de las estancias que incorporan la agricultura reconvirtiéndose en establecimientos mixtos. Hacia 1922-1923 se impone la explotación mixta, como respuesta a la crisis que vivía la ganadería por esos años. Creció la inversión para renovar el parque productivo incorporando nuevas maquinarias e implementos. El resultado inicial fue un aumento de la producción a la par de la expulsión de mano de obra asalariada (Leyes, 2017).

 

Gráfico 6. Tamaño de las explotaciones agropecuarias en hectáreas. Entre Ríos. 1895-1925

 

Fuente: Elaboración propia en base a: De la Fuente, Carrasco y Martínez (1898); Argentina (1909a) (1916b); Entre Ríos (1925).

 

Si analizamos las explotaciones por tamaño, nos encontramos ante una fuerte fragmentación de la propiedad fundiaria entre 1895 y 1925, en donde la cantidad de explotaciones se triplicaron sin que se ampliase la frontera agrícola. Las explotaciones de menos de 50 ha se multiplicaron por siete en tres décadas pasando a ser 78,6% de total de explotaciones en 1925. El peso de la pequeña explotación en esta provincia era mayor al que tenía en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Esta estructura con explotaciones menores de 50 ha deviene del particular proceso de colonización. Para la mayoría de las explotaciones, su tamaño imposibilitaba la ampliación a una escala de producción adecuada para subsistir. Cuestión a la que contribuía la endémica falta de crédito. Según Ricardo Ortiz (1964), hacia 1912 se necesitaba una chacra de 130 hectáreas para poder subsistir y acumular capital para invertir.

En 1917 el gobernador Miguel Laurencena propuso que las muy fragmentadas colonias se orientaran al tambo como posibilidad seguir en actividad (Entre Ríos, 1917, p. 13). En la misma línea, la gobernación de Celestino Marcó (1918-1922) buscó una alternativa basada en la reorientación productiva (tambo, huerta, demás) y no la expansión del predio. Marcó subrayó en su Mensaje a la Legislatura de 1920 que el arraigo y la consolidación de la pequeña explotación agrícola “…reclama, como condición del éxito, el policultivo y la explotación granjera” (p. 14). Ante el éxodo rural que comienza a gestarse en la década del 20[9], se acentúan las políticas agrarias que tenían como fin último detener la sangría y disminuir la creciente desocupación. Se promocionó desde el gobierno la granja mixta que produciría para autoconsumo y para mercados de cercanía. Los proyectos de colonización oficial surgidos en esa década y las siguientes otorgaban parcelas aún más reducidas que en la colonización previa.

 

Tabla 7. Cabezas de ganado por tamaño de establecimiento. Entre Ríos. 1908

Tamaño

Estableci   mientos

Cabezas de ganado Bovino

% sobre total de ganado Bovino

Cabezas de ganado Ovino

% sobre total de ganado Ovino

Hasta 50 ha

6.346

110.256

3,5%

102.634

1,5%

de 51 a 500 ha

7.773

528.915

16,8%

1.468.182

21,0%

Mas de 500 ha

2.078

2.506.468

79,7%

5.434.653

77,6%

Total

16.197

3.145.639

100,0%

7.005.469

100,0%

 

Fuente: Elaboración propia en base a Argentina (1909a).

 

La mayoría de las explotaciones ganaderas tenían una extensión mayor a las 500 ha. Las explotaciones agropecuarias en ese rango representaban solo el 12.8% del total de explotaciones, pero concentraban casi el 80% del ganado vacuno y ovino hacia 1908. Por otro lado, la pequeña explotación de menos de 50 hectáreas poseía solo el 3.5% del ganado bovino y el 1.5% del ovino.

En cuanto al valor de la tierra encontramos que el costo de venta promedio de la hectárea en Entre Ríos era elevado, sobre todo si se la compara con la más pujante provincia de Santa Fe. Según Lahitte (Argentina, 1912, p. 16) hacia 1888 el valor de la hectárea en pesos oro era de $12,9 en Entre Ríos y de $4,94 en Santa Fe. Para 1911, cuando la menor dinámica de la economía entrerriana era ya evidente, el precio promedio de la hectárea de tierra seguía siendo mayor en Entre Ríos: $22,65 frente a $21,7 de Santa Fe.

Dentro de la provincia vemos que en 1896 el valor de la hectárea era mucho más elevado en los departamentos “más colonizados” y con una estructura de propiedad más fragmentada. Para 1896 el valor medio de la hectárea de propiedad rural vendida era de $56 en Diamante, $48 en Uruguay, $44 en Paraná y $37 en Colón mientras en departamentos con estructuras más concentradas y con menos desarrollo agrícola los precios eran notablemente menores, en el departamento La Paz $17, en Victoria $22 y en la norteña Feliciano con $16 la hectárea.

 

Conclusiones

 

Para cerrar el texto, retomamos las preguntas iniciales. En respuesta a la primera de estas (¿cuál fue la principal fuente de riqueza de la provincia durante el periodo?) entendemos que durante la segunda mitad del siglo XIX la tríada estancia-saladero-ganadería extensiva se mantuvo invariablemente como la principal estrategia de desarrollo económico de la provincia. El producido por esta actividad aventaja al producido por la agricultura, al menos medido en el producto que se exporta por las aduanas provinciales. La misma situación la observamos en el porcentaje del territorio utilizado a la actividad. La articulación de la economía en torno a la ganadería se mantendría al menos hasta fines del s. XIX. El predominio ganadero se vio mermado a partir de 1900, tanto en el valor de las exportaciones como de las hectáreas usadas. A nivel nacional, si bien Entre Ríos siguió siendo un actor de peso entre los productores ganaderos, fue perdiendo relevancia a medida que nos adentramos en el s. XX. Lo que se mantiene como una constante es que las tierras usadas productivamente estaban mayormente ocupadas por ganadería extensiva poco tecnificada que no requería de la agricultura como complemento. Hay poco desarrollo de pasturas y forrajeras, lo que si se da en otras regiones a través de la estancia mixta y las condiciones que se establecían sobre el uso de la tierra en los contratos de arrendamiento. A partir de la década de 1920, ya en una provincia con un tejido productivo muchos más diversificados, los excedentes de la agricultura no consumidos en la provincia sobrepasan a los de la ganadería. En síntesis, se mesura el supuesto clásico del predominio ganadero indisputable para el periodo.

Respecto de la segunda de las preguntas sobre si la demanda de los saladeros fue un factor limitante para el desarrollo productivo, validamos lo afirmado por los autores citados, pero ampliamos la idea en dos sentidos. Primeramente, que la demanda de ganado criollo surgía tanto de los saladeros locales como de los saladeros ubicados en la franja oriental del Río Uruguay. A su vez, agregamos que no solo fueron los saladeros los que mantuvieron la demanda firme de ganado criollo durante todo el periodo, sino también las compras cada vez mayores de ganado en pie por parte de las fábricas de conservas y extracto de carne. Podemos matizar la cuestión respecto a la baja innovación productiva del sector ganadero. La inversión en el mejoramiento genético existió, incluso a un nivel que supera a todas las provincias del país con la sola excepción de Buenos Aires. A pesar de que proliferaban los problemas fitosanitarios que aumentaban la mortalidad y condicionaban la calidad del ganado, se produjo un importante grado de mestización a partir de 1895. Las pasturas artificiales, aunque crecieron en hectáreas sembradas, se mantuvieron en un marginal 2-3% sobre el total de lo cultivado. Además, los alfalfares estaban localizados casi exclusivamente en dos departamentos. Aunque este texto solo lo insinúa, existieron intentos de innovación por parte de los saladeros de reconvertirse en fábricas de extractos a comienzos de siglo y en frigorífico en la década de 1920.

En síntesis, la demanda de ganado criollo era sostenida tanto por los saladeros entrerrianos y uruguayos, como por las fábricas de conservas y de extracto de carne. Como aporte, vemos que el desarrollo de la ganadería se articula a partir del siglo XX alrededor de dos ejes: el del Centro-Norte de la provincia, proveedor de ganado criollo para los grandes saladeros de Concordia y el Uruguay, así como para la Liebig y la Bovril, y el del Sudeste proveedor de ganado mestizo para los frigoríficos de Buenos Aires. Los departamentos de Paraná, Diamante y Nogoyá, más alejados de esos polos se van a mantener rezagados, con menor grado de mestización y cabezas de ganado por km2. Victoria se presenta como una excepción. Alejada de los dos polos de demanda ganadera ya descritos, no forma parte de la reconversión productiva a la agricultura que tienen sus vecinas Diamante y Nogoyá, a pesar de tener tierras de excelente calidad. Mantuvo su perfil ganadero con buenos números de mestización y comercializando su excedente en el cercano puerto de Rosario.

Para el último de los interrogantes, ¿qué características tuvo el desarrollo agrícola en la provincia?, encontramos tanto en la historiografía vernácula (Reula) como en la discursividad política del periodo estudiado la certeza de que las colonias fueron el motor que posibilitó la expansión agrícola en la provincia. La bibliografía contemporánea sobre la cuestión se centra en los limitantes que tuvo la colonización y que no le permitieron a Entre Ríos seguir el ejemplo de desarrollo agrícola de la provincia de Santa Fe. Fuimos nombrando a lo largo del texto algunos de esos limitantes, a saber: el tardío comienzo del proceso colonizador, la conflictividad interna, el alto precio de las tierras, la falta de infraestructura y la ausencia de frontera agrícola por colonizar. Lo antedicho no agota los factores que podían influir en la radicación y permanencia del colono en el campo entrerriano. Cuestiones como el crédito agrario, los precios relativos de los productos agrícolas, los costos de producción y la disponibilidad de mano de obra ameritan ser estudiadas.

De nuestro análisis podemos concluir que la colonización logró en poco tiempo multiplicar el área sembrada, autoabastecer a la provincia de alimentos y exportar el excedente agrícola. Hacia el año 1895 se detiene el proceso de fundación de colonias y su número irá en descenso en las décadas siguientes a pesar de los esfuerzos gubernamentales. La expansión agrícola también se detiene en 1895 y recién se recupera a partir 1903, con un crecimiento sostenido hasta 1914. Se puede inferir por esto último que esta segunda etapa expansiva fue motorizada por colonias ya existentes que aumentaron la superficie sembrada y establecimientos dedicados a la ganadería que comenzaron a dedicar parte de sus tierras a la agricultura.

Las colonias se establecieron mayormente en los departamentos Paraná, Diamante, Colón, Uruguay, Nogoyá y Villaguay. Departamentos que presentaban mayor extensión de superficie cultivada y mayor valorización del precio de venta de la tierra y de los arrendamientos. También se observa que los rendimientos de los dos principales cultivos eran en promedio bajos y que el lino fue dentro de los cultivos el que más se desarrolló.

Los establecimientos agropecuarios en Entre Ríos tuvieron un tamaño menor a los de sus provincias vecinas. La pequeña dimensión de la explotación permitió un proceso de efectiva transferencia de tierras, pero imposibilitó al colono acumular capital suficiente como para poder incorporar maquinaria y ampliar el área cultivada. Esta es una de las razones por lo que se observa en Entre Ríos un alto grado de propietarios rurales y una baja inversión productiva. Esta opción por la posesión efectiva de la tierra y la consecuente baja inversión productiva es, junto con el tamaño de las explotaciones donde se bifurca la vía entrerriana de colonización respecto de la santafesina.

En síntesis, el proceso colonizador fue el que dio el empuje inicial al desarrollo agrícola, pero la estructura de tenencia de la tierra que terminó constituyendo en los departamentos más aptos para la agricultura será determinante (junto a otros factores no analizados en este texto) en poner un techo a las posibilidades de reinversión e innovación productiva.

 

Fuentes

 

De La Fuente, D. G., Carrasco, G. y Martínez, A. B. (1898). Segundo Censo de la República Argentina 1895. Buenos Aires: Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional.

Latzina, F. (1889). L´agriculture et l´élevage dans la République Argentine. Paris: Imprenta Mouillot.

Mulhall, M. G. y Mulhall, Edward T. (1892). Handbook of the River Plate. Buenos Aires y Londres: M. G. y E. T. Mulhall, Kegan Paul y Trench & Co.

Provincia de Entre Ríos (1901). Memoria del Ministerio de Hacienda del año 1900. Paraná: Establecimiento Tipográfico La Razón.

Provincia de Entre Ríos (1904). Memoria del Ministerio de Hacienda de los años 1903-1904. Tomo I. Buenos Aires: Compañía Sudamericana de Billetes de Bancos.

Provincia de Entre Ríos. (1875). Mensaje del Gobernador de Entre Ríos Leónidas Echagüe.

Provincia de Entre Ríos. (1890). Mensaje del Gobernador de Entre Ríos Clemente Basavilbaso. Paraná: Tipografía, Litografía y Enc. La Opinión.

Provincia de Entre Ríos. (1893). Mensaje del Gobernador de Entre Ríos Saba Hernández. Paraná: Tipografía, Litografía y Enc. La Velocidad.

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Recibido: 13/03/2024

Evaluado: 15/05/2024

Versión Final: 26/07/2024

 

 



(*) Profesor y Licenciado en Historia (Universidad Nacional de Mar del Plata); Doctor y Magister en Historia (Universidad Nacional de La Plata). Profesor (Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Entre Ríos). Investigador (Instituto de Estudios Sociales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Argentina. Email:  maximiliano.camarda@uner.edu.ar. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6196-4757

(**) Profesor y Licenciado en Historia (Universidad Nacional del Litoral). Docente (Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Entre Ríos). Argentina. Email: nestor.serfaty@uner.edu.ar. ORCID: https://orcid.org/0009-0002-2039-066X

[1] Las numerosas leyes y decretos fueron condensados y ampliados en 1878 en el denominado Código Rural.

[2] Hora (2010) afirma que el conflicto armado durante el periodo 1870-1873 generó pérdidas materiales, desorganización en el estado provincial y los derechos de propiedad.

[3] Para el pleno desarrollo de la estancia mixta (Mateo, Rodríguez y Camarda, 2018) habría que esperar a la década de 1920 y sobre todo de 1930, donde sí tuvo gran importancia, a pesar de que el número de ganado vacuno fue mucho menor a las cantidades de las últimas décadas del siglo XIX.

[4] Los datos de cabezas de ganado ovino de las Síntesis estadísticas provinciales correspondientes a los años 1911 (9.408.682), 1912 (10.922.169) y 1913 (14.723.667) fueron considerados poco serios en la publicación con los resultados del Censo Nacional de 1914 (Argentina, 1916b, p. XXVIII), por lo que posiblemente la mortandad de 1914, aunque elevada, difícilmente sea la hecatombe (10.000.000 de cabezas menos) que muestra el gráfico.

[5] Las Revoluciones de 1897 y 1903 habían perjudicado la provisión de ganado a los saladeros uruguayos.

[6] La Liebig tenía su propio puerto y exportaba directamente a destinos transatlánticos.

[7] Nos referimos a la Cia. Saladeril Argentina y Freitas de Concordia, los saladeros San José y Alzuá en Gualeguay y al saladero convertido en Frigorífico en Gualeguaychú.

[8] El Gobernador Alejandro Carbó encargó por decreto en 1904 a Alejo Amavet un estudio sobre saladeros y fábricas de extractos y carnes conservadas.

[9] Sobre el tema del éxodo rural en Entre Ríos ver Leyes (2016b) y Henchoz (2013).